Íbamos en camino durante una media hora aproximadamente recorriendo Roma, buscando un sitio dónde cenar. Alessandro siempre iba a lugares muy caros, se notaba que era alguien de dinero a la legua. —¿Te gusta aquí? —Claro, dónde sea —evitaba hacer algún tipo de movimiento porque recordaba que llevaba las bolas dentro de mí. Buscó un sitio dónde estacionarse y se bajó. Se dio la vuelta al coche y abrió mi puerta, estiró su mano y la tomé, me bajé. Me tomó por la cintura y me atrajo hacia su cuerpo, me besó apasionadamente. —Esta noche te daré una sorpresa —susurró en mi oído, mi piel se erizó. Nos encaminamos hacia dentro del restaurante en busca de una mesa disponible para comer. Tenía una rara sensación entre mis piernas, era un poco incómodo estar con ese aparato allí tampoc