Carolina, volvió a hacer lo que le gustaba, atender a su hombre. A prepararle su comida favorita y sus postres favoritos y durante una semana hubo paz, y amor, mucho amor. Los preparativos de la boda seguían su curso, en eso había sido inflexible. No podía detener un casamiento, ¿Qué importaba firmar unos papeles y una fiesta que saldría en todas las revistas de sociales? Ya había salido una nota que la dejó furiosa en una revista. Que se tenía un artículo sobre su boda “Una asistente cazó al cazador " que hablaba del boom en la literatura erótica del jefe y su secretaria, contando anécdotas de la vida real de algunas estrellas que habían dormido con sus asistentes y por supuesto, entre los famosos de Francia, se encontraba el empresario Deiby Hunter, con su asistente; la Señorita Carolina Fuenmayor, que pronto darán el "Si", en una inolvidable y concurrida ceremonia en el Castillo de Burdeos.. Ambos estaban leyes él artículo de la revisión y a Deiby l dió un ataque de risas, en cambio Carolina, estaba muy ofendida.
—¿Así que está de moda casarse con la secretaria o dormir con ella? Y me describen como una chica cándida de veinte años. No tengo veinte años ni soy una novata.
Deiby, se vio obligado a replicar mientras comía pastel que en realidad sí la había conocido novata, tanto que casi huyó la primera noche de sexo.
—¿Acaso lo has olvidado?
—No, pero estos periodistas dicen que “hacerse la mosquita muerta da resultado con los hombres ricos y poderosos, y que estos no se sienten atraídos por las mujeres inteligentes, solo por las secretarias que fingen ser inocentes pero que en realidad son unas zorras muy astutas.”
—Amor, deja eso, son tonterías para vender, a la gente siempre le interesa la vida de los otros, no importa si son famosos o no, siente curiosidad, se distrae fisgando. ¿Y tú no vas a probar el pastel?.
—No, tengo, lo que tengo es mucho cansancio y quiero irme a recostar. Faltan pocos días para la boda y se me siento algo tensa y nerviosa.
—Vete a descansar amor. Obediente Carolina, se dirigió a la habitación.
En verdad lo que estaba era muy nerviosa, temía que pasara algo que lo arruinara todo, en ocasiones sentía que algo maligno flotaba en el aire, algo que le impedía disfrutar de su felicidad como debía.
Deiby se acostó a subir lado y la abrazó y ella le comenta su preocupación y le dice:
—Sabes quisiera quedarme aquí para siempre o mudarnos al campo, pero temo que esa boda... No lo sé, temo que pase algo, ¿Por qué debemos casarnos? ¡Estamos tan bien así!.
Deiby la abraza más fuerte y le dice:
—Es dar un paso más en nuestra relación y ya sabes, luego tendrás tu premio; el bebé que tanto quieres.
Carolina se sonrojó, hacía más de dos semanas que no se cuidaba, ¿Vendría ese bebé en camino?. Su teléfono móvil sonó entonces y ella se puso nerviosa, no quiso atender.
—¿Qué ocurre? ¿Quién es? ¿Porque te pones nerviosa?
Carolina apretó los labios inquieta.
—Es Orlando, no sé qué le pasa, creo que cuando supo que iba a casarme contigo le cayó mal. Sabes cuánto me costó el divorcio, no quería dármelo porque esperaba que regresara con él.
Esas palabras pusieron a Deiby de mal humor, ¡maldita sea con ese hombre!. Buscó su celular y lo tomó; sí, era Orlando, pero cortó enseguida, cansado de esperar a ser atendido.
—¿Por qué no me habías dicho que te estaba llamando?. ¿Acaso te ha buscado, lo has visto en la calle? Ella ahogó un bostezo, se moría de sueño.
—Lo vi el otro día y me preguntó si tú eras mi antiguo jefe, le dije que no... Que mi jefe entonces era tu primo. No importa... Escucha, si no te dije nada es porque todo esto es muy absurdo, Orlando me fue infiel y luego se fue a los Angeles y regresó queriendo volver. Nosotros no salíamos todavía y no le dije nada, no le debía explicaciones. Y ahora creo que piensa que yo tenía un enamorado cuando era su esposa.
Deiby, se quedó mirando el celular con calma.
—No quiero que ese hombre se acerque a ti, no entiendo por qué lo hace pero debiste decirme, no me agrada que me ocultes esas cosas.
—No lo oculté, es molesto para mí, espero que se olvide, que se vaya y me deje en paz. Ahora me iré a la cama mi amor, no puedo más. Olvida a Orlando, si se enoja porque me enamoré de un hombre al que conocía de la compañía pues lo lamento, él fue quien se fue con esa chica y lo arruinó todo. Perdí el bebé y él dijo que no fue su culpa, ni siquiera reconoció... Vamos a dormir que tengo sueño. Olvidemos de Orlando. Buenas noches.
