Jade

4984 Words
En el presente Leo se fue hace 3 días, apagó y guardó mi teléfono y se llevó las llaves de la casa, dejándome encerrada, prisionera. Estuve gritando durante varias horas, pero ni una sola persona se acercó a mi puerta, agotada de llorar y gritar, dormí durante horas y así me la he pasado los dos últimos días, lloro, como y duermo. Los vómitos se han detenido, creo que el bebé al hacerse notar ha cumplido su misión y no necesita hacerme sentir mal. Escucho la llave de la puerta de entrada y me levanto del suelo, donde he estado los últimos treinta minutos, voy a la sala y me encuentro con un Leo desaliñado, con ojeras y borracho o drogado, no estoy segura, pero se ve demacrado y con los ojos vidriosos. — Hola — me arriesgo a hablarle. — ¿Has preparado de comer? — he dejado comida en la nevera esperando que llegara en cualquier momento, caliento la comida y le sirvo, hice pollo con curry y arroz. Él come sin mirarme y cuando termina entra en la ducha. Creo que nunca había estado tan nerviosa como en este momento, nunca he sido dependiente y he trabajado y pagado mis gastos, pero ahora solo cuento con aproximadamente doscientos euros y no tengo trabajo, soy ilegal y no podría comprarme un billete de avión. He reflexionado mucho y la única persona que conozco en París aparte de Leo es Paula, a Chris no lo cuento, así que tendré que pedirle ayuda a ella, aceptaré el trabajo con su jefe y reuniré el dinero suficiente para volver a Colombia, debo marcharme de casa de Leo, pero no encuentro mi pasaporte, lo he buscado por todas partes, temo que Leo lo tenga y no quiera dármelo. Me muero de la vergüenza por hacer partícipe a Paula de mi situación, acabo de conocerla y ya tiene que ayudarme a resolver mis dramas. — Ven aquí Eva — Lo escucho llamarme con calma. — Dime — pongo mi mano sobre mi vientre, creo que es una forma de hacerle saber que protegeré a mi hijo. — Tenemos una cita en dos horas en la clínica — Me mira con rabia — Vístete que debemos salir pronto. — No quiero ir — le digo inmediatamente, no quiero abortar. — Claro que iras — se pone de pie y se acerca amenazante — O vas o te saco a tu engendro a golpes inmediatamente ¡Tú eliges! — Leo, por favor — me arrodillo y empiezo a llorar — Por favor, te lo suplico, haré lo que quieras, pero por favor no le hagas daño, es también hijo tuyo ¡Por favor! — Yo no tengo, ni tendré hijos — empieza a gritar — vístete ¡Ahora! Cuando llegamos a la clínica Leo presenta mi pasaporte, lo que me confirma que él lo ha tenido, según me explicó, vamos a ver a un ginecólogo privado que él conoce desde hace años. Mi mente funciona a mil por hora, miro para todos los lados buscando una salida, miro a las personas intentando encontrar una cara amable o que me parezca latina, y presto atención por si escucho a alguien hablar en español. Cuando me llaman por mi apellido, las manos me sudan, el corazón me palpita muy fuerte y yo siento que no puedo respirar. El doctor habla todo el tiempo en francés con Leo, pero luego empieza a hablarme en español, lo que me sorprende. — Al tomar este tipo de decisiones, señora Mendoza, tiene que estar completamente segura, existen unos términos para realizar una interrupción del embarazo ¿Está usted segura de continuar? — ¡Sí! — responde Leo, tengo la boca completamente seca, soy incapaz de hablar. — Discúlpame Leo, pero necesito que la señora Mendoza me lo confirme — Quiero decir que no, pero no logro hablar — señora Mendoza, tómese su tiempo, mientras hacemos las revisiones necesarias. El ginecólogo me hace cambiar por una bata y me hace una ecografía transvaginal. Leo sigue sentado sin interesarse en mirar, pero presta atención a lo que le respondo al médico que me hace preguntas de rutina, sobre mi periodo