Capítulos 8: Examen médico.

3655 Words
Capítulo 8: Examen médico. "Ciérrame todas las puertas que cuando me fui se quedaron abiertas Que yo no merezco volver" Morat. Leí más de 10 veces el mensaje de Sara. Todo lo que ella decía era tan real que me había quedado sin respuesta, fui un cobarde desde el principio por no decirle mis sentimientos hacia ella por ser tan mal hombre de salir con otra sabiendo las ganas tan grandes que Sara ha tenido de conocerme. Desde el principio Sara siempre fue muy abierta con sus sentimientos mas que todos sabiendo que eran sus primeros sentimientos por otro hombre, por el primero, y yo tenía la fortuna de ser aquel hombre, pero no lo aceptaba. Por miedo, miedo de no querer saber su reacción. Mi mamá me lo había dicho, esto, el tema de mi rodilla, era algo pasajero ¿porque no decirle de una vez? en poco tiempo ya estaría bien, estaba seguro de que la otra semana cuando fuera donde el ortopedista y él revisara mí radiografía se daría cuenta de que era una luxación y simplemente reacomodaria mi rodilla y listo eso era todo, despues de pasar por eso ya podría salir con Sara ¿Qué estaba esperando para decirle? Yo: en este momento se me cae la cara de vergüenza, no sé ni qué decirte todo lo que hice y si tú quieres hacerlo no quieres olvidar yo no lo voy a impedir porque bastante ya te he hecho y sé que no merece sufrir más y porque te quiero y lo hago de verdad también prefiero tu felicidad y sé que en este momento yo no te estoy haciendo feliz te voy a ser sincera. <<por primera vez te diré lo que está pasando conmigo y por qué mi querido que me conozcas. Es un tema largo Pero te lo voy a resumir facilitó. <<Tú sabes que yo jugaba fútbol jugaba porque ya no lo hago y esa parte no la sabías, nunca te lo dije. Resulta que tengo un problema en la rodilla y estoy coojeando y ya llevo bastantes meses así, desde que empezamos hablar y eso me acompleja. me acompleja porque no sé que ibas a pensar de mí, Y aunque todos me dicen qué debería de haberte dicho desde el principio, y mamá lo hace, mi abuela lo hace. ellas saben que existes, ellas saben que estoy enamorada de ti y me han regañado 1000 veces por no decirte la verdad te estoy siendo sincero contigo esa es la verdad, no hay más. por esta razón no salí contigo y por esta razón no quiero salir, porque me acompleja caminar, me da miedo de que me señalen y se burlen de mí y justo ahora, no quiero más de eso. bastante tiempo se burlaron de mí hace muchos años y ya no quiero saber nada más de eso. El mensaje falló, envié nuevamente. ¡¿QUÉ?! TIENE QUE SER UNA BROMA. Yo debo de ser el hombre con más mala suerte del mundo entero, justo cuando me sincere con Sara mi mensaje no envía, salí corriendo a revisar el módem del internet. Todo parece marchar normal, entonces ¿porque mi mensaje no envío? ¿era el destino diciéndome que no debía de hacerlo? O quizás Sara no debía de saber. Intenté varias veces reenviar el mensaje pero me seguía apareciendo como error. Tenía ganas de verla, así que abrí su chat y toque el botón de videollamada, al instante abrió una pantalla donde me veía reflejado esperando que ella también saliera. Me veía desesperado, mis ojos estaban rojos y mi cabello demasiado despeinado por pasar tantas veces mis manos por allí, mi mirada estaba un poco perdida pero lo que realmente estaba era preocupada. Sara aceptó la llamada, pero no activo la cámara, solo se escuchaba su voz. — ¿Hola? — su voz sonaba muy nasal. — Hola Sara, tuve un problema con mi internet, ¿Cómo estás? — sabía que ella podía verme así que sonreí a la pantalla de mi celular. — Bien ¿Y tú? — se escuchó un sonido ahogado y luego como si sorbiera por la nariz los mocos al llorar. Un momento, ¿Sara estaba llorando? — No, por favor. Sara dime qué no estás llorando, dime qué yo no te hice llorar. — No — ahora el sollozo se sintió más claro y lo siguiente que dijo no se le entendió nada. — ¡Maldita sea, soy un estúpido! Merezco que me quieras sacar de tu vida, todo lo que te he provocado son lágrimas y tristezas. Joderrrrrrr, soy una mierda de ser humano. — David... ¿David, estás llorando? Mantuve mi cabeza gacha por un momento, luego alce mi rostro después de que Sara me llamara demasiadas veces por mi nombre. — ¿David porque estás llorando? — cuando enfoque bien mis ojos, secando las lágrimas que aún caían pude observar como el rostro de Sara aparecía al otro lado de la pantalla. Ella tenía la nariz, los ojos y los cachetes rojos, sus labios estaban hinchados y si su mirada no estuviera tan triste, para mí esa hubiera sido la imagen más perfecta de Sara hasta el momento. — Oye, respóndeme. — Odio todo el daño que te estoy haciendo, estoy creyendo que mi entrada a tu vida solo tuve efectos negativos. — No digas eso — ella se limpio un poco las lágrimas — estoy en mis días, y todo me hace estar más sensible. No te tortures pensando en que me hiciste llorar porque no fue así. — ¿Me vas a negar que no estás llorando porque salí con otra y contigo no? — Ví claramente como su labio inferior comenzó a temblar y como su diente superior lo mordía para detenerlo. — Bueno, si estoy llorando por eso. Tienes que entender que es doloroso. — Y lo entiendo. — Si lo entiendes ¿porque lo hiciste? — un suspiro muy hondo salió de mi. — Porque te quería olvidar — Mi corazón volvió a doler cuando la ví tirar la cabeza hacia atrás mientras trataba de no sollozar, pero no pudo y soltó un sonido tan lastimero a la vez que varias lágrimas caían por su rostro. — perdóname bonita, no quiero ni quería seguir siendo el causante de tus tristezas. Y tú eres tan especial que mereces a alguien que de la vida por ti, que te ame mucho, que este dispuesto a llevarte hasta la luna o a traertela. — Yo siempre quise que ese hombre fueras tú. — Ella acomodo el teléfono de una forma dónde sus dos manos quedarán libres, cruzo sus piernas y las abrazo a su pecho mientras recargaba su cabeza en sus rodillas. — Mírate bonita, estás llorando por mi. Yo no merezco tus lágrimas. No podría ser ese hombre si lo único que hago es hacerte llorar. — Si solo hicieras lo que quiero, no me harías llorar jamás. — Tienes razón. Ell esperó a que yo siguiera hablando pero al yo quedarme callado, ella tan bien lo hizo. Poco a poco ví como se quedaba dormida, estuve unos minutos viéndola hasta que llegó mi mamá y colgué la videollamada. Baje a la cocina y allí encontré a mi mamá. — Hola má. — me acerqué a besar su frente. — Hola grandulon mío — ella tomo mi rostro entre sus manos y lo examinó a profundidad. — ¿Por qué estabas llorando? — Yo no estaba llorando mamá — gire mis ojos hacia otra dirección, sentía que la mirada de mi mamá me estaba llegando hasta el corazón. Y no quería que lo viera tan triste. — Soy tu madre y muy claramente puedo ver cuándo has llorado. — Tengo 19 años mamá, deje de llorar como a los 7 años. Hace más de 10 años que no lloro mamá. — Pues tus 10 años de gloria se acabaron hoy. — ella soltó una fuerte carcajada — No tienes que contarme, pero no me niegues que has llorado. Te conozco más que a la palma de mi mano, a mi no me puedes mentir. — Bueno mujer que me conoce más que a la palma de su mano, me puedes decir dónde estabas hoy — ella me miró y sonrió feliz, sus ojos brillaron y se sonrojo un poco. — ¡Que asco mamá! — ella abrió los ojos con sorpresa. — ¡Pero si no te he dicho nada! — Pero lo ví en tus ojos. — Pues estás equivocado, solo salí a tomar algo con un amigo, pero no pasó eso que piensas. — Ah, ¿y cómo la pasaste? — Muy bien, es un gran hombre. — Esto es muy gracioso, ahora resulta que voy a tener abuelo y papá al mismo tiempo — ambos reímos por los palabras. — Si, nosotras si tenemos pareja, no como tú qué quien sabe que hizo y termino llorando, eso te pasa por pendejo. — ¡Mamá no me digas así! — tape mi rostro con ambas manos y me senté en una de las sillas del comedor. — ¿Ya comiste? — preguntó mi "querida madre" mire el reloj que colgaba de la pared 07:10 pm. — No, aún no. — empecé a arrancarme los pellejitos de las uñas, era un tic nervioso que tenía. — ¿Que quieres para cenar?