POV CRISTINA
En el internado se nos enseñaba a obedecer sin objetar, algo muy normal para quienes como Liv no han conocido nada más y ya tienen por costumbre guardar silencio y acatar cada orden sin poner en duda lo que se les pide.
Es como si te dijeran "salta" y tú única respuesta sea "Que tan alto?", Pero yo soy distinta. Tuve la oportunidad de ver un poco del mundo y se que muchas de las cosas dichas en ese lugar no son del todo ciertas, Aunque pasé poco tiempo con mamá y papá en el mundo exterior soy conciente de muchas cosas que no están bien y por más que las pinten con tintes de inocencia puedo ver claramente que no lo son.
Liv confía ciegamente en cada palabra que le dicen y no puedo culparla pues es todo lo que conoce, aveces creo que vive en una burbuja o en una de esas esferas de cristal, que te aislan del mundo, yo en cambio veo cosas que sé que no deben pasar, el calor en mi pecho y el temblor en mis manos se hace presente al recordar, corro hacia el baño y cierro la puerta con seguro antes de meterme en la bañera con todo y ropa.
Se que estoy sola pero eso no logra quitar la sensación de persecución y miedo que tengo desde ese día, la percepción de que hay alguien viendo cada cosa que hago y que en cualquier momento él vendrá a castigarme.
> visto mis pantis, y cubro rápido mi desnudez con el vestido, seco mis lágrimas con una de las toallitas que me dan, antes de limpiar mi naríz.
No miro a nadie, solo quiero abrir un hueco en el piso y enterrarme para que nadie me vuelva a tocar, ellos hablan por pocos minutos hasta que por fin salimos, veo a Liv y pienso en que es muy fuerte por estar tranquila.
Sor Magda le dice que soy pura y ella salta a mis brazos feliz, la escucho hablar pero yo permanezco en silencio pensando en lo que me acaban de hacer, en lo sucia que me siento >>
Regreso a el presente de mis pensamientos, Abro la llave del agua fría y dejo que moje por completo mi cuerpo, cuando reacciono me doy cuenta que estoy llorando así que me sumerjo por completo en el agua queriendo deshacer las lágrimas que me cubren el rostro, me mantengo así, hasta que mis pulmones aclaman el oxígeno que les he negado por al menos un par de minutos.
Emerjo en medio de temblores pero no intento reprimirlos, el sacerdote me marcó y eso es algo que no puedo ignorar.
Sentir sus manos en mi cuerpo me causó repulsión pero lo que me comprime el pecho fue su cara morbosa de satisfacción cuando se enterró en mi interior, odio el saber que mis padres me entregaron a el y que en cualquier momento pueda venir y tomar mi pureza para él.
No soy tonta y sé lo que significa, me niego a que ese hombre tome mi vida y haga con ella lo que desee.
Mis padres me vendieron al igual que a muchas de las chicas que hay aquí en busca de un mejor destino para nosotras, un esposo.
no nos pertenecemos pero muy en el fondo aún hay una parte de mi que cree y es a lo que me aferró para no desfallecer, mi cuerpo tirita por el frío así que enjuago mi rostro y sosteniendo mi tembloroso cuerpo de los bordes me decido a salir.
Pienso en Liv mientras salgo de la bañera, cierro la llave y dejo escapar el agua hacia las tuberías, me doy un baño con agua tibia, cepillo mis dientes y me alisto para otro día más, no puedo evitar pensar en todo lo que ella va a sufrir cuando el momento llegue y es que su único pecado es aceptar todo sin dudar.
Ella es tan inocente que no nota que esto es más que una escuela, aquí nos muestran un espejismo de libertad en medio de los altos muros que nos apresan.
Las clases son particularmente especiales, alertas en mi se despiertan cuando nos empiezan ha hablar sobre sexualidad a la segunda semana de estar aquí.
Nos muestran como usar nuestras manos de manera sensual, disfrutamos las clases de baile y música, cierro mis ojos ante las melodías suaves, los saltos de Liv son hermosos, todos la alaban porque se mueve con la gracia de un cisne, su figura en los vestuarios para las clases la hacen ver como un ángel o una ninfa.
Cada día se ve más bonita al igual que yo, pero a diferencia de ella, mis pechos son más grandes, llaman la atención y no me gusta, dejo de lado los vestidos con escotes que Aunque discretos terminan por resaltar esas curvar que cada vez se pronuncian más.
La alimentación es excelente, sobre todo en clases de etiqueta, los ejercicios aparte de las rutinas nos moldean suavemente, al poco tiempo nuestros cabellos lucen brillantes y saludables, la piel tersa y suave ya que se nos insta a cuidarla a conciencia.
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Las clases avanzan, la pasarela es donde nos dejamos llevar, soltamos nuestros miedos y solo seguimos las indicaciones.
— espalda recta, hombros atrás y rostro al frente — Madeleine una chica rubia camina mientras la señorita Aurela da las indicaciones, camina mostrando la manera correcta de hacerlo — mucho ojo señoritas, debe ser algo delicado y sutil, nunca en señal de altanería o irrespeto, pero si lo suficiente para que las luces resalten lo bello de sus rostros, y todos puedan apreciarlas.