menstrual y el método de planificación que utilizo, le explico sobre mis menstruaciones tardías y que hace poco tiempo comencé a utilizar la píldora, pero la dejé al confirmar mi embarazo. Me explica que lo más probable, es que no se presente ningún problema, pero sería importante seguimiento para descartarlo. Siento una pequeña incomodidad y frío cuando introduce la sonda. — ¡A ver! Que tenemos aquí — en la pantalla aparece una imagen en blanco y n***o, nunca había estado en una ecografía, pero puedo reconocer al bebé, la imagen es clara y él está completo, no logro entender como en pocos meses puede verse tanto. El médico tose llamando mi atención y la de Leo, que se pone de pie de inmediato. — Qu'est-ce qu'il passe? — Pregunta Leo, el doctor le pide que se acerque y continúa haciendo fotos de la pantalla. — La bebé se encuentra perfecta y en excelentes condiciones — Los dos nos quedamos mirándolo como si nos acabara de decir que iba a tener extraterrestres. — Pero no es posible saber el sexo del bebé tan pronto — dice Leo y estoy de acuerdo con él por primera vez en mucho tiempo. — Lo que en realidad sucede, es que la señora Mendoza se encuentra entre la semana 18 y 19 de embarazo, lo que quiere decir, el quinto mes y hoy maravillosamente la beba nos dejó ver su sexo, y no se ha escondido como a veces sucede, pero estoy 80% seguro de que es una niña. Leo me mira como si quisiera matarme y yo solo quiero salir corriendo y encontrar un refugio para mi hija y para mí. — Cinco meses Eva, ¿y tú no sabías nada? — Leo no puede conservar la calma y empieza a gritar — ¡Cinco meses! — se dirige al ginecólogo — podemos hacer el aborto, ¿verdad? — Absolutamente no, no es legal y la bebé está formada sin ningún tipo de complicación evidente, hasta podemos escuchar su corazón — en ese momento escucho los latidos de su corazoncito, las lágrimas salen involuntarias de mis ojos, escucharla me da fuerzas para luchar, sin importar lo que pase o diga Leo. El ginecólogo me da una orden con los medicamentos que debo tomar, estoy atrasada con las vitaminas y el ácido fólico. Leo no me habla en todo el camino, me hace subir las escaleras corriendo y luego abre la puerta con rabia, trastabillo y caigo de rodillas al suelo, logro poner mis manos y, sin embargo, siento el ardor en mis rodillas. — ¿Quién es el padre? — me pregunta con los dientes apretados. — Leo, no sabía que estaba embarazada — me pongo de pie tratando de explicarle — Te lo juro, no lo sabía, nunca he querido engañarte. — ¿Quién es el padre? ¡bordel de merde! — Me asusto con su grito y empiezo a llorar, últimamente lloro por todo — Es él, ¿verdad?, el tipo con el que te fuiste esa noche, mi compatriota. — Leo … — C’est lui ou pas? — me toma del brazo fuertemente y comienza a jalarme hacia la cama — ¿Es él o no? — Sí — Respondo suavemente — es él. — Monsieur Leblanc — se queda mirándome y luego sale de la habitación y del apartamento. No sé cuántas horas han pasado, solo he llorado y no puedo creer que esté esperando una bebé de Chris, ¿Cómo no me di cuenta? Todo el alcohol que bebí y lo mal que me alimenté, espero que nada le vaya a pasar a mi bebé. Debo pensar en un nombre, tengo que contarle a las chicas, el problema es que todavía no tengo mi teléfono. — ¡Eva! ¡Eva! Despierta — Cuando abro los ojos, estoy en la cama con la ropa puesta y Leo está inclinado sobre mí — Ven conmigo. Me levanto, aunque no imagino lo que puede querer, veo la hora en mi reloj y son más de las once de la noche. — Leo, la bebe … — ¡No es mía! — grita y empieza a caminar por la habitación, luego se calma y se sienta en una silla del comedor — Perdóname por como he sido contigo — me ofrece la silla a su lado, lo que me impresiona porque desde hace muchos meses no es amable