POV LIV
Las seis de la mañana llegan y las campanas de la iglesia mayor retumban en todos los espacios, Cristina y yo nos despedimos después de haber compartido el desayuno con todas las demás doncellas.
Camila y Selene lloran ya que eran nuestras vecinas de cuarto y aveces nos reuníamos a hablar y jugar, tratamos de calmarlas pero Sor Magda llega por nosotras impidiendo consolarlas por más tiempo, con la mano en un gesto común nos despedimos a la distancia tomando nuestras mochilas, ya que nuestras maletas fueron llevadas hace algunas horas por personal del nuevo instituto.
Caminamos hacia un verja que divide las secciones, veo a Sor Josefina despedirnos agitando una de sus manos al aire, sonrío un poco triste mientras trago el nudo que de pronto se ha formado en mi garganta.
Salir del centro santa María es extraño, no recuerdo cuando fue la última vez que lo hice, ver personas me causa un poco de temor >
Agradezco cuando subimos a un automóvil el cual es conducido por una de las monjas del convento, ya sentada y sin soltar la mano de Cris, inclino el rostro y cierro los ojos.
Rezo como nos han enseñado desde siempre, siento cuando ella hace lo mismo, sonrío un poco al saber que ella siente lo mismo, juntas pedimos y agradecemos por todo.
— Señor misericordioso, imploramos tu guía en este nuevo camino que emprendemos — la escucho susurrar — que seas tú llenándonos de sabiduría y obediencia, agradecemos las oportunidades que nos brindas, amén.
Al finalizar nuestra oración un gran peso abandona mis hombros, miro por la ventana como poco a poco todo lo que he conocido va quedando atrás, pienso en mis compañeras, en la madre superiora, pero sobre todo en Sor Josefina, ella era mi único vínculo con el recuerdo de mi mamá, ella solo contarme como a conocieron y lo amable y dulce que era.
Sonrío tristemente viendo todo cuando pasamos por el camino hacia el centro religioso, el pueblo y unos quince minutos estamos frente a un gran portón de madera, el timbre es el avemaría en melodía.
Esperamos unos minutos hasta que del otro lado se escuchan pisadas, Cris y yo nos paramos rectas y bajamos la mirada a nuestra manos, tal como nos han enseñado, escucho como ella respira profundo y expulsa todo el aire, está nerviosa al igual que yo.
Una señora mayor nos abre, saluda amablemente pero ninguna de nosotras dice una palabra, levantamos un poco el rostro viendo que no es una monja, no hay hábitos o lugares de oración a simple vista, extiende una de sus manos hacia al frente como invitación dando paso a Sor Magda y detrás de ella nosotras.
Caminamos con la mirada gacha y sin soltar nuestras manos, hasta que vemos una enorme mansión blanca con lo que parecen casas iguales a los lados divididas por caminos de piedra rodeados de flores, sonrió ya que parece un castillo para princesas, lo que pisamos ahora es césped verde y muy bonito, todo es blanco y una enorme fuente de agua cristalina se encuentran en frente de la gran entrada dividiendo esta en dos caminos.
Seguimos por el de la derecha y desde mi punto puedo ver qué el otro se divide nuevamente en tres partes, todo es muy lindo, incluso el aire se siente más fresco, talvez sea por los árboles que se encuentran esparcidos al rededor de la edificación.
Cerca de la entrada la mujer mayor se despide, seguimos por al menos doce metros hasta encontrarnos con otra mujer.
Es alta de piel un poco bronceada, viste muy elegante, alcanzo a ver algunas joyas en sus manos, finamemte decoradas, saluda a Sor Magda antes de reparar en nosotras, carraspea y de inmediato cristina y yo levantamos nuestros rostros y nos paramos aún más derechas, con los hombros atrás y las manos a cada lado de nuestros cuerpos.
Es bonita, su cabello chocolate y sus rasgos marcados la hacen ver en definitiva exótica, Sor Josefina me decía que éramos hermosas con nuestros rasgos suaves pero la mujer frente a mi es extrañamente hermosa.
— ellas son Cristina Anderson y Liv Summers, son doncellas de la comunidad Mariana, 13 años recién cumplidos, castas y listas para adiestramiento mayor. — nos presenta mientras la mujer repara en nosotras. — son obedientes y sumisas además de hermosas así que considero no será un problema recibirlas.
— por supuesto que no hay ningún problema, en unos días empezaremos un nuevo curso, justo ahora me dirigía a hacer el ingreso del nuevo grupo pero pasen por favor ya pronto será hora del té y es fantástico que nos acompañen.
