Capítulo 6

2713 Words
Dolor y oscuridad. No importaba cuánto intentara concentrarse Liam, solo podía sentir dolor y contemplar oscuridad. Y cuando finalmente lograba salir de aquel mar profundo, el lobo alfa se encontraba con una densa neblina que no le permitía observar ni distinguir absolutamente nada. A lo lejos, podía escuchar la nostálgica voz preocupada de su padre, con su siempre tono suave y amable llamándolo, pidiéndole volver. Pero a pesar de que podía escuchar su voz paternal, Liam no era capaz realmente de seguirla ni ubicarla, sin importar cuánto tratase y luchase por ello, simplemente no podía. Su cuerpo se sentía tan pesado, como si la presión del mar le rodeara y esta no le permitía avanzar, volviendo sus movimientos exageradamente lentos y torpes. Y cada vez que intentaba moverse, un intenso dolor quemante brotaba desde adentro de su cuerpo, sintiéndose como miles de agujas enterrándose hasta llegar al centro de su hueso para luego retroceder y volver. Tan intenso dolor, al final era lo que le hacía rendirse y desistir de seguir intentándolo, prometiéndose a sí mismo volver a intentarlo la próxima vez. Solo que... Cada vez que se hacía esa promesa, era más difícil volver a intentarlo, y su fuerza ya nula se iba acabando lentamente con cada intento. Por lo que, cuando Liam despertó saliendo de aquel manto oscuro que le rodeaba, observó con cansancio y pesadez la densa neblina que lo envolvía. Sentado en el suelo, el cambiaformas alfa retrocedió hasta acostarse y contempló la manta ahora entre blanco y gris, esperando que el tono de voz de su padre apareciera, animándole a volver con él, a seguir intentándolo. No creía realmente que pudiera hacer nada en ese momento, con suerte tenía la suficiente fuerza como para respirar, pero escuchar la voz de su padre en medio de ese tormento era reconfortante. Y el escuchar la voz de su padre en su último momento, tampoco era algo exactamente malo. Solo que, mientras esperaba a que esta hiciera su aparición dentro de la neblina, una sensación extraña comenzó a invadir el cuerpo de Liam, para luego concentrarse en ciertas zonas. Era... Extraño, se sentía como un suave cosquilleo dulce recorriendo cada extremidad, concentrándose específicamente en ciertas zonas mientras una sensación cálida comenzaba a cubrirlo como una suave cobija felpuda. Su lobo, del cual hacía tiempo que no había recibido señal alguna, en ese momento se encontraba atento, moviendo sus orejas como si buscara algo. Pero, ¿qué? Con la neblina desapareciendo un poco, dejando de ser tan densa, la mente de Liam también comenzó a despertar más. Él... Ya había sentido aquella sensación antes, aquella calidez cubriéndolo y quitándole el dolor a su paso. No se trataba de su padre, a esas alturas este ya le habría estado contando sobre su día, sin contar que su tacto nunca le producía aquella sensación de paz y a la vez aliviaba su dolor. Pero entonces, ¿quién estaba ahí con él? Con un ladrido de su lobo, Liam se puso de pie y observó con atención a su alrededor, buscando un indicio, algo, lo que fuera que le dijera a dónde tenía que ir para conseguir más de aquella agradable sensación. Lentamente, podía sentir como ciertos malestares en su cuerpo iban retrocediendo, el intenso calor en su interior aminoraba a la vez que su mente se sentía más despierta. Incluso su cuerpo, con el cual había sentido que cada movimiento lo hiciera bajo la presión de las profundidades del mar, en ese momento se sentía más liviano. —Woff —ladró su lobo antes de comenzar a caminar lentamente, pero con pasos firmes a una dirección en específica a la cual no le quitaba la mirada. Y Liam podía entender en cierta forma por qué no dejaba de observar en aquella dirección, él mismo se sentía atraído por ese lugar, algo lo llamaba a ir