CAPITULO 2

4091 Words
Pasaba del medio día cuando Caitlyn despertó, estaba cansadísima había pasado la noche despierta, mirando desde lo alto de la escalera y escabulléndose de vez en cuando hasta la biblioteca para mirar mejor todo el esplendor de la fiesta y por su puesto ese par de incursiones que hizo a la cocina para probar el ponche… no supo cómo fue que llego a la habitación, se imaginó que alguien la había encontrado y la llevo hasta allí,  moría de hambre, la noche anterior con tanta emoción no había probado bocado y ni siquiera se le ocurrió bajar a la cocina por algún bocadillo pues temía perderse de algo importante. Se desperezo, se vistió y bajo corriendo al comedor, tomo unas tostadas y jugo, el que bebió muy aprisa, tenía ganas de salir, de despejarse, de recordar la noche anterior y se prometió que cuando llegara su turno ella sí que disfrutaría, había visto que varios muchachos pidieron bailar con Lizzy, pero esta se había negado a casi todos. Al llegar a las cuadras vio que Andrew se disponía a salir y lo llamo -Andy – sonrió -Hola dormilona – se acercó y la vio desde lo alto de la montura - ¿pareciera que hubieras estado presente en la fiesta? -No es eso, solo que con tanto ruido no he podido dormir… – mintió, pero su hermano la conocía tan bien que sabía que cuando esbozaba una media sonrisa es por que ocultaba la verdad, además él había sido quien la encontró en lo alto de la escalera y la había llevado a la habitación antes de que la viera su madre. - ¿Andrew? ¿A dónde vas? ¿Puedo acompañarte? – Y antes de que su hermano dijera nada frunció el entrecejo e hizo un puchero – ¿por favor? -Haaa está bien…diablillo, pero entonces nos iremos en el carruaje descubierto por… -No, ¿puedo montar, por favor? – lo interrumpió -Mmm está bien, pero tendrás que hacerlo como una damita – ja no pudo evitar reírse, sabía que su hermana odiaba montar así -Pero es muy incómodo – se quejo -Oh vas así o nada, es mi oferta… -Está bien, tus ganas – dijo con tono mimado y haciendo pucheros Le ensillaron una yegua y salieron de la mansión - ¿A dónde vamos? -Ya veras, es una sorpresa… -Me encantan las sorpresas, ¿lo sabes? -Si lo sé... - ¿Y de qué tipo?  - ¿De qué tipo que cosa? - ¿De qué tipo es mi sorpresa? -No te voy a decir, porque si lo hago dejara de ser una sorpresa, y ya no estés de preguntona, que no me vas a sacar la información… - se giró sonriendo, le saco la lengua y apresuro al caballo. Avanzaron divertidos por las calles de la ciudad, aún no habían llegado cuando se encontraron con Robert Wilmot -Buen día – saludos cortes quitándose el sombrero – Andrew, señorita – y sonrió a Caitlyn le pareció la sonrisa más bella que había visto en la vida y quedo encantada -Hola Robert, os presento a mi pequeña hermana, Caitlyn -Encantado – la miro directamente a los ojos, le tomo la mano y le deposito un cándido beso, Caitlyn sintió que dejo de respirar y de que no haber sido que estaba montada en la yegua hubiera caído de bruces ante ese hombre, que guapo y que rostro más gentil - Señorita Staverley – había sido solo cuestión de segundos que la miro, pero se sintió como si fuera toda la vida -El gusto es mío, Sr.  – Logro decir y le sonrió al hombre - ¿A dónde se dirigen tan alegremente? -Llevo a Kate a una sorpresa… ¿gustas acompañarnos? -Me encantaría, se les ve de los más divertidos, así que adelante continuemos hacia la sorpresa. Secretamente Caitlyn estaba encantada con la idea de que ese guapo joven los acompañase, por dios nunca había estado tan cerca de un hombre y se sentía emocionada hasta la medula, así estaba inmersa es sus pensamientos y sin dejar de mirar a Robert Wilmot hasta que Andrew anuncio que habían llegado, le indico que cerrara los ojos y que pobre si hacia trampa, y la chica obedeció. Ayudada por su hermano bajo de la yegua y una vez que estuvo en el suelo este le dijo que podía abrir los ojos, los abrió y tardo unos