Capitulo 7

1537 Words
Las cartas sobre la mesa (II) parte Anne "Pasaré por ti a las 8:30 p.m" Fue su último mensaje, y no puede ser que su mensaje me tenga temblando de pies a cabeza. Aparcamos en la puerta de un pequeño restaurante italiano ubicado en 8897 Beverly Blvd, Los Angeles, CA 90048. Salgo del coche y London viene a por mí. Me coge de la mano y me lleva a lo que sólo puede describirse como una sala de estar. La iluminación es tenue y todo está lleno de trastos italianos. Es como si me hubiera trasladado en el tiempo a la Italia de la década de los ochenta. -Señor London, me alegro de verlo -dice un hombre italiano que se acerca a nosotros de inmediato. Luce una expresión de felicidad natural. London le estrecha la mano con afecto. - Alessandro, yo también me alegro de verte-. -Venga, venga- Alessandro nos hace gestos para que nos adentremos más en la estancia. Nos sienta a una pequeña mesa en un rincón. El mantel es de color crema y lleva bordado la «Padre e figlio». Es muy bonito. - Alessandro, ésta es Anne. -London nos presenta-. El italiano me hace una reverencia con la cabeza. -Un nombre precioso para una dama preciosa, ¿sí? -Es tan directo que me siento un poco avergonzada-. ¿Qué desea el señor London?-. -¿Me permites? -me pregunta London señalando el menú con la cabeza. ¿Me está pidiendo permiso? -Es lo que sueles hacer -murmuro. Arquea una ceja y pone morritos, como diciéndome que no tiente mi suerte. Lo dejo a lo suyo. Está claro que sabe cuáles son los mejores platos del menú. -Muy bien Alessandro , Tomaremos dos de fettuccini con calabaza, parmesano y salsa de limón con nata, una botella de Famiglia Anselma Barolo 2000 y agua. ¿Lo tienes todo?- Pregunta-. Alessandro toma nota a toda velocidad en su cuaderno y da un paso atrás. -Sí, sí, señor London. Ahora me voy-. London sonríe con afecto. -Gracias, Alessandro-. Miro el restaurante, que está vacío. Cuando mi mirada se encuentra con la de London , veo una sonrisa de oreja a oreja sobre un labio mordido-. ¿Vienes a menudo?- Pregunté curiosa-. Su sonrisa se hace más amplia y entramos en el territorio de las rodillas que se vuelven de gelatina. -¿Así es como ligas?- Pregunta coqueto-. -Por supuesto -sonrío, y él cambia de postura en su silla-. -No tan a menudo-. -Ya lo veo- Frunce el ceño cuando Alessandro se acerca con las bebidas. London me sirve vino a mí y agua para él-. -¿No habrás pedido una botella entera para mí? -le suelto-. ¿Tú no vas a beber nada?-. Por Dios, me emborracho con tan solo olerlo. -No. Tengo que conducir- Lo dice tan tranquilo-. Sonrío, cojo la copa y bebo con cuidado mientras él me observa. El vino está espectacular. Cuando miro al hombre guapísimo y neurótico que tengo al otro lado de la mesa, al que me ha jodido los planes pero bien. -Creo que me estás dedicando mucho tiempo- Dije mirando su rostro-. -Supongo que sí- Dice-. Comienza a mirar al vacío, pensativo. -Eres muy controlador, tienes que trabajar en eso-afirmo con frialdad sin apartar la vista de mi copa-. -Mírame -exige con suavidad y, como la esclava que soy, lo miro-. Sus ojos dorados se han suavizado. Se reclina, relajado, en la silla.- Creo que soy así sólo contigo-. -¿Por qué?- Preguntó confundida-. -No lo sé. -Se da un breve mordisco en el labio-. Me vuelves un poco loco, pero más esta versión tuya-. En fin, eso lo aclara todo. ¿Se cree que necesito una especie de padre? Estoy hecha un lío. Suspiro en el interior de la copa de vino. «¡Lo mismo te digo, Parker!» -Aquí está tu pasta -dice. Alzo la vista y veo a Alessandro, que se acerca cantando-. -Gente encantadora -coloca dos generosos cuencos ante nosotros-¡buon appetito!-. -Gracias, Alessandro -sonríe London con educación. Me lanza una mirada inquisitiva, pero la ignoro y sonrío agradecida a Alessandro-. ************************************************************************************ Comemos un buen pastel de chocolate y me siento en el jodido paraíso, London me mira con una gran sonrisa. Debo soltar la bomba. -¿Que quieres de mi, London?- Pregunté de un tirón-. -Te lo repetiré una vez más, quiero estar contigo,... juntos- Dijo tratando de buscar la palabra adecuada-. -¿Eso significa que estamos en una relación?- Pregunté-. -Sí- . Dejo un pequeño y delicado beso en mi mano y se puso a leer la cuenta, fui al baño y me lave las manos, mi rostro era de felicidad. Al salir London se encontraba de pie fuera del baño. Le sonreí. -¿Pasarás la noche conmigo?