El primer mes en París fue increíble, él me llevó a recorrer los lugares más hermosos y emblemáticos de esta maravillosa ciudad; las pequeñas calles, la inmensidad de sus fabulosas iglesias, el barrio latino, el chino, el gay, con su diversidad de culturas.
He llegado empezando el otoño, así que no ha sido fácil adaptarme al frío, aunque ahora es peor porque estamos acercándonos al invierno y el frío es horrible, tengo que ir a clases de francés tres veces por semana, pero la verdad es que el clima solo me da ganas de dormir.
En el segundo mes, empecé a notar pequeños cambios en él, pero nada radical, me la pasaba sola casi todo el día y cuando él volvía del trabajo, lo notaba irritado y estresado.
Desde hace algunas semanas, me he sentido muy cansada, no tengo muchas ganas de levantarme y me cuesta un montón ir a clases, igual, no avanzo mucho, me la paso estresada, angustiada y ya no hablo casi con mi familia y amigos.
Él ha empezado a gritar, a ir de fiesta en fiesta y a reunirse con sus amigos en casa e interrumpiendo mi sueño.
Siempre quiere sexo, pero se ha vuelto demasiado brusco para mi gusto, cada día quiere más y me hace sentir como una mala novia si no lo hacemos como lo desea.
Hoy es un día de esos en los que no tengo ánimos de nada, estoy mareada, pero gracias a Dios no tengo clases y puedo dormir un poco más.
— ¡Debout! — No quiero levantarme, he estado mal del estómago desde hace algunos días, cansada y con mucho frío.
— Estoy cansada — En realidad, este ritmo de vida no es lo mío, extraño a mis amigos, mi familia, mi trabajo, no comprendo el idioma y no tengo muchas ganas de aprenderlo.
— Tu te fous de moi ou quoi ? — Está irritado, muchísimo, siempre habla en francés cuando ya no me soporta, la paciencia no es una de sus virtudes— Que te levantes. Merde!, ¡no puedes hacer nada bien!
— ¡Deja de gritarme! — tengo muchas ganas de llorar, desde hace casi un mes lloro con mucha facilidad, estoy sensible y he perdido peso, me parece tan lejano el día en que llegué a esta ciudad.
— Hoy viene mis amigos, voy a salir a comprar algunas cosas — Lo miro perpleja, no tenemos mucho dinero y mis ahorros se están acabando.
— No hay dinero, no deberías hacer fiestas — Le digo mientras me levanto y voy al baño y vomito, hoy siento mucho más dolor. Me meto a la ducha directamente. Él se para en la puerta de la sala de baño y me mira fijamente.
— Estás muy delgada — Me dice mientras se acerca y comienza a quitarse la ropa — me gustas así, me baño contigo.
Recuerdo una tarde en una gran sala de baño, recuerdo sus palabras, su mirada desde el espejo, su beso en mi cuello y mis ganas de más. Sacudo mi cabeza y todo se evapora, hoy no quiero estar acompañada, solo quiero estar sola.
— No quiero, te dije que estoy muy cansada — Me aplico jabón en el cuerpo.
— ¿Cansada de qué? Bordel! — Se mete en la bañera, que nos sirve también de ducha — ¡Si no haces nada! No avanzas con el francés, no tienes papeles, no puedes trabajar ¿De qué estás cansada? — Me grita.
Es verdad, no avanzo con el idioma y hace una semana cumplí tres meses en Francia, así que oficialmente dejé de tener una visa de turismo para convertirme en una ilegal, además de que mi billete de avión de regreso ya caducó.
— ¡De todo! — le grito mientras el agua desciende por mi cuerpo — ¡De ti!
— ¿De mí? — Enrolla con brusquedad y rabia mi cabello en sus manos, lo que me provoca un gemido — Estás muy cansada, ¿verdad? — Me pega contra la pared y empieza a besarme agresivamente — ¿Con quién diablos te cansas? ¿Es que te conseguiste otro tipo? Claro, eso es, ya no tienes ganas de nada porque te la pasas fallando con otro — Tira fuerte de mi cabello, duele.
