CAPITULO 4

2199 Words
BERLÍN, ALEMANIA. —El señor Van der Meulen ha propuesto una repartición equitativa de bienes. En mi deber como abogado estoy en obligación de hablarle al respecto. Para que esté al tanto de esta información. Tessa suspiró y después volteó en dirección a Henrik quien mantenía su rostro serio y guardaba silencio. No la miro, no porque no quisiera hacerlo sino porque eso haría más complicada la situación pues ambos se habían reunido para firmar el divorcio. Tessa se había marchado de la casa después de aquella noche. Había estado en un hotel y estaba próxima a rentar un departamento temporal mientras preparaba todo para su viaje a Murren para ir con sus padres. —He hablado con él al respecto y mi respuesta no ha cambiado. No quiero ni un solo centavo. Solo quiero terminar con esto de una vez. Le he dicho al señor Van der Meulen que no tiene ni una sola deuda conmigo, su dinero siempre ha sido su dinero y eso no cambiará ahora que estaremos divorciados. Su abogada, Ava Neuman quien además era una buena amiga del instituto no pudo evitar hacer un gesto con el rostro ante la negativa de su amiga y clienta. Había intentado convencerla de lo importante que era recibir una compensación pero Tessa se había mantenido firme. No quería ni un solo centavo y así sería. —Permítame mencionar que según las valuaciones de ley y a petición del señor Henrik Van der Meulen, en una repartición equitativa de bienes usted tendría acceso a una parte equivalente a quinientos millones de Euros, negociable a la cantidad que usted considere si no desea ser acreedora a la cantidad que le corresponde. Tessa siempre supo que su marido tenía demasiado dinero. Su fortuna era cuantiosa y en cuanto su padre decidiera hacer las formalidades aún más dinero pararía a sus manos cuando las cadenas de hospitales privados de su familia pasaran a sus manos. Era hijo único por lo que la fortuna absoluta de los Van der Meulen era suya. —No hay necesidad de que lo mencione, ya tengo una decisión. Solo deme los papeles. Henrik estaba enfadado por su necedad pero no podía hacer nada al respecto. Tessa era inquebrantable pero al menos lo había intentado. La casa se sentía vacía sin ella, todo el silencio de esa semana le estaba consumiendo. La extrañaba como ella no tenía ni idea pero el sentimiento era mutuo así que si conocía la fuerza del sentimiento. Cuando el abogado de Henrik notó que la mujer estaba un tanto enojada decidió buscar una respuesta en la mirada de su cliente y este asintió. No iba a insistir más. El hombre abrió la carpeta gris y mostró los documentos del divorcio. Tomó la elegante pluma y después se la tendió a ella primero. Tessa sintió que la pluma en su mano temblaba mientras la colocaba pero eso no impidió que la firma fuera legible en aquellos papeles segundos más tarde. Se había prometido a sí misma que no lloraría y que había tenido suficiente tiempo como para asimilar que su vida acababa de cambiar para siempre pero aunque logró ocultar sus lágrimas por dentro estaba destruida. Volteó hacia su marido y le tendió la pluma, ambos rozaron sus dedos levemente y después el hombre se inclinó para hacer lo mismo que ella. Ambos acababan de divorciarse. La mujer sintió que era hora de irse. Preguntó si no había otra cosa por hacer y cuando el abogado le informó que no había nada más decidió marcharse. Afuera estaba lloviendo y hacía frío por lo que metió sus manos dentro de los bolsillos de su largo abrigo. Su abogada se quedó en la lujosa sala de aquel bufete conversando con el abogado de Henrik sobre algunos detalles. Tessa tenía un bolso en su hombro y dentro de los bolsillos sus dedos estaban agarrotados no tanto por el frío si no por la sensación de vacío que ahora le recorría el cuerpo. Había sido un divorcio rápido pero era algo que ambos querían pues no deseaban sumergirse en un proceso durante meses que solo aumentaría el dolor porque sí, ambos estaban sufriendo. Una lágrima derramó por su