“CAPÍTULO CINCO; Perfecto manipulador.”

4366 Words
Los días habían transcurrido lentamente y mientras tanto Daxton había mantenido su distancia; indicando así que nuestra discusión no era momentánea, ciertamente nunca lo eran. Era normal en nuestra relación el discutir y tomar distancia por algunos días, incluso semanas, en donde los mensajes y el contacto cotidiano desaparecían por completo recorriendo a terceras personas. Antes de tener a Alec nos comportábamos como dos personas completamente inmaduras, bebiendo y disfrutando de los clubes nocturnos, siempre restregándonos esa inmediata libertad con el objetivo de causarnos celos. Aunque aquella etapa inmadura había llegado a su fin algunos años atrás, ahora, con un hijo de por medio, los dos nos enfocábamos en el área laboral; en estar ocupados para así poder evitarnos. En esos días Daxton se había comunicado únicamente con Enly; adoptándola como nuestra mensajera, estos compartían mensajes principalmente por nuestro hijo. Aquello me molestaba, y no por desconfianza, sino por mi estado emocional, ya que cualquier tema me rompía, me sentía mal por ser ignorada, por tener aquel distanciamiento y por tal vez ser la causal del problema. —Era Dax... quiso saber como están las cosas, lo noté algo molesto todavía, creo que deberías ser tú la que rompa el hielo, porque él no lo hará— Con una sonrisa sarcástica la observé esperando que se tratara de un mal chiste, aunque aquello pudo más conmigo; Quien intentaba tranquilizar al bebé del ruido provocado por la construcción subterránea. —No me interesa si no me quiere hablar— Tenté molesta esperando que mi furia no me causara lágrimas saladas. —Puedes decirle que se tome más días, que se divierta en Italia, estoy segura de que le sobrará trabajo para permanecer ahí— atajé al seguir arrullando al bebé, quien su llanto amenazaba con hacerme llorar a mí también. Con frustración fue imposible tranquilizarlo, tanto que me rendí y me tiré al mar de lágrimas. —¿Estás bien?— No lo estaba, y era muy evidente. —Sé lo tanto que detestas estar en el medio— Sollocé junto a Alec, quien parecía odiar mis brazos en aquel momento, su llanto fue escandaloso, tanto que se coló en el ruido provocado por la maquinaria. —Odio estar de este modo— Reconocí mi inestabilidad emocional para dejar al pequeño en el porta bebé más cercano. —Creo que estoy algo sentimental, yo... — limpié mis lágrimas para enfocarme en Alec. —Tranquilo— Le pedí esperando que parase como arte de magia. —Por favor Alec— rogué con desdén. —Yo me encargo— con pasos firmes, ella se acercó a nosotros para después tomar en brazos al pequeño histérico. —toma algo de aire y deja de pensar en Dax— me dijo con cierta pena para soltar después balbuceos al pequeño. —Ya mi amor, todo está bien, mamá está bien— —Eres la mejor— Lloré frente a ella, la cual me indicó salir de la propiedad con un gesto, a regañadientes lo hice y simplemente me senté en un sillón de jardín; lejos del ruido de la construcción y el llanto de Alec. Suspiré e intenté tranquilizarme. —¿Tengo la culpa de ello?— fue imposible no cuestionarme en aquel lapso. —Él debería... debería ser más abierto— mantuve mi postura mientras mis lágrimas caían y me sentía sofocada. —Respira— exhalé entre lágrimas, siendo la peor paranoica del mundo, aborrecía aquel estado, pero más mi poca maternidad. Algunas mujeres afirmaban que el proceso de convertirse en madre era un sueño, decían que era mágico que tu cuerpo cambiara y tus hormonas jugaran con tus emociones, que tus pechos dolieran y piernas temblaran, que no durmieras en las noches y que estuvieras atenta en las mañanas, que borraras tu vida y crearás otra que se ajustara a tu pequeño. Que eras una mala madre si lo olvidabas por las mañanas para seguir durmiendo, o tal vez que no estuvieras pendiente de sus pañales... la maternidad no era un cuento de hadas, era un segundo nivel, más complejo y difícil, y aquello apenas era el comienzo. Con lágrimas seguí pensando en Daxton, para él era sencillo, no tenía que preocuparse por muchas cosas. La tristeza se volvió enojo para después hacerme sentir culpa. Cuando por fin estuve más calmada, simplemente me dediqué a observar el cielo perdiéndome en él, me sentí tan afortunada de tener a Enly y ese apoyo que ella me ofrecía. Pude seguir disfrutando de aquel tiempo fuera, aunque el sonido de pasos me hizo reaccionar. —¡Hola!