segundos en descubrir que estaban frente a una tienda de dulces, le encantaban sobre todo los chocolates. Sonrió emocionada a más no poder, se giró y abrazo a su hermano gustosa -Por eso te quiero tanto Andy, siempre me complaces -Ya los sé y también sé que hago muy mal… - lo interrumpió el puchero de su hermana -Por favor no empieces igual que mamá – seguía con la misma actitud mimada -Está bien, pero he de reconocer que tiene un poco de razón, te hemos consentido y…nuevamente no dejo que continuara. -Pero Andrew Staverley – fingió un tono molesto y serio – que va a pensar de mí el Sr. Wilmot, que sois una chica mimada y consentida, por dios Andrew, esos no son modales para una señorita bien educada – ahora imitaba la voz de su madre cuando le estaba llamando la atención y pronto estallo a carcajadas -Eres imposible – le dijo Andrew y tomo su mano para introducirse a la tienda Robert, los observaba y le encanto la actitud de Caitlyn, aunque se dijo que claro debía ser así, era apenas una chiquilla no tenía por qué aguardar apariencias de decoro, podía divertirse y nadie se lo tomaría a mal, de pronto recordó a la otra señorita Staverley, mas recatada y seria, pero la de ella no era precisamente que se limitara, se le miraba que en realidad era así, tímida y eso le encanto sobremanera. Salieron de la tienda y a Caitlyn s ele ocurrió una idea. - ¿Andrew, que te parece si salimos un poco a las afueras de la ciudad y echamos una carrera? ¡Anda di que sí! -Mmm…Esta bien – porque nunca podía negarle nada, pensó… bueno era porque él también se divertía a horrores con ella. Andrew pregunto a Robert que si le gustaría acompañarlos y este asintió, lo que ocasiono que Kate estuviera aún más contenta, si eso era posible, con el paseo que darían…Llegaron a las afueras de la ciudad, Kate se quedó atrás para poder mover la pierna y montar a horcajadas, la manera “correcta” para una mujer a ella le parecía incomodísima, además de que sentía que no le era fácil controlar al animal y el controlar las cosas, las situaciones y a las personas era algo que a ella le empezaba a gustar…una vez que se sintió cómoda inicio la carrera, cuando paso entre los jóvenes ya había tomado velocidad, entonces Andrew sonriente la siguió, pero Robert se había quedado como de piedra, la impetuosidad de la chica lo había dejado ensimismado, no pudo evitar pensar “que diferentes son las hermanas Staverley”, finalmente inicio la carrera y cuando los alcanzo ya habían desmontado y se encontraban sentados de bajo de un árbol. - ¿Os ha gustado la carrera, Sr. Wilmot? – pregunto divertida -Me ha parecido verdaderamente revitalizante – afirmo -La verdad es que el aire del campo es lo que nos hace sentirnos mejor -Puede que tengas razón, pero ya me he habituado tanto al bullicio de la gente que no había parado a darme cuenta de lo verdaderas que son tus palabras… -Pero venga chico, ¿nos vamos a quedar todo el día sentados? – y mientras decía esto se echaba a correr y hacía señas para que la acompañasen. -Es una chiquilla loca – le dijo Andrew a Robert mientras salía disparado a perseguir a su hermana. Así pasaron el resto de la tarde y para cuando regresaron a casa, Kate le había dicho a Robert que se dejara de tanta formalidad y que la llamara Caitlyn o Kate como todos, el hermano de esta asintió, pues no le parecía nada absurdo, además Kate era una niña y se había dado cuenta de que a Robert la hermana que le interesaba era Lizzy, y con esta sí que debería de tener más cuidado puesto que la conocía y no le permitiría que la tutease, sin antes no haber pasado por el previo cortejo. Caitlyn entro corriendo a la habitación de Lizzy, le habían dicho que la chica se encontraba recostada - ¿Adivina qué? - ¿Qué cosa? - ¡Hoy  he conocido al hombre con el que me voy a casar! – dijo muy emocionada, se lo había estado pensando durante el camino de regreso y lo había decidido, Robert Wilmot, le gustaba