Rápidamente entramos, los tacones resuenan en el piso inmaculadamente blanco, Nos guía por un pasillo por dónde la seguimos en silencio, Sor Magda le habla como si se conocieran de años y no lo dudo pues se que aquí es a donde envían a aquellas con suerte, las calificaciones o familias adineradas para ser entrenadas, es un sueño cumplido estar aquí, porque de una u otra manera ser parte de este instituto te garantiza conseguir un buen esposo.
Salgo de mis pensamientos cuando Cris aprieta mi mano llamando mi atención, miro en su dirección y me doy cuenta de todo el lujo que nos rodea, todo es blanco con cuadros y esculturas en las paredes y rincones, la música clásica que apenas noto resuena ligera a un volumen bajo en cada espacio.
Todo luce pulcro y reluciente, muchas chicas caminan de aquí para allá, todas parecen princesas con vestidos sueltos hasta las rodillas y los cabellos en ondas, sus ropas son hermosas y tienen joyas, todas ellas.
Veo a una de cabellos rubios casi dorados y mejillas sonrrojadas, es bonita y me hace pensar en mamá, sueño con sus ojos azules casi transparentes que no conocí.
Seguimos caminando, al parecer nos han dado un recorrido por la mansión y yo apenas si he captado detalles, mi mente está divagando demasiado, me reprendo porque siempre he sido un poco fantasiosa, siempre dejándome llevar por mi mente, pero que más se puede esperar de alguien que en sus trece años solo ha visto el mundo una vez, ahora.
Mis ojos no pierden de vista ningún detalle cuando al fin vuelvo a tener control de mi mente, hasta que nos detenemos en frente a unas puertas dobles, son abiertas desde el interior y me encuentro en un auditorio donde al menos treinta niñas están sentadas en sillones mientras esperan, al igual que nosotras son pequeñas y parecen confundidas.
Nos piden sentarnos y así lo hacemos no decimos nada pero algo llama mi atención y es que hay una chica grande llorando, tiene cabellos negros y piel blanca, la mujer elegante se acerca rápido a ella y tras tomarla del brazo con delicadeza, la saca del salón.
Miro al frente cuándo Sor Magda carraspea, me siento derecha y dejo la mochila a mis pies esperando hasta que la mujer elegante aparece de nuevo, se coloca en un podio y empieza a hablar.
— Buenos días señoritas — contestamos al unisono un "Buenos días a usted" — sean todas ustedes bienvenidas a el valle de las vírgenes del instituto para señoritas Edén. — aplaudimos aún sentadas como lo demanda el protocolo de bienvenida — Mi nombre es Aurela Colmenares soy la encargada de dirigir este magno lugar y a partir de ahora me dedicaré junto a las asistentes a hacer de ustedes una damas dignas, se les enseñará a cocinar, bailar, pintar, caminar correctamente, las instruirémos en todas las artes conocidas pero sobretodo a complacer — frunzo el ceño al no entender lo último y aunque no soy la única todas guardamos silencio — al finalizar cada semana serán sometidas a evaluaciones rigurosas referentes a los temas tratados por lo tanto se espera un excelente desempeño de su parte. En seis meses se hará un baile de apreciación para presentar posibles interesados a las que estén preparadas, deben saber que no hay un solo varón en estás instalaciones pero aún así deben acatar las órdenes de sus superiores, se va a misa una vez al mes debido a lo intensivas que son las clases. — hace una pausa mientras una chica entra con un cofre — ustedes son nuevas por lo cual deberán esforzarse al máximo, el día lunes empezarán con las clases así que exigimos puntualidad y disciplina.
Dos mujeres hermosas entran y empiezan a pasar por cada asiento junto a la chica del cofre colocándonos un collar y dándonos una llave dorada, recibo la mía y detallo un número en ella "veintinueve" giro y veo a Cristina haciendo lo mismo en medio de un gestos me hace saber que le tocó el número "veintiocho", no se para que sea la llave pero mejor la dejo en mi mano y presto atención a lo que dicen.
— Cada una tiene un collar de bienvenida, deben usarlo todo el tiempo sin excepción además de una llave que abrirá la puerta de su alcoba, no se permiten muchas cosas en este lugar pero lo que si hay es comodidad, siempre y cuando sepan comportarse, bienvenidas una vez más a él paraíso señoritas.
Aplaudimos colocándonos de pie antes que la mujer baje del podio y se retire.