— a unos cuantos metros la mujer de edad avanzada me saludó para aumentar la velocidad de su caminata. —Hola Susan— Saludé recordando su nombre, ella lucía increíble y yo estaba completamente desarreglada con una camiseta blanca, leggings deportivos oscuros y una coleta alta. —Luces muy bien en esa silla, debería tomarte una fotografía para el recuerdo— Ella me sonrió tanto como para hacerme sentir culpable de haber llorado por nada, con vergüenza limpié mis lágrimas recordando la poca privacidad que teníamos. —Te vi desde mi habitación y no pude evitar acercarme, un sujeto de seguridad me ha permitido pasar y ahora estoy aquí, lista para darte esto— buscó de su bolso una tarjeta, la cual acercó a mí para dejarla en mis manos. —Oh, gracias— no dude en tomar o examinarla por los colores llamativos de esta, subasta de caridad— pude leer en letras grandes. —Mi fundación... Bueno, estoy realizando un evento de caridad donde estará todo el vecindario y tendrán la oportunidad perfecta para conocerlos, espero que puedan asistir— ella se sentó a mi lado siendo amable en todo momento y me sonrió con empatía para explicarme su evento. —Lo haremos, no tengo problema si es para integrarnos al vecindario, también me gustaría conocer a todos o bueno a la gran parte— atajé sin perder el hilo de la conversación, en pocos segundos pude imitar una de sus sonrisas. —Son tan entrometidos, no te pierdes de mucho— ambas reímos a su franqueza, aunque me lo esperaba, todas las personas de alto poder lo eran. —estaba por preparar galletas para el evento... si no estás ocupada podrías venir a ayudarme— dijo. —La verdad es que me di cuenta de que no estabas pasando un buen momento, te entiendo perfectamente, yo también escapaba al jardín, ¿Entonces vienes?— Accedí después de segundos, puesto que el negarme sería mal visto. —Claro, tienes razón y necesitó tomar algo de aire— intenté estar de acuerdo con ella. —Todas las madres lo necesitamos algunas veces, te espero en la entrada— y sin más la mujer dejó mi lado para buscar la salida a la propiedad. —Voy en un segundo— con un suspiro dejé la banca. Mis pasos se dirigieron al interior de la propiedad donde busqué a Enly. —¿Es ella la vecina del otro día?— Preguntó está para fruncir el ceño e informarme estar al tanto de mi conversación con la mujer, por un momento la ignoré para observar la tranquilidad de Alec en el porta bebé. —Si, me ha invitado a hacer galletas— expliqué. —solo iré un momento, pero si es necesario puedo quedarme con él— le dije. —No, deberías ir, no voy a decirle nada a Dax y te aseguro que ellos tampoco lo harán... únicamente sé discreta— Daxton, algunas veces era sobre protector y ese su gran defecto. Su vigilancia era tanta que las cámaras de seguridad para él eran el primer nivel de diferentes métodos. Con un gesto intenté no prestarle atención a sus palabras, o al menos ignorar las que podían afectarme. —Ahora regreso amorcito— susurré a Alec cuando me acerqué a su porta bebé. —y muchas gracias Enly, te traeré algunas— anuncié al girarme. [...] Al llegar a la cocina de Susan, esta ya tenía todo listo para empezar desde cero aquellas galletas, no sé si era el momento o su energía, pero aquella mujer me transmitía paz y más que mi madre. El sentirme cómoda junto a ella fue fácil, tanto como para tener confianza de moverme para todos lados en el lugar, no éramos solo ella y yo en la propiedad, en esta había otra mujer, quien se encargó de organizar los productos para nosotras. —Los problemas de lactancia empezaron, déjame decirte que cuando mis pechos comenzaron a sangrar tuve la loca idea de querer regalar a James, cosa que después