CAPITULO 3

2041 Words
BERLÍN, ALEMANIA. Henrik se quedó extasiado. Su cuerpo no pudo evitar encenderse de pasión al revivir lo que alguna vez fue. Había pasado meses enteros añorando eso pero siempre se había detenido pensando en que Tessa tenía otras prioridades. Le había dado su espacio y esa espera ahora le pasaba factura. Los labios sabor a vino de su esposa le devoraban la boca con fiereza, pasión, deseo, anhelo. Un cóctel de diversas sensaciones de las que no se podía deducir cuál era la que más dominaba. Las manos del alemán se perdieron debajo del camisón levantandolo un poco y revelando la ropa interior de su mujer. Un jadeó escapó de su boca al mirar ese lindo y redondo trasero que se mantenía oculto debajo de esa tela. Sus manos ansiosas apresaron su piel. Besó su cuello sintiendo el aroma de la fragancia que ella siempre solía colocarse en aquella zona. Su esposa mientras tanto le acariciaba el pecho sintiendo la dureza contra sus dedos y jugueteando con los botones. El sexo con ella siempre había sido increible pues lo que mas les había sobrado en su matrimonio era pasión y amor, una combinación demasiado potente que los hacia convertirse en fuego cuando estaban juntos. El alcohol en su sangre los incitó a ir mucho más allá. En aquellos minutos de besos y lascivas caricias solo lograron aumentar más el deseo que tenían de estar juntos. Henrik terminó haciendo que su esposa cayera contra el sofá mientras él subía sobre ella y le quitaba el camisón. Tessa se estremeció entre sus manos mientras su esposo tomaba sus labios y le robaba el aliento con un sublime beso. La mujer tragó saliva cuando su boca bajó desde sus labios haciendo un largo y extenso camino que recorría su cuello, hombros y la parte alta del pecho para después juguetear con sus pechos desnudos pues no tenía sujetador debajo. —Dios…—gimió a la primera oportunidad cuando sintió que la boca del hombre tomaba uno de sus pezones y los atendía de forma insaciable. Sus largas uñas se posaron detrás de la mata de cabello rubio de Henrik para perderse entre ellos y acariciarlo. Henrik sentía la boca húmeda, quería recorrerla por completo y no olvidarse del aroma y calidez de su piel. Podía sentir el latir y la respiración agitada de su esposa ante cada caricia. Atendió sus dos grandes pechos a la par que besaba, lamía y chupaba cada uno de ellos, provocando que cada vello del cuerpo de la mujer se erizara debido a los escalofríos placenteros que ahora tomaban posesión de cada uno de sus músculos. Henrik se apartó de su cuerpo, sus rodillas se mantenían a ambos lados del cuerpo de su esposa posado sobre ella. Intentó desabrochar uno de los botones pero sintió que sus manos temblaban demasiado como para poder hacerlo con rapidez. Enfadado y ansioso abrió el botón superior y después sujetó la camisa de lino con tanta fuerza para después jalarla hacia lados opuestos haciendo que los botones de arriba se abrieran rompiendo la camisa. Dos botones de abajo quedaron libres y fue entonces cuando su esposa entró en escena sujetando la ropa de la misma forma que él y deshaciéndose del único impedimento que se interponía entre ella y el torso desnudo de Henrik. Ninguno de los dos tenía palabras para decir, estaban demasiado deseos como para ocupar los minutos que tenían en palabras así que dejaron que sus cuerpos hablaran por ellos. Tessa sintió como su cuerpo reaccionaba ante la cercanía de su esposo, su piel quemó cuando la piel de Henrik quedó pegada a la suya cuando se inclinó para besarla. Se aferró a su cuello y lo acercó más a ella como si deseara que su cuerpo se fundiera con el suyo. No quería que se fuera, no quería que la dejara. Su mente logró ocuparse de aquellos pensamientos. No debía pensar en su situación a menos que