Cuando Angust volvió a su hogar inmediatamente se puso a revisar toda la información que había recopilado de la futura esposa de su hijo. Estaba disgustado a más no poder por la insolencia de la familia Colleman.
Habían cometido una burla hacia su familia.
Claramente había acordado que su hijo se casaría con la hija mayor de ellos. Kellan se había comprometido con Lauren Colleman, no con su ahora esposa Amy Colleman.
Angust miró la foto de la familia que le había jugado el dedo en la boca. En esta se veía la imaginen de los cuatros integrantes de la familia. El parecido entre las dos hermanas era sorprendente, ahora lo que no entendía porque ellos habían hecho semejante truco. ¿Por qué? Ya había un acuerdo de por medio, no debieron desafiarlos de ese modo.
La puerta de la habitación fue abierta dejando entrar a aún mujer de pelo castaño, esbelta y de una gracia única.
Abigail Phillips su esposa.
Esta se acercó a su esposo. Se sentía preocupada debido a que este desde que llegó de donde su hijo se había sepultado en la habitación sin mediar con nadie.
— ¿Por qué miras esa foto así? — la cama se hundió un poco ante el nuevo peso que se había agregado. Abigail llamó la atención de su marido esperando una respuesta.
— Hoy vi a la esposa de Kellan.—dijo, siendo esa la causa de su disgusto.
— ¿Y eso te tiene así? — interrumpió pensando que ya Angust había terminado de hablar.
— Algo así, creo que te sería difícil adivinar el porqué. — dijo este mostrándole la foto de la familia Colleman.
Abigail la tomó y observó con cuidado tratando de encontrar alguna pista que le aclarara el estado de ánimo de su esposo.
— ¿Adivina quién es la mujer de tu hijo?
La mujer miró a su marido con sospecha, no entendía porque tanto misterio.
— Esa. — dijo señalando la cara de Lauren. Era la mayor, se suponía que debía de ser ella la que se casara con Kellan.
— No podrías estar más errada. Nuestro querido hijo creo que nunca ha conocido a su verdadera prometida.
— ¿A qué te refieres?—ahora se mostró muy confundida.
— Kellan no está casado con Lauren, sino con su hermana. Amy Colleman, o mejor dicho, Amy Phillips. Ya que es su esposa.
Abigail miró con asombro al hombre sentado con ella. Si no conociera a su esposo como lo hace pensaría que esto solo era una broma pero sabiendo la seriedad con la que manejaba todo, se quedó sin palabra.
— Entonces, ¿qué haremos? ¿Hablaste con Kellan? ¡Dios mío! ¿Cómo puede ser eso posible?
— No se lo dije. Llevan pocos días juntos pero la mirada que nuestro hijo le da a esa chica es inusual en él.—por eso se contuvo antes, por su hijo y no dijo nada de la esposa equivocada.— Tal vez este desastre traerá alguna bendición consigo.
— Bueno… pero si luego se entera, se enojará con nosotros. ¿Estas seguro?
— No te preocupes por eso. Se solucionará en su debido tiempo.
Abigail miró a su esposo e intentó imaginarse el shock que tendría su hijo una vez que se enterara que la mujer con la que se casó no es la correcta.
***
Kellan iba de camino a realizar una diligencia. En el asiento del pasajero iba Amy. Esta había insistido hasta el cansancio con acompañarlo porque siempre se la pasaba en la mansión y quería salir un rato.
En un principio se quería negar pero esta alegó que no podía salir sola ya que el mismo le había prohibido hacerlo.
Kellan refunfuñó para sus adentros y se tragó su negativa.
El lugar al que iban era una de las tiendas a las que le proporcionaban tela. Estos habían cancelado un paquete y ahora tenia esa venta parada. Tenia que solucionarlo puesto que esa tela era un pedido especial y no podían vendérsela a cualquiera.
Kellan se bajó del Jeep. Iba vestido con una camisa negra ajustado al cuerpo y unos pantalones del mismo color.
La atención de las personas era atraída a ellos fácilmente por la mascara de un n***o obsidiana que cubría el rostro de Kellan. En cuanto a Amy, esta iba caminando muy tranquila.
Miraba todo a su alrededor deseando poder deshacerse de su marido e indagar sola. Para su suerte este la dejó esperando frente a una tienda de decoraciones florales. Luego de que Amy lo vio perderse entró al lugar.
