Capítulo 5

2794 Words
—No me mires así —pidió Esteban cuando se recargó en el respaldar de la silla tras terminar de comer. —¿Así cómo? —preguntó inocentemente, imitando su posición. —Puedo ver la reprobación en tu mirada —indicó con un suspiro y luego contempló su plato aún medio lleno sobre la mesa—. Aunque quisiera comer más, realmente no puedo, mi apetito ya se ha cerrado, siento que si como un poco más, reventaré —expresó. —¿Puedo preguntar hace cuánto que no has estado comiendo correctamente? —preguntó suave, no queriendo sonar muy molesto y entrometido. —¿Qué te hace creer que no me he estado alimentando correctamente? —preguntó él, observándole con una ceja alzada. —Lo siento, pero difícilmente creo que eres el tipo de persona que cree que la belleza está en la delgadez, mucho menos en una donde casi puedo ver tus mejillas hundidas —respondió. Frunciendo ligeramente el ceño, Esteban alzó sus manos y tocó ambos lados de su rostro, comprobando lo que el supuesto beta ante sus ojos le estaba diciendo. —Bueno, comencé a perder el apetito luego de que perdiera a mi alfa finales del año pasado y después con todo lo ocurrido con Liam, rara vez tengo hambre o recuerdo que debería de comer algo —respondió honestamente. —Considerando lo que me has dicho sobre el diagnóstico de Liam, creo que puedo comprender que tu principal prioridad en este momento no sea comer, pero no le serás de mucha ayuda a tu hijo cuando te desmayes solamente por no haber tenido una alimentación correcta, podrías hasta enfermar por ello —indicó amablemente. —Lo sé —dijo, frunciendo suavemente sus labios—. Solo es algo difícil de recordar —gruñó bajito. —Lamento si mis palabras te han molestado, solo estoy acostumbrado a cuidar de otros —explicó. Y prácticamente, aún podía sentir a su lobo soltando un ladrido inquieto cada vez que observaba al omega frente a él, obviamente, este tampoco creía que Esteban se veía muy bien. —No, está bien, solo me estás diciendo la verdad —descartó—. Con la muerte de mi pareja, algunas cosas simplemente han dejado de tener sentido e importancia para mí —expresó—. Bruce dijo que es debido a la pérdida de mi alfa, por haber completado la unión y permitir que me mordiera creando el lazo de por vida, mi lobo y alma extrañan a mi pareja, lo que me está arrastrando lentamente a un pozo sin fondo —contó—. Sé cómo es que terminaré, los demás y Liam igual, yo ya lo he asumido, pero no puedo irme y dejar a mi hijo en la situación en la que se encuentra. —Eres una persona fuerte —observó Aaron, alzando su mano para tomar la del omega contrario—. No cualquiera habría pasado por la muerte de su alfa con una marca en su cuello y seguir aquí —expresó. —No creo que sea fuerte, si no fuera por Liam y lo que está pasando, hace tiempo que me habría ido siguiendo a mi amado esposo —dijo con una triste sonrisa, dándole ligeras palmadas a sus manos. Escuchando ruido en la entrada, ambos alzaron la mirada y contemplaron como un hombre rubio, de estatura media y ojos castaños, ingresaba al jardín, observando a su alrededor antes de dirigirse hacia ellos. La mirada de Aaron, inmediatamente recayó en la carpeta que el hombre tenía entre una de sus manos. —Ah, realmente te has apresurado en venir, gracias por eso —expresó Esteban tan pronto como el beta estuvo frente a ellos. —Dijo que era urgente —respondió, encogiéndose de hombros mientras le dedicaba una mirada curiosa y algo cautelosa a Aaron, mirándolo sospechosamente. —Los presentaré correctamente —anunció el hombre mayor—. Aaron, él es Bruce Prinston, el actual médico que cuida de la familia Barness. Bruce, él es la persona de la cual te comenté anteriormente, Aaron Cooper —presentó—. ¿Has traído lo que te he pedido? —Sí, lo he hecho —respondió, tensando su mandíbula dolorosamente—. Pero me gustaría hablar contigo antes —expresó. —Creo que ya hablamos todo