— mi mamá se puso su delantal, era azul cielo y en el frente decía "Rey David abordo" con un pato horroroso debajo, se lo dieron cuando estaba embarazada de mi y aún lo conservaba y estaba muy bien cuidado. — La verdad no tengo ganas de comer nada. — Para la radiografía de mañana debes de tener el estómago vacío? — No es mañana, es el miércoles y no. Tengo entendido que el estómago vacío es para radiografías que se vayan a realizar por esa zona y que el estómago este libre para que deje ver. Pero yo no tengo necesidad de eso. — Mi mamá me miró enarcando una ceja — ¿Qué? — Es mañana señor olvidadizo, a las ocho de la mañana tienes que estar allá. — ¡Ay no puede ser, que pereza madrugar un lunes! — Pues demalas, mañana es la radiografía y el jueves la cita de ortopedia. — Es la otra semana — mire a mi mamá quién me veía con el entrecejo y los labios fruncidos. — Es el jueves, yo no olvido estás citas. Menos mal yo estoy acá para recordarltelo. — Ufs, menos mal mamá, yo estaba muy seguro de que era la otra semana. — Comerás algo y te irás a dormir okay? Nada de trasnochar okay. ¿Le llevaste el medicamento a la abuela? ¡Las pastillas! — ¡Ay! — No me digas que no lo hiciste, te dije muy claramente que la buscarás. — Si lo hice, pero no se las di a ella, las dejé con el portero porque ellos no estaban allí. El señor me dijo que se las iba a entregar a la abuela — La voy a llamar para preguntarle. — Si el señor ese de la portería no se las dió, le dices a la abuela que él las tiene para que vaya a reclamarlas. — Ya lo sé. Vi a mi mamá tomar el teléfono y marcar el teléfono de la abuela, converso con ella bastante tiempo y al parecer el señor con el que había hablado hoy si le había dado las pastillas. — Dice que te manda saludos. — Dile que lo mismo. A la mañana siguiente me levanté con un humor de perros, a la final me dormí a las cuatro de la mañana y extrañe que pegaso no me acompañará a desayunar, la próxima vez que mi abuela se quedará en la casa de su novio, me robaría a pegaso. Ayer fue tal mi descuido que no termine de lavar ni de secar toda la ropa y me di cuenta después de bañarme cuando abrí el armario y solo ví las dos camisas y el jean n***o que había doblado. Bien me habían explicado que debía de llevar ropa cómoda y no jean así que lo sabía que ponerme. — ¡Mamá, no tengo ropa para hoy! — Ponte el jean n***o y llevas la pantaloneta que tenías ayer en una maleta, cuando estés allá si no te prestan una bata te pones eso y listo. — Eres la mejor, te amo mamá. -- Si, si, ya vete que se te hace tarde. Salí corriendo a empacar la pantaloneta dentro del morral, después del examen tenía clase hasta la noche. Tome mi celular y abrí el chat de Sara y le escribí un mensaje. —Buenos días bonita, no estés triste hoy. Suerte en tu día. Yo no sé que iba a pasar entre nosotros, pero mientras tanto yo iba a actuar como el amigo que ella necesitaba. Al llegar al hospital, me registre en recepción, pague el valor de la radiografía y espere a que fuera mi turno. Estar en hospitales me hacía sentir incómodo, no me gustaba y esperaba que yo no tuviera que pasar mucho tiempo en ellos. — José David Ramos — preguntó una enfermera. Me puse de pie al tiempo que respondía yo, ella me sonrió y me indico por dónde pasar. Si me dieron una bata así que no tuve que usar la pantaloneta que tenía en el morral. Solo me hicieron quitar el jean, y todo lo que fuera de