mejilla. —¡Tessa! La voz de Henrik detrás de ella la hizo caminar más rápido. Limpió sus mejillas y se apresuró a llegar al estacionamiento donde tenía aparcado su auto. Antes de que pudiera abrir la puerta sintió que una mano rodeaba su brazo. —Tessa, maldita sea, te estoy hablando. —No hay mucho que tengamos que hablar Henrik—recalcó ella mirando su brazo con enfado y haciendo que su esposo la soltara cuando se dió cuenta que el arrebato la había molestado—. Tu y yo no tenemos nada para decir. Creo que no hemos tenido nada para decir desde hace dos años. No comenzaremos a hablar ahora. Henrik sintió como si un puñal se clavara en su pecho. —Yo tengo algunas cosas para decir. —¿Y valdría la pena escucharlas ahora?—preguntó Tessa—. Ya no soy tu esposa Henrik, es momento de dejar atrás todo y olvidarte de lo que pasamos. Ese fue el objetivo de esto. Yo me tengo que ir. Ella abrió la puerta del auto sintiendo la mirada del alemán sobre ella. Henrik tragó saliva y entonces le dijo unas palabras que casi le provocan el llanto: —Lo siento, Tessa. No habrá día en el que no piense que pude haber hecho más. Lamento no haber ofrecido más que consuelo y después silencio. No te culpo de nada porque no fue tu culpa. Tal vez fui demasiado egoísta al continuar con mis deseos de tener un hijo después de que perdimos al primero. No habrá día en el que no me culpe y en el que no lamente no haber ofrecido mas. —Tu no eras el único que deseaba un hijo, yo lo deseaba igual. No tienes ni idea el dolor que sentía cada vez que cargaba a un recién nacido en la consulta. Nunca había visto mi profesión como una tortura hasta que perdí a nuestro primer hijo. No existe un infierno más grande que sentir lo que pudiste tener en tus manos y después verlo esfumarse. No fuiste tu quien se empeñó así que no te culpes. Henrik vió sus ojos llenarse de lágrimas y deseó abrazarla, pero él sabía que no solo sentía dolor al cargar un bebé sino también al verlo a él porque le hacía recordar. Siempre la ataría al pasado y eso no podía remediarse. —No tienes que dejar el hospital. —No voy a quedarme—anunció—. Me voy de Alemania en un mes. Espero que sigas siendo el hombre que eres Henrik. —Tessa… —Basta. No me hagas las cosas más complicadas. Era casi un hecho que no tardaría en encontrar a una mujer a su altura que pudiera darle todo lo que deseaba incluso ese hijo que ella no pudo darle. Agradeció que hubiera manejado todo con tanta discreción así el anuncio de su divorcio no saldría en las planas de los periódicos de chismes alemanes al menos hasta que ella ya no estuviera allí. No quería leer columnas de suposiciones al respecto. Solo ambos y la familia más cercana sabían lo que había pasado y con ello era suficiente. Con un nudo en la garganta decidió dedicarle unas últimas palabras pero él se adelantó. —Fui feliz, Tess, como nunca en mi vida, espero que tu lo hayas sido también. Voy a agradecerte por esa felicidad y esos años juntos en los que le encontré un sentido a la vida mucho más profundo que solo el trabajo y el dinero. Me voy sin rencor y desearía que tú también te fueras así. ¿Cómo demonios iba a odiarlo cuando lo amaba tan profundamente? Claro que se iba sin ningún rencor y se iba amándolo pero eso no lo diría. —No te odio Henrik, nunca podría odiarte. —Entonces tal y como me lo dijiste a mi se feliz. Olvida lo que has vivido conmigo así sea lo bueno o lo malo si es que eso ayuda a que comiences de nuevo. Deseo que encuentres felicidad donde sea que vayas porque eres la mujer mas magnifica que conocí en mi vida. Tessa asintió. No pudo decir más porque se echaría a llorar allí mismo. Entró al auto y se puso en marcha tan rápido como pudo sin perder la vista de la imponente estampa de su ex marido por el retrovisor. Cuando lo perdió de vista detuvo el auto y sin poder contenerse golpeó el volante con fuerza para después echarse a llorar sobre él. Maldito fuera el destino que le había puesto en esa situación. Iba a irse tan