lo que teníamos que hablar antes —respondió Esteban, alzando una mano en su dirección. —He insisto en que deberías de volver a considerar todo —indicó, entregándole la carpeta no muy felizmente. —No voy a tener esta conversación también contigo, Bruce —cortó sin mirarle, entregándole la carpeta a Aaron—. Suficiente tuve con Isabela hace un momento atrás como para además tener que escucharla de ti. —Pero, insisto, señor Esteban, no creo que esta sea una buena idea —dijo entre dientes—. Hasta donde sabemos, todos los rumores pudieron haber sido falsos o esparcidos con un solo propósito de llegar hasta aquí —argumentó. —Usa tu cabeza y piensa un poco, Bruce —resopló—. Los únicos que sabemos realmente la condición de Liam somos lo que están aquí en la casa, ni siquiera los otros integrantes de la manada están al tanto de su verdadera situación, ¿cómo se supone entonces que Aaron iba a utilizar aquello para llegar hasta aquí? —expresó observando al nombrado, quien parecía estar completamente ajeno a la forma en la que hablaban de él y como lo insultaban. Y de hecho, al lobo omega no le interesaba intervenir mucho, después de todo, Aaron sabía que sin importar lo que dijera, no sería bien aceptado hasta que mostrara con hechos que estaban equivocados. No era la primera vez que recibía un trato similar y estaba seguro de que tampoco sería la última vez que ocurriera. Por lo que, por supuesto que para el cambiaformas omega era más interesante leer y estudiar todo lo que el tal Bruce había registrado mientras trataba a Liam, para así a la hora de utilizar sus poderes se concentrara directamente en estas y no dejaba que este vagara libremente curando todo por su propia cuenta. Con tiempo y práctica, Aaron había aprendido hacía mucho tiempo, que tenía mejores resultados cuando se concentraba primero en la herida más grave y luego seguía una por una, que abordar todo a la vez, ya que sería un esfuerzo malgastado al retrasar más la recuperación de su paciente, alargando su sufrimiento. —¿Qué es lo que supuestamente le aseguraste a Estaban que es lo que puedes hacer por su hijo y cuánto le has cobrado por ello? —cuestionó Bruce atacándolo directamente a él cuando fue obvio que todas sus palabras caían a oídos sordos con el omega mayor. Alzando la mirada, Aaron contempló al hombre frente a él, quien le observaba con frustración y molestia. —Bruce, no la tomes contra Aaron —advirtió Esteban, observándole con el ceño fruncido. —No lo estoy atacando ni acusando de nada realmente, solo le he hecho una pregunta —se defendió. —Desde un principio le he dicho a Esteban que no le puedo prometer nada considerando lo que me contó sobre la situación de su hijo —respondió—. Ni siquiera he hablado al respecto, ya que primero deseaba ver todo esto —expresó, señalando la carpeta entre sus manos—. Buen informe por cierto, has anotado hasta el más mínimo detalle. —Entonces sabrás que lo que ocurre con el alfa Liam es algo lamentable e irreversible, por lo que también deberías de cortar la esperanza de Esteban —indicó cruzando los brazos. —Pero por qué haría tal cosa cuando he visto ante mis propios ojos que has intentado de todo para ayudarlo, lo cual es admirable, pero nunca recurriste a la medicina de hierbas —expresó parpadeando confundido. —Las hierbas no tienen el poder de traer a la vida a los muertos —respondió con malhumor. —No, no lo tienen, así como ninguna medicina realmente, por lo que es bueno que Liam aún no esté muerto, ¿cierto? —argumentó. —Tú... —Tú nada —interrumpió Esteban con un tono enojado que sorprendió hasta al mismo Aaron—. Te agradecería mucho que dejaras de hablar sobre mi hijo como si ya no estuviera en este mundo, Bruce —ordenó—. A pesar de tu diagnóstico o el de Aaron, la realidad es que en este momento él sigue aquí entre nosotros, y mientras esté vivo, haré de todo en mi poder porque siga