de marido, durante la tarde se había dado cuenta que tenía el carácter igual que su padre, por lo que ella saldría beneficiada, haciendo siempre su voluntad, no conocía mucho de hombres y menos cuando ni siquiera los había tratado, pero sabía por su tía Victoria que todos lo único que buscaban era subyugar el espíritu de las mujeres y hacerlas sumisas y obedientes y ella Caitlyn Staverley, jamás lo permitiría… y el mejor partido para eso era este joven y apuesto caballero Robert Wilmot, al que acababa de conocer y le había parecido el hombre más guapo que hubiera visto jamás… - ¿Que estás diciendo, Kate?, ¿Dónde le has conocido? – estaba nerviosa -Es amigo de Andrew y mañana va a venir, le hemos invitado a tomar el Té -  la sonrisa de la chica se extendía por todo el rostro, aun aniñado - ¿Pero…- titubeo -  acaso ese hombre te ha insinuado algo? – quiso saber, los nervios la consumían -Bueno… - ahora fue el turno de Kate de dudar – no exactamente… -sonrió y se encogió de hombros, sabía que, a la vista del Robert, era una chiquilla, pero ya crecería, pensó. Al día siguiente, Robert se encontraba en la puerta de la mansión Staverley, había llegado muy puntual, en primera por que le disgustaba hacer esperar a la gente y en segunda porque estaba más que desesperado, esa era la palabra para definir sus emociones, por ver nuevamente a Lizzy Staverley, la noche de la presentación no había tenido mucha oportunidad para hablar con ella y esta vez no pensaba desaprovechas su buena suerte -Buenas tardes – saludo al mayordomo – soy Robert Wilmot, vengo con el Sr. Andrew… - anuncio. -Adelante, Sr. – el hombre hizo un gesto con la mano en señal de que entrara a la vez que se retiraba de la puerta para que Robert entrase – tomo asiento por favor – le indico nuevamente con otro educado movimiento - en un momento llamo al Joven – le infamó, y desapareció de la estancia. Escucho que bajaban las escaleras rápidamente y se volvió, se encontró con una Sonriente Caitlyn. -Hola Robert – se acercó, con una gran sonrisa -Hola, Señorita Staverley – le hizo una inclinación y le sonrió -Pero que pasa, porque me tratas con tanta formalidad, ¿acaso ya no somos amigos, he hecho algo que os ha molestado? – le pregunto e hizo un puchero. Es una chiquilla, pensó y le dijo – claro que si Caitlyn, somos amigos, pero no sé qué pensaran vuestros padres de que yo le hable por su nombre… -Pues nada, que así me llamo – y le dedico otra sonrisa. -Es verdad lo que dice Andrew, contigo no se puede llevar la contra – sonrió Andrew bajaba las escaleras y al escuchar risa se dirigió a la estancia, creía que Robert se hallaba en la biblioteca, pero no ahí estaba el y Kate, muy divertidos al parecer, aunque no le sorprendía su hermanita era un encanto... -Hola, Robert me da gusto que hayas aceptado nuestra invitación, me alegro -A mí también me da gusto haber venido, apenas acabo de llegar y ya me la estoy pasando muy divertido. Al cabo de un rato, se encontraban sentados en una salita que habían instalado en el jardín, estaban muy como sentados, cobijados por la sobre de un alto y frondoso árbol, tomaban el té, llevaban rato platicando y a Robert le extrañaba que Lizzy no se hubiera unido a la conversación, “porque no ha bajado”, pensó, sabrá que estoy aquí y no quiere verme, ese solo pensamiento le causo un estremecimiento en el corazón, ansiaba verla y hablarle, pareciera que la chica hubiera escuchado su llamado, el giro la cabeza y se encontró con esos ojos verdes que le habían robado la sensatez, sintió el justo momento cuando el corazón volvió a latirle, estaba parada en la puerta se miraba nerviosa, indecisa de acudir a donde ellos se encontraban, él le sonrió y eso pareció darle valor para acercarse. -Buenas tardes – hizo un ligero gesto de saludo con el cuerpo y los caballeros se levantaron de la meza como muestra de educación -Ven Liz, acompáñanos – su hermano se acercó hacia ella, le