Capítulo 21

1799 Words
Cuando Deiby llegó, Carolina, corrió a su encuentro con los ojos luminosos, feliz, sonriente, y ajena por completo a la catástrofe que se le venía. Era como una avalancha, solo porque salió con una chica que conocía a Orlando y de una conversación surgió todo. —Llegaste temprano, no he terminado de hacer la comida—dijo y Deiby, sintió una horrible angustia al imaginar el dolor que su ex podía causarle con esas horribles revelaciones y la besó posesivo y desesperado. —No importa, amor debemos irnos. Óyeme bien empaca tus cosas, lo más necesario; documentos, celular, lo que quieras llevarte. Ella lo miró sorprendida. —¿Irnos ahora? Pero la boda será en tres días mi amor, no podemos... ¿Acaso has cambiado de idea? —No... Nos casaremos después, no soporto tanto estrés y presión y tenías mucha razón, lo importante es estar juntos amor. Y no quiero un montón de periodistas siguiéndonos por todas partes ya le han avisado a la prensa de varios países, será un caos y no lo disfrutaremos. Escucha, nos casaremos en Venecia o en las Vegas como todos los enamorados, en secreto, sin que nadie se entere, luego avisaremos a nuestros amigos y familiares. —OH, ¿Una boda íntima? ¡Deiby, qué maravilloso! En realidad yo también quiero irme, es muy estresante tantos preparativos, la boda y esa fiesta para tanta gente. Carolina, recogió sus cosas sin sospechar nada pensando que Deiby, le había dado una sorpresa maravillosa; una boda íntima, sin fotógrafos, ni fiesta, ¡Era tan romántico!. Jamás los hubiese pensado de Deiby. Pero no podían irse ahora, debía reservar pasajes, hablar con sus abogados, su asistente. No era tan sencillo marcharse le llevaría algunas horas resolver pequeñas cuestiones que eran a fin de cuentas; indispensables para que todo saliera bien. Lo principal era no separarse de Carolina ni un sólo momento, no permitir que ese desgraciado de Orlando, estuviera la oportunidad de avercarse a ella o que intentara llamarla... y en algún momento tendría que alejarse, hacer cosas... debía ir en menos de una hora, a la oficina, sólo necesitaba una maldita hora. Al llegar al edificio llamó a un chico de la seguridad para prevenirlo que nadie se podría acercar a Carolina, aunque no pensaba perderla de vista con la excusa que lo ayudara a dejar todo listo en la oficina. Carolina, lo acompañó a todas partes sin quejarse y no pensó que hubiera algo raro en el apuro de Deiby por viajar, al contrario, se sentía fascinada por la idea del viaje; Italia, Venecia, el canto de los gondoleros... O tal vez las Vengas, con esa gente vestida como Elvis Presley. Pero de pronto se preguntó si tal vez podría llevarse el vestido de novia; era tan hermoso, no quería dejarlo y mientras su novio hablaba por teléfono un asunto privado de la empresa, Carolina le hace seña " Que va a salir". Pero Deiby no la entendió. Y siguió hablando por teléfono. Tenía muchas cosas que resolver antes de irse y paso seguido se reunió en privado con su primo Manuel. —Escucha Manuel, he tomado una decisión, me llevaré a Carolina a Venecia o las Vegas pero... Nadie debe saberlo. Por favor. ¿Entiendes?. Es secreto, ni mis padres, nadie, es nadie. Cuento con tu discreción. Su primo lo miró con extrañeza. —¿Qué ha sucedido?. ¿Se han separado de nuevo? —No... Pero su ex está decidido a hundirme y si no me voy ahora tal vez lo consiga, luego te contaré. Debo pedirte que resuelvas el negocio con los inversores y yo... estaré desaparecido un tiempo. —¡Vaya, en qué hora te vas y para donde?. —Tengo planeado ir para Italia. —En está temporada hace mucho frío allá. Porque que quieres ir a Italia?. —Ahora no puedo explicarte, luego te contaré—dijo él muy misterioso. Su primo era un tipo discreto así que no insistió. —Bueno, cuenta conmigo para lo que necesites. Deiby, vaciló. —Orlando, el ex de Carolina. ¿Lo recuerdas? Venía a buscarla. Un tipo feo, barbudo... Está molestándola y quiere arruinar mi boda y mi vida, si lo ves en la empresa o en los alrededores llama a seguridad; no debe acercarse a Carolina, por favor. Manuel comprendió que el asunto era delicado. Deybi, no lo tomaba a la ligera; al contrario, parecía muy preocupado. ¿Por eso quería una boda secreta para que su ex no...? ¿Qué diablos había hecho para temer a ese sujeto? Siempre había sido tan insignificante, no era rival para él en ningún aspecto y sin embargo... —Vaya, algo hiciste y no quieres que tu novia se entere, porque puede costarte la boda. Deiby asintió despacio. —No lo menciones aquí, podrían alguien escucharte, ten cuidado. Luego de regresar a su oficina preguntó por Carolina y fue su amiga Maria, quién le informó que esta había ido por un vestido dijo. —¿Mencionó a dónde?. —No, pero tenía algo de prisa. La cara de Deybi era muy expresiva, parecía sorprendido y furioso como si le estuviera diciendo que se había ido a encontrarse con algún amante secreto. Tonterías. Carolina no haría eso. Su jefe se alejó furioso y Maria pensó que era un milagro todo lo que había pasado con ese hombre en poco