— Déjame, por favor — Empiezo a llorar y a suplicarle — ¡Por favor!
— ¿Para qué quieres que te deje? ¿Para qué más tarde venga otro y te toque?— Sigo llorando y suplicándole que me deje, me hace daño, me asusto mucho, hasta ahora no había tenido este tipo de reacción, no entiendo qué le está pasando.
No le importan mis súplicas, me penetra con fuerza, me lastima, su pene me rasga, estoy seca, ni siquiera el agua me logra lubricar lo suficiente y solo puedo pensar en una noche hermosa, en un auto, en mi ciudad, en la que pensé que había alcanzado el cielo con las manos.
— Tu es ma femme, tu es à moi — Toma mi mentón con su mano derecha y aprieta, mi cara se levanta y puedo ver la furia en sus ojos azules, trato de contener las lágrimas, pero me es imposible. Cierra la llave del agua y me besa con furia — Eres mi mujer, mía y de nadie más, nunca lo olvides — Sale de la ducha y me deja ahí, sintiéndome sucia, triste y más sola que nunca.
El apartamento está lleno de gente, no hablo con nadie porque casi todos hablan en francés, hay una chica española con la que intenté hablar en una ocasión, pero creo que prefiere a sus amigos franceses.
A esta hora todos están drogados, incluido él, la droga y el alcohol corren como el agua y yo solo quisiera irme a dormir, pero en mi habitación están jugando con una consola. Encuentro un pequeño espacio en la cocina y reviso el chat de mis amigos, no escribo mucho, no sé qué decirles, cada uno habla de su vida, del trabajo, del amor ¿Acaso existe?, porque yo he encontrado solo desamor.
— Ma cherie, viens là — Me acerco a donde está con dos de sus amigos, toma mi mentón y me besa con fuerza, me sienta en sus piernas y comienza a hablar con ellos en francés, yo pierdo la noción del tiempo y comienzo a dormitar.
— Eva, ¡Eva! — Me sacude fuertemente — Tráenos unas cervezas.
Me levanto para ir a buscar las cervezas y él me da una palmada en el culo, yo lo miro con rabia y él sonríe con sus amigotes, cada día que pasa, creo que lo odio más y más.
En la cocina, uno de sus amigotes comienza a hablarme, pero en realidad no le entiendo, creo que quiere una cerveza y se le ofrezco, pero el tipo la deja a un lado y se abalanza sobre mí, intentando arrinconarme y besarme, busco escapar y empiezo a golpearlo y a gritar.
Él llega y al ver lo que sucede entra en cólera y tira a su amigo de la camisa, comienzan a gritarse y golpearse, llegan otras personas, los separan y sacan al otro tipo del apartamento.
— Dégagez ! Je ne veux personne ici — grita como un loco, si sigue así los vecinos llamarán a la policía, ya lo hicieron en una ocasión, en una de sus fiestas.
Cuando solo quedamos él y yo, se acerca a mí con los ojos inyectados en sangre y toma mi mentón bruscamente.
— ¿Qué te hizo? ¿Te tocó? — Por una vez, después de tanto tiempo, puedo ver al hombre que conocí en mi ciudad.
— No, no me hizo nada — Respondo
— ¡Pero que pensabas! ¡Es tu culpa! Bordel! — Cambia inmediatamente de actitud.
— ¿Qué? Solo fui por tus cervezas — me jala fuerte del brazo y luego me tira sobre la cama.
— Deja de estar provocando a mis amigos, o la próxima vez no podré controlarme — Me deja ahí y se va a buscar una cerveza. No entiendo nada, como voy a tener yo la culpa de lo que pasó.
Tengo náuseas, me levanto y corro a los aseos y vomito. Me siento en el suelo y lloro, no sé en qué momento llegué a este punto. Ahora estoy en el lugar de las mujeres maltratadas y violadas por sus parejas, las mujeres que le ocultan la verdad a sus amigos, a su familia, que se quedan solas, sin red, sin ayuda.
Soy consciente de mi situación y lloro durante casi una hora, él no está, espero que no vuelva, he llegado a odiarlo tanto que pienso que es un sentimiento más fuerte que el amor.