Estos arreglos eran muy diferentes de lo que había visto en su última salida.
El tiempo transcurrió rápido.
Un hombre se le acercó a Amy quien estaba apoyada en la pared fuera de la tienda de arreglos florales y comenzó a hablarle. Esta no tenia la intención de seguirle el juego, no le gustaba socializar con personas que no conocía.
En cada respuesta que daba le brindaba una sonrisa de cortesía al desconocido.
Por primera vez estaba deseando que su esposo llegara y la sacara de esta situación.
— ¿Tienes pareja? — pregunto el chico, sabía que era un poco atrevido pero si no hablaba con la chica que tenia al frente se arrepentiría cuando llegara a casa.
— Estoy casada.
— ¿En serio? No veo ningún anillo.
Amy sintió como si un balde de agua fría le había caído sobre la cabeza. Miró su mano, ciertamente ahí no habla ninguna sortija. Kellan nunca le había dado una.
El chico observó que el estado de ánimo de la mujer había cambiado. Se despidó y se alejó cabizbajo.
Amy seguía enterrada en sus pensamientos, cuando su centro de gravedad cambió. Sintio un tirón fuerte que la hizo chocar con algo. Cuando alzó la mirada lo primero que vio fue era mascara fría. Su corazón se agitó y casi deja salir un grito.
Aunque no lograba ver la expresión que hacia su esposo intuía que estaba enojado.
— Solo te dejé un minuto y ya te estabas lanzando a los brazos de otro hombre.
— ¿Qué disparates estas hablando ahora? ¡No ves que estamos en público!
— Ahora sí te importa que estamos en público. ¿Por qué estabas hablando con ese sujeto? ¿Se conocen?
El enojo de Kellan seguía aumentado con cada pregunta que hacía. Solo pensar en la sonrisa que su mujer le dio a ese tipo le hervía la sangre.
— No hablaré hasta que te calmes. Primero salgamos de aquí.
Amy se sacó del agarre de esa bestia que se hacía llamar su esposo. No entendía los cambios de humor que de repente se le metían. Se marchó sin importarle si Kellan la seguía.
Esta vez no dejaría pasar esa falta tan fácil.
Cuando llegó al Jeep esperó a que este le abriera la puerta. Y se subió.
— ¿Quién era ese hombre? — preguntó inmediatamente su marido después de subirse al auto.
— No lo sé. Se me acercó, hablé un momento con él y después se marchó cuando le dije que estaba casada, hecho que no me creyó por cierto.
— ¿Estas diciendo la verdad?
— Claramente. ¿Por qué mentiría? Lo único que no es de verdad es nuestro matrimonio. – dijo con burla al recordar la ausencia de sortija en su mano.
— ¡Eres mi mujer! Estamos casados, ¿qué más real buscas que eso?
— No veo ningún anillo que lo confirme. ¿Tu lo ves? Porque yo no.
Amy se cruzó de brazos y se calló no queriendo hablar con ese hombre que lograba sacarla de sus casillas.
— Hay un anillo. Solo que se me olvidó. — la voz de Kellan se hizo bajita. Se había equivocado.
Cuando contrajo nupcias nunca pensó en el matrimonio como algo que significara algo por lo que los anillos que compró eran tan simples que ahora se avergonzaba de ello.
— No te creo.
Lo que restaba del camino fue en un silencio incómodo. Kellan quería buscar una forma de disculparse pero a la vez no quería que su mujer pensara que estaba siendo débil al preocuparse por tonterías.
Además seguía enfadado, más con él que con su mujer. No entendía porque lo primero que pensó fue que ella lo dejaría por ese tipo que apenas había visto hoy. Y si pasaba eso, no le importaba. Después de todo no había sentimiento de por medio.
Kellan quería convencerse que su paranoia a que Amy lo abandonara en cualquier momento no se debía a nada. Necesitaba verlo como algo normal y no mortificarse, pero no lograba deshacerse de ese miedo. Y es que su esposa era demasiado hermano, unos minutos sola y ya llamaba la atención de todos, llegó a pensar que él la oscurecía con todo ese aspecto de él tan alarmante y mediocre.
Ahora ya no estaría seguro de salir con Amy otra vez, no podía dejar convencerse de ella. Debía de mostrar más resistencia, ser menos vulnerable ante la pequeña mujer.
Su esposa…comenzaba a tener poder en él.