deseara terminar llorando destrozada en los brazos de su esposo que pronto no sería más que un desconocido para ella. Posó su mano detrás de la fornida espalda sintiendo cada músculo tensarse debajo de su tacto. Iba a extrañarlo, llevaba extrañandolo meses. Henrik besó su mejilla y después llevó sus carnosos labios hacia su oído para hacerle una pregunta con esa voz ronca y seductora que tenía: —¿Quieres que…—”te haga el amor” estuvo por decir pero a último minuto corrigió aquella pregunta—lo haga aquí o en la cama? —¿Crees poder llegar a la cama? —No si la jodida puerta se interpone en mi maldito camino y me roba tiempo. j***r, Tessa, no tienes idea de las ganas que tengo de estar dentro de ti, ahora—murmuró con la voz agitada en contra de su oido mientras deslizaba su mano dentro de la ropa interior de encaje. —Henrik… El alemán sintió la humedad entre sus dedos y soltó un ruido de satisfacción pura cuando escuchó su nombre salir de los carnosos labios de Tessa. Sintió que cada músculo de su cuerpo le pedía a gritos que la hiciera suya con esa corriente de placer innato que no dejaba de acelerar el corazón. Tessa sabía lo mucho que le excitaba escucharla decir su nombre durante el sexo. Era como su talón de Aquiles, especialmente cuando lo decía entre gemidos, antes, durante y después del orgasmo. La voz de su esposa era la música más perfecta que había escuchado, no quería ofender a Beethoven o a Chopin pero incluso la nota más perfecta de una de sus composiciones no podían causarle tanto como lo que esa mujer le provocaba. Sus dedos se enterraron en la ropa interior y entonces se escuchó un rasgido. La pieza de ropa terminó hecha añicos. Tessa se quedó atónita al mirar lo que fue su ropa interior favorita hacerse nada más que harapos rotos. Estuvo apunto de decir más pero sus oídos fueron cautivados por la respiración agitada del hombre y después por el sonido del cinturón y la hebilla cayendo al suelo. Los dedos largos y perfectos de Henrik jugueteaban con su sexo mientras la preparaban para recibirlo aumentando la tensión en el cuerpo de ella. Tessa cerró sus ojos y con sus pulmones luchando por aire cerró sus ojos, enterró sus uñas en el sofá y se dejó penetrar lentamente por sus dedos. Mierda… Mordió su labio mientras sentía esa sensual sensación que aumentaba con cada entrada y salida de su cuerpo. Sus ojos brillaban y sus dilatadas pupilas denotaban a distancia que había caído rendida ante los deseos carnales del cuerpo. No solo era la carne, también el corazón. Abrió sus ojos y miró esos preciosos ojos que la habían cautivado desde el primer momento. Henrik la miraba con un hambre insaciable en sus ojos que como siempre que habían compartido cama la hacían sentir deseable, única. Su cuerpo estaba deseoso de sentir más y antes de darse cuenta estaba con las manos sobre la espalda del alemán mientras la penetraba. Un gemido brotó de su boca para informar del placer que la embargaba. Henrik besó su cuerpo y ella se abrazó a su cuerpo para rendirse delante de él mientras la embestía sin una pizca de delicadeza. Él no era precisamente tierno durante el sexo y eso le había encantado a ella pues una pizca de rudeza nunca caía mal. Su cuerpo fornido y marcado no tardó en empaparse de sudor, una fina capa y un vapor caliente que salía de su cuerpo junto con un aroma que Tessa conocía bien: la fragancia masculina de Henrik y sexo. Le había extrañado. —Me vuelves loco, j***r, Tessa. Ella sonrió para después tragar saliva e intentar obtener un poco de aire. Henrik solo podía escuchar el sonido de su respiración y la forma en como unos gemidos involuntarios brotaban de su boca. Besó sus labios y después la sujetó por la espalda para cambiar de posición. Tessa terminó sobre él para permitirle un