ahí. Siguiendo a su lobo, el cambiaformas alfa caminó atravesando la densa neblina, sintiendo como con cada paso, esta se volvía más ligera, logrando que sus movimientos fueran de esta forma también. Una extraña luz apareció ante ellos, finalmente logrando dispersar el resto de la neblina para mostrar un hermoso claro lleno de flores silvestres y una puerta abierta. En aquella puerta, Liam podía sentir como irradiaba esa sensación cálida que recorría su cuerpo, como si el sol le estuviera envolviendo con ternura y cuidado. Y a pesar de que quería avanzar tanto como su lobo estaba haciendo, los pies del alfa se encontraban clavados en el mismo lugar, sin permitirle retroceder o ir, nada. La desesperación empezó a invadirle con ello, y comenzó a luchar energéticamente, no queriendo retroceder con todo lo que había avanzado. Pero, mientras más desesperación invadía su cuerpo, más lejana parecía estar esa puerta y esa neblina comenzaba a entrar lentamente en la escena. —No, por favor, no... —rogó, cayendo sobre sus rodillas, estirando su mano en dirección a aquella puerta. Entonces, algo extraño sucedió, pero repentinamente la puerta apareció más cerca de lo que había creído y una mano apareció de la nada, tomando la suya para ayudarle a levantarlo y luego a cruzar aquella puerta. Liam creyó sentir que estaba cayendo nuevamente, pero a diferencia de ocasiones anteriores, no sintió dolor, ni pánico, ni realmente nada malo. Y entonces, cuando cerró sus ojos, un pequeño jadeo escapó entre sus labios antes de levantar sus cansados párpados. Ya no había más oscuridad rodeándole ni la densa neblina cubriendo su camino, él no se encontraba nadando en las profundidades del mar ni estaba perdido en el infierno. Cuando el lobo alfa abrió sus ojos, solo contempló una suave luz invadiendo el lugar y una delgada figura borrosa corriendo y alejándose de él. "No, por favor, no me dejes" dijo mientras alzaba su mano en su dirección. Pero en realidad, aquellas palabras quedaron atrapadas en su mente y su mano no se movieron ni un solo centímetro. Parpadeando, Liam se esforzó por intentar enfocar bien su vista, y entonces reconoció estar en su propia habitación. Escuchando ruido a su izquierda, inmediatamente observó en aquella dirección y contempló esa figura otra vez, la cual estaba algo tambaleante. —¿Quien... Eres? —logró pronunciar, con un tono bajo y ronco, siendo realmente algo doloroso de escuchar. Pero el chico, en vez de responderle, le regaló una sonrisa tan temblorosa como su mano que acomodaba su cabello cubriendo aquellos ojos en los cuales Liam pudo contemplar un destello azul. Abriendo su boca, quiso preguntarle algo más al hombre, pero el solo intento le provocaba dolor. Su boca se sentía tan seca como un desierto lleno de arena en la cual ni siquiera saliva podía producir correctamente. Observando al hombre darse vuelta y comenzar a alejarse, tanto Liam como su lobo sintieron desesperación y quisieron intentar alcanzarlo, decirle algo, pedirle que no le dejara solo, que no se llevara aquella luz, pero... El moverse enviaba destellos de dolor a todo su cuerpo y de su boca las palabras lo habían abandonado totalmente de momento. Con impotencia, el lobo alfa contempló como el chico se retiraba de su habitación y cerró sus ojos, lamentándose el no haber hecho nada para poder mantenerlo a su lado. Un repentino aroma familiar llenó su sentido del olfato entonces, y cuando volvió a abrir sus ojos, contempló a su padre caer de rodillas al costado de su cama mientras aquellos llorosos ojos azules le observaban con infinita alegría y amor. —Finalmente estás despierto —exclamó Esteban, tomando la mano de su hijo para entrelazar sus dedos y luego besarla repetidas veces—. No sabes cuán asustado estaba al ver que no despertabas y solo parecías