Capítulo 16

1476 Words
Deiby, despertó temprano un poco desorientado. ¿Dónde estaba?.Sintiéndose un poco aturdido y mal por esa pelea, que no debió ocurrir. Pensó deberían estar en la mansión disfrutando un hermoso día de sol al aire libre. Y tratar de persuadir a Carolina, para que regresen a la mansión. Ya para esta hora ya se le abra pasado su berrinche de niña malcriada. Saltó de la cama directo al baño, para darse una ducha rapida para buscar a Carolina y si era necesario le pediría una disculpa. Era un día espectacularmente hermoso, con un sol radiante y habia que disfrutar tanta belleza, regresar a Francia, sería una verdadera locura, seguro que allí estaría lloviendo o con niebla. Fue directo hasta la habitación y la encontró cerrada. Tal vez estaría durmiendo. Golpeó varias veces la puerta y espero impaciente. No tuvo respuesta y asustado entró. Carolina, no estaba por ningún lado. La cama estaba tendida, como si nadie hubiese dormido y todo muy ordenado. —¡Carolina!—la llamó y la buscó por todas partes. ¡Se había ido! No, no pudo hacer eso... ¿Qué hora era? Las diez. Se había dormido. La buscó desesperado y solo le respondió un silencio espantoso. Y mientras buscaba su celular para llamarla vió la nota sobre la cama. “Perdoname, no fue mi intención arruinar tu fin de semana, sé cuánto querías llevarme a conocer a tus padres, lamento que todo terminara así. No pude evitar ofenderme cuando alguien a quien creí caerle bien habla cosas de mí a mis espaldas. Nunca me imaginé que tú hermana fuese tan hipócrita y para hipócrita yo no sirvo, no puedo igualarme a ella. Soy así. ¿Qué puedo hacer?. Y para no causarte más molestias he decidido regresar sola a mi apartamento para que tú puedas disfrutar al menos el domingo en compañía de tu familia.” Deiby, tomó el papel lo arrugó y maldijo en silencio, ¿Cómo se va a ir?. Se dirigió al restaurante del hotel y pidió un café bien fuerte, tratando de calmarse, pero no funcionó, su mal de humor, iba en aumento. Cómo deseaba Deiby, tener a Carolina al frente para decirle que actuara como una persona adulta y no cómo una chiquilla malcriada y caprichosa. Dejando un papel escrito como una adolescente. Deiby maldijo, no tenía ganas de regresar a la mansión junto a sus padres, solo de saber dónde estaba ella y por qué se había ido. Pero tampoco quería arruinar el fin de semana con su familia. Volvería a la mansión de Ceedres y al demonio con todo. El lunes, de regreso al trabajo pensaba en ella de forma obsesiva, haciendose una serie de preguntas sin respuesta. ¿Iría a trabajar o diría que estaba indispuesta?. Pensaba que cuando la niña Carolina no podía con algo escapaba, vaya, vaya. ¿ Y esa mujer quería convertirse en su esposa y darle hijos? ¿O acaso había cambiado de idea?.Había pasado un fin de semana de muy mal. El la Mansión de los Ceedres, tuvo una conversación muy seriamente con su hermana Aslhy, reclamándole todo el inconveniente con Carolina, que desde luego Aslhy lo negó todo, culpando a otra persona. —Te agradezco que no te metas con Carolina, es mi novia y aunque eso no te guste y Aslhy no fue nada, tú queráis metérmela por los ojos no sé por qué, pero nunca tuve planes con ella y le hiciste creer a Carolina lo contrario. —Vuelvo y te repito hermano. Yo no fui. Por culpa de Ashly, Carolina y Deiby, tuvieron una discusión un poco desagradable. Deybi tenía la sensación de que le faltaba algo, de que la echaba de menos a Carol. Había esperado compartir ese día con ella, llevarla a que conociera los lugares donde había jugado de niño. De pronto sintió algo extraño y la vio entrar en la oficina. Triste, mortificada y con temor, así la vio él. Nada más verle pareció vacilar como si temiera alguna reprimenda. ¡Como si fuera una adolescente que esperaba ser castigada por haber cometido una falta!.... Por lo menos había ido a trabajar —¿Qué pasa Carolina, todavía tienes ganas de llorar?