respiro y entonces fue el turno de Henrik para apreciarla. Ese lindo cabello que tenía y ese cuerpo que le hechizaba. ¿Qué mierda iba a hacer sin ella? Dudaba que alguien más pudiera causarle tanto. La amaba pero el matrimonio no era solo sexo, había mas y ellos habían perdido ese mas. Colocó su mano sobre el pecho de su esposa sintiendo la suavidad de su piel y después depositó besos desde su cuello hasta sus pechos mientras ella subía y bajaba sobre él causando un placer exorbitante que apenas y podía controlar. Tessa le sujetó el rostro, besó sus labios y después no pudo evitar perderse en esa mirada azulada y acariciar esa barba castaña cara que acompañaba perfectamente bien a su cabello rubio. —Henrik—logró decir pero después no pudo formular más. Sintió que en aquel momento pudo decirle todo y a la vez nada. Se aferró a su cuerpo cuando sintió que el orgasmo la llamaba y lo abrazó tan fuerte que pensó que sus uñas le harían daño pero él no se quejó al respecto. Los músculos del alemán se tensaron después de permitir que ella lo subyugara y lo poseyera con esas caderas que le enloquecían. Ella detuvo sus caderas debido al cansancio y entonces él besó su hombro y continuó. Se sentía increíble. Su esposa le miró a los ojos mientras sentía cómo su cuerpo se acercaba al límite. El alemán pudo presenciar la imagen auténtica en aquel bello rostro y entonces ella se dejó llevar. Henrik sintió como desfallecía en sus brazos después del cúmulo de emociones del orgasmo y como si se tratara de una avalancha él la siguió seducido por su rostro y por la sensación de su interior. Tessa era perfecta en todo sentido y su cuerpo el mayor de sus delirios. Henrik se vino dentro de ella permitiendo que sus dos cuerpos se fundieran y sus corazones se convirtieran en uno. No supo cuanto tiempo tardaron juntos, abrazados el uno con el otro como si ninguno se atreviera a abandonar aquella cómoda posición. Tessa se aferró a su cuerpo y él al suyo pero ella fue quien rompió el silencio con una pregunta en voz baja. —¿Volveras a casarte? Henrik sintió que la vida se le fue en esa pregunta. —No lo sé. ¿Qué hay de ti? —No lo sé. Su esposa tenía un nudo en la garganta sintiendo que debía huir lo más lejos posible porque no deseaba verlo a lado de ninguna otra mujer. Si alguna vez el destino los cruzaba tendrían que rogar a Dios que no estuviera con nadie porque si lo veía su corazón terminaría en hacerse polvo porque añicos ya era. Tessa apartó su rostro del hombro de su esposo y después le sujetó el rostro. Acarició su cabello y le vió a los ojos. Esos ojos color cielo o oceano. —Hazlo—dijo entonces intentando que el egoísmo se alejara de su cuerpo—. Ten un lindo hijo que tenga tu cabello o tus ojos y se feliz. Ten todo lo que no pudiste tener conmigo y haz que la vida valga la pena. Después con todo el dolor del mundo besó sus labios y después bajó de su regazo. Ambos lo habían intentado y habían fallado. No había nada que ella deseara que su felicidad pero había un pequeño detalle, un detalle en el que Henrik reparó cuando le vio alejarse: dudaba poder encontrar la felicidad en un lugar donde no estuviera ella, sin embargo ya era un hecho, a más tardar en dos días ambos habrían firmado el divorcio y no volverían a verse nunca más. Intentó decirse a sí mismo que al menos se habían despedido, pero el nudo que sintió en la garganta por las palabras de Tessa nubló sus ojos. Colocó su brazo sobre su rostro intentando que las lágrimas se fueran pero no fue suficiente. Un hombre nunca estaba preparado para dejar ir al amor de su vida y ella lo era, pero no lo habría hecho si no hubiera tenido la certeza de que era lo mejor para ambos. A veces el amor no era suficiente.
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