conmigo y me está pidiendo disculpas — Vamos a intentar hacer las cosas bien — me regala una sonrisa y me devuelve mi teléfono, reviso rápidamente y veo que tengo ciento de notificaciones, debo tranquilizar a mi familia y a las chicas — De hoy en adelante lo haremos mejor, por la bebé. — Pero no es tuya — es lo único que puedo decir, estoy realmente impresionada por su cambio. — Eso no importa, ¿verdad? Los últimos días después de nuestra conversación, Leo ha dado un cambio de trescientos sesenta grados; todavía no sé si creérmelo y sigo esperando un arranque de rabia o una de sus fiestas con mucha droga y alcohol. Tengo pavor de que me obligue a tener sexo con él, aunque con el embarazo tengo las hormonas alborotadas y me la paso pensado en Chris, no me siento todavía cómoda con Leo y no sé si algún día podré volver a tener deseos de estar con él de manera íntima. Han pasado muchas cosas sobre las que tengo que reflexionar. Leo me propuso declarar que él es el padre de mi bebé, según lo que entiendo, reconociendo la paternidad en la Alcaldía de la ciudad donde vivimos, sería suficiente para que cuando nazca mi hija podamos registrarla como suya y así yo podría solicitar mi carta de residencia, ya que ella sería francesa, de padre francés; por los papeles y la seguridad social es una buena idea, pero no me imagino a mi hija llevando el apellido Durand y mucho menos a Leo con derechos sobre ella durante toda su vida. Por otra parte, en la escuela de francés están en vacaciones de navidad, que son este fin de semana, pero he logrado contactarme con Paula, le dije que había estado muy mal con el embarazo, pero no le conté que mi bebé no es de mi pareja, no he querido cargar a la pobre con mis problemas. Me ha invitado a almorzar, me ha dicho que su jefe irá con ella y así yo podre conocerlo y organizar el trabajo, el cual he aceptado porque necesito mucho dinero para regresar a Colombia y para Jade, que es como se llamará mi bebé. He decidido tener a Jade en París, al final su padre es francés y tener dos nacionalidades le abrirá más puertas cuando crezca, pienso que por el momento toda ira bien con Leo y si vuelve a maltratarme como antes, espero tener algo de dinero ahorrado. Hasta el momento no me ha devuelto el pasaporte, me dijo que lo tenía guardado por seguridad, espero que no trate de chantajearme con él, de todas formas, ya he ubicado el consulado de Colombia en París y tengo claro que si se presenta algún problema, debo ir directamente y pedirles ayuda. Ya no me siento tan sola, a pesar de que no he hablado mucho con las chicas, ellas han intentado contactarme, pero no les he respondido, tengo que hablarles y ponerlas al corriente de todo lo que ha estado pasando. Hace mucho frío, así que me he puesto unos Leggings negros y un jersey grande y grueso de Leo para sentirme más calentita y menos cerrada, la bebé comienza a crecer y aunque todavía estoy delgada, algunos pantalones me quedan muy ajustados. Tomo el metro y desciendo cerca de la Bastilla, Paula me dijo que quería invitarme a un restaurante tranquilo, pero bonito, también me dijo que no me preocupara por el precio, que su jefe pagaba. Nunca me ha dicho donde trabaja o como se llama su jefe, es que siempre se refiere a él como el gran jefe y de su empresa, solo me ha contado que trabajan en exportaciones y que tienen otras empresas en el sector de la moda, la construcción y la hostelería. Aprovecho para mirar la zona mientras camino. Google Maps, me dice que estoy a unos cinco minutos caminando, pero con este frío pareciera que el tiempo se multiplica, veo a las personas al interior de los cafés y restaurantes o en terrazas cubiertas, París siempre está activa, hasta con este clima la gente sale a divertirse, se ven bastantes