—le preguntó. Ella asintió despacio y se acercó temblando, no podía hablar, estaba muy tensa y al borde de las lágrimas. Y cuando él la tomó entre sus brazos y la besó sintió que lloraba desesperada, desesperada por temor a que él la rechazara o le dijera que no debían seguir. Lo había pensado, en terminar con Deiby ya que había pasado un domingo patético. No podía dejarlo, lo amaba, estaba en su red y... Ya no quería pensar. Deiby, le había dicho que la amaba y era ella era importante para él, era un buen comienzo, lo demás vendría con el tiempo. Ahora solo quería saber qué pensaba Deiby. Debía estar molesto por haberlo rechazado esa noche en el hotel y haberlo dejado solo en la Península de Saint-Jean-Cap-Ferrat. —¿Quieres que me aleje, que no regrese aquí?—preguntó Carolina, secando sus lágrimas. Deiby, se acercó y comenzó a acariciar su cabello y luego hizo que lo mirara a los ojos tomando su barbilla. —Quiero que actúes como una mujer adulta amor y que no vuelvas a dejarme plantado como lo hiciste ayer con una nota de adolescente que se revela contra el mundo. Ella volvió a llorar. —Perdóname, no quise hacerlo pero sentí que tú... no querías volver a verme, que esa pelea te había disgustado y... Él secó sus lágrimas y le rogó que se sentara. —Escucha. Carolina, todo fue un comentario mal intencionado de mi hermana y no... Esa chica que mencionaste no fue nada en mi vida, ni Aslhy, ni las otras... He tenido muchas mujeres, y salido con amigas de mi hermana, por desgracia y luego... No fue nada, ¿Entiendes?. Y entiendo que te enojaras al principio, esa noche pero después... Carolina lo miró con esos ojazos castaños tan dulces que sintió que se rendía, y que se moría por besarla y hacerle el amor allí, en la oficina. —Perdoname. —Que, te importa lo que piense lo demás. —Si, tienes razón pero se trata de tú hermana. —Esa es una loca, que le falta amor. Carolina, odiaba depender así de un hombre, sentirse atrapada pero lo amaba, estaba loca por Deiby y en esos momentos sintió que moriría si terminaban. Deiby, cerro la puerta de su oficina, dando órdenes de no ser molestado y ella vaciló, no, no quería hacerlo en su oficina... Sí, lo harían. La envolvió entre sus brazos y la atrapó, pequeña y delgada como era y la tendió en la mesa sin dejar de besarla mientras sus manos atrapaban sus pechos, su cintura y mucho más... —Oh, espera no...—dijo con voz ahogada. Siempre se resistía y luego... ese día terminó rendida a su amo absoluto, arrodillada en el escritorio devorando su m*****o inmenso casi por completo. —Amor así... eres maravillosa...—gimió al sentir esos labios tan dulces atrapando su virilidad. Cautivo, estaba cautivo de sus besos, y de ese deseo feroz que lo consumía. Pero no lo haría tan pronto, la quería a ella, desnuda en la alfombra y la tendría. Carolina, cayo totalmente desnuda sin preocuparse que alguien podía verlos, no pensó en nada más que en dar y recibir placer... complacerle... Sabía que moría por devorarla y que esta vez se tomaría su tiempo, así que cerró sus ojos y pensó “Que sea lo Dios quiera” mientras sensaciones maravillosas y placenteras recorrían su vientre y su cuerpo, ondulantes, intensas... su lengua de fuego la envolvía, la hacía gemir y luego esa lengua maligna y lasciva fue remplazada por su m*****o duro, poderoso, inmenso. Deiby al mismo tiempo entrando en su cuerpo, la esencia de virilidad en su máxima expresión haciendo que se tensara y estirara de forma insoportable, siempre envolviéndolo, dejándolo cautivo y atrapado... Estaba en ella y la rozaba sin piedad, con el ímpetu de un demonio, un loco, un poseso. Así era Deiby, haciendo el amor, así era su maravilloso e inmenso m*****o volviéndola loca de placer. Y encerrados en esa oficina haciendo el amor fue la reconciliación más hermosa que pudieron tener. Se amaban, y no podían estar sin hacer el amor, sin sentirse que uno era parte del otro. Tal vez él se había vengado por su abandono exigiéndole sexo en la oficina toda la mañana, no importaba, ella había querido hacerlo, no había podido resistirse y cuando todo terminó. Deiby le dijo: —Vamos a tomarnos el día para nosotros. Carolina, sintió que vivía un sueño erótico romántico del que nunca quería despertar. ¿Qué importaba el futuro? Por primera vez se sentía viva, plena, enamorada, feliz y sobre todo satisfecha sexualmente.
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