Mis sentidos se mantienen despiertos cuando noto un patrón entre clase y clase donde nos enseñan y refuerzan las capacidades antes aprendidas, con el paso de las semanas el tercer mes se cumple y para entonces ya caminamos contoneándo las caderas, ya se nos ha enseñado a reír con gracia, a danzar con sensualidad, a aprovechar nuestra belleza, a dominar el cortejo de manera sutil y a mi parecer descarada.
Somos sumisas en un sentido diferente a el aprendido, al llegar los seis meses el primer baile de presentación se lleva a cabo y como premio por nuestras excelentes notas, un grupo de diez nuevas es invitado entre ellas Liv y yo.
Vestimos todas de blanco demostrando la pureza e inocencia que atrae a por lo menos tres decenas de caballeros de todo el mundo, veo como les entregan a las que están listas para cortejo, algunas ríen coquetas otras se mantienen calladas mientras bailan, otras simplemente conversan conociéndose con sus posibles futuros esposos.
Pero un detalle llama mi atención y es a la chica que lloraba el día que llegamos, ella está con un hombre mayor que la sujeta fuerte de la cadera.
Tiempo atrás supe que ella no sería dada como esposa al igual que otras, ellas sirven y ayudan en la mansión al igual que Katerina pero, entonces que hace aquí y por qué está con ese hombre?
Mis ojos se desvían a la par de muchos cuando Liv desciende por las escaleras, luce hermosa y sonriente, camino en su dirección ya que bajé antes para esperarla.
— bajaste sin mi. — reclama con las mejillas sonrrosadas por la atención de la mayoría en ella.
— solo me adelante, quería ver cómo era todo — refuto acercándome a ella y tomándola en gancho con mi brazo. — además tardas demasiado, te ha vuelto muy vanidosa.
Sus ojos azules me miran con horror por lo cual niego y sonrío notando cómo se relaja y me acompaña.
Caminamos juntas hacia la sección dispuesta para nosotras bajo la mirada de algunas personas, después de algunos minutos todo es más cálido, las chicas disponibles bailan y al caer la media noche el telón en el gran escenario se levanta revelando a la anfitriona de esta noche.
La señorita Aurela está hermosamente arreglada con un vestido rojo que llama demasiado la atención de todos los presentes.
— Buenas noches, sean todos bienvenidos a la septuagésima quinta gala de presentación de novias del instituto para señoritas Eden — se hace una pausa en la que retumban los aplausos — hoy tengo el enorme placer de presentar a este grupo de jóvenes que han Sido entrenadas con esmero para satisfacer todas sus exigencias.
Después de eso se presentan una a una revelando sus dotes y exponiendo sus atributos de la manera más elegante y artística posible, algunas cantan, bailan, tocan instrumentos entre otras cosas.
Dejo de lado el ambiente festivo cuando noto movimiento a través de los ventanales, me despido de Liv pidiéndole que me cubra mientras voy al baño a lo que ella asiente, me hace sentir un poco mal el mentirle pero si algo sale mal y me descubren es mejor que ella salga ilesa. Salgo rápidamente por las puertas que dan hacia el jardín buscando la fuente del movimiento.
Escucho susurros cuando el volumen de la música queda atrás hasta que un grito me pone alerta, cubro mis labios evitando ser escuchada, guardo silencio ocultándome entre los arbustos, veo pasar a varios guardias con chicas esposadas, frunzo aún más el ceño al ver entre ellas a la que estaba horas atrás en el gran salón con el hombre mayor además de Katerina a quien si conozco.
Una vez pasan y se han alejado por completo, aprovecho los árboles para ocultarme mientras los sigo, un estremecimiento se hace presente en mi cuerpo cuando veo a dónde se dirigen.
La casa rosa.
Algunas van en silencio mientras otras lloran pero una chica rubia es la única que habla, la reconozco de las clases, es Madeleine, me acerco un poco más para escuchar lo que dice.
— por favor, no más. — dice de rodillas en el piso — seré buena, siempre lo he sido pero no más.
— Maddy — dice un hombre robusto sujetándola por las caderas hasta dejarla de pie — Mi dulce y buena Maddy, esto es lo que eres, es lo que todas son y deben entender que su misión es complacer y servir.
— por favor... — sus lágrimas caen y me remuevo incómoda ante su dolor — se los suplico, no más.
No entiendo que sucede hasta que finalmente y después de unos minutos entran a la casa rosa, las luces están encendidas y música clásica resuena, me acerco corriendo hasta una de las ventanas y lo que veo me deja sin aliento, mi garganta se comprime y de mis ojos brotan lágrimas sin poder evitarlo.
Adentro hay un gran número de personas, es una especie de fiesta privada pero todo cobra un nuevo sentido al girar mi rostro y divisar a Katerina, Maddy y las otras chicas.
