Hellen al día siguiente preparó sus maletas y se mudó a la mansión de su bondadosa tía; la cual había enviado a una muchacha, para que se encargara de atender a sus dos hermanos menores. Jamás había imaginado que detrás de ese carácter antipático y cortante se encontrara una persona tan bella y maravillosa. Contempló de nuevo el interior de la mansión de su madrina, que luego de varios años había cambiado de manera drástica. Ahora había más lujo; desde cuadros en las paredes, muebles relucientes y muchas más decoraciones llamativas. Desde niña siempre fue testigo de lo ambiciosa que era su tía. En la casa se la pasaba renegando y maldiciendo por la pobreza en la que vivían, hasta que una vez se fue, y entonces, se convirtió en una mujer adinerada, sin que nadie supiera cómo lo hizo, y much