así y más aún, para hacerlo mejorar —expresó, levantándose de la mesa—. Muchas gracias por tomar algo de tu tiempo y haber venido cuando te lo he pedido, ya puedes retirarte —anunció con firmeza. Bruce observó a Esteban como si quisiera decirle algo más, pero al contemplar la enojada y distante mirada del hombre mayor, finalmente se retiró con un pesado suspiro insatisfecho. —¿Está bien haberlo sacado así? —preguntó Aaron, levantándose de la mesa. —Sí, está bien —asintió, observando al beta retirarse—. Todos se están tomando demasiadas libertades conmigo, casi han olvidado que fui y soy el esposo del alfa que antes fue su líder, y a pesar de que este ya no sigue aquí, deberían de seguir manteniéndome el mismo respeto de antes —expresó, comenzando a caminar. —Extraño, pero realmente no te veo como una de esas personas fanáticas de las posiciones dentro de la manada —comentó cruzando el jardín. —Y sinceramente no lo soy, pero tengo un límite y todos saben de ello —explicó, entrando en la casa—. Vamos, te llevaré a la habitación de Liam para que no te pierdas —expresó dirigiendo el camino. —Discutiría aquello si no fuera porque la casa es demasiado grande —pronunció siguiéndolo felizmente—. ¿Está bien que simplemente nos hubiéramos levantado y dejado todo sobre la mesa? —recordó de pronto. —Estará bien, es el trabajo de los demás mantener limpia la casa, hace tiempo que me rendí sobre intentar ayudar, siempre me gané un regaño con ello —explicó. —¿Un regaño por querer ayudar? —preguntó divertido. —Aparentemente, si intento ayudar le quito el trabajo a los demás y luego estos se aburren al no tener nada que hacer —respondió con una ligera risita divertida. —¿Cuántas personas trabajan aquí? —indagó curioso. —Actualmente, cinco contando al jardinero que viene dos veces a la semana para ayudarme a mantener mi jardín —respondió—. Dos de ellos son jóvenes y vienen a ayudar a su madre. En la mente de Aaron, inmediatamente apareció el par de gemelos con los cuales se había encontrado más temprano. Reconociendo el pasillo en el que estaban, Aaron contempló la puerta abierta de la habitación de Liam y luego observó a Esteban. —Está bien, deben de ser los chicos que vienen a limpiar la habitación y abrir sus ventanas —respondió sin mirarlo. Asintiendo, Aaron entró en la habitación y contempló a Cindy junto al beta que había entregado su desayuno junto a Dy ayudándole a ventilar un poco el lugar corriendo las cortinas y abriendo las ventanas. Pero tan pronto como entraron, los otros dos cambiaformas abandonaron rápidamente la habitación de forma silenciosa. Observando a Esteban dirigirse hacia la cama de su hijo, Aaron le dio su tiempo y espacio alejándose para recorrer la espaciosa habitación del alfa, quien tenía un juego de sofás, un escritorio, un librero y muebles destinados únicamente a sostener algunos trofeos y fotografías. Pasando por los nombres de los libros, el lobo omega se dedicó a observar las fotografías, contemplando con una pequeña sonrisa las fotos que mostraban desde un Liam de tres años, a uno adolescente de quince años, un joven de veinte y luego un adulto graduado. En algunas salía solo, en otras con un Esteban más joven y otra con una copia exactamente igual al Liam adulto, solo que un poco más ruda y con más masa muscular. Realmente, los tres parecían una familia muy unida que se notaba que se querían entre sí, a diferencia de su familia que siempre pareció ser disfuncional ante la pérdida de su madre con su nacimiento. Observando por el rabillo de su ojo como Esteban parecía finalmente haber terminado con su hijo, Aaron se acercó y contempló con curiosidad las máquinas conectadas al alfa, la noche anterior las había pasado totalmente por alto y horas atrás se concentró más en que el alfa estuviera respirando que en otra cosa. —¿Hace cuánto que fue conectado con el suero? —preguntó. —Un