Somos guiadas de nuevo por Sor Magda hacia unos pasillos, tomo la mano de Cristina un poco triste porque nunca he dormido sola y me da miedo pero cuando veo que nuestras habitaciones están una al frente de la otra sonrió tranquilizándome.
Giro la llave en la perilla y todo es hermoso, hay una enormes cama con cobijas blancas y mucha almohadas, hay un olor suave en el ambiente, me gusta.
La enorme ventana me da una vista de ensueño hacia los enormes jardines, sonrió inconsientemente ante toda esta belleza, estoy tan sumergida en mis pensamientos que no noto haberme quedado en la entrada hasta que alguien me tropieza hasta casi caer.
Me giro encontrando a una chica que me mira fijamente, me quedo muda cuando cierra la puerta a mis espaldas, me acomodo derecha esperando por lo que le dirá.
— Hola, Mi nombre es Katerina y soy la cuidadora del pasillo, lamento haberte asustado pero no me dejabas pasar y eres la última a quien debo ubicar. — me dice con una mirada de disculpa.
Asiento entendiendo lo que dice, no me siento segura de hablar ya que no hay un mayor que me autorice así que solo camino hasta dejar mi mochila sobre la cama escuchando las indicaciones de Katerina.
— a las 9 pm se apagan las luces y no debe haber nadie en el pasillo, debes presentarte en el comedor a las 6:30 para desayunar y a las 7:00 vamos al jardín a reposar y tomar un poco de sol. Las clases empiezan a las 10 no debes llegar tarde a ninguna, los castigos son algo que no quieres conocer...
Escucho atenta sus palabras hasta que se despide, los minutos se me van organizando las pocas cosas que traía en la mochila ya que lo de las maletas está en el closet y la cómoda a un lado de la cama.
Me dedico a explorar el que será mi nuevo hogar o al menos a la habitación que lo será, niego sonriendo ante lo absurdo de mis pensamientos, decido sentarme en el balcón con uno de los libros nuevos que encontré, hay algunos en el estand a un lado de la cama.
Me sumerjo entre los textos que hablan de arte, música y cultura general, repaso mentalmente cada detalle sabiendo que si estos libros están aquí es porque muy seguramente serán necesarios en las clases.
Cuando son pasadas la una de la tarde se da un aviso por lo que imagino son altavoces, me asusto un poco ante el sonido pero me recompongo rápidamente y dejando el libro a un lado, presto atención a lo que se dice.
— Buenas tardes señoritas, se les informa que por decisión de las directivas, por el día de hoy está prohibido salir de las habitaciones, el almuerzo estará llegando en pocos minutos y la cena será entregada a tiempo directamente allí — Una voz dulce y femenina retumba a través de los altavoces, se escucha calmada pero puedo notar que está leyendo — esto debido a que tenemos personas externas trabajando en el mantenimiento de las zonas verdes. Si alguna llegase a necesitar algo, por favor comuníquese a través de los teléfonos instalados en sus habitaciones, estos funcionan dentro de las instalaciones y comunican con la cocina, área de enfermería, dirección solo para casos indisciplinarios y finalmente con seguridad de instituto, que tengan una excelente tarde señoritas y que la paz de nuestro señor Jesucristo este con ustedes.
Inmediatamente se corta la transmisión, toques a mi puerta me instan a levantarme, corro rápidamente a abrir la puerta, recibo la bandeja con alimentos y bebida, agradezco a la mujer mayor que la trae antes de - con un pie - cerrar la puerta y caminar hacia el balcón, dejar todo sobre la mesita de café, tomar mi libro y empezar a comer.
Antes hago mi oración y doy gracias por todo, pido por Cris y por mi para que no se sienta sola en su habitación y pueda comer tranquila y descansar.
Las horas pasan, la misma mujer viene una hora después por la platos, los cuales entrego, de igual manera cuando ceno. Veo a través del balcón caer la noche y decidí que lo mejor es dejar de leer e irme a dormir.
Lo he estado evitando pero ya el cansancio es demasiado después de haber pasado toda la tarde estudiando.
Me doy un baño y después de vestir mi camisón blanco y cepillar mi cabello me dejó caer de rodillas y empiezo a rezar antes de dormir.
Mañana será un día introductorio, así que debo descansar bien para memorizar cada rincón de este enorme lugar que desde ahora va a ser mi hogar.
Me despierto por instinto ya que no tengo una alarma que me avise la hora, me siento en la cama antes de mirar a un lado y ver la hora.
5:40 AM.