Sus hermosos vestidos fueron reemplazados por la extrema desnudez mientras permanecen sobre sus rodillas en el piso, las palmas hacia arriba apoyadas en sus muslos que permanecen separados revelando sus partes de señorita, la cabeza mirando hacia el piso. Maddy llora pero las demás permanecen en silencio, solo los temblores de sus cuerpos las delatan, los caballeros que antes disfrutaban de un vals clásico, champagne y atenciones están bebiendo whisky mientras las eligen como mercancía, las tocan basándose en sus atributos físicos y ofreciendo dinero por ellas antes de subir al segundo piso donde ruidos alarmantes se escuchan hasta que las puertas se cierran.
No soy conciente del tiempo que ha pasado desde que abandoné el gran salón, el miedo puro recorre mi cuerpo y mis entrañas me piden gritar por ayuda para ellas pero ningún sonido sale de mi, ningún movimiento, nada, solo el miedo llena mi ser.
Soy conciente de la humedad en mis mejillas pero no emito ningún sonido, se que esto está mal pero porque nadie hace nada?, porque ellas no lo evitan?, que es lo que sucede realmente en este lugar?.
El viento frío de la madrugada choca contra mi piel pero no reacciono, tiemblo de miedo, ira y preocupación por lo que nos depara el futuro entre estos muros, el pensamiento de que en algún momento serenos Liv y yo me aterra, llenando mi mente de escenarios como el vivido con el sacerdote Vicente.
Rememoro de manera inconsciente sus manos en mi cuerpo y de repente las náuseas me llenan, no quiero esto, no podría soportarlo y estoy segura que jamás permitiría que algo así le sucediera a ella, mi hermana del corazón es muy inocente y buena, no pueden dañarla así, no a ella.
Mi cuerpo tembloroso se estremece aún más ante las campanadas que anuncian las dos de la mañana, corro de vuelta sujetando la larga falda del vestido, tratando de normalizar mi rostro hasta no demostrar el terror que me embarga.
Paso los árboles, hasta entrar a el laberinto del jardín, llegó a la zona de flores dónde caigo de rodillas entre sollozos sin poder contenerlos más.
Mis pulsaciones y respiración son erráticas, mis manos no me sostienen al igual que mis rodillas que con el paso de los minutos pierden fuerzas.
Caigo imposibilitada por el llanto, el miedo y el dolor por todo lo que se ha mezclado en mi interior.
Me dejo en el suelo, mientras proceso lo antes visto, imágenes de ellos y ellas se repiten una y otra vez en mi cabeza impidiendo que siga con mi camino o siquiera me levante, me mareo viendo el cielo, las lágrimas no se detienen y me siento inútil por no ser capaz de ayudar, pero; a quien puedo decirle? Y si lo hago, realmente nos ayudarán? Las ayudarán a ellas?
Se que puedo hacer algo pero que?, Tengo trece, ninguna familia a parte de Liv, no se más nada a parte de verme bonita y seducir (un poco).
No soy conciente de nada hasta que unos brazos fuertes me levantan y lo único que alcanzo a decir es un débil "No me lastimes" en medio de un susurro.
La visión de un cuello tatuado es lo único que presencio y un extraño sentimiento de paz me llena, no se quién es o que pretende hacer conmigo pero por alguna razón siento calma en mi, antes de caer por completo en la inconsciencia.
Mi cabeza duele horrores pero logro removerme sobre una superficie suave y blanda, sostengo mi cabeza con las manos tratando de abrir mis ojos, cuando al fin lo logro los vuelvo a cerrar por la luz que se mantiene encendida hasta que me acostumbro, miro todo a mi alrededor con extrañeza.
Estoy en una habitación pero no es la mía, miro a mi alrededor tratando de encontrar algún detalle conocido pero no lo hallo.
Me estremezco al recordar lo antes visto y me levanto de la cama de un brinco, estoy descalza pero eso me importa poco mientras camino aún mareada hacia la puerta, me alivio al encontrarla sin seguro así que salgo y me topo con un pecho duro.
Elevo mis ojos y veo a un joven algo grande, vestido de traje pero lo que realmente llama mi atención son los tatuajes que sobresalen en su cuello y muñecas.
El mareo se hace presente por lo cual me tambaleo al intentar dar un paso, cierro mis ojos esperando por el golpe que me anuncie la caída pero no llega, en cambio la presión en mis caderas me hace conciente de unas grandes manos que me sostienen.
Abro los ojos y por primera vez detallo a el desconocido, su mirada es oscura pero extrañamente cálida, su nariz es respingada y sus labios son muy rojos.
Sus manos se apartan lentamente de mi cadera y es cuando noto que estoy de pie, trago sin entender la reacción de mi cuerpo ante su presencia solo me quedo quieta y en silencio.
— espero que estés bien, te he encontrado en una zona apartada del jardín — su voz es tan diferente y percibo un acento desconocido para mí — soy Lion.
— Hola... Gracias. — es todo lo que logró articular en medio del nerviosismo — debo irme.
Su mano me sostiene a lo cual me giro viendo de frente su rostro, su porte es amenazante pero no me asusta aunque las siguientes palabras logran erizar los vellos de mi nuca
— No, no te irás.