turistas y parejas de enamorados haciéndose fotos. Cuando logro llegar al restaurante, me doy cuenta de que parece bastante reservado y exclusivo, hay una chica bien vestida a la entrada y como sé que no voy a entender nada de lo que me diga, prefiero escribirle a Paula y decirle que estoy afuera y esperarla. — Hola preciosa — Paula, me regala dos besos — ¿cómo te sientes hoy? — no deja que le responda y continúa hablando — El gran jefe llegará un poco más tarde porque tuvo un imprevisto de último momento en la oficina, pero me ha dicho que vayamos comiendo. El restaurante es de verdad hermoso y elegante, me siento supermal vestida, Paula siempre va al grito de la última moda parisina, hoy lleva una falda larga tipo escocesa de colores cálidos y un jersey de cuello alto rojo, lleva además unas botas de cuero negras altísimas y divinas ¡Ya quisiera yo! Me explica dos platos de la carta que ella ya conoce, me dice que para los otros deberíamos esperar a su jefe porque ella no tiene ni idea, nos reímos y pedimos los que me ha explicado que son supremamente costosos y empiezo a hacer cuentas en mi cabeza ¡Dios mío! Como gastan el dinero los ricos. Paula se inquieta por mí y le digo que todo está bien y que con su ayuda las cosas van a mejorar. Durante el almuerzo empiezo a sentir un liviano dolor en la parte baja del vientre, como cuando tienes cólicos menstruales y te va a venir el periodo, me inquieto, pero no le digo nada a Paula, quien está hablándome de la novia de su jefe a la que no soporta, me hace reír con sus comentarios y cuando menos pensamos estamos pidiendo el postre, la comida francesa es deliciosa, pero sigo sintiendo el dolor, ahora con un poco más de intensidad y no he comido mucho. Pedimos tiramisú de chocolate de postre para las dos y Paula, que está sentada de frente a la entrada del restaurante, sonríe y levanta levemente una mano. — Ahí está el papacito de mi jefe, es que es solo verlo y mojarse — Yo giro rápidamente y dejo de respirar, siento un dolor fuerte en mi vientre y me quejo suavemente, empiezo a sudar, no puedo creer que los más hermosos ojos azules y la mirada más profunda del mundo me estén mirando, él sonríe un poco y lleva su mano derecha a su cien, como si sintiera algún dolor. Creo que mi mente me está jugando una mala pasada, pero mi corazón lo reconoce y no deja de latir a mil por hora. Lleva un traje azul rey con una camisa blanca y a pesar de que es algo tradicional, parece hecho a la medida, su cabello está bien peinado, lo que le da un aire menos rebelde, pero conserva su barba de un día y se ve igual o más sexy que antes. Comienzo a tener mucho calor, dejo de prestar atención a todo lo que me rodea, pero mi mirada cambia cuando noto que pareciera que Chris no me reconoce, cosa que confirmo cuando se acerca a nosotras. — Señoritas — dice en español mientras le da dos besos a Paula que se puso de pie, yo no puedo dejar de mirarlo — Pido disculpas, tuve un inconveniente de última hora. — Chris, ¿Pasó algo grave en la oficina? — pregunta Paula, pero Chris está concentrado mirándome, mi corazón se salta un latido y sigo esperando que me diga algo especial, que muestre, que me ha reconocido. — No tranquila, es algo personal, pero voy a resolverlo — gira completamente su cuerpo hacia mí y sonríe mientras toma asiento — ¿Tú debes ser…? — Eva— dice Paula — Eva — Repite mi nombre despacio, como si lo saboreara y me extiende su mano — Mucho gusto en conocerte Eva, ¡lindo nombre! Soy Christophe Leblanc — No sé cómo logro sostener su mano, pero en el momento que siento su calidez, es como si una corriente me atravesara, me mira extrañado, frunce su ceño, mira nuestras manos unidas y luego retira la suya — Lamento no poder quedarme por mucho tiempo, pero