Por supuesto Deiby no los iba a olvidar tan fácil. Al día siguiente Deiby buscó a Orlando González, debía hablar con él, tenía una sospechaba que tramaba algo en su contra y fue hasta su apartamento. No estaba allí, se había escapado antes de su llegada, escurriéndose como reptil. ¡Maldito hombre, no arruinaría mi boda ni mí vida!.
Llamo a Carolina, debía saber dónde estaba, advertirle...
—Hola amor. ¿Dónde estás?
—Hola mi amor, estoy aquí en casa preparando algo antes de irme. ¿Quieres que vaya a la oficina?
—No, quédate en casa tranquila, necesitas recuperarte amor, no salgas, iré en un momento a ver cómo estás.
Ella se sintió encantada con la idea, había pasado una mañana sin fuerzas, tirada en la cama y tenía sueño, mucho sueño. Se acercaba la boda y estaba algo tensa, nerviosa, tenía un mal presentimiento y eso la angustiaba, no sabía qué era pero habían pasado tantas cosas que habría deseado quedarse encerrada en el apartamento y no casarse.
Su futura suegra la llamó luego para saber cómo iba todo, debía ser amable y diplomática aunque por dentro se sintiera llena de dudas al saber que ellos habían redactado ese contrato. Mientras, Deiby, buscaba desesperado a Orlando, debía evitar que hablara con Carolina y provocara un desastre, porque si ella se enteraba de... estaba desesperado, como lo había estado algún tiempo atrás al comprender que no tenía esperanzas.
Carolina, estaba casada, recién casada y se veía muy enamorada, jamás habría engañado a su esposo y mucho menos lo habría abandonado. Y cuánto más crecía su deseo por ella más remotas eran sus esperanzas. Así había nacido en Deiby la obsesión, casi desde el mismo instante en que la vio y ahora estaba desesperado porque temía perderlo todo. Solo él sabía cuánto le había costado conquistarla, enamorarla y llevársela a la cama, por momentos estuvo a punto de volverse loco y descubrió que cuando le interesaba algo su paciencia era infinita. Esperó días, semanas, meses sabiendo que estaba atrapado y no le alcanzaría una noche de sexo sino muchas, muchas noches para saciar ese deseo endemoniado que lo consumía. Nunca antes había deseado tanto a una mujer, poseerla en cuerpo y alma como le ocurría con Carolina, ella es su debilidad, su más cara posesión. Carolina lo había cazado. La amaba y le pertenecía, había caído en su propia trampa y no se engañaba; estaba locamente enamorado y habría hecho cualquier cosa por no perderla. Porque sabía que si su secreto salía a la luz la perdería. Y lo más triste era que no lo había planeado, no como parecía, los hechos, todo lo acusaban a él, pero no era así... De pronto vio a Orlando en su auto, cerca de su apartamento. ¡Lo sabía! Estaba buscando su oportunidad para ver a Carolina y contarle. Era su venganza: arruinaría su boda como Deiby, había arruinado su matrimonio una vez. En esos momentos sintió deseos de matarlo, ¿Por qué no dejaba en paz a Carolina? ¿Qué demonios pretendía? Ella ya no lo amaba, nunca lo había amado, y pronto sería su esposa.
Orlando, salió del auto de un salto al verlo, sí, sabía quién era, lo había visto en las revistas, uno de esos niños adinerados que nacían en una familia rica y tradicional, ese tipo había arruinado su matrimonio solo porque deseaba acostarse con su mujer.
—¿Qué estás haciendo aquí, Orlando González?. Vamos, regresa a tu casa o te denunciaré por acosar a mi futura esposa—dijo Deiby. Era mucho más alto y corpulento y su mirada estaba llena de odio y de algo más; miedo, porque si ese tipo llegaba a Carolina, con lo que sabía estaba perdido.