empeorar con cada día —expresó, derramando algunas lágrimas. —Pa... P-pá... —pronunció Liam, y sus labios se curvaron en una mueca ante su doloroso tono. —Está bien, hijo, no te esfuerces en hablar —exclamó alzando su otra mano para acariciar aquel cabello rubio cobrizo ondulado—. Todo estará bien, sé que duele, pero es normal —calmó—. No puedo creer que realmente estoy observando estos verdes ojos tuyos —pronunció con tono tembloroso—. Casi llegué a creer que nunca más volvería a contemplar este bonito tono jade —sollozó—. Sabía que había tomado una buena decisión al traer a Aaron aquí, es el único que realmente ha hecho algo por ti y no se rindió contigo. —¿A-aron? —preguntó el lobo alfa, o al menos lo intentó decir con su tono bajo, rasposo y casi doloroso. —Sí, el chico que estaba aquí antes —asintió, limpiándose algunas lágrimas de su rostro—. Bruce prácticamente ya se había rendido y me pidió que hiciera lo mismo, pero no podía hacerlo por lo que lo busqué a él —explicó, y sintió terror cuando contempló que los parpados de su hijo cada vez le costaba más tiempo subir y mantenerse arriba—. ¿Liam? ¿Hijo? Por favor no te duermas, no me dejes todavía —expresó con horror. Y Liam debió de haber sentido y observado su miedo, porque aun así, intentó brindarle una de aquellas sonrisas dulces y suaves que siempre le daba, diciéndole que todo estaría bien. La misma, que Marco le había brindado antes de dejarle. Sollozando, Esteban capturó con ambas manos la de su hijo y las llevó contra su frente, rezando porque no fuera la última vez que la pudiera observar. El primer instinto del lobo omega, tras ver que los ojos de su hijo se cerraban definitivamente, había sido correr detrás de Aaron y exigirle que ayudara a Liam y le hiciera abrir sus ojos nuevamente. Pero lo único que le detuvo de no hacer precisamente aquello, fue que, cuando observó a Liam, no encontró ningún signo de dolor en su rostro, y su pecho subía y bajaba en un ritmo constante y tranquilo. Incluso, si se concentraba, podía escuchar unos suaves resoplidos provenientes del alfa. Y lo otro que le detuvo, fue que, cuando Aaron había salido de la habitación de su hijo exactamente dos horas después de haber entrado, este no se había visto precisamente muy bien tras salir. —Por favor, vuelve a despertar pronto —suplicó, apretando su mano. Escuchando un suave golpeteó en la puerta, Esteban cedió permiso y se enderezó. Observando el cuerpo de su hijo destapado, tomó las mantas que se encontraban reunidas a los pies de la cama y tiró de estas hasta cubrir nuevamente el cuerpo expuesto del lobo alfa, mirando curioso una extraña sustancia verde puesta sobre las heridas. —Hey, tío, pensé que estarías aquí —expresó el alfa, entrando en la habitación. —¿Me estabas buscando? —preguntó sin mirarlo, levantándose del suelo para sentarse con cuidado a la orilla de la cama, asegurándose de no pasar a llevar a su hijo y arruinar cualquier progreso que Aaron había tenido hasta el momento. —Sí, quería hablar contigo —acercándose y parándose a su lado para observar el rostro de su primo. —¿Sucedió algo con algún tema respecto a la manada? —cuestionó, dándole una rápida mirada. —No, los negocios en la manada se mantienen estables y no ha ocurrido ningún problema de momento —expresó—. De hecho, quería hablar de otra cosa. —¿De qué? —Bueno, mi madre me contó que el beta que has traído a la casa se trata de un supuesto curandero, ¿no? —pronunció. —Detuve a Bruce esta mañana cuando intentó darme el mismo sermón de Isabela, ¿qué te hace creer que no te detendré a ti o que te escucharé? —cuestionó. —Tío Esteban —suspiró—. Por favor, solo piensa un poco las cosas, la manada no se encuentra exactamente en una buena situación en este momento como para que estés trayendo extraños de la nada y dejándolo