Hoy tengo clases, debo trasladarme en metro a otro barrio de París, en el mío, no había más cupos, mi escuela se encuentra en un barrio empresarial, donde se pueden ver cantidad de ejecutivos que corren de un lado para el otro.
Tengo dificultades para caminar bien, por lo de ayer y mi cuello y nuca están muy tensas e inflamadas.
— Bonjour, tout va bien Eva? — la directora de la escuela me pregunta si estoy bien, me gustaría decirle lo que me pasa, Pero, no sé explicarme y ella no habla español.
— Oui, ça va bien, merci — No tengo más opción que decir que todo va bien.
Sé que en el nivel siguiente hay una chica que habla español, creo que también es colombiana porque la he escuchado hablar por teléfono, pero no me arriesgo a hablarle, siempre anda bien vestida y creo que, aunque me ha escuchado hablar en español, no está interesada en hablarme.
Al final del día estoy tan casada, que solo pienso en dormir, lo que hago inmediatamente llego a casa.
— ¡Quítate eso! — Escucho que él murmura cerca de mí — Dépêche-toi!
Intento despertarme y siento como sus manos me quitan la ropa, lo rechazo, quiero detenerlo.
— ¡No! — Susurro, él continúa y me deja desnuda en la cama, trato de levantarme y me aprisiona con sus manos, cuando quiero volver a hablarle, siento su pene penetrándome, no estaba preparada, así que duele un montón, mis lágrimas se cuelan hasta mi cuello y cierro los ojos, lo dejo hacer, no hablo, no digo nada, no me muevo. Cuando todo termina, se abraza a mi vientre y me pide perdón.
— Pardon, ma chérie — No sé por qué, pero como un autómata le acaricio su cabello — No sabes cuanto estrés me causa
Imaginarte con otro — No digo nada, solo sigo acariciando su cabello y mirando hacia al techo, recordando:
"— ¡Mírame!— Me exige mientras me penetra una y otra vez, quiero cerrar los ojos de lo bien que se siente, pero él no me deja hacerlo — ¡Mírame! — me repite y solo puedo mirarlo mientras sigue montado sobre mí, penetrándome rápido y fuerte.
Me hace llegar a un orgasmo increíble, lo aprieto fuerte contra mi cuerpo y respiro sobre su cuello, no demoro en escuchar su ronco gemido al venirse, besa mi cuello e intenta poner su peso en sus antebrazos para no aplastarme. Yo le aparto el cabello húmedo de la frente y beso su mentón, él me mira, se baja de mí y se acuesta a mi lado, luego me abraza y suspira. — Buenos días, loquita"
He tenido que salirme de las clases para ir al baño, he vomitado hasta quedarme sin aliento, cuando por fin logro levantarme y salgo para lavarme la cara, me encuentro con la chica colombiana y le hablo en español, esperando que me responda.
— Lo siento, no me encuentro muy bien — me enjuago la boca y lavo mi cara.
— ¿Estás enferma? — Se acerca a mí y me pasa una servilleta para secarme el rostro.
— No, es que llevo días así — Le respondo mientras trato de respirar tranquilamente
— Eres colombiana, ¿Verdad? — No sabe cuánto me alegra escuchar su lindo acento, creería que es de mi ciudad
— Sí, soy de Cali, ¿y tú? — Ella sonríe
— También soy caleña — me ofrece su mano para presentarse y al tomarla, se siente genial — Me llamo Paula, creo que te había visto, pero no me había fijado mucho en ti, qué rico encontrarte — Me quedo impresionada con su amabilidad, pensé que era una chica prepotente.
— Yo sí te había escuchado hablar, pero me daba vergüenza presentarme — Ella suelta una carcajada y me abraza.
— Creo que lo necesitas — Me dice — Ahora tengo que volver a clases, pero si quieres, nos vemos a la salida y nos tomamos un café — No tengo mucho dinero, pero creo que el café no será muy costoso.
— Claro, nos vemos en un rato.