lejos como fuera posible e intentaría olvidar porque si no lo hacía estaría condenada a morir amandolo para siempre y con ello a un tormento eterno de un amor no correspondido. (...) UNA SEMANA DESPUÉS. Un hombre de cabello rubio y ojos tan grises como una nube de tormenta abrió la puerta de la oficina de su hijo de forma violenta. Johan Van der Meulen lanzó un periodico en el escritorio de cristal de su hijo con sus ojos irradiando un dolor y decepción incontenibles. —Explícame esto Henrik y dime que es una jodida mentira—exigió haciendo que su hijo se levantara del escritorio sorprendido por la visita y el arrebato de su padre. El alemán tomó el periodico y fue así como leyó la primera plana. “¿Un divorcio millonario? Los rumores de divorcio de Henrik Van der Meulen y su esposa Tessa Meier fueron confirmados después de que un Paparazzi fotografió su presencia en el Buffet de abogados LERIA en Berlín la semana pasada y fuentes de información confiables del lujoso edificio donde vivía la pareja arrojaran que ya no viven juntos” Mierda. —Es cierto. Henrik arrojó el periodico. —¿Es cierto? —Es una sorpresa que la noticia saliera tan rápido. Pensé que había sido precavido con respecto a la privacidad de mi vida pero veo que todo es una vana ilusión. —Toda la vida has estado en el ojo del huracán desde que naciste en mi familia y fuiste mi único hijo. No hay nada que la prensa no sepa o de lo que nunca llegará a enterarse. No he venido aquí a discutir eso, Henrik. Su padre aparte de amarlo a él adoraba a Tessa tanto como si fuera su propia hija. Johan Van der Meulen se sentía traicionado y le dolía que no hubiera podido enterarse de las circunstancias. —No daré explicaciones al respecto. Ambos hemos tomado una decisión donde la opinión de nuestras familias sobraba. No teníamos compromisos el único con el otro simplemente llegamos a la conclusión que esta era la mejor opción. —¿La mejor opción? ¡Un jodido divorcio! No te eduqué para esto Henrik. No te eduqué para que salieras corriendo al mínimo problema. Te eduque para buscar soluciones, resolverlos y enfrentarte a la vida como un hombre íntegro. Saliste huyendo como un cobarde cuando los pilares de tu matrimonio se quebraron… Henrik se enfadó por aquellas palabras. Terminó apartando cualquier gesto de tranquilidad de su rostro y golpeó la mesa con fuerza para después decir unas palabras que estrujaron el corazón de su padre. —¡Luche por dos malditos años! ¡Estuve encerrado en un maldito foso oscuro donde no sabía hacia donde ir o qué hacer! ¡Busque soluciones, intente ponerlas en práctica y todo fallo! ¿Cómo se supone que iba a poder hacer algo cuando ella deseaba que yo hiciera nada? Lo intente padre. Lo siento por no haberlo dicho pero creo que no hubieras podido hacer nada al respecto. He tomado mi decisión y espero que puedas aceptarla. Johan vió el dolor en los ojos de su hijo quien después colocó sus manos sobre el escritorio mientras intentaba recapacitar al respecto. Acababa de levantar la voz a su padre, tomó aire y no pudo evitar corregir su error. —Lo siento, padre, no quería hablarte así. —Henrik… —Yo tengo muchas cosas en la cabeza, tantas cosas que pensar, cosas que digerir, cosas que hacer. No sé por dónde empezar. Sie war mein Leben und sie ist für immer gegangen. (Ella era mi vida y se ha ido para siempre.)—dijo con la voz baja haciendo que su padre se acercara a él y le pusiera la mano en el hombro. —Si era tu vida ¿Entonces porque la has dejado ir? —Porque estábamos estancados y a veces el amor no se trata de prevalecer si no dejar ir. He tomado la decisión que pensé era mejor para ambos. No importa cuánto me duela, no me importa cuanto sufra, en algún momento lo superare y ella lo hara tambien aunque no creo que eso le cueste demasiado. —¿Por qué dices eso? —Porque ella no me amaba. Y esa era la mentira más grande que Henrik se atrevió a pensar pero también la que más le dolía.
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