par de días antes de que cayera inconsciente —respondió el omega mayor—. Comenzó a perder el apetito también, su estómago tampoco estaba reteniendo mucho, por lo que Bruce lo conecto, y luego cuando cayó le conectó las demás máquinas para tener un monitorio de su corazón —explicó—. ¿Ocurre algún problema con ellas? —le observó. —No, solo curiosidad, el archivo no mencionó aquello —explicó—. ¿Necesitas más tiempo para pasar con él? —ofreció—. Puedo venir después de ser el caso. —No, está bien, solo... Me gusta venir en las mañanas a saludarlo y en las noches a desearle buenos sueños, sé que puede ser tonto, pero... —se encogió de hombros. —Está bien —aseguró Aaron y se acercó colocando una mano en el hombro del mayor—. Iré a mi habitación por algunas cosas y vuelvo —expresó. —Por supuesto, me quedaré aquí mientras tanto —prometió Esteban, volviendo a sostener la mano de su hijo. Saliendo silenciosamente de la habitación, el lobo omega entró a la propia y fue directamente a su cuarto de closet, donde sacó una bolsa con polvillo de hierbas guardadas en diferentes frascos de vidrio. Seleccionando dos, sacó un frasco vacío más grande y vertió en el interior la mitad de ambos polvillos, luego cortó el interior de su palma un poco y fue al baño para añadir un par de gotas, obteniendo con ello una especie de pomada o ungüento verdoso el cual aplicaría directamente sobre las heridas. Lamiendo el corte que se había hecho en el centro de su mano, Aaron volvió a la habitación del alfa. —Les dejaré solos entonces —anunció Esteban tan pronto como le observó volver. —Está bien, te avisaré cuando he terminado con él para que lo puedas ver sin problemas cuando lo desees —prometió acercándose a la cama. —Agradecería eso —expresó el omega mayor, observando a su hijo antes de finalmente alejarse—. Por favor hace todo lo que puedas por él —pidió antes de retirarse cerrando la puerta. Quedando a solas en la habitación, el lobo omega inmediatamente tomó la liga que rodeaba su muñeca y luego pasó sus manos por su cabello, despejando su rostro tras hacer una pequeña coleta. Con eso listo, se acercó al alfa y tiró las mantas hacia atrás, empujándolas hasta que estuvieron a los pies de la cama, revelando el cuerpo de Liam. Tomando su ungüento especial, lo comenzó a aplicarlo sobre cada herida para prevenir futuras infecciones y además ayudaba a cicatrizar más rápidamente. Asegurándose de que cada herida estuviera cubierta, Aaron tomó una profunda respiración para concentrarse, y entonces colocó sus manos sobre el pecho del alfa y permitió que su poder fluyera, irradiando aquella luz del centro de su palma. Recordando los detalles del archivo médico, Aaron inmediatamente buscó y fue hacia las heridas que eran más preocupantes e importantes, asegurándose de sanarlas para luego ir a la siguiente y a la que seguía después de ella. Luego de hacer desaparecer totalmente una segunda herida, el lobo omega soltó un suave jadeo al encontrar que una se había infectado hacía tiempo e inmediatamente la trató. Tratando otro par de heridas más hasta hacerlas desaparecer del cuerpo del cambiaformas alfas, Aaron se sorprendió así mismo cuando todo el cansancio con un ligero malestar lo golpeó de una, junto a unas intensas ganas de vomitar. Deteniendo abruptamente su tratamiento, rápidamente buscó el baño y se lanzó contra el retrete para expulsar aquella sustancia negra que producía su cuerpo para arrojar todo lo malo. Sintiendo como todos los malestares comenzaban a golpearle lentamente, desde el mareo, cansancio y asco, el lobo omega se levantó del suelo y tiró de la cadena antes de salir del baño. Sintiéndose algo tembloroso, desarmó su cola con esfuerzo antes de empujarse fuera de la habitación, apenas y si escuchando el suave susurro rasposo que le preguntaba quién era.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD