Hadriel adoptó un semblante inexpresivo e inmutable. Eso nunca le había importado. Si era algo que todos pensaban que era imposible de hacer, entonces estaba en lo correcto, porque nadie elegía sus actos, ni sus decisiones. Era libre de hacer lo que quisiera y con quien lo dispusiera. Su voluntad no era controlada por nadie, ni siquiera por su propio padre, que era a la persona que más respetaba. Hellen se aferró en la musculosa espalda de su compañero, mientras él le retiraba la braga con cuidado; lo hizo sin desviar la mirada de ella; lo cual le pareció muy atento y caballeroso de parte de él. Debido a cuando lo detuvo para que no la viera allí abajo, se había mantenido discreto y comprensivo. Estaba nerviosa y asustada, pero con cada acto y gesto que él le dedicaba, iba tomando más seg
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