tiempo, nada más conocer a la chica de dulces ojos castaños se había enamorado y ahora iba a casarse. Deiby un guapo solterón de treinta y seis años, rico y acostumbrado a salir con bellas modelos ahora se había vuelto un hombre tierno y obsesivo. Maria, suspiró pensando. " De Cazador a Cazado" “No hay nada más fuerte que el amor, hasta los más solterones caen alguna vez...” Deybi, la llamó a su celular pero no contestó, solía hacer eso, no sabía si no escuchaba el sonido, estaba distraída o... ¿Pero a dónde había ido sin avisarle?. De pronto recordó que ella le había dicho algo mientras hablaba con su asistente por teléfono y él no le prestó atención porque creyó que iba a la cafetería y regresaría pronto. Desesperado llamó al encargado de seguirla, cuidarla de Orlando era una prioridad. El vigilante le informo que ella estaba en la modista porque quería llevarse el vestido de novia. Respiró aliviado. —Ve a buscarla y que nadie se acerque a ella, y tráela en el auto derecho a la compañía, no importa si quiere ir de compras por el centro, escucha, avísale que he estado llamándola que por favor atienda el celular. Fueron días de mucho estrés, y sin poder ir a cenar como le gustaba porque temía encontrarse con Orlando en cualquier momento. Estaba deseando viajar lo más rápido y muy lejos para que esa sombra los dejara en paz. Carolina, estaba algo cansada, y protestaba porque no podía quedarse en el apartamento a preparar las maletas y demás. Una noche mientras cenaban. Carolina, le dijo: —Tu madre llamó hoy para hablarme de la boda, la fiesta y me sentí muy mal por no poder decirle que nos vamos. —Luego mi amor, si le aviso ahora se pondrá como loca, la conozco. Es muy ansiosa y quiere tener el control de todo. Se trata de nuestra boda, un momento especial, emocionante para nosotros y debe ser secreto. La fiesta puede ser en cualquier oportunidad, propongo un viaje a Italia o las Vegas, no hace tanto frío y cualquiera de los dos tiene lugares realmente hermosos. Ella sonrió satisfecha con la explicación y de pronto recordó algo que había dicho su ex “Carolina, es una joven dulce y nunca piensa mal de nadie”, sí, era especial, pero era suya él se la había robado, cuándo lo entendería?. Deiby había pedido su comida favorita en un restaurante y cuando llegó la cena ella quiso encender velas, poner un bonito mantel y por supuesto, olvidó su celular en el baño que comenzó a sonar de forma insistente. Eso despertó la alarma y fue él quien llegó antes. No reconoció el número y cuando atendió cortaron enseguida. Maldito, ¿Acaso pretendía hablar con Carolina, frente a sus narices?. Estaba harto de todo ese asunto, vivía estresado, todo el día nervioso, al diablo, se irían mañana y la empresa que esperara y sus padres también, era su vida; su felicidad... Todo pendía de un hilo. Y cuando esa noche le hizo el amor ella le dijo que lo amaba y sus ojos se llenaron de lágrimas. —Nunca pensé que volvería a sentirme tan feliz, a pesar de nuestras peleas Deiby, creo que moriría si dejaras de amarme un día. Todo es tan volátil, tan efímero—se quejó. Deiby, tembló al oír esas palabras, era verdad, tantas veces había temido perderla y ahora, ahora ese terror se había convertido en algo tangible, que por momentos lo volvía loco. —Nunca me perderás amor, nada podrá separarnos ahora, nos casaremos y seremos una familia... Quieres un bebé ¿Verdad?. Yo te lo daré; lo prometo. Ven aquí... te daré un bebé esta noche o al menos empezaremos a buscarlo. Sus ojos se iluminaron con intensidad. —Oh Deiby. ¿De veras? ¿Me darás un bebé ahora?—preguntó ilusionada pensando que moriría de felicidad. —Sé lo que significa para ti un bebé, y que sufriste mucho hace tiempo porque... Ella lloró al recordar, pronto se cumpliría un año de su trágica pérdida y pensar que ahora se casaría con Deiby y tendrían un bebé era como un sueño, un sueño del que no querría nunca despertar. Deiby, atrapó sus caderas y entró en su cuerpo como un demonio, lo harían de nuevo como al comienzo, todo el día en la cama disfrutando hasta la última gota de placer. ¿Qué importaba un bebé llorón en sus vidas?. Sabía que tarde o temprano ella le suplicaría que le diera un hijo. Contrataría una niñera a tiempo completo para que no fuera una molestia excesiva, pero sabía que un hijo los uniría para siempre, crearía un vínculo tan fuerte que nada podría separarlos. Carolina, se durmió exhausta entre sus brazos y se le quedó mirando y pensó que sería divertido buscar a ese bebé, luna de miel en busca del bebé de sus sueños: magnífico. Dios, debía estar realmente enamorado para hacer tantas locuras juntas; fugarse a Italia o a las Vegas. No mejor se fugarian a Grecia a esos paisajes asombrosos y allí se casarían. Y habría hecho cualquier cosa por tener a ese ángel en su cama y en su vida, la amaba, estaba loco, y quería complaserla hasta el más mínimo de sus caprichos y nunca antes había tenido tanta paciencia. Eso se debía al milagro del amor.

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