metal, hasta los zapatos pude dejarme puestos porque eran de tela y no interferian en nada. Entre a la sala de rayos x, allí me atendió un señor igual de alto que yo, era un poco flaco para su edad y a la vez era muy gruñón. Me hizo sentarme en una mesa, debajo de mi rodilla derecha coloco una placa y lo peor que me pudo pasar en el mundo fue que él, intento bajar mi rodilla para que la parte interna tocará aquella placa. — ¡Auch! Señor yo no puedo hacer eso, por eso estoy acá, hágame esa maldita radiografía para saber que tengo de una vez. El señor refunfuño algo que no entendí, me único una máquina justo arriba de mi rodilla y después de cuadrar todo entro a un cuarto y cerro la puerta. Cinco segundos después salió y me pidió que me ubicada de lado. Así que me acosté de lado derecho, mi rodilla estaba pegada a la placa esta vez porque estaba de lado y la pierna izquierda la tenía que dejar levantada, mis piernas hacías una especie de ángulo de 90° . El señor volvió a acomodar la máquina justo sobre mi rodilla y se volvió a encerrar en aquel cuarto. De nuevo salió cinco segundos después o un poco más. — Listo eso es todo, ya se puede ir. Espere en la siguiente sala a qué la enfermera le de la radiografía. — Vale, muchas gracias. El señor no contesto, no me importo y salí de aquella sala, entre al baño y me puse mi jean, deje la bata en un bote que ya estaba lleno de batas y me dispuse a ir a la sala donde estaba la enfermera. Me senté en la sala de espera frente al consultorio, junto a la puerta había un rótulo que decía que esperara un mínimo de 20 minutos para la entrega de la radiografía impresa. Saqué mi teléfono de uno de los bolsillos del morral, Sara ya me había respondido. Sara: Gracias, que tengas un lindo día tu también. Y junto a eso había un emoji de una carita con las mejillas rojas y un corazón al lado. No tarde en responder el mensaje. Yo: Bueno, hasta ahora no me quejo. Mi día ha ido muy bien, pero me tope con un señor que tenía un genio de los mil demonios. Seguro anoche nada de nada XD. Sara: ¡David, no digas esas cosas! Yo: jajajaja, pero es que ese señor estaba muy estresado, le hace falta un buen polvo que le quite todo el estrés. Sara: ¿Eso quita el estrés? — volvió a enviar el mono con los ojos tapados, siempre lo enviaba cuando preguntaba cosas de este tipo. Amo su inocencia. Yo: Bonita, ¿tu si sabes que yo estoy hablando de sexo verdad? Sara: Claro que lo sé. No soy tonta. Yo: ah bueno, entonces si. Respondiendo a tu pregunta si. Eso quita el estrés. Sara: Entonces tengo que empezar a tener sexo para no andar tan estresada y amargada como el señor que te tomaste hoy. ¡¿Qué?! Yo: ¿Quien eres tú y dónde está la Sara que conozco? Sara: jajajaja, oye. No conozco a ninguna niña de mi edad que sea virgen. Ella siguió escribiendo y justo en ese momento la enfermera me llamó. Guarde mi teléfono y camine hacia la enfermera. — ¿José David Ramos? — Si, soy yo. — Mira, acá están tus radiografías. — me pasó una bolsa tamaño gigante, yo pensaba que iban a ser radiografías no más grande de un tamaño carta, ahora cómo iba a guardar eso en la maleta? — te recomiendo que no la dejes en un lugar donde le de el sol directo ya que se pueden pegar entre ellas por el calor y se dañaría toda la radiografía. Y también cuando tú la mires trata de no poner tus dedos en medio de la radiografía, siempre pon tus dedos en el borde para que no queden tus huellas en alguna parte y luego se confunda con algo. — Si señora, entendido. — Listo, que tengas un buen días. — Igualmente — le regale una sonrisa y salí del hospital. Mi próxima clase no era tan importante así que podía volver a la casa y dejar las radiografías y luego salir de nuevo hacía la U. Tomada ya la decisión me dirigí a la parada de bus que iban hacia mi barrio. Recordé entonces que estaba hablando