Una semana después. Deiby, decidió cancelar la reunión de ese día y logró escaparse con Carolina a su departamento. La necesitaba, la deseaba siempre, a cada momento... Cuando llegaron a su apartamento acarició sus piernas y un poco más hacia arriba.
—Oh, Deiby, eres tremendo—se quejó ella suspirando. Cada vez que la tocaba se humedecía y en realidad vivía húmeda. Deiby, la miró con fijeza, ¡Pues sí era tremendo que ardía por el deseo y la desesperación!. Y no sólo se conformó con varias caricia, sino que luego de estacionar el auto. Introdujo un dedo medio en su interior solo para sentir que estaba lista para ser embestida.
—Espera, aquí no, puede ver alguien...—dijo Carolina. Deiby ni siquiera la escucho y siguió acariciándola en su interior con sus dedos y luego, pese a sus protestas, sello sus labios, contigo los de él, para subir los vidrios de las ventanas.
Nadie podría verlos, los vidrios eran oscuros... Ella no pudo resistirse, sabía que estaba perdida y cuando la llevó al asiento trasero estaba más que lista para recibirle en su interior. Para hacerlo así, como dos adolescentes temblando por el miedo de ser descubiertos y sintiendo la adrenalina potenciar su deseo hasta el límite... Deiby, atrapó sus caderas para poder hundir su m*****o inmenso y desesperado. Sí, era maravilloso, lo era, una y otra vez, la deliciosa cópula, la unión perfecta de dos cuerpos, dos almas fundidos en uno solo. Eso era hacer el amor con su Carolina.
Y cuando ya estaban en su apartamento rodaron por la cama de agua, ella le rogó que le hiciera un bebé.
—¿Un bebé? ¿Por qué?—preguntó Deiby.
—Por favor, nunca te he pedido nada, solo un bebé.
—¿Para luego escaparte cuando te enojes conmigo? No soy tu semental amor, soy tu hombre ¿Lo copias?. Tu amante, no un máquina para hacer bebés.
—Lo quiero, me muero por tener un hijo que se parezca a ti, por favor. No me hagas esperar, ya no tengo edad para esperar mucho, tengo veintisiete años. Deiby l sonrió.
—¿Veintisiete? Creí que tenías quince recién cumplidos—bromeó. Carolina, frunció el ceño y él la abrazó con fuerza mientras la poseía con frenesí.
—Vamos a casarnos y si todo sale bien, si eres una buena esposa, dulce y obediente prometo darte un bebé—estaba muy serio, no bromeaba, y siempre lo había tenido en mente pero ahora esa boda tenía un significado especial. Le estaba diciendo que la amaba y quería tenerla allí cerca, cuidarla y... —Quiero que seas mi esposa, por favor—le rogó.
Carolina, sintió un temblor, no había mejor momento que ese, unidos en una deliciosa cópula para hacerle un pedido tan especial, iba a llorar, no podría evitarlo.
—Oh. Deiby, siempre me imaginé que tú no querías saber nada de bodas ni compromisos.
—¿Y por qué crees que te obsequié un anillo. Soy un hombre amor, y sé lo que quiero; te quiero aquí en mi cama y cerca donde pueda tenerte vigilada y sometida a todos mis deseos. ¿Crees que serás capaz de quedarte quieta en un lugar un tiempo como mi esposa sin que me dejes plantado? Ella sonrió emocionada, era como un sueño, no podía creerlo y aceptó con lágrimas en los ojos, cuando había temido que fuera Deiby, quien la dejara de repente. Y sin embargo le estaba declarando su amor pidiéndole que fuera su esposa. Deiby, la besó y le advirtió:
—Nada de rutinas, viajaremos y haremos el amor todos los días si no te duele la cabeza o... ya sabes. Y espero disfrutar esta nueva etapa sin bebés, todavía no. Luego sí, lo prometo, uno o dos, no más. Ni sueñes que me llenarás el apartamento de pañales y llantos de bebés. Pero si huyes o me haces otra escena de celos preciosa, si me dejas tirado en un hotel como hiciste la última vez no habrá boda ni bebés. ¿Estamos claro?. Ella se estremeció, hablaba en serio, le estaba pidiendo compromiso y madurez.
