Eran pasadas las tres de la madrugada una tormenta caía fuera de la ventana, Atenea y yo dormíamos plácidamente mis brazos la rodeaban por completo, era muy pequeña de tamaño a comparación conmigo, de un momento a otro ella saltó de mis brazos sentándose en la cama muy agitada me incorporé de la cama y me senté junto a ella acariciando su espalda tratando de calmar su pulso el cual podía escuchar sin ningún problema.
—¿Qué sucede?—pregunté muy impaciente, sentía que ella estaba muy impaciente.
Ella me miró y su rostro no reflejaba ninguna emoción, estaba muy seria, pero su respiración y su corazón estaban muy agitados. Tenía su rostro mirando hacia abajo, comenzó a olfatear. Cuando levantó su rostro, sus ojos eran totalmente negros. Me alejé un poco de ella.
* Demetrio, Sam, Max, los necesito ahora. En mi habitación algo pasaba con Atenea*. Me enlacé a los tres por un momento sin esperar a que me contestaran.
Llegaron a los segundos de haber cortado el enlace, entrando en la habitación. Demetrio se puso frente a su hija y la miró fijamente a los ojos, ella solo lo miraba, se alejó unos pasos y miró a su hijo un poco desconcertado.
- Es Esmeralda su bestia, no es Atenea, por eso sus ojos son de ese color - dijo Max, detrás de su padre.
-¿Qué quieres, Esmeralda? ¿Qué sucede? ¿Por qué estás aquí?- pregunto Demetrio a su hija
Esmeralda volvió a oler el aire esta vez comenzó a levantarse y a caminar hacia la puerta los cuatro caminamos detrás de ella quien iba como si fuera sonámbula, era como si nosotros no estuviéramos ahí no nos veía por más que nos pongamos frente a ella, salió de la habitación y comenzó a caminar por el pasillo hacía le parte más alejada de la casa de la manada se había cortado la luz por la tormenta solo se veían la luz que entraba por los relámpagos, llegamos a un pasillo largo que a su derecha estaba cubierto por grandes ventanas de un momento a otro las ventanas se abrieron dejando entrar la tormenta, el viento ondeaba las largas cortinas tapando nuestra visión de Atenea la vimos doblar en la esquina hacia la izquierda, nos apresuramos, pero ya había entrado en una habitación.
Estaba frente a un espejo de cuerpo completo, mirándose fijamente al entrar. Solo la veíamos de costado, sonriéndole al espejo, pero de un momento a otro estiró su mano y tocó el vidrio, dio dos pasos desapareciendo dentro de él, todos nos miramos, preguntándonos: ¿Cómo hizo para entrar dentro del espejo? Cuando comenzamos a acercarnos, un rayo entró por la ventana quebrando el espejo en miles de pedazos.
Sed comenzó a impacientarse dentro mío, desesperado por qué encontráramos a nuestra hermana, disgustados todos comenzamos a enlazar con los lobos que patrullan la manada pidiendo que busquen a Atenea o den aviso si la llegan a ver.
Demetrio comenzaba a impacientarse, esto jamás le había pasado. Estábamos en la cocina, mirando los mapas de los terrenos, pensando que quizás alguna bruja de los alrededores podría saber dónde está Atenea.
—No se alteren, ellas están bien, fue llamada al cuadro espiritual, no hay de qué preocuparse— dijo Samanta.
—Luna Samanta no la veíamos desde su llegada, ¿cómo se encuentra?—pregunté, ya que la mujer manejaba un color pálido en su piel pareciendo una hoja transparente.
— Bien alfa, gracias por preguntar— dijo la mujer apoyando si cabeza en el hombro de Demetrio
—¿Cómo sabes dónde está Atenea, madre?—
— Lilith me lo dijo el aquelarre, solicitó a Esmeralda para comunicarse con los dioses, la devolverán cuando acaben.—
— ¿Alguien sería tan amable de explicarme qué diablos sucede?—dijo Sed a través de mí.
—Tranquilo, Sed tu mujer está bien, mi hija tiene una conexión espiritual con el lado de las diosas por su bestia la cual le permite comunicarse con él más halla siendo así como la diosa de occidente antes esmeralda era una diosa que acompañaba a los muertos a la siguiente vida y los ayudaba a cerrar siclos cuando una bruja o ser mágico muere de manera brutal un portal se abre dejando una brecha entre los dos planos mi hija se encarga de cerrar esa brecha y ayudar al espíritu a seguir — explicó Samanta muy tranquila
—Solo debes esperar a que encuentre el camino a casa, ella vuelve, siempre vuelve.—dijo Sam, no muy convencido de sus palabras.
— Porque no damos un paseo, la noche se ve exquisita— exclamó Samanta a su esposo, el cual seguía viendo la mesa muy frustrado.
—Bien, vamos— Dijo saliendo con Samanta en plena tormenta
Sam, Max y yo nos quedamos viendo cómo la pareja desaparecía bajo la cortina de agua; nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando.
— Prepararé café, creo que esta será una noche larga — dijo Max, dándome una palmada en el hombro, poniéndose de pie y acercándose a la máquina.
—¿Cuánto crees que tarde tu hermana en regresar?—pregunté a Sam un poco cansado.
— No lo sé, pero vete acostumbrando a que desaparezca de esta manera lo ha hecho desde pequeña siempre quise seguirla, pero nunca lo lograba solo me rendí, por lo general aparece a las orillas de un lago a veces la encuentro en cuevas durmiendo, pero jamás sé cuando volverá a aparecer te daré un consejo, será mejor que la rechaces como tu mate solo te traerá problemas y muchos dolores de cabeza créeme lose — Dijo el joven antes de levantarse y subir las escaleras hacia las habitaciones dejando a Max y a mí muy pensativos.
— ¿Qué debería hacer, Max?—
— Tú no quieres una luna después de perderla en primer lugar, deberías seguir el consejo de Sam, recházala. Sed se acostumbrará con el tiempo.—