Encontrarme con Paula, me ha hecho bien, fuimos a un café cerca de su trabajo, no quise preguntarle a qué se dedicaba, pero pude saber que llegó hace cuatro meses y que le encanta París, vino con una oferta laboral. Quedamos de reencontrarnos en el mismo café antes de ingresar a la próxima clase.
Llego algo tarde porque él no estaba de buen ánimo esta mañana y se alteró y enojó conmigo, evité que me tironeara porque le dije que iba a clases de francés, otra vez tuve náuseas y ya no soporto el café, tendré que tomar una infusión.
Cuando giro en la esquina para reunirme con Paula en el café, la veo hablando con un hombre muy bien vestido y no muy alto, creo que lo conozco y mi corazón se salta un latido, no es probable que en una ciudad tan grande yo pueda encontrar a alguien que me recuerda el daño que sufrió mi corazón. Trato de acercarme, pero el chico le da dos besos a Paula en sus mejillas y se va por la otra calle. Mi corazón vuelve a latir y yo pienso que tal vez estoy imaginando cosas. Paula gira y me mira con el ceño fruncido.
— Eva, ¿cómo estás? — Me da dos besos en mis mejillas ¡Arriba Francia! — Querida, no tienes buena pinta, ¿has vomitado otra vez?
— Un poco y pues he caminado muy rápido.
Entramos al café y nos sentamos en una de las mesas, hace mucho frío, ella se quita sus guantes, bufanda y su hermoso abrigo, yo me dejo todo porque tengo mucho frío. Pedimos nuestras bebidas y ella se fija en que he cambiado el café por una infusión.
— Eva, perdona lo que te voy a decir, pero yo pensaría que tal vez estás embarazada, ¿Tú crees que sea posible? — Me quedo mirándola y no sé qué decir, ¿podría estar embarazada? No sabría decirlo, porque tengo un gran desorden hormonal, pero es verdad, que nunca me había sentido tan mal por tantos días, puedo pasar hasta cinco meses o más sin tener el periodo, como en este caso, y eso no quiere decir que esté embarazada, es más, los ginecólogos siempre me han dicho que será complicado que yo pueda tener hijos porque no tengo ciclos menstruales regulares. Le cuento todo esto a Paula, quien se queda mirándome y luego me pregunta.
— ¿Te proteges?, utilizas algún método anticonceptivo? — pone su delgada mano con una hermosa manicura sobre la mía, me dan ganas de esconder mis desastrosas uñas — Perdona que sea tan indiscreta, estás en todo tu derecho de no responderme.
— No te preocupes — En la situación en la que me encuentro, esa pregunta no me genera ninguna molestia — Comencé hace unas dos semanas con unas pastillas, pero antes de eso él siempre ha utilizado condones — no soy capaz de decirle mi novio, me cuesta reconocerlo como tal.
— Tu novio, ¿quieres decir? — Asiento con la cabeza.
— Pues querida, los condones no son 100% seguros y tal vez en algún momento lo han olvidado — Inmediatamente pienso en la noche de hace algunos días, pero luego recuerdo que desde antes, ya sentía náuseas, tal vez Paula tiene razón y no me he fijado bien.
— ¡Dios Mío! — Logro decir mientras me tapo la boca con mis manos, no quiero tener un hijo con él, ni siquiera quiero que me toque, no sé qué voy a hacer, trato de evitar llorar delante de ella, apenas empezamos a conocernos.
— ¿Crees que no estás preparada todavía para un bebé? — Vuelve a poner su mano sobre las mías y las acaricia — Acá hasta ciertas semanas es legal hacerse un aborto, tal vez debas pensarlo.
— ¡No! — hablo más fuerte de lo normal y me pongo de pie — Lo siento — vuelvo a sentarme y limpio con una servilleta, un poco de infusión que tiré sobre la mesa — Es que nunca he estado de acuerdo con el aborto.
— Tranquila, eso es muy respetable, lo que creo que debes hacer es hablar con tu novio — Mi cara cambia completamente y ahora sí que creo que voy a llorar — ¿Qué pasa Eva?