- Preguntó-. -¿Es una pregunta o una orden?- Pregunté divertida-. -Una pregunta, pero si das la respuesta equivocada estoy seguro de que pensaré en algo para hacerte cambiar de idea. -Sonríe un poco-. -Pasaré la noche contigo-. Asiente con aprobación. -¿También la noche de mañana?- Pregunta-. -Sí- Reí-. Cuando llegamos al coche, me da la vuelta y me empuja contra la puerta. Su frente encuentra la mía y nuestros alientos, profundos, se funden en el escaso espacio que separa nuestras bocas. Su erección resulta dolorosamente dura contra la parte inferior de mi abdomen. Por Dios, lo quiero aquí y ahora. -Voy a follarte hasta que veas las estrellas, Anne- Su voz es áspera cuando mueve las caderas contra las mías. Lanzo un gemido- Mañana no vas a poder ni andar. Sube al coche- Exige-. Lo haría, pero ya me cuesta andar. El suspense me ha dejado inmóvil. Pasan unos segundos y sigo sin poder convencer a mis piernas de que se muevan, así que me aparta, abre la puerta y, con cuidado, me deposita en el asiento del copiloto. ************************************************************************************** Nuestro viaje de vuelta a su apartamento es el más largo de mi vida. La tensión s****l que reina en el coche es realmente insoportable y London se pone casi violento cuando un conductor dominguero le bloquea el paso. -A algunos no deberían darles el carnet. ¡Avanza!- Hace una maniobra nada legal y adelanta al otro coche en una calle de un solo carril-. Se toca a menudo la entrepierna, y bajo la luz tenue del BMW veo el sudor que brilla en su frente. Es un hombre con una misión. Derrapa, se detiene ante las puertas electrónicas del apartamento y pulsa el mando a distancia para abrirlas. Tamborilea con los dedos en el volante mientras espera impaciente a que empiecen a moverse. Sonrío. -Tranquilo campeón, te va a dar un patatús si no te tranquilizas- Río a mis adentros-. El tamborileo cesa y me mira. Echa humo. -Anne, me ha dado un patatús todos los días desde que te volví a ver-. -Hoy tienes la boca muy sucia - murmuro cuando las puertas se abren y avanza hacia el aparcamiento a toda velocidad y sin ningún cuidado. -Y tú vas a gritar mucho -Lo dice sin una pizca de humor- Fuera -me ordena-. No me cabe duda de que así será, pero me encanta verlo tan frenético. Me tomo mi tiempo para salir del coche y, cuando ya estoy erguida, levanto la vista y veo que lo tengo enfrente. -¿Qué haces? -pregunta sin poder creerse la calma con la que me estoy tomando las cosas. Miro el cielo n***o de la noche. -¿Te apetece ir a dar un paseo?- Preguntó conteniendo mi risa-. Abre la boca de forma exagerada. -¿Que si me apetece ir a dar un paseo?- Pregunta incrédulo-. -Sí. Es una noche completamente preciosa. -Vuelvo a mirarlo, pero no logro esconder una sonrisa tonta. -No, Anne. Lo que me apetece es follarte hasta que me supliques que pare- Dios mío-. Entra a grandes zancadas en el vestíbulo. Me abrazo a las lumbares de London y levanto la cabeza. Introduce el código con furia y lo demás desaparece de mi campo de visión. En un momento de osadía, deslizo las manos bajo sus vaqueros, van directas a su duro y fantástico trasero. Siento que sus músculos se tensan y relajan bajo su piel suave y cálida cuando sale del ascensor. -Nada de jueguecitos. Quiero estar dentro de ti. Como te pongas a hacer tonterías te juro por Dios que... -Va muy en serio. -Eres un romántico- Digo sarcástica -Este es el único romance que necesito- Dice con una sonrisa-. «¿Ah sí?» Irrumpe en el ático y da un portazo a su espalda. Estoy un pelín desorientada cuando me deja de pie en la cocina. Me quedo inmóvil ante él, con las manos apoyadas en sus hombros, intentando recomponerme. -¿Sabes? Es cierto que mañana no vas a estar en condiciones de caminar - Su aliento cálido extiende una capa de condensación sobre mi cara- Desnúdate. Estoy temblando descaradamente. Ordeno a mis manos que se aparten de sus hombros, pero no me hacen ni caso. Intento controlarme, aunque me resulta imposible cuando me mira de esa manera. Siento que me cubre las manos con las suyas. -Te haré ver estrellitas- Dijo mordiendo mi labio-. *************************************************************************
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