con Sara, cuando abrí su mensaje por poco no me caigo al piso y tiró todo con ello. ¡¿Pero esa niña estaba loca o qué?! Point Of View SARA. Mordí mi labio esperando la respuesta de David, había sido muy atrevida. Mi celular vibró anunciando la respuesta. David: Creo que... Creo que no te entendí muy bien. Yo: Tu solo lo haces para avergonzarme... David: ¡No! Claro que no, pero a ver. De verdad quieres eso. Yo: Si... David: Sara no te tomes todo a la ligera. Yo: Solo dime si sí o sí no. No le des más vueltas. David: Pfff es que lo es fácil para mí, no pensé que tú me dirías eso. Yo: Yo se que tu ya has estado con niñas, tú me podrías ayudar a mi. David: Sara... ¿De verdad quieres que te dé consejos sobre cómo tener sexo? Yo: Si no te molesta si. Quiero intentarlo. David: Oye, no. Tienes que estar muy segura de que lo quieras hacer. ¿Estás segura de querer perder la virginidad? Yo: No lo sé, he leído libros y amm me gustaría experimentar conmigo misma y tú eres el único hombre al que le tengo confianza. David: ¿Me estás pidiendo que te ayude a masturbar? Yo: Bueno ya que tú no lo quieres hacer en persona me podría ayudar por chat. David: :O :O :O ¿De verdad eres Sara o te robaron el celular? Active la camara de mi celular en modo selfie, pose haciendo el signo de paz, como muchas veces salía David en sus fotos, mis dedos estaban muy pegados a mi cara, tenía un buzo azul de cuello en v y mi cabello era lo que más resaltaba, tenía muchísimo y era una especie de café cholocate con vizos rojos. Guiñe uno de los ojos y saqué la foto. Se la envié a David. Yo: ahora sí me crees que soy yo. David: Pero que mujer tan hermosa ven mis ojos. Yo: Si o no? David: ¿Estás 100% segura? Te comprendería si no lo estás. Yo: Si David, estoy 100% segura... Bueno quizás un 99.9% pero con eso me conformo. David: Dios, tu me vas a parar el corazón. Yo: Bueno, mi idea era hacerte parar otra cosa... David: ¡Jesus bendito! ¿Desde cuándo eres tan atrevida? Yo: ¿No te gusta eso? Me estaba gustando todo este rollo que estaba armando y estaba 100% segura de que quería experimentar esto con David. Indudablemente le tenía unas ganas inmensas a este hombre, y me gustaría saber que podía conseguir de esta manera. Nunca había sido tan atrevida con nadie, pero es que David despertaba algo en mi qué nadie más despertaba y esperaba que yo también lo hiciera en él. La respuesta de David me llegó a los minutos. David: No, no me gusta. Me encanta. Me acabo de dar cuenta de que aparte de tímida e inocente puedes llegar a ser una pervertida muy atrevida. Y Dios, no sé cuál de las dos me encanta... No, espera si sé. ME ENCANTAS TODA TU Yo: ¿Cuando empezamos? David: ¿Tienes muchas ganas? Yo: Si es de ti, siempre tendré ganas... David: No sigas diciendo eso, se me está parando y estoy en el autobús. Si alguien me ve van a pensar que soy un pervertido. Yo: Ummm, como me gustaría ver eso. David: ¡Sara! Yo: Jajaja, está bien. No voy a ser tan mala contigo. Pero prepárate para cuando volvamos a hablar porque tengo demasiadas ganas de aprender. Así que se un muy buen maestro. David: Seré todo lo que tú quieras bonita. Estaba en la cafetería con mis mejores amigas al lado, estábamos esperando que empezará la siguiente clase. Mire hacia los lado para asegurarme de me nadie me veía, cuando estuve segura, cruce mis pies y me frote un poco con ellos. Ya me estaba empezando a mojar y por el bien de ambos, de que a David no lo descubrieran en el bus o de qué a mí no me descubrieran mis amigas le mandé un mensaje a David. Yo: No sabes cómo me estoy empezando a mojar, pero por el momento no puedo hacer nada. ¿Hablamos esta noche entonces? David: Jesús mujer, no me digas eso justo ahora, ya no tengo cómo ocultar esto. Por supuesto que hablamos esta noche. ;)
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