podrán organizar todos los detalles con Louise. — ¿Louise? — pregunto como una estúpida Paula y Chris me miran, pero es la primera, que responde a mi pregunta. — Su novia — dice poniendo mala cara, recuerdo lo que me dijo de ella. — Prometida — corrige Chris mirando a Paula — Nos hemos prometido Paula, pero todavía no es oficial. Esto parece una pesadilla, Chris parece no reconocerme, está prometido e imagino que va a casarse pronto y en un solo momento creo que he perdido la oportunidad de obtener un trabajo y recuperar al padre de mi hija. Siento el dolor en mi bajo vientre más fuerte, tengo náuseas y mareo, todo se vuelve n***o y solo escucho la voz de Chris, muy lejos, tan lejos, que siento que nunca Jade y yo, podremos alcanzarlo. — ¡Eva! Chris Paula está asustada, no deja de caminar por el pasillo del área de urgencias de maternidad y de repetirme que la chica no tiene papeles, que es ilegal, en realidad en su bolso solo encontramos el documento de identidad de su país, pero no tenía pasaporte. Trato de tranquilizarla y le explico que estamos en una clínica privada, de una familia amiga de mi familia y que además en Francia el sistema de salud no presta atención a la situación migratoria de las personas, se enfoca en prestar el servicio de salud necesario y listo. Espero que la chica y su bebé estén bien. Después de verla durante esos pocos minutos tengo una sensación extraña, siento como si la conociera y su mirada dijera tantas cosas, que no logro comprender, pero que tengo la sensación de que son importantes. Esta maldita sensación de carencia me tiene al borde de la locura. Cuando entré al restaurante y ella miró en mi dirección, una sensación de felicidad me inundó, sentí ganas de correr y tomarla en mis brazos y aunque parezca incomprensible, me excite, mucho y cuando tome su mano y un corrientazo me sacudió de la cabeza a los pies, temí perder la cordura, ya que de por sí, hoy me ha estado doliendo desde esta mañana, todas las sensaciones y emociones que viví en cuestión de minutos me tienen con la cabeza en un enredo y no entiendo nada. En el momento que Eva perdió el conocimiento, me asusté, lo que es normal en estas circunstancias, pero había algo más, un sentimiento de perdida, estaba aterrado y me dolía inmensamente pensar en que le pudiera pasar algo. Imagino que se debe a que está embarazada y una nueva vida siempre nos enternece. — ¡Chris! — Paula llama mi atención al ver al médico abrir las puertas de maternidad, yo me pongo inmediatamente de pie. — Christophe, ¿Cómo has estado? — Pasamos a modo francés — hicieron muy bien en traer a la chica, justo a tiempo, ¿la conocen? — Sí, trabaja para mí. Ella y su bebé ¿están bien? — La bebé está bien, como se encuentra en el segundo semestre de embarazo, se aferra con fuerza a la vida. — ¿La bebé? — pregunta Paula extrañada y se dirige a mí en español — cómo es posible conocer su sexo si Eva apenas está empezando su embarazo? Lo descubrió a principios del mes. — Mon amie pense qu'il y a une erreur parce qu’elle est sûre qu’Eva a découvert sa grossesse au début de ce mois — Le traduzco al doctor Elliot. — Pas du tout — responde, mientras révisa unos documentos — Madame Mendoza a déjà commencé le deuxième trimestre de grossesse — Sigue mirando los documentos — évidemment cela peut expliquer pourquoi elle n’a pas bien pris ses vitamines prénatales. Paula me mira esperando que le traduzca, la conozco y sé que va a empezar a perder la paciencia si no le digo inmediatamente lo que está pasando. — Paula, no hay duda de que Eva tiene cinco meses, el doctor dice que se encuentra en el segundo trimestre — Imagino que el embarazo es dividido en tres trimestres, no conozco mucho de este tema — Él piensa que tal vez no lo sabía antes de este