Termino de acomodar mi vestido en el preciso instante que alguien golpea mi puerta y vaya que esa sensación de adrenalina es nueva para mí, pero por algún motivo me encanta. —¡Pase!— Digo alto para que quien sea que este del otro lado me escuche. La puerta de mi oficina se abre, y allí esta Mateo mirándome fijamente con un folder en sus manos –Buenos días señorita Ferrara.— Me dice mientras termina de entrar a la oficina, y debo admitir que aún no consigo acostumbrarme a tanta formalidad de parte de todos cuando me hablan. —Buenos días, Mateo, ¿te puedo ayudar en algo? — Pregunto algo confundida ya que hasta donde tenía entendido él y yo no teníamos ninguna reunión pactada el día de hoy. —¿Puedo sentarme un momento para hablar con usted?— Me pregunta y tan solo puedo asentir y hacerle u