—Está bien, lo prometo pero tú... ¿Prometes que me serás fiel y me darás un bebé pronto?. No me casaré contigo si no prometes eso. Deiby sonrió.
—Te casarás conmigo de todas formas, y sabes que todo este tiempo jamás he mirado a otra mujer ni me interesa ninguna otra mujer, solo tú amor. Pero si te conviertes en mi esposa deberás confiar y entregarte a mí en cuerpo y alma. No hay vuelta atrás y nunca te daré el divorcio, a menos que te encuentre con otro hombre, pero si me caso es para toda la vida. Yo no soy Orlando o tu muñeco, soy un hombre y esas son mis condiciones.
—Y yo tampoco soportaré cuernos ¿Estamos claro?. Y si quiero el divorcio deberás dármelo.
—No, nunca te lo daré, olvídalo, así que mejor piénsalo con calma porque no te casarás con un viejo amigo esta vez, te casarás con un verdadero hombre y no permitiré que vuelvas a plantarme, la próxima vez te encerraré en el cuarto, ¿Has comprendido? Hasta que aprendas a comportarte como una mujer adulta.
Ella tuvo dudas, por un lado soñaba con esa boda porque lo amaba pero no le agradaban sus condiciones. Sin embargo decidió arriesgarse. Se casaría con Deiby, lo haría, no deseaba otra cosa que estar atada a él para siempre.
—Está bien, me casaré contigo Deiby, no me importa nada más y quisiera una boda sencilla— dijo de pronto.
—Temo que con mi familia será imposible, mi madre no me lo perdonaría pero veré que puedo hacer—le respondió Deiby, mientras la besaba despacio. La amaba, adoraba cada rincón de su cuerpo y pensar que podía perderla, que ella podía abandonarlo lo volvía loco. Sabía que era un paso importante, pero no actuaba por impulso, no era un hombre impulsivo pero luego de su última pelea sintió que quería atraparla, atraparla de una vez para que fuera suya para siempre.
—Deiby, tal vez deberíamos convivir antes de tomar esta decisión—dijo ella de pronto—No es por mí, yo ya he estado casada pero tú siempre has vivido solo y no será sencillo adaptarte a vivir con alguien.
—¿Y por qué piensas eso?. Bueno sí quieres podemos probar, solo que te advierto que no te casarás con un viejo amigo de infancia sino con un hombre de verdad y no me evitarás con trucos de dolor de cabeza o algo parecido, ni me abandonarás cuando tengamos un bebé, muchas mujeres lo hacen, viven pendientes de sus niños y ni siquiera se acuerdan de uno, quien fue él que les hizo el hijo.
Carolina rió, Deiby, parecía obsesionado con eso.
—Eso dices ahora, luego terminarás cediendo, además ¿Por qué crees que voy abandonarte? Al contrario, si tuviéramos un bebé seríamos una familia y me harías tan feliz mi amor. Y yo no dejaría de amarte ni de cuidarte.
—Ojala, que sea así.
—Se de muchas parejas se separan hoy día en día, tal vez porque no pudieron superar sus diferencias o... Pero debes saber que si acepto casarme contigo es porque te amo pero no te perdonaré si me eres infiel o si dejas de quererme como antes y no podrás hacer nada al respecto. Desearía creer que nuestro amor será eterno Deiby, pero no tengo una bola de cristal y ahora solo quiero vivir el presente y amarte. Es cierto que otras veces me enojé y tomé distancia, sabes por qué lo hice, pero ya no quiero escapar, quiero quedarme y enfrentar el futuro a tu lado. Y si nuestro matrimonio disgusta a tu familia, a tu hermana no me pidas que vaya a esas fiestas y finja que todo está bien, no aceptaré que nada se interponga entre nosotros como ocurrió la última vez. Si tú me amas y quieres casarte conmigo me importa un culo lo que piensen los demás, incluyendo a tus familiares. No los obligaré a aceptarme pero tampoco será la tonta de los que todos se burlan.
Deiby se puso serio y besó su cabeza con ternura.
—Eso no ocurrirá amor, lo prometo. No aceptaré que nadie te ofenda, fue un comentario estúpido de mi hermana, no es que todos te detesten, eso no es verdad. Mis padres no son así, nunca harían algo para hacerte sentir incómoda.