mes, como tú has indicado y que por eso no ha tomado sus vitaminas prenatales — Continúo traduciendo automáticamente. — ¿Han encontrado algún familiar? — Pregunta el doctor — Alguien debe presentarse a tramitar los documentos administrativos y la liquidación de la deuda. — No hemos podido desbloquear su teléfono y nadie ha llamado — dice Paula y yo adjunto que voy a encargarme de pagar la cuenta. Marc, alias el doctor Elliot, se despide de Paula y me pide que lo acompañe para organizar todo el aspecto administrativo. — ¿Estás seguro de que es una niña? — Al cien por cien ¡Mira! — Me entrega una pequeña imagen a color — Es una foto hecha a la bebé por medio de una ecografía. — ¿En realidad es ella? — No puedo dejar de mirar su foto, no sé por qué me siento así, estoy feliz porque está creciendo bien y está completa, pero a la vez siento que exagero porque yo no soy el padre de esa hermosa bebé, pero en mi corazón la siento como si fuera mía, siento el anhelo de cuidarla y protegerla, es como si me hubiese enamorado a primera vista de esa bebé. Envidio a su padre, porque yo quisiera estar en su lugar. — ¿Es increíble verdad? El milagro de la vida — dice mientras me guía hacia su oficina. — Hermosa, ¿Puedo quedármela? — pregunto sin dejar de mirarla, es preciosa, yo la cuidaría como si fuera mi tesoro más preciado. — No puedo ni siquiera mostrártela sin la autorización de sus padres — me dice reflexivo. — Pero ya lo hiciste, saca todas las que puedas para Eva, yo las p**o — lo miro a los ojos y guardo la foto en mi bolsillo — Déjame quedarme esta, por favor — Marc sonríe y luego me dice que seguro muy pronto estaré visitándolo con Louise, pero yo siento que, si quisiera visitarlo, sería por esta bebé y por su madre. Podemos irnos, Eva estará en observación y le aplicaron medicamentos para el dolor que la harán dormir hasta mañana, le digo a Marc que pasaré a verla temprano y que estaremos pendiente de su teléfono para poder ubicar a su pareja. Vuelvo con Paula y la convenzo de dejar el hospital, ella se ha encariñado muy rápido con Eva, como yo, o tal vez no, porque seguro que Paula en tan solo cinco minutos no se la imaginó desnuda, gimiendo por un orgasmo. No, seguro que solo fui yo, que con mi pervertida mente me puse duro al mirarla e imaginarme penetrándola fuerte, jugando con sus senos y clítoris y chupando cada hueco de su cuerpo. Hoy he descubierto que aparte de haber perdido la memoria, me he convertido en un pervertido. — Chris, no te parece extraño que hasta este momento su novio ¿no la haya llamado? — Paula bosteza, se nota cansada, hemos pasado toda la tarde y principios de la noche en la clínica, no hemos comido y mañana tenemos un día complicado, como casi todos los días en el trabajo. — Tal vez trabaje hasta tarde — le respondo sin querer comprometerme, la verdad es que no tengo muchas ganas de conocer al novio, porque he deseado como un poseso a su novia y además he sentido envidia por ser el padre de esa bebé. — Ella está muy sola, ¿sabes? — se gira y me mira como tratando de que comprenda la situación de Eva — Aparte de su novio — dice mientras hace unas comillas con sus dedos — No tiene amigos, creo que solo me conoce a mí y eso que no nos vemos casi. — Entonces, ¿quieres decir que se la pasa sola? En serio, ¿no conoce a nadie? — pregunto extrañado, debería tener al menos amigas. — Por lo que he podido hablar con ella y no es que cuente mucho, está sola con él — Deja de hablar y pone su mano debajo de su mentón, como si estuviera pensando — ¿No te pareció extraño que no tuviera pasaporte?, ni siquiera una fotocopia. A veces pienso que ese tipo la controla, ¿te imaginas que le haya quitado el pasaporte? Así la obliga a quedarse a su lado. — Creo que has estado viendo muchas