Estábamos sentados en el jardín de la gran casa de Alessandro, estaba aburrida. Él no hablaba conmigo, se la pasaba utilizando su celular en vaya a saber qué. Estaba teniendo conversaciones muy interesantes, podía notarlo. —¿Cuándo volveré a ver a mis hijos? —le pregunté. —No lo sé —respondió sin mirarme, seguía metido en ese aparato. —¿Cuándo será la boda? —Lo más pronto posible. —¿Por qué me quieres? —levantó su vista al fin, me miró. —¿Quieres a tus hijos? Debes estar conmigo legalmente, fin. Su vista volvió al aparato. Me levanté de la silla dónde estaba sentada y pasé por delante de él, en un descuido le quité el celular y salí corriendo. —¡Ven aquí! —gritaba, escapé de sus cercanías—, ¡dame eso! Sin darme cuenta, me alcanzó, vaya rapidez tenía. Me tomó del brazo ha