— Él … — trato de respirar — Él no quiere tener hijos todavía, la verdad es que no quiere tener hijos nunca — cubro mi cara con mis dos manos y tomo una respiración profunda, luego busco muy dentro de mí a la Eva fuerte que no se dejaba intimidar por nadie y le sonrío a Paula — Gracias Paula, creo que lo primero que debo hacer es confirmar si estoy embarazada y luego ya contárselo a él, tendré que cruzar cada puente a su debido tiempo — Me sonríe y me abraza diciéndome que todo va a estar bien, pero yo sé que no es verdad.
Intento alcanzar una caja de cereales que está muy alta para mí, tengo muchas ganas de desayunar con ellos antes de irme a las clases, en ese momento siento la fuerza de un cuerpo detrás de mí, que me toma por la cintura y embiste contra mis glúteos con su m*****o.
— ¿Qué haces? — Le pregunto mientras intento moverme, estoy arrinconada contra el armario de la cocina.
— No sé qué pasa, pero cada día te veo más fóllable — Me dice mientras aprieta mis senos desde atrás, me quejo, mis senos están más sensibles últimamente.
— Me duele — intento retirar sus manos — Voy a llegar tarde a clases.
— No, te prometo que lo haremos rapidísimo — Me desabrocha el pantalón y lo baja hasta mis tobillos — Abre más las piernas — trato de apoyarme en la alacena e intento una vez más que se detenga.
— ¡Bebé! — le digo, tal vez si soy cariñosa va a dejarme tranquila — En serio tengo que irme pronto, ¿lo dejamos para esta noche?
— ¡Abre las piernas, te dije! — Me altero un poco cuando habla más fuerte y siento como con su pierna derecha abre las mías bruscamente, cierro mis ojos y trato de aislarme de todo.
Antes, cuando en ocasiones lo hacíamos brusco, me excitaba, pero después del día de la ducha, no siento nada, no quiero nada.
Escucho como baja el cierre de su pantalón y mientras me sostiene con una mano, con la otra se lo baja y me embiste de una sola estocada, otra vez estoy seca, no he lubricado y siento mucho dolor, trato de poner mi mano entre los dos, para disminuir la potencia de sus embestidas, pero él toma mi mano y me inclina un poco más, me golpeo contra el armario, mis brazos me duelen, los suelta y puedo apoyarme en la alacena para no golpearme, toma mi cabello con fuerza y gira mi rostro para besarme, siento náuseas, pero intento controlarlas, se acelera y empieza a penetrarme cada vez más rápido y fuerte, yo solo logro anteponer mis manos contra el armario, me hace daño, quiero que se venga y me deje tranquila. Escucho como gruñe en mi espalda, dejando pequeños besos en mi cuello y luego sale de mi interior.
— Ma chérie, no sé qué te ha pasado estos últimos días, pero estuviste genial hoy — Me agarra de la nuca y me besa profundamente. Vuelvo a sentir náuseas, pero trato de relajarme — Bonne journée, Eva — me dice y luego sale de la cocina y del apartamento.
Corro a los aseos a vomitar y cuando termino no puedo parar de llorar, tomo otra ducha y me recuesto en la cama y paso todo el día en ella, no voy a la escuela, no como, solo lloro y duermo.
Él no vuelve esa noche, y eso me hace sentir tranquila. Escucho la vibración de mi teléfono y veo que me está llamando, me veo obligada a contestarle.
— ¡Eva! — grita, inmediatamente sé que está bebido o drogado, o tal vez las dos cosas — Unos amigos hacen una fiesta en París 12 ¿Quieres venir?
— Tengo dolor de cabeza, no me he sentido muy bien últimamente — Le respondo, esperando que no se altere.
— Putain! Eva, pareces una mamie, todo el tiempo te duele algo — habla más fuerte, creo que empieza a perder la paciencia, yo no digo nada y espero en la línea — D’accord, no sé a qué horas llegue, no me esperes despierta — Cuelga la llamada. Respiro tranquila y me levanto a buscar algo de comer, ya que no he comido nada en todo el día.