series sobre trata de personas, sin embargo, cuando esté recuperada, habla con ella, puede ser que te cuente lo que le está pasando — le digo imaginándome en su lugar, yo hablaría con ella, pero para convencerla de dejarme follarla hasta que gritara mi nombre. Sacudo mi cabeza y me recrimino el pensar en estas estupideces, especialmente cuando ella se encuentra en la cama de una clínica, luchando por salvarse y salvar a la bebé. — ¡Eva es tan reservada! — suspira Paula. Al final decidimos detenernos en una pizzería y tomamos una cena rápida, hablamos un rato de todo y de nada y Paula se ríe de mí porque, a fuerza, me ha tocado pasar casi todo el día con ella. Se le ha metido en la cabeza que yo la evito, pero lo que pasa en realidad es que cada vez que la veo, intento con mayor fuerza recordar la semana que he perdido y eso, en lugar de ayudarme, me hace mal. — Toma, el doctor me la regaló, pero no podía hacerlo, no puedes decirle a Eva que la tengo — saco la foto de mi bolsillo y se la paso. A paula se le cristalizan los ojos y una lágrima solitaria corre por su mejilla. — ¡Oh!— se tapa la boca con la mano libre — ¡Es tan hermosa! ¿Qué nombre querrán ponerle? — Me mira y sonríe — si fuese tu hija ¿Qué nombre le pondrías? — Jade — digo sin vacilación — Siempre me ha gustado ese nombre, es una piedra preciosa y tener una hija es como tener una joya preciosa que deseas proteger sobre todas las cosas. — ¡Oh mon Dieu! — se ríe Paula — No te conocía esa vena protectora, Louise y tú ¿Quieren tener un bebé pronto? De camino a casa me la he pasado reflexionando sobre la pregunta de Paula, ¿es que yo deseo tener un bebé con Louise o ella conmigo?, la verdad es que jamás se me había pasado por la cabeza y nosotros realmente no hablamos mucho sobre niños, sobre nada, en realidad pasamos más tiempo follando que hablando. Llego a casa antes de la media noche, Louise está en el sofá de la sala y tiene una botella de vino medio vacía a su lado. — ¿Dónde estabas? — me pregunta mientras intenta ponerse de pie, pero no logra sostenerse derecha. — Con unas empleadas que tuvieron un problema — Es la verdad, aunque, Eva no es todavía una empleada, legalmente hablando, pero eso solo eran pequeños tecnicismos. — No te creo ¡NO TE CREO! — grita, trato de acompañarla hasta la cama, pero no logro hacerla mover. — Vamos Louise, es hora de dormir — La cargo y la llevo a nuestra habitación. — ¡Has cambiado tanto Chris! — se aprieta contra mí, mientras la dejo suavemente en la cama — Desde que volviste de ese maldito país, estás diferente — empieza a quitarse la ropa — ya no me deseas como antes, ¿verdad? — Louise, estás borracha y yo tuve un día muy pesado — me quito la ropa mientras voy al baño — Vamos a dormir — le digo, le doy un beso en la mejilla y sigo mi camino. — Has cambiado Chris, has cambiado — continúa susurrando. A veces creo que Louise tiene toda la razón, me he convertido en alguien un poco insensible, pero en mi defensa, quiero pensar que es algo pasajero, que apenas recupere la memoria, volveré a ser el Chris de antes, aunque no estoy tan seguro. Cuando regreso a la habitación, Louise duerme, me meto en la cama y apago todas las luces, intento cerrar los ojos, pero a la mente solo se me viene la mirada de Eva cuando entré al restaurante y me vio por primera vez, era como si esperara algo de mí. Pero ¿qué? Algo le sucede a Eva, tengo que ayudarla, no puedo permitir que Jade y Eva corran ningún tipo de peligro, debo llegar pronto, pero no sé dónde estoy, me siento perdido, le prometí estar con ella siempre y no logro encontrarla. Busco por todas partes y en mi desesperación, grito su nombre. Me despierto y veo a Louise mirándome. — ¿Quién es Eva?
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