CAPÍTULO DOCE Estefanía sentía como si, por unos breves instantes, le arrancaran el mundo entre sueños. Se convirtió en algo fragmentado para ella, que no tenía más sentido que el mundo del sueño, demasiado breve para contar como algo real. Estaba en una habitación en algún lugar, pero no podía mantenerse despierta el tiempo suficiente para quedarse con los detalles. Cada vez que parpadeaba hasta despertar, la mujer mayor estaba allí. —Bebe —decía, presionando el agua contra los labios de Estefanía. Estefanía notaba las hierbas que había allí: valeriana y opio, quizás más. Aun así bebía, sin ni siquiera intentar luchar mientras la oscuridad la reclamaba. Estaba en un laberinto. Lo sabía incluso antes de que aparecieran las primeras curvas. Había setos altos a ambos lados, alzándose por