Lorena aventó a Cristian a la cama y dejó salir un gruñido mientras le quitaba los zapatos. —No… déjame, yo no quiero dor…mir… —insistió el joven. —¡Que te quedes quieto! —gritó Lorena mientras forcejeaba con él para que no saliera de la cama. Cristian seguía insistiendo en que deseaba no estar acostado, creando en Lorena una gran cólera y le dio un manotazo en el rostro cuando el joven intentó levantarse de la cama. —¡Deja de fastidiar, Cristian! —regañó la chica. El pobre hombre llevó sus manos a su rostro mientras gritaba del dolor. Lorena se asustó en gran manera al darse cuenta que se había sobrepasado en fuerza al intentar calmar a su prometido. —¡Mi nariz, mi nariz! —comenzó a decir Cristian. —Amor, amor, lo siento, lo siento —decía la chica mientras intentaba quitar la