Aprovecho para revisar mi teléfono y veo que tengo muchos mensajes represados. A mis padres les respondo que hoy tuve un día muy ocupado y que los llamaré mañana. Tengo un mensaje de Paula.
PAULA: Querida, espero que te encuentres bien, no te vi hoy en la escuela; gracias a Dios el papacito de mi jefe estaba cerca y me acompañó al café, me hubiese encantado presentártelo.
PAULA: ¿Estás enferma?, escríbeme porfa, cuando te sientas mejor.
PAULA: Me tomé la libertad de hablar con mi jefe sobre ti, él es genial, me ayudó en Colombia, así que sé que podría ayudarte, tú no me has dicho nada, pero ¿tal vez necesites un trabajo?, él te hará un espacio en su agenda cuando tengas tiempo para verlo.
Tal vez debería hacer lo que dice Paula y buscar un trabajo, no sé si con su jefe, me da vergüenza lo que ella haya podido contarle, aunque puede que esa sea mi única salida, podría dejarlo y reunir dinero para volver a mi país, si su jefe está dispuesto a contratarme siendo ilegal, debería aprovechar esa oportunidad.
EVA: Hola Paula, gracias por preocuparte por mí, hoy no estuve en clases porque no me sentía muy bien, pero ya estoy mejor. Gracias por hablar con tu jefe, creo que voy a tomarte la palabra y si él puede darme un trabajo, sería genial. Te cuidas.
PAULA: Qué mal que no te sentías bien, espero que mañana puedas ir a clases y podré contarte bien lo del trabajo. PD: ¿ya te hiciste la prueba?, cuídate.
No me animo a hacerme la prueba, tengo mucho miedo y solo de pensar que sea positivo me dan unas ganas enormes de llorar, no por el bebé que no tiene la culpa de nada, sino por la situación en la que me encuentro, jamás me hubiera imaginado que tendría que vivir todo esto y además sola.
Reviso los mensajes del grupo y me doy cuenta de que las chicas han creado uno nuevo sin los chicos, “Chicas Melroses”, qué originales.
Han enviado más de 100 mensajes, Mafle se queja de Esteban, Camila habla de Juan, un chico que le gusta mucho, con el que se ha visto varias veces y de Caro, una chica con la que folló el fin de semana pasado, como le gustan los dos, cree que no pasara nada si les brinda a ambos sus favores “creo que me he equivocado al pensar que era la más aterrizada de todas nosotras”.
Helena está pasando por una crisis existencial porque se enteró de que el Asqueroso y su Ex- amiga, están esperando un bebé y van a casarse.
Yo solo leo los mensajes, pero no comento, hasta que una de las chicas se acuerda de que existo.
MAFLE: eh toi, la francesa… ¿Cómo sigues?
HELENA: ¿Negra, ya te sientes mejor?
CAMILA: ¿Qué haces conectada a estas horas?, es supertarde allá.
Les había contado en nuestra última videollamada, que no me sentía muy bien, ya que todos opinaron que había perdido mucho peso.
EVA: Hola chicas, no tengo sueño.
EVA: Sigo igual, tengo algo que contarles, pero por favor no le digan nada a los chicos.
MAFLE: Me hiciste dar miedo.
HELENA: Somos todo ojos jajajajajaja
Ojalá yo tuviera ánimos de reír, reflexiono sobre que decirles a las chicas porque estoy segura de que toda mi historia sonaría muy rara.
EVA: Llevo muchos días con náuseas, creo que estoy embarazada. Tengo miedo de hacerme la prueba.
MAFLE: ¿What?
CAMILA: ¡Estás de coña!
HELENA: No joda, ¡qué susto!
EVA: No sé qué hacer
CAMILA: ¿Lo has hablado con él?
EVA: No, me da miedo y ¿qué tal que sea una falsa alarma?
CAMILA: hazte la prueba, negra
MAFLE: Seguro es el frío que te tiene así, nos contaste que estás planificando y que además él se cuidaba.
No durante los últimos días, me digo a mí misma.
HELENA: Como estás tomando pastillas, mejor hazte la prueba que puedes hacerle daño al bebé.