de pensar me causó arrepentimiento, me decía a mi misma; eres una mala madre, dios no debió darte un hijo o que debía castigarme, pero después tomé algo de terapia y todo pasó— contó con calma frente a mí, ambas compartíamos la isla de aquella cocina donde ella destapaba los ingredientes y yo seleccionaba mis primeros utensilios, la edad no fue un problema, Susan fue mejor que todas mis conocidas en ese último año. —Empezaron desde el segundo mes, y creo que sin Enly, la mujer que me ayuda con el pequeño, también tendría ese tipo de pensamientos, no soy la mejor, aún olvido que soy madre— conté con un gesto divertido, causando la risa de esta, quien me ofreció la harina. —Nos pasa a todas, por intentar seguir con mi vida, olvidé a James muchas veces en su guardería, cuando veas a una mujer que se considere la mejor madre de todas, es la peor, en mi caso yo siempre lo acepté, si no fuera por las niñeras, James no sería el gran político de hoy en día— Siguió contando al ritmo de la conversación. —La maternidad es dura de asumir, no es como vivir en Disneyland, es más bien como estar en un terremoto, vivir con cierta incertidumbre— Accedí, me sentí yo misma, tanto que no dudé en comenzar con lo mío; cerniendo la harina. Simplemente, disfruté iniciar aquella masa de galletas. —Y algunos no parecen entenderlo, Daxton, su padre... es difícil de tratar, discutimos hace días y ahora se hace el digno— murmuré sin darme cuenta de ello, los responsables de tomar en cuenta mis palabras fueron los ojos de Susan. —Oh, no debí decir eso— exhalé apenada dejando aún lado la harina. —Está bien cariño, tú sigue cerniendo la harina, los hombres son difíciles, el padre de James murió hace tres años y cuando lo hizo fue como jubilarme de nuevo, me sentí en paz. Lo amé, pero era terco y mandón. Tenía poder en la sociedad y creía tenerlo en casa también, no me consideraba su esposa, sino su subordinada— Ella ventiló su problema, cosa que me hizo sonreír, y darme cuenta de que todos los hombres eran iguales. —Lo entiendo, fue una discusión efímera, pero mis hormonas me traicionan, y me hacen sentir que estoy a punto de firmar el divorcio— Ambas reímos a mis pensamientos, cuando la harina estuvo lista, ella siguió con la mantequilla. —Dios mío— chilló con diversión.—Todo es tan complicado, aunque no lo sea... Te ves muy joven Megan, ¿Cuántos años tienes?— sin perder el tiempo seguí con los demás ingredientes, aunque mi atención la tuvo ella. —Veintiséis, ¿Y usted?, luce muy joven y llena de ánimos— —Sesenta y uno, también tuve a mi hijo a los veinticinco y déjame decirte que ir a gimnasia fue la pócima secreta, tres horas al día— giró en su mismo lugar, dejándome ver su cuerpo, el cual estaba conservado, de mi parte intenté acomodar mi camiseta. —Salto la cuerda y tengo una caminadora, espero que eso me ayude en algo— Balbuceé sin importancia y desechando su consejo, puesto que tenía diferentes motivos que me alejaban de un gimnasio abierto. —Es una hermosa propiedad, una buena elección de colores— mientras ella amasaba la mezcla de las galletas, mis ojos recorrieron el sitio, era un sitio elegante y sofisticado; perfectamente diseñado. —James y sus gustos, ya sabes— giró los ojos. —Las mujeres de este vecindario son un fastidio con el gluten y la azúcar, pero por quien soy aceptan cualquier cosa, así que las haremos de chocolate y frutos— Dijo al dejar aún lado la masa para seguir con los condimentos primordiales. —De acuerdo— tomé aquellos frutos para comenzar a rebanarlos, cosa que la hizo sonreír. —La cocina es lo mío, me gusta mucho la repostería, es mágica— confesé familiarizada con el proceso, puesto que vivir encerrada te obligaba a tener ese pasatiempo. —Lo es, es terapia— reconoció Susan, quien del mismo modo parecía tenerle aprecio. Cuando diferentes voces y el sonido de la puerta fue presente, ambas compartimos miradas. —Deben ser James y su equipo, no les tomes mucha importancia, al llegar solo trabajan y trabajan por la candidatura— Ella se relajó con lo suyo, cosa que me hizo seguir su ritmo cortando aquellos frutos. —Oh, claro, se postulará— recordé al hombre que tenía su mismo apellido y se había presentado frente a mí, en segundos sus características me golpearon; era elegante, tenía una buena fragancia, su vocabulario era educado y también tenía cierto atractivo, sin mencionar su trabajado cuerpo. —Si, pero hablemos de otras cosas, ¿Eres...?, tu acento es extraño, no puedo definirlo— Chasqueó. A lo que no me importó contarle parte de mi historia. —Nací en Europa, Barcelona. Aunque al poco tiempo nos mudamos a Asia, cuando cumplí diecinueve años me mudé a Italia por perseguir el mundo de la moda, es por eso que mi acento es extraño, hablo fluidamente Italiano, coreano, inglés y poco castellano, aunque según los papeles soy Española— expliqué pasó a paso tratando de ser entendible; la sorpresa tomó su rostro dejándola boquiabierta. —Dios mío Megan, eres... muy interesante e inteligente, educar a un pequeño con todos esos idiomas será grandioso, tal vez el próximo presidente— Jadeo con entusiasmo, cosa que me hizo reír y seguir ignorando las voces que cada vez tenían más peso en el lugar. —¿Me pregunto que nacionalidad tiene tu pequeño?— siguió con su interrogatorio. —Aunque pasé la mayor parte de mi embarazo en Asia, y por un momento pensé que nacería ahí, no lo hizo, mi embarazo terminó en Italia, es italiano como su padre— Le dije orgullosa de aquel logro, por más que algunas personas no les gustara. —Los italianos son atractivos, mi gran amor fue de ahí— susurró aquello como si se tratara de un secreto, el cual escuché y guardé. —Voy a tomar una ducha para continuar hasta entonces pueden sentirse en casa, la señora M les traerá algo de vino— Una voz varonil y conocida me hizo girar, aquel hombre de barba perfecta me hizo sonreír tímida de invadir su propiedad. —¿Madre?— Balbuceó al vernos compartir aquel lugar. —Escuchamos que llegaste a casa, Megan me está ayudando con las galletas para el evento de mañana, espero que no te moleste que haya usado tu cocina— Explicó Susan sin perder el tiempo y con toda la seguridad del sitio, cosa que me hizo sentir más cómoda. Por su parte James accedió, la idea pareció maravillarle. —Para nada— no tardó en asegurar, sin dejar de observar a la mujer de cabellos rubios. […] —Es un gusto tenerlas— sus ojos conectaron con los míos. —Me disculpo por la situación del otro día— repitió sin intenciones de moverse de la barra de su cocina. —Oh, no, fue culpa mía, los que dejamos el auto en tu propiedad fuimos nosotros. Pero ya no se volverá a repetir, al parecer tenemos bodegas— Le expliqué con una sonrisa fina, puesto que aquel tema no me agradaba demasiado, era el motivo por el cual me sentía abandonada y divorciada. —Es una gran noticia— Me felicitó acariciando su barba, de mi parte seguí con el chocolate, el cual debía cortar en cuadrados mientras que Susan bebía de una copa de vino. —Me di cuenta de que están trabajando en el área subterránea, me resulta irónico porque ambos tenemos las propiedades más amplias— por primera vez pude escuchar su risa ronca, aunque me enfoqué más en su ironía. —No estamos acostumbrados a los suburbios, siempre preferimos las residencias alejadas— Intenté excusar al ruido de la maquinaria, porque ese pudo ser el motivo de su comentario. —La privacidad ante todo, pero cuando se trata de seguridad este vecindario es el mejor, supongo que se mudaron, por ello— accedí. —Si, ese fue el motivo principal— Le di la razón sin dejar mi actividad, sentir su mirada no causó nada en mí, por el simple hecho de estar siempre vigilada. —¿Y las escuelas, no?