Es temprano al menos para lo que se requiere en este lugar, froto mis ojos un poco espantando el velo del sueño que aún me cubre, corro la colcha y mis pies tocan la cálida superficie sobre el piso que se encuentra cubierto por la alfombra peluda y suave.
Suspiro cuando a mi lado no hay nadie y un puchero involuntario se forma en mis labios, me pongo de pie y estiró mi cuerpo antes de separarme de la cama, me dejó caer de rodillas, cierro los ojos y uno mis manos para dar las gracias antes de empezar con mis labores de este día.
Unos minutos después me levanto miro la hermosa habitación aún desarreglada y empiezo a organizarla.
Sor Josefina siempre nos decía que debíamos tener nuestras camas limpias y ordenadas así que me esmero en dejar la gran cama como si no la hubiese tocado, una vez satisfecha, corro a el baño a hacer mis necesidades y lavar mis dientes.
Decido darme un baño hasta estar limpia y agradable, me visto con un vestido amarillo pastel y con un listón blanco ato mi cabello dejándolo caer suelto, tomo la mochila con mis útiles y la dejo en el asiento del tocador.
A las 6 de la mañana empieza a sonar el avemaría y creo que es la señal para poder salir de las habitaciones, abro la puerta después de tomar la mochila y cruzo el pasillo encontrándome con Cristina en el mismo estado, nos saludamos y en medio de risas nos contamos cómo fue nuestra primera noche.
Gracias a las guías llegamos rápidamente a el comedor donde podemos ver la cantidad de chicas que hay, los grandes mesones están divididos por secciones dónde nos organizamos por rango de edad según parece.
Desayunamos tranquilamente y nos presentamos con las niñas que al igual que nosotras empezarán curso mañana.
Después de comer, salimos a los jardines y tal como Katerina dijo, probamos el sol y respiramos en calma, a las nuevas nos llevan por un recorrido en el área exterior del instituto, vemos bosques artificiales, una laguna hermosa, muchas flores en parte trasera y es cuando noto lo enorme que en realidad es este lugar.
Todo va muy tranquilo hasta que el recorrido por el instituto va por las áreas más alejadas, aquí hay de todo y se nos dice de cada sitio y uso pero como los gimnasios, la zona médica, las casas de los vigilantes que está en un área bastante apartada y cerrada entre muros altos.
Cuando una de las "vírgenes" pregunta por una gran casa rosa alejada de todos y un edificio n***o, quien nos guía guarda silencio.
Un aire frío me recorre la espalda cuando nos dice que el n***o es donde se aplican los correctivos pero sé intensifica aún más cuando ignora la pregunta de la casa rosa, alega que es tarde para almorzar así que se apresura a guiarnos de vuelta a la casa principal.
En mi cabeza se repite una y otra vez la pregunta de la chica y la manera en que reaccionó la cuidadora.
Que tan malo puede ser ese lugar para que no nos pueda decir que es?
Porque su nerviosismo?
Podré acercarme en algún momento?
Respiro profundo tratando de calmar mi mente repitiendo las palabras de Sor Josefina
"Quien mucho pregunta con el tiempo pierde su inocencia"
"Las doncellas buenas y puras deben ser obedientes, respetuosas y sumisas a sus mayores"
El recorrido finaliza y almorzamos, rezamos y se nos permite permanecer en los jardines.
Al día siguiente empezarán las clases, ya en la habitación después de cenar me sorprendo al encontrar un baúl a los pies de la cama, me acerco y veo que está cerrado con llave, intento abrir con la llave que nos dieron de la habitación y el cierre hace "clic"
Al abrirlo me encuentro con muchas cosas, de un lado hay libros y útiles de estudio, en el otro hay objetos que no tengo idea que son, tomo una hoja y la leo.
"Utensilios requeridos para la clase de complacencia, seducción y sumisión"
Frunzo en ceño sin entender, las monjas en el internado siempre nos hablaron de sumisión pero nunca se usaron estas cosas, nos hablaban de obediencia, de como comportarnos y nada más.
Mis pensamientos me llevan a qué talvez sean cosas para hacer masajes, recuerdo que Sor Catalina nos enseñó a hacerlos, también a cantar bonito para nuestros esposos.
Tomo un objeto que parece un conejito y lo saco de la cajita, es bonito y color rosa.
No leo las indicaciones, en ves de eso me voy a la cama y me siento toco el conejito hasta que empieza a temblar, me río por las cosquillas que hace y lo apagó, no quiero dañarlo así que lo guardo en su caja y lo dejo de nuevo en el baúl, me doy un baño y después de rezar me acuesto esperando que mañana todo sea bueno en las clases.