quedarse en el hogar del alfa líder —expresó—. Por lo que sabemos, él podría ser un espía de la manada Dubois que ha venido para confirmar la situación de Liam y hasta terminar con él —indicó. —No soy tan descuidado, Nicholas, averigüé e investigué bien a Aaron antes de decidir buscarlo —espetó algo irritado—. Puedo estar desesperado por sanar y recuperar a mi hijo, pero eso no significa que lo expondré más al peligro a él y los demás —anunció—. Aaron es una buena persona, tiene talento que otros médicos no tienen aún con estudios. —¿Por qué dices eso? Creo que leyendo un libro cualquiera podría saber algo sobre hierbas —argumentó el alfa. —Mira a Liam, Nicholas —pidió—. Tiene mejor rostro, ¿cierto? —expresó con una pequeña sonrisa. —Tío... —pronunció y soltó un suspiro. —He dicho que lo mires —ordenó con un tono más duro. Haciendo una mueca, el alfa finalmente observó a su primo postrado en la cama y parpadeó un par de veces mientras se inclinaba más cerca para observarlo mejor. —Bueno, no se ve tan pálido como antes —comentó—. Pero eso no dice mucho, perfectamente podría haber usado algo como maquillaje para aparentar mejora —argumentó. En respuesta, Esteban alzó sus manos y las pasó por el rostro de su hijo antes de mostrárselas al alfa, revelando lo limpia que estaban ambas. —No es solamente que su rostro se ve mejor, Nicholas, Liam despertó y me dijo unas palabras —exclamó sin poder contener su emoción. —¿Qué cosa? —balbuceó con grandes ojos—. ¿Liam? —Exactamente —asintió con una sonrisa—. Pudieron haber sido solo unos minutos, pero lo hizo, él despertó, habló un poco y me reconoció —contó—. Así que no quiero que nadie en esta casa vuelva a hablar mal de Aaron o a tratarlo como un estafador, no cuando logro lo que ni siquiera Bruce pudo —declaró. —¿Realmente despertó? —cuestionó sin poder creerlo. —Exactamente —asintió—. Fueron unos minutos, pero solo eso me basta para aumentar mis esperanzas en él y Aaron —anunció—. Si esto logró con solo una sesión con Liam, no puedo esperar lo que sucederá con más. —Esa es una excelente noticia, tío —exclamó Nicholas, colocando su mano en el hombro del omega mayor—. No es por ser malo, pero por la forma en que lo describió mi madre, realmente pensé que era un estafador que estaba jugando contigo —expresó con una mueca culpable. —Creo que tiene sentido considerando la situación en la que nos encontramos, pero como ya has visto, Aaron si está mostrando resultados a diferencia de Bruce, por lo que te pido el favor de que intentes convencer a tu madre de que no sea tan dura con él, no puedo permitir que se largue hasta que Liam esté completamente sano, pero tampoco puedo obligarlo a quedarse —pronunció observándole suplicante. —Sabes que mi madre es un hueso duro de roer, pero hablaré con ella —prometió—. Por ahora, veré que ninguno de los empleados sea descortés o malo con él y me aseguraré personalmente de que se sienta como en casa —planeó—. Tienes razón al decir que hay que convencerlo de que se quede para que siga sanando a nuestro Liam —expresó. —Lo sé —asintió y mordisqueó su labio inferior antes de levantarse—. ¿Te importa quedarte un poco con él? Necesito comprobar a Aaron, no se veía muy bien al terminar con Liam —explicó. —No hay problema —aseguró Nicholas, cambiando de lugar con él. Observando a su hijo por última vez, Esteban salió de la habitación y se detuvo en la puerta cruzando el pasillo, donde la golpeó suavemente y entró tras no recibir respuesta. Encontrándose a Aaron durmiendo en la cama, sonrió despacio y se acercó tomando una manta para cubrirlo antes de salir de la habitación. No sabía lo que Aaron había hecho en esas dos horas con su hijo, pero viendo los resultados, tampoco le interesaba mucho averiguarlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD