Cuando me enamoré de ti

3748 Words
Cristian abrió la puerta del departamento y volteó a ver a Lorena, quien estaba totalmente congelada a unos centímetros de distancia de él. —Vamos, amor —dijo Cristian con una ligera sonrisa en su rostro. Lorena entró al departamento y sus ojos se volvieron grandes al ver lo majestuoso que era. Frente a ella había una enorme sala con unos muebles negros, las paredes blancas eran bastante altas y al fondo se encontraba una pared de cristal por la cual se podía apreciar la vista nocturna de la ciudad. En la derecha se podía apreciar la cocina, ya que, el espacio era de concepto abierto. Todo tan sofisticado y bien organizado, se notaba a simple vista que Cristian era el que vivía allí. Lorena comenzó a caminar lentamente por la sala apreciando los pequeños detalles, los cuadros grandes de paisajes urbanos grises, la gigantesca vista de la ciudad, que, al acercarse hasta la pared la hizo sentir con claustrofobia. Cristian, bastante a gusto de tener a Lorena en su apartamento, se dirigió a la cocina y sacó de la nevera una botella de gaseosa que sirvió en dos vasos de virio. Lorena, mientras, se sentó en una mesa redonda de vidrio que encontró cerca de la cocina sintiéndose un tanto intimidada. Cristian pudo darse cuenta de esto, pero, pensó que era porque todo era nuevo para la joven. —Amor, vamos a la habitación —informó Cristian teniendo en sus manos los vasos llenos de gaseosa. Lorena se levantó y tomó la caja de pizza, rodó lentamente su mirada frente a ella donde encontró unas escaleras de cristal que comunicaban el segundo piso. Sabía que allí estaban las tres habitaciones que tenía el departamento. La joven siguió a su novio hasta poder subir al segundo piso y caminaron hasta el fondo del pasillo donde Cristian le pidió que abriera la puerta, ya que él no podía hacerlo al tener las manos ocupadas. La joven, con algo de torpeza al tener las manos un tanto temblorosas, abrió la puerta y entró a la habitación. Ésta no tenía muchas cosas, solo lo esencial que nunca le debía faltar a Cristian. Un enorme televisor colgado en la pared frente a la gigante cama de sábanas blancas, un sofá de cuero n***o recostado a otra pared blanca, las mesitas de noche a cada lado de la cama y ya. —Te hace falta personalizar tu cuarto —dijo Lorena. —Por eso te pedí que me ayudaras, necesito decorar el departamento, le hace falta personalidad —explicó Cristian. Lorena se acercó a la cama y se sentó en una orilla mientras fingía reparar la habitación, pero no, su mente estaba en un lugar muy recóndito de allí. Cristian dejó los vasos de gaseosa en una mesita de noche y después comenzó a buscar la película en el televisor. Lorena debía aceptarlo, quería salir corriendo de aquel lugar, estar en su casa adelantando sus trabajos hasta terminar dormida en el escritorio vencida por el cansancio. —Debo llamar a mis padres, tengo que avisar que hoy no iré a dormir —informó la joven dejando a un lado de la cama la caja de pizza. Quitó de su espalda su bolso n***o y buscó en el interior de este su celular, después marcó el número de su padre y se levantó de la cama. —Hola, papi, sí, estoy bien. ¿Cómo está todo en la casa? —Lorena comenzó a caminar en círculos por la habitación. —Igual como siempre, mija —informó su padre por la llamada. —Papi, hoy no llegaré a la casa. —¿Y eso?, ¿te quedarás a hacer trabajos en casa de una compañera? —indagó el hombre. —No, me quedaré con Cristian —Lorena llevó una mano a su boca un tanto temerosa. —Hija, ¿cómo que te vas a quedar con él? —preguntó su padre con un tono un tanto molesto. En eso se escuchó al fondo de la línea la voz de su madre que le decía algo a su esposo, después, un pequeño forcejeo, y al final, como Lorena imaginó, su madre comenzó a hablarle. —Lorena, si te vas a quedar con Cristian, no vayas a comenzar a discutir, has las cosas bien. —Ay, mamá, no comiences con lo mismo. Hablamos mañana en la tarde —la joven colgó al comenzar a sentirse enojada. Detestaba lo interesada que era su madre, lo único que le importaba era la fortuna que estaba detrás de Cristian. Lorena quedó observando la puerta de vidrio corrediza que daba al balcón. La noche se veía muy hermosa, el cielo nocturno estaba totalmente estrellado y la luna se veía llena, totalmente redonda y gorda. —Amor, ven, ya va a comenzar la película —informó Cristian. Lorena se acercó a la cama y se acostó a su lado. Tenía que imaginar que Cristian pondría una película de anime, no entendía cuál era su fascinación por la cultura japonesa. Como a ella ese tipo de películas no le gustaba, decidió solo concentrarse en comer pizza, sacó una torreja y empezó a darle grandes bocados. Aunque, se sorprendió al ver que su novio estaba totalmente concentrado en la película, se notaba que analizaba hasta el más mínimo detalle. Lorena mientras tomaba un poco de gaseosa alzó la mirada hasta la pantalla y observó la película. Se trataba de una niña que quedaba encerrada junto con sus padres en un mundo lleno de dioses, a la pequeña le toca trabajar en un baño oriental mientras buscaba la estrategia para salir de aquel mundo, aunque, tenía un gran problema; sus padres fueron convertidos en cerdos y no sabe qué hacer para que vuelvan a ser humanos.   Lorena quedó totalmente sorprendida por la animación, el trasfondo de la película y la historia. Nunca había visto una película animada con tanta magia, así que, muy pronto se le olvidó la comida y se metió en la película. La pareja estaba tan metida en la historia que no hablaron para nada mientras esta duró y la pizza se enfrió totalmente. —¡¿Y qué pasó?! —gritó Lorena al acabarse la película—, ¿y el niño? ¿Se quedó en ese mundo? —¿No recuerdas que dijo que él también volvería a su mundo? —explicó Cristian—, por lo que dijo el creador de la película, Chihiro al final no recuerda todo lo que sucedió en ese lugar, de hecho, ni siquiera recuerda que ese mundo existe. —¡Ay! —soltó Lorena indignada—, ¡qué final tan feo! —No me parece, creo que la historia tiene su esencia es en todo lo que ella debió pasar en ese mundo. Es una niña muy fuerte. —Pero, ese final daña todo, ¿cómo que no recuerda nada? ¿Entonces, para qué sirvió todo lo que vivió? —Bueno, como te dije… —¡Qué esencia ni qué nada, a mí lo que me interesaba era el final! —replicó Lorena enojada. —Oye, pero… entiende que esa es una cultura diferente —insistió Cristian—. Allá no piensan igual que aquí. Lorena tomó una torreja de pizza y le dio un mordisco, pero, al ya estar fría, sintió un gran desagrado, odiaba cuando el queso se volvía duro. —Ay, esto ya está frío, voy a calentarlo —dijo al joven tomando la caja de pizza. —¿Busco otra película? —preguntó Cristian. —No, ira, después de esa película… Tú tienes muy mal gusto con las películas —gruñó Lorena. Cristian soltó una carcajada y bajó de la cama para acompañar a su novia. Mientras se dirigían a la cocina, Lorena iba renegando por el pésimo final que tenía la película, lo que a ella le hubiera gustado ver y cómo sí habría sido hermosa la película. El joven solo sabía escucharla en silencio con una ligera sonrisa en su rostro, le parecía que su novia se veía muy tierna cuando renegaba sobre algo que no le gustaba. Mientras esperaban a que el horno microondas calentara la pizza, los dos jóvenes estaban recostados a la isla de la cocina conversando sobre la película. Pero, en un momento, quedaron en silencio y parecía que la plática había muerto. Cristian se alejó de la isla y se plantó frente a Lorena, llevó una mano detrás del cuello de la joven y acercó lentamente su rostro hasta el de ella. Aunque, pudo sentir que Lorena estaba bastante tensa. —¿Qué sucede? —le preguntó. —Cristian, yo… —Lorena se volvió muy tímida— tengo miedo de lo que pueda pasar hoy. Cristian volvió a desplegar una sonrisa y después besó su frente. —Tranquila, no sucederá nada que no quieras —informó. En realidad, Cristian no tenía pensado hacer nada con Lorena esa noche, sabía que ella era muy asustadiza y sabía que no estaba para nada preparada. Volvieron a la habitación con la pizza ya caliente. Lorena tenía bastante hambre, así que, fue quien se comió la mayoría de las torrejas. —…Y, en realidad, no voy a volver a hacer grupo con ella, es una aprovechada, quiere que yo haga todo el trabajo —contaba Lorena. —Te lo dije desde un principio, pero no me querías hacer caso —dijo Cristian mientras se levantaba de la cama. Lorena estaba mascando el último bocado de su pizza cuando quedó perpleja al ver a su novio quitarse la camisa. —Amor, voy a darme un baño —informó Cristian. La joven acentuó con la cabeza, aunque, su mirada estaba totalmente puesta en aquel cuerpo marcado. Tenía tiempo que no lo veía descamisado y se le había olvidado que Cristian era un chico vanidoso que siempre estaba trabajando en su físico. Lorena sintió que algo dentro de ella comenzó a emerger, aunque, no entendía por qué. Pero su mente estaba analizando la situación que podría aprovechar, viéndolo de una manera no terrorífica. Estaba en una habitación completamente sola con Cristian, toda una noche solo para ellos y, como si fuera poco, solo era cuestión de una pequeña insinuación para que comenzara una noche de pasión junto a él. Lorena olió su aliento e hizo mala cara, olía a pura salsa tártara. Tenía una desventaja, Cristian se estaba bañando y ella todavía estaba maloliente después de aquel largo día de estrés en la universidad. La joven, ya sintiéndose fuerte ante la situación, se acercó al baño y abrió la puerta. —Cristian —llamó mientras observaba decepcionada la ducha que era cubierta por el vidrio borroso. —¿Sí? —preguntó el joven. Las manos de Lorena comenzaron a jugar entre sí un tanto avergonzada. —Recuerda que yo no tengo ropa, y a mí también me gustaría darme un baño —informó. Su idea era que Cristian se tomara la indirecta sobre la excusa de la ropa, aunque, quedó aburrida por la respuesta de su novio. —Amor, en el closet puedes tomar un camisón, y si quieres bañarte ya, en el cuarto de al lado también hay un baño. Lorena puso su rostro aburrido. Ella esperaba que él dijera algo diferente, pero, después recordó la conversación en la cocina. Claro, ella había quitado toda idea de la cabeza de Cristian de que esa noche pasara algo entre los dos. —Bien —soltó Lorena con tono aburrido y salió del baño. Buscó en el closet una camisa larga de Cristian, aunque, después se dio cuenta que eso podría ayudarla. Si buscaba algo corto, podría provocar a su novio.   Cristian terminó de bañarse y salió del baño para buscar su pijama, aunque, se enojó al encontrar toda su ropa revuelta. Algo característico de Cristian era tener sus cosas en perfecto orden, pero con Lorena eso era imposible. Ella iba dejando desorden por donde pasara. Después de cambiarse y recoger los vasos y platos donde comió con Lorena, bajó a la cocina para lavarlos. Volvió a subir a la habitación y organizó su cama para dormir, aunque, por más minutos que pasaban, Lorena no volvía al cuarto. Después de esperarla por media hora, el sueño comenzó a consumirlo y pronto se quedó dormido. Lorena entró al baño después de su refrescante ducha y se sorprendió al encontrar la habitación oscura, así que, encendió la luz. Esto desagradó a Cristian en gran manera, odiaba que encendieran la luz mientras dormía. —¡Ay, Lorena, apaga la luz! —gruñó mientras se acomodaba entre las cobijas. Lorena se sorprendió al ver a su novio durmiendo como una marmota. No se había bañado tan profundamente para dormir enseguida, de hecho, no tenía ni una pizca de sueño. —¿En serio? ¿Ya te dormiste? —inquirió Lorena mientras se acercaba a él. Cristian abrió sus ojos con un pésimo humor y volteó a ver a Lorena, aunque, se sorprendió al verla vestida con su camisa blanca de mangas largas. Podía apreciar la silueta de la joven ya que, la camisa era un poco clara y verla vestida de esa manera hizo que su cuerpo se encendiera al instante. —Amor —soltó Cristian perplejo. Lorena subió a la cama y se acostó a su lado. —Yo no tengo sueño —le informó a Cristian. El joven se acomodó a medio lado para poder observarla fijamente. Sus ojos curiosos no dejaban de repararla con aquella provocativa camisa. —¿Y qué te gustaría hacer? —preguntó Cristian con tono bajo. El corazón de Lorena comenzó a latir con fuerza y sus nervios la hicieron reír por lo bajo, algo que Cristian tomó como una indirecta. El joven acercó lentamente su rostro hasta el de su novia y le dio un apasionado beso, mientras, con sus manos, atraía a Lorena más hacia él. Lentamente los labios de Cristian se desplazaron hasta el cuello de la chica, haciendo que su piel se erizara por completo. Aunque Lorena se estaba muriendo de los nervios, a la vez sentía su cuerpo encenderse. Las manos de Cristian comenzaron a recorrer la espalda de Lorena hasta poder llegar a sus glúteos y apretarlos con fuerza, haciendo que el corazón de la joven se sobresaltara. Pero, para su sorpresa, a Lorena le encantó sentir las manos calientes del joven en aquella parte de su cuerpo. No supo cómo sucedió, pero terminó sentada encima del cuerpo del joven, dejándolo acorralado entre sus piernas mientras lo besaba apasionadamente. Cristian comenzó a desabrochar los botones de la camisa y por un momento se detuvo a apreciar el busto de la joven. Después, pareció como si algo lo poseyera, ya que se abalanzó a besarlos desesperadamente. Lorena sorprendida comenzó a jadear al sentir esto bastante excitante y por un momento cerró los ojos para así poder disfrutarlo más. Cristian terminó de quitarle a Lorena la camisa y con sus brazos rodeó la cintura de la joven para así sentirla más cerca. En un momento Cristian corrió el cabello de Lorena de su cuello para así poder besarlo, algo que le encantó a Lorena. Cristian se sorprendió cuando Lorena le comenzó a quitar su camisa desesperadamente y después lo hizo tumbar sobre el colchón, parecía otra mujer la que estaba frente a él. Lorena para ese momento no pensaba, solo quería seguir besando y acariciando a aquel sexi hombre, poder besar cada rincón de él. La joven pasó su lengua lentamente por el cuello de Cristian hasta poder llegar a su oreja que mordió lentamente. Se notó que aquello le encantó en gran manera a Cristian, quien se excitó cada vez más y de un impulso hizo que Lorena ahora fuera quien estuviera acostada en la cama siendo acorralada por él. Cristian se veía imponente con aquella mirada ardiente, parecía un animal salvaje a punto de saciarse con una gran presa de carne. Sus labios bajaron lentamente desde el cuello de Lorena hasta su vientre para después irse mucho más allá. Los ojos de la joven se abrieron en gran manera al sentir que Cristian estaba besando su entrepierna. Su respiración se agitó a tal punto que dejó salir un grito y sus manos apretaron con fuerza las almohadas. No supo cómo sucedió, pero, de un momento a otro, sus manos viajaron hasta poder apretar el cabello de Cristian. Cerró con fuerza sus ojos mientras dejaba salir algunos gemidos. No podía soportar la excitación que recorría en su cuerpo. El trabajo que estaba haciendo la lengua de Cristian con su v****a era impresionante y sentía que en cualquier momento llegaría un orgasmo para volverla loca. —¡Ah…! ¡No soporto más, no soporto! —soltó sin pensar. Aquel fue su primer orgasmo, lo sintió glorioso, algo que quería que nunca se fuera, pero, lamentablemente, entre más pasaban los segundos, aquel impresionante orgasmo se marchaba lentamente. Lorena sintió que su respiración volvía a la normalidad y su cuerpo se volvió ligero, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Mientras, Cristian pudo alzar su cabeza con alivio al no sentir las manos de Lorena en su cabello. Por un momento pensó que ella lo iba a dejar calvo. ¡Qué bárbara mujer, no conocía eso de ella! Los jóvenes se miraron fijamente, y, Lorena sintiéndose con mucha confianza, le dio un beso bastante apasionado. Ella quería seguir, se sentía con el mejor ánimo del mundo. Su objetivo era volver a sentirse como aquel momento lleno de tanto placer. Hizo que Cristian se quitara su pantalón gris junto con el bóxer. Los ojos de la joven no pudieron disimular al ver a un hombre totalmente desnudo, así, en vivo en directo. Nunca imaginó que Cristian tuviera tan buen paquete. Ella trató de averiguarlo varias veces cuando lo vio practicar en sus clases de natación, aunque, nunca tuvo la oportunidad de verlo totalmente al descubierto. Y en aquel momento se le ocurrió cumplir su primer deseo s****l. Siempre quiso saber qué se sentía hacerle un oral a un hombre, en lo videos porno veía que las mujeres siempre metían todo ese dote en su boca y ella quedaba totalmente impresionada. A Cristian le pareció gracioso ver que su novia estaba totalmente impresionada de verlo desnudo, se veía ruborizada y no sabía disimularlo.   Lorena, como si se tratara de un bicho raro al cual le daba miedo tocar, intentó acercar una mano hasta el pene del joven con inseguridad. Aunque, se sorprendió al ver que Cristian tomó su mano y la llevó hasta el objetivo que ella deseaba tocar. Lorena dejó salir una risita traviesa al darse cuenta que el tacto no era como ella imaginaba, juraba que se iba a sentir como un palo duro y rústico, pero no… Era totalmente todo lo contrario, se sentía bastante suave y algo tierno, al igual como un tanto esponjoso en la punta. Ella intentó mover su mano como había visto en los videos porno, pero, su movimiento era muy lento y Cristian tuvo que ayudarla para que hiciera un movimiento que sí le diera placer. —¿Quieres hacerme un oral? —preguntó Cristian al darse cuenta que la joven tenía esa intención. —Pero, no tengo idea de cómo hacerlo —confesó Lorena bastante avergonzada. Cristian se recostó a la cama y miró de manera atrevida a su novia. —Aprenderás si practicas —le dijo. Lorena tomó la parte íntima del joven y lo miró sintiéndose aún rara con él. Lentamente lo sumergió en su boca, aunque, se asustó al escuchar que Cristian soltó un pequeño grito de dolor. La joven, con bastante miedo, se alejó y miró fijamente a Cristian. —¡Ay, ¿qué pasó?! —preguntó. —No muerdas —pidió Cristian. —¿Cuándo te mordí? —inquirió la joven dudosa. Cristian soltó una pequeña carcajada que apenó en gran manera a Lorena. Ella quería darle el mismo placer que él la hizo sentir, pero se daba cuenta que sería imposible. —Imagina que es un bombón que estás chupando —Cristian intentó hacer la mímica para que ella entendiera. Aunque la joven se sintió avergonzada, entendió lo que él quería explicarle. Y como si fuera una estudiante llegando a la práctica, intentó hacerlo. Al principio los movimientos de Lorena fueron muy torpes y volvió a hacerle sentir dolor a Cristian, pero él sabía que ella volvería a apenarse si le lo decía. Por lo mismo trató de soportarlo. Aunque, comenzó a ver que la joven movía su cuerpo, y eso, simplemente, se veía muy bien. Se movía de una manera tan sensual que eso sí lo hizo excitarse, desde allí la silueta de Lorena se veía bastante bien. Sus grandes caderas lo estaban volviendo loco y deseaba poder nalguearla, penetrarla mientras la tomaba del cabello. Hizo que Lorena dejara de hacerle el oral, ya que, sentía que no iban a llegar a ningún lado con ello. Lorena quedó de rodillas frente a él y Cristian comenzó a besarla mientras llevaba una mano hasta la vulva de la joven. Se sorprendió por lo dilatada que estaba. Aquello lo tranquilizó, ya que le comunicó que Lorena lo estaba pasando bien y su objetivo esa noche era que así fuera. Solo estaba pensando en que se llevara un buen recuerdo de su primera vez. Lorena entendió que había llegado el momento de ser penetrada y eso comenzó a asustarla. Aunque, aquellos besos de Cristian y el movimiento que hacía con sus dedos en su entrepierna la estaban excitando bastante. Después, lentamente bajó hasta poder sentir aquel grosor cerca de su v****a. Lo bueno era que ella podía controlar la rapidez con que iba a pasar. Mientras, Cristian besaba su cuello. Ella, al sentir un poco de miedo, rodeó el cuello de Cristian con sus brazos y cerró los ojos para así tranquilizarse. Y con el paso de los segundos, pudo sentir que poco a poco iba pasando y se alivió al no sentirlo como siempre contaron, que se sentía un fuerte dolor que, por lo regular, las hacía llorar. Al principio las penetraciones fueron muy lentas, pero, pronto subieron de intensidad y a Lorena le encantó poder estar encima de Cristian siendo ella la que se moviera. Debía aceptar que se sentía extraño sentir algo dentro de ella, aunque, pronto se acostumbró y el movimiento que empleó la estaba haciendo sentir muy bien. A Cristian le encantaba el buen trabajo que estaba haciendo su novia con aquel movimiento, su cuerpo lo estaba volviendo loco y no quería que parara. Así que dejó que la joven siguiera con aquella libertad. La noche no podía ser más perfecta para ellos, allí, comiéndose a besos y volviéndose uno solo. Era mágico aquel momento y sus cuerpos lo expresaban al buscarse con tanto deseo. Lorena no se arrepentía de haber dado aquel paso con Cristian, al contrario, se sentía orgullosa al darse cuenta que no pudo haber elegio a un mejor hombre como él para entregarse en cuerpo y alma. Esa noche durmieron abrazados dejando que sus cuerpos los calentaran, expresándose así todo el amor que se tenían. Lorena se dio cuenta que amaba a Cristian, y entregaría todo de ella para hacer que su relación funcionara.      
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