— intervino por fin su madre. —También, aunque prefiero cuidar a mi pequeño y que esté en casa todo el tiempo posible— bromeé con un gesto. —Ella es toda una mamá, deberías ser mi hija, bueno, iré por una bandeja al almacén, no tardo— Susan alzó las manos para alejarse de la cocina. —Claro— afirmé cayendo en cuenta que estaría sola con aquel hombre, ciertamente no me afectó e intenté ser sociable y amigable. —Le agradas, y déjame decirte que todas las mujeres que han pisado esta propiedad piensan que mamá es rara y temible— su comentario me robó la atención, simplemente me sentí afortunada por sus palabras, aunque no dudé en pensar en Daxton; en que aquellas palabras pudieron venir de él si tan solamente su madre no hubiera fallecido. —Ella también me agrada y no considero que sea de ese tipo, es bondadosa y divertida. Supongo que su evento se llevará a cabo en este lugar— intenté seguir la conversación sin caer aún interminable círculo de halagos. James no era desagradable, simplemente no me sentía cómoda de ser yo misma por Daxton y sus prohibiciones. —Si, Susan... se aprovecha de mí muchas veces para cubrir su fundación— Se quejó este con un gesto divertido que me hizo sacudir la cabeza en negación. —Me gusta que lo haga— Terminó aceptando. —Habla mucho de ti, eres un gran hijo— Le reconocí al escuchar tantas veces su nombre en la conversación de su madre. —Soy grande en muchos aspectos— mi burbuja de amabilidad se rompió y sin poder evitarlo dejé en paz el cuchillo e intenté tener claridad y no mal pensar sus palabras. —¿Perdón?— balbuceé con un gesto serio y recuperando la postura. —Me refiero a la superación personal, debes tener siempre presente que eres grande en todos los ámbitos, las inseguridades no te sirven de mucho. Además, es bueno que todos sepan tu valor, así te reconocen por quien eres y lo que vales— Me explicó cosa que agradecí, cuando nuestras miradas se encontraron una vez más para mí fue imposible no reír. —Claro, soy una tonta, pensé que estabas intentando sobrepasarte conmigo, iba a salir corriendo y todo iba a terminar mal— Reí, cosa que descompuso la seriedad de su rostro, con vergüenza este negó repetidas veces. —Oh, disculpa— juntó las palmas de sus manos en señal de perdón. Aunque en segundos una risilla nació de él.—Lo siento de nuevo, tal vez sea por mi vocabulario que todos huyen, lo siento Megan— Ambos reímos con cierta vergüenza, él por su comentario y yo por mi franqueza. —No te preocupes— Le dije al intentar dejar pasar la escena, aquello ayudó en nuestra presentación tanto que pude relajar los hombros. —He regresado, tengo las bandejas, las colocamos al horno y listo, ¿Sucedió algo gracioso?— Cuestionó Susan al ver a su hijo, quien parecía estar contento e intentaba no demostrarlo. —Debo tomar una ducha, nos vemos después Megan— se alejó sin antes negar a su madre. —Adiós— no tardé en despedirme de él para ayudar a Susan con aquellas bandejas metálicas. […] Al llegar a casa, Megan no dudó en leer el informe que tenían sobre James Smith, el sujeto que le había hecho pasar un buen momento y, por su personalidad y aspecto, parecía ser un hombre importante. La curiosidad la domino y simplemente quiso saber quiénes eran los Smith. Después de terminar todo su día, decidió tomar algo de aire en el mirador de su habitación a lado de su pequeño, quien dormía en su pecho, mientras que ella leía en su móvil acerca de aquel hombre. — James Smith, nacido el 03 de diciembre de 1986 en San Francisco, California. Proveniente de una familia adinerada con influencias políticas, único hijo de un matrimonio reconocido. Con estudios en Oregón, Harvard y Columbia se graduó a los veintitrés con el título de licenciado en ciencias políticas y seguido de eso fue obteniendo posgrados que lo llevaron a tener diferentes puestos en el poder. En 2019, tras la muerte de su padre, Matthew Smith, James tomó el cargo en su organización, la cual controla gran parte del poder gubernamental, siendo esta la máxima autoridad publica. Su organización sin registro cuenta con relaciones ilícitas con diferentes organizaciones delictivas o empresariales, teniendo una gran influencia. Con actualmente treinta y seis años es uno de los líderes políticos más importantes de América, ha sido ministro y diplomático desde sus veinte años, con la candidatura garantizada para 2023 en adelante. No cuenta con ninguna relación romántica