—Deiby Hunter. Así que fuiste tú quién me arrojó esa zorra para que mi esposa se enterara. Eres un sucio pero si crees que vas a impedir que Carolina se entere te equivocas, tengo las pruebas que necesitaba. Y no me asustas, ella debe saber lo que hiciste porque tú... Le provocaste un aborto, perdió a mi hijo luego de ver ese video. Todo porque la querías en tu cama, porque solo para eso quieres de Carolina. Y sabes, yo la amaba, todavía la amo y no permitiré que la atrapes y la conviertas en tu ramera, era mi esposa y tú lo arruinaste todo porque ella te ignoraba y no había forma de que saliera contigo. Fui un estúpido, debí suponer que era una trampa, que esa ramera había sido enviada por alguien... —Tú no le dirás nada a Carolina, es mía ahora ¿Entiendes?. Y yo no quería que perdiera al bebé, jamás habría hecho algo para perjudicarla, y fuiste tú quien se acostó con esa actriz y no fue solo una vez, cuando me enteré de eso conseguí que Aslhy, te filmara, dejara encendido su ordenador. Estabas engañando a tu esposa y yo nunca la engañaría, adoro a Carolina la amo mientras que tú decidiste dormir con otra mientras ella esperaba un hijo tuyo, ¿Cómo pudiste? Vamos, asume tu culpa, fuiste débil y nadie te obligó a irte a la cama con Aslhy, tú lo hiciste. Ella merecía saber que la engañabas, pero no te angusties, te la habría robado tarde o temprano, y no lo hice solo para dormir con ella, al comienzo sí, pero ahora la amo y es lo más importante para mí. Y yo la he conquistado, vamo a casarnos en pocas días, lo que hagas tú no hará que regrese contigo porque hace tiempo que te olvidó. Es más, creo que nunca estuvo enamorada de ti, solo te quería para que le hicieras hijos y le dieras un hogar, no era amor profundo si no te hubiera perdonado, se hubiera quedado contigo. Una mujer enamorada perdona, ¿Sabes?. Lucha por conservar al hombre que ama como ha luchado por mí.
Esas palabras sacaron de casillas a Orlando y perdió los estribos, era un hombre tranquilo pero enfrentarse con el tipo que había arruinado su matrimonio lo hizo perder el control y lo golpeó, lo habría matado para borrar esa sonrisa burlona de “te la quité estúpido, ahora es mía, nunca te quiso”, pero Deiby, no se dejaría pegar sin hacer nada y le dio tal paliza que debieron intervenir unos transeúntes para que no lo matara. Pero Orlando seguía amenazándolo.
—Hablaré con Carolina, no te casarás con ella. Carolina, no es para ti, es una mujer dulce, honesta, y maternal, llenará tu apartamento de niños y eso ahogará tu fiesta de sexo, ya lo verás. Y antes de eso voy a hacer que sepa la verdad, fuiste tú quién envió ese maldito video a su teléfono y tú eres el responsable de que perdiera su bebé, le hiciste mucho daño solo porque querías dormir con ella, y no me digas que fue por amor, los tipos como tú no se enamoran, se calientan con una mujer y la conservan hasta que sacian ese deseo primitivo. Lujuria, calentura, eso sientes por Carolina y ella se merece mucho más y se merece saber que ha vivido una mentira porque esa historia tan romántica del jefe y la secretaria comenzó mal, muy mal y no hay nada romántico en arruinar un matrimonio y hacer que pierda a su bebé. Era mío hijo de puta, mi hijo y también de Carolina, no te importó eso, no te importó nada, solo arruinar nuestro matrimonio para poder dormir con ella. Seguías sus pasos y también los míos, la seguías como un enfermo acechandola y no finjas que no sabes, Aslhy me lo contó todo. Le ofreciste algo que la tentó; un rol protagónico en una película de acción, conocías al productor, y le habrías dado lo que ella hubiera pedido para que se acostara conmigo. Tú lo planeaste porque sabías que no tendrías oportunidad si nacía nuestro hijo, ella me habría perdonado pero tú hiciste que lo perdiera porque ese niño se interponía en tu noche de lujuria. ¿Y vas a hacerme creer que la quieres ahora? Los tipos como tú no se enamoran, sólo se quieren a sí mismos, no quieren a nadie, toman, poseen, tratan a las mujeres como cosas, objetos de placer; eso no es amor. Y Carolina, no se merece eso, es una mujer tierna, inocente, y tú no la convertirás en tu esclava, ni en tu esposa, sé bien lo que hacen con las esposas Hunter, si llegan a divorciarse le quitan los hijos, las arruinan con esos abogados buitres que tienen. Deiby, lo miró con odio.
—No harás que vuelva contigo, ella me ama a mí, quiere estar conmigo y no importa lo que digas Carolina, regresará porque está destinada a mí, siempre lo estuvo y no podrás hacer nada. No lo permitiré, creo que te mataré si vuelvo a verte cerca de ella. Deiby se montó en su auto y se marchó hecho una furia.
Debía actuar con premura, no podía darle alguna ventaja a su enemigo, sabía que no sería capaz de matarlo aunque deseara hacerlo, alejarlo de Carolina es una prioritaridad si hablaba con ella estaría perdido. De nada serviría que le jurara que jamás habría querido que perdiera a su bebé, que pensó que solo iba a separarse como él deseaba. Corrió al apartamento y pensó “Al diablo con la boda, no puedo pasarme los días que faltan como perro guardián, ese desgraciado regresará, buscará la oportunidad de vengarse. Y Deiby Hunter no lo podía permitir. Tenía que actuar.