CAPÍTULO VEINTIUNO A Estefanía le llevó un frustrante y largo tiempo llegar a los muelles. En parte, era porque todavía tenía flashes de dolor cada vez que estiraba demasiado sus cicatrices, tanto que tuvo que detenerse y buscar entre las faltriqueras que le había robado a la curandera, para encontrar hierbas que aliviaran ese dolor agudo. En parte era porque tenía que ceñirse a las sombras y a las bocacalles, apretándose en cada espacio vacío donde esconderse mientras avanzaba. Ahora Delos parecía más peligroso de lo que había sido, y no solo por el modo en el que los guerreros de Felldust fanfarroneaban mientras andaban por las calles, en busca de problemas en una tierra que ahora se regía por las reglas de Felldust, donde el más fuerte tomaba lo que quería. En gran parte, era porque
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