8.

1208 Words
Mi cabello castaño recogido en una cola, mi rostro apenas cubierto con base para intentar disimular mis ojeras, y un pantalón corto de jean acompañado por una camiseta blanca y sandalias del mismo color, ese es mi look actual… Salgo de mi habitación, la cual es mínimo cinco veces más grande que la de la casa en la cual vivía en San Francisco, y al bajar al comedor, allí me lo encuentro a él perfectamente vestido con un pantalón n***o de traje, camisa gris, y zapatos haciendo juego con su pantalón. Definitivamente no escogí la ropa adecuada, pero desconocía que en Italia se vistieran así para una simple cena. —¡Amore!, ¿Qué te parece este vino? — escucho preguntar por una voz femenina, y al mirar a mi costado derecho, veo a una mujer alta, de cabello rubio hasta la cintura, ojos azul cielo, y curvas de modelo con una botella de vino en mano. Por si su belleza no fuera suficiente, ella está perfectamente arreglada con un vestido corto color n***o muy elegante. La mujer se me queda mirando y por consecuencia Alessandro voltea a mirar. —Valentina, ella es Laura; mi prometida. — me dice y me mira algo extrañado. Finjo una sonrisa y me acerco a ella para saludarla —un gusto. — comento y luego me aparto. — si me disculpan, iré a cambiarme, tan solo había ido por una caminata al jardín antes de cenar. — invento y solo espero que me crean. «Definitivamente no puedo cenar así vestida. No puedo parecer una indigente cuando ella parece una modelo sacada de catálogo.» En realidad, esto ni siquiera debería preocuparme, mucho menos con todos los problemas que tengo… Vuelvo a encerrarme en mi habitación, pero esta vez ni siquiera sé que ponerme. «Si hay algo que no me caracteriza a mí, es el vestirme elegante… supongo que soy más fan de la ropa informal.» Revise toda mi ropa y lo más elegante que tengo, es una falda negra… «es frustrante.» Soy la hija de un empresario de moda y me visto horrible «¿será por eso que mi padre me ha ocultado todo esto?» —¡Señorita Ferrara!— me gritan del otro lado y reconozco que es Eliza. Abro la puerta y ella me pide que le acompañe, pero no entendí muy bien a donde, su castellano mezclado con italiano no me hace fáciles las cosas. La sigo y ella abre la puerta de otra habitación la cual aún no conoci, y al entrar me quedo sin saber que decir… Esto ni siquiera podría ser llamado walk—in closet… es como si hubiera entrado a un local de ropa y en el estuvieran todos los zapatos, bolsos, prendas, y accesorios que hubiera podido imaginar. —¿Y todo esto? — pregunto anonadada.  —La señora Paola dejo instrucciones de que esto se hiciera para usted. Todo lo que está aquí es de la empresa de sus padres. — me informa Eliza y luego sin decirme nada más se retira cerrando la puerta detrás de ella. Me quedo un instante intentando decidirme por donde comenzar a escoger, y voy mirando algunos de los muchísimos vestidos que hay aquí hasta que encuentro uno perfecto para la ocasión. Es color azul Francia, corto, y con un exquisito escote en la espalda. Lo coloco sobre la silla, y voy en busca de unos zapatos que combinen a la perfección y como era de esperarse los encuentro entre los cientos de zapatos que hay aquí. Mi madre adoraba vestirse bien y maquillarse como profesional y bueno… eso si me lo ha enseñado. El maquillaje es algo que al menos se me da bien… Lo que nunca imagine es que fuera a dejarme un sitio dentro de esta habitación con todos los productos de maquillaje que podría llegar a soñar. Me siento frente al tocador, y de la manera más rápida que puedo me maquillo de una manera sutil, pero a la vez un poco dramática haciendo que mis rasgos resalten. Sombra de ojos en tonos grises, labial nude, y rímel para destacar mis pestañas. Una vez que termino de maquillarme, tengo la intención de colocarme el vestido, pero me doy cuenta que la lencería que traigo puesta no está acorde a lo que necesita el vestido, sin embargo, quien se haya encargado de esto sabia todas mis medidas y hasta incluso la de mi lencería. Busco rápidamente la ropa adecuada, y luego me termino de vestir. La calidad de la ropa es insuperable… y al mirarme al espejo, prácticamente no me reconozco. La mujer que se refleja en el espejo es una muy diferente a la que llego frustrada por encontrarse a una modelo italiana en el comedor. Esta mujer pareciera ser muy segura de sí misma, y con esta actitud es con la que intento regresar. Al entrar nuevamente al comedor, allí están ellos sentados alrededor de la mesa. Ella le está diciendo algo al oído, pero la penetrante mirada gris de Alessandro se fija en mi al verme y una leve sonrisa se dibuja en sus labios. —al parecer encontraste la habitación que tu madre hizo que te preparara. — me dice dejándome en blanco. —¿Podemos conversar un instante? — le pregunto y él asiente. Le da un corto beso a Laura y me sigue a la antesala. —dime Valentina.— me cuestiona algo confundido. —¿Mi madre escogió toda esa ropa para mí? ¿O…fuiste sido tú?— pregunto con un hilo de voz. Él me mira con dudas y rasca su cabeza —tu madre me dejo ese pedido… Cuando sucedido lo que ya sabemos que paso con tus padres, me dejaron una lista de instrucciones de cosas que debía hacer antes de viajar a San Francisco, y escogerte toda esa ropa fue una de ellas, pero pedí ayuda a las asesoras de la empresa. — me aclara como si ese fuese el problema. —Alessandro, no me preocupa la ropa que hayas podido escoger. — explico con un hilo de voz. —¿Y qué es lo que te preocupa entonces? — cuestiona como si no lo supiera. Lo miró fijamente —me preocupa que sepas todas mis medidas… incluso las medidas de mi ropa interior…. Me resulta muy incómodo que tu hayas escogido toda esa lencería que vi allí. — expreso firme y puedo sentir como mis mejillas se enrojecen. —¿No te gusto? — pregunta y debo reírme de lo nerviosa que estoy. —Solo a mi madre se le pudo ocurrir que un hombre que no es nada mío me escoja mi ropa…— comento entre risas. —No te enfades conmigo. Yo solo cumplía órdenes. — me aclara y niego. —¿Escogerme lencería sexy era una orden? — indago cruzándome de brazos y sonríe de lado. —Bueno… eso fue porque me gustaban lo modelitos… pero, elegí de todo… igual cuando quieras puedes pasar por la empresa y traerte lo que quieras de allí; al fin y al cabo, es todo tuyo. — explica y por alguna razón siento que mi corazón late de manera extraña. —Lo tendré en cuenta, ahora mejor regresemos con tu prometida… De vino a ver con quien vivirías. — comento mientras me doy la vuelta y regreso al comedor. —Así es, esta celosa… y tú no ayudas vistiéndote así. — comenta y es muy tarde para preguntar de que habla, porque ya estamos en el comedor nuevamente con la fija mirada de Laura sobre nosotros. «¿Qué fue eso?»
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