Una belleza en desgracia.
Eso era en lo que se había convertido desde que su familia insistió en que cumpliera con un compromiso que habia sido pactado desde que era pequeña.
No tenia nada en contra pero ya se había ilusionado con una vida distinta. Inocentemente pensó que podría hacer su vida de la forma en que quisiera pero no era así. Más cuando los rumores que circulaban de su futuro esposo eran todo menos agradable.
Amy se sentia aterrada. No sabía a lo que se enfrentaba. Según lo que habia escuchado del hombre con el que estaba comprometida, este era un viejo repugnante que trataba mal a todas las personas que se opusieran a el.
Siempre que salía al exterior , usaba una máscara que lo hacia parecer el mismo demonio. Pero era mejor ver esa máscara que lo que se ocultaba debajo. Un rostro desfigurado, debido a un accidente.
Amy se mordisqueo el labio inferior. Seguía pensando si aceptar este matrimonio había sido lo más adecuado.
¿Podría llevarse siquiera bien con un hombre que le disgustaba todo?
***
Kellan no tenia el mínimo interés en casarse, así que le daba igual con quien lo hiciera. Mientras la persona con la que se casara no perturbara su paz y obedeciera sus reglas todo estaría bien.
Además, entendía que la única razón por la que una mujer aceptaría desposarlo tenía que ver con su riqueza y poder.
O porque era estúpida.
Así que, cuando observó como Amy entraba por la puerta de su mansión, quedó cohibido ante su belleza. Quiso echarse para atrás, romper el compromiso. Evitar verla o siquiera imaginarse poseyéndola.
Estaba consciente de que una mujer de esa magnitud no era fácil de conseguir.
Solo de pensar en lo ridículo que se vería al lado de ella, lo hizo fruncir el ceño. Realmente no estaba seguro de continuar con esto.
La luz que irradiaba Amy amenazaba con perturbar la oscuridad a la que se había acostumbrado desde que tuvo el accidente, donde no solo su cuerpo había salido herido sino también la percepción que tenía de si mismo.
Pero, ¿por qué estaba deseando que Amy lo mirara sin asco?
Apartó la vista de esa mujer, no soportaba que esta lo mirara con tanta pureza. Así que con un tono áspero y cortante le primero que hizo fue regañarla por atreverse a mirarlo de esa forma.
Pudo apreciar como el brillo de sus ojos se fue apagando y la tez de su rostro se ponía pálida. Pero aun así no cambió de parecer, aunque más tarde se arrepintió de hacerlo.
No quería alimentar la idea de que esta lo aceptara y viera más allá de sus cicatrices. Ni que ella lo amara cuando se veía tan horrible.
¿Quién en su sano juicio se enamoraría de un hombre dañado?
Él era un monstruo, su aspecto abalaba esa palabra.
Sin embargo, el deseo de que ella lo hiciera fue germinando en su pecho, pero lo único que lograba era lastimarla en cada encuentro.