MAFLE: Puedes hacerte la prueba ahora que no está el franchute.
CAMILA: Mafle, son las cuatro de la mañana en Francia, no puede salir a esta hora a buscar una prueba de embarazo, ubícate.
MAFLE: Mierda, pues mañana temprano
EVA: Tengo clases. Se me había olvidado contarles que conocí a una chica Colombia en clases, se llama Paula y es genial.
MAFLE: Que bien que puedas tener una amiga por allá, pero cuidado con traicionarnos, nosotras fuimos y siempre seremos las primeras.
CAMILA: No cambies el tema Eva, hazte la prueba
HELENA: Me alegra que hayas conocido a alguien con quien hablar, pero por ahora concéntrate en saber si estás embarazada o no.
HELENA: Estaremos esperando el resultado
EVA: Gracias chicas, las quiero un montón
HELENA: Y nosotras a ti.
CAMILA: Un montón
MAFLE: Más allá de los océanos
CAMILA: ¡Mafle!
Me siento más tranquila, me desconecto y me quedo dormida pensando que mañana sabré si mis sospechas son ciertas y hablaré con Paula para saber de qué se trata el trabajo, si tengo que limpiar baños, lo haré,
EVA: Modo: haciendo la prueba
No tengo el valor de mirar el resultado, las manos me sudan cada vez más y siento un leve mareo, gracias a Dios él no regresará pronto y eso me dará unas horas para asimilar el resultado si es positivo.
Por fin tengo el coraje de mirar y claramente observo las dos rayitas que confirman que estoy embarazada, me siento en el suelo y empiezo a llorar, no sé qué voy a hacer, porque con un bebé las cosas cambian, no sé si el jefe de Paula me contrate embarazada.
Me duele la cabeza, no puedo respirar, esto no me puede estar pasando, no ahora, no cuando quiero dejarlo y buscar una oportunidad para volver a mi país, no cuando sentía que había una pequeña luz al final del camino.
Mis amigas no saben todo lo que está pasando en realidad, Paula tampoco, aunque creo que lo imagina. Estoy tan llena de secretos, como de moretones en mi cuerpo, trato de ser fuerte, pero con un bebé, debo pensar diferente y pedir ayuda. ¿Y si lo busco a él? Tal vez no me ignore y quiera ayudarme ¡Mejor no!
Ninguna de mis amigas ha contestado, es normal, todavía es temprano allá
EVA: Positivo
Les escribo y me recuesto en el sofá, no tengo fuerzas, ni ganas de nada. Me quedo un rato viendo mi portable y de repente escucho que él entra rápidamente a la casa y al baño ¡Mierda! Olvidé la prueba adentro.
— Has vuelto muy temprano — Le pregunto para distraerlo.
— Me han echado — escucho que termina y sé el momento exacto en el que ha visto la prueba porque esta cae en el váter, haciendo un fuerte ruido.
— ¡Explícate! — No encuentro una manera de explicar lo inexplicable.
— Simplemente, pasó, tal vez eres muy fértil — le digo con dulzura.
— ¿Fértil?, yo me protegí en todas las ocasiones, precisamente porque no quiero niños.
— Pues no sé qué pasó, en serio lo siento — Trato de estar lo más alejada posible, no quiero que tenga un ataque de furia y lastime al bebé.
— Te vas a hacer un aborto — Se acerca a mí lentamente — Está decidido.
— ¿Qué? No, yo no quiero abortar — pongo las manos sobre mi vientre como si de esa forma pudiera proteger al bebé.
— Tú no decides, eres una inútil que ni para protegerse sirve — me grita y comienza a alterarse.
— Cálmate, vamos a encontrar otra solución — Le digo tratando de ser conciliadora, mientras me acerco más a la pared.
— Qué parte de, vas a abortar a esa cosa, ¿no entendiste? — Está gritando sobre mí y levanta su puño — O te lo sacas tú en un hospital o te lo saco yo a golpes — continúa gritando.
— ¡No! ¡Por favor! — Suplico mientras mis lágrimas no paran de caer por mi cara — Leo, no me obligues a hacerlo.