registrada, tampoco hijos o registros criminales, ha borrado su información personal con ayuda de una empresa en tecnología más de tres veces. Del mismo modo, no parece estar interesado en formar un legado o tener a alguien en su vida, desinteresado de su alrededor, alejado de su familia, adicto al trabajo y Perfecto manipulador. — —Parece que lees algo interesante— Con sorpresa, Megan tomó mejor a su pequeño para encontrar al responsable de aquella voz, frente a esta a unos cuantos metros; James la observaba desde su mirador con el torso d*********o, el responsable de mantenerla entretenida la hizo suspirar con rapidez. —¿Alguna novela romántica o tal vez un tema de maternidad sin filtros?— Cuestionó este con un tono lento al ver a su pequeño dormido. Por su parte, Megan dejó su móvil en paz, se acomodó mejor en el sillón del balcón sin despertar a su pequeño. Sus ojos examinaron al hombre en el balcón siguiente y estos no pudieron evitar estar solo en su mirada. —Muy gracioso, pero tienes razón, la maternidad sin filtros— mintió cuando recuperó el aliento. —Él es Alec, mi hijo y el motivo de mi lectura— dijo al acariciar a su bebé, cosa que hizo sonreír a James, quien observó el pequeño cuerpo del niño. Sus ojos admiraron los cabellos rubios tan idénticos a los de su madre y aquello lo hizo sentir más interés. —Alec... Debes saber que tu madre vino a casa y preparó las mejores galletas— contó al recostarse en el barandal de su balcón. —Es muy tierno y pequeño, se parece a ti— Le dijo sin dejar de observarlo. —No es lo que dicen todos, pero gracias— Megan siguió abrazando a su bebé, demostrándole que era una buena madre. —Yo revisaba un informe, esto de luchar por la sociedad es un trabajo a tiempo completo— Siguió el político con cierta pereza. —Me lo puedo imaginar— bufó la rubia con una sonrisa llena de alegría, aunque para ella fue imposible olvidar lo que había leído de él y el poder que tenía. —No me creo que esté hablando con el gran James Smith, futuro presidente de América, eres muy popular por lo visto— Le hizo saber que había buscado información de él y aquello llenó de orgullo a James, quien alzó los hombros. —Lo soy, soy grande... ya sabes, aunque la palabra popular y yo no nos llevamos, la odio, me odia y nos odiamos, porque solo la utilizo para describir a los mediocres que se crecen en las cámaras sin aportar nada la sociedad— Él fue abierto con ella y no dudó en darle uno de sus criterios acerca de la palabra. —Lo entiendo y discúlpame— Río la mujer a sus palabras tan serias. —Te disculpo cualquier cosa por el momento, aún no soy presidente y aún no puedo sentenciarte— Bromeó este obteniendo una corta risa de Megan, quien accedió y esperó no tener problemas con él en un futuro, sino una relación buena de vecinos. —Tienes razón, mucha suerte— le susurró dejando pequeñas caricias en los cabellos de su bebé, quien dormía ajeno a aquella conversación. —Me ha gustado esta conversación a larga distancia, espero que puedan venir mañana al evento de caridad, que descansen bien— y sin más James se despidió de ella por el trabajo que había dejado en su portátil sobre la cama. —igualmente— chasqueó la rubia. —Alec despídete del futuro presidente— susurró para el bebé, cosa que detuvo al hombre de barba cuidada. —Adiós Alec, tienes una mamá increíble— dijo sin pensar esperando una reacción de ella, aunque los ojos de Megan se dirigieron a su móvil, el cual encendió; anunciando así un nuevo mensaje proveniente de Daxton. ¿Qué crees qué haces platicando con ese bastardo?— envío el italiano, cosa que hizo sonreír a Megan buscando cualquier cámara de seguridad. James por su parte regresó a su habitación, esperó poder seguir con su trabajo dejando fuera de sus pensamientos a la mujer de cabellos rubios y caderas anchas, quien era prohibida, pero aún así lo atormentaba en todos sus descansos desde que sus ojos la habían apreciado. Por más que este no lo quisiera reconocer... Ella lo había hechizado.
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