ofreció el brazo y la ayudo a tomar asiento -Encantado verla Señorita Staverley – la miraba absorto, desde ese momento ya no podía ver nada más. Andrew se dio cuenta y sonrió para sus adentros, “hacen buena pareja”, pensó. Por su parte Kate no se daba cuenta de las miradas llenas de miel que se dedicaban, la conversación continuó amena y así pasaron el resto de la tarde. Los días siguientes se les hizo habito sentarse a platicar en ese jardín, los cuatro se hicieron amigos, claro que Robert esperaba ser mucho más que eso para Elizabeth, pero como la chica era muy tímida estaba dándole tiempo. De pronto centraba toda su atención en ella, y otras tantas no se podía zafar de la vitalidad de Caitlyn, la chiquilla era un verdadero encanto, le recordaba a su hermana, que tenía casi la misma edad de Kate, Lady Margarite, cuando su hermana regresara a la ciudad se la presentaría a Kate y seguro que se harían buenas amigas. Así fue, nada más llegar Margarite la llevo con él a una de las tardes de té que solía pasar en la casa de los Staverley y las chicas pronto se hicieron confidentes, eran igual de encantadoras, con la misma energía. Llevaban más de medio año cuando la madre de las chicas decidió que ya le había enfadado estar en la ciudad, además de la renuencia de Lizzy a asistir a los bailes, no servía de nada permanecer ahí, así que ya era hora de que regresaran a casa. Cuando les comento la noticia, Caitlyn estaba encantada de volver echaba mucho de menos a Altanero y sus largo paseos pero tampoco quería dejar de ver a Robert, estaba hecha un lio, pero aun así no le quedo de otra que obedecer esta vez, no ganaba nada quedándose, además hasta que no tuviera la presentación estaba segura de que Robert no se atrevería a decirle nada, cada vez estaba más convencida de que le interesaba pues Margarite le había comentado una vez que Robert hablaba con su padre sobre la Señorita Staverley y que le decía que por el momento le era muy difícil confesar sus sentimientos, así que Kate estaba segura del interés de Robert por ella, así que bien valdría la pena esperar, y con ese pensamiento regresaba feliz a casa. La ultima tarde que Robert y Margarite fueron a visitarlos, les informaron de su partida, las chicas estaban tristes de verdad que en ese tiempo se habían hecho buenas amigas, se extrañarían y Caitlyn le hizo prometer a Margarite que la visitaría en la finca, y que se escribirían para continuar su amistad. Esa tarde Robert hablo con Lizzy, le confesó sus sentimientos, pero ella pese a estar prendada del joven no podía olvidar las palabras de Caitlyn cuando le contó que había conocido al hombre con el que se casaría y que casualmente era el mismo que ella tanto le había gustado y llamado la atención. - ¿Que me contestas Elizabeth? – le saco de sus pensamientos -Yo… no sé qué deciros, me tomas por sorpresa – bajo la mirada y el tomo su barbilla obligándola a alzar el rostro y poder mirarla. -Bueno sé que es así, pero no me has dejado más opción que esta, eres tan tímida que no me dabas oportunidad y ahora al enterarme que te marchas, me he armado de valor, no quiero que te vayas sin que sepas que estoy muy interesado en ti – no le quiso decir la verdad, que estaba enamorado de ella por miedo a que se asustara, pero como no estarlo, era tan bonita, tan dulce y delicada, necesitaba que la cuidasen continuamente y él estaba encantado de hacerlo, amaba a esa mujer y haría todo porque ella le correspondiera. – mira piénsalo, ¿sí?, tu regresaras a casa y yo tengo que salir de viaje por unos negocios, es un viaje largo y tardare unos cuantos meses, pero te prometo que te escribiré y cuando regrese ya nos tendremos más confianza y te darás cuenta que mis sentimientos por ti son reales y entonces… si tú me lo permites pediré permiso a vuestros padres para poder cortejarte, ¿estás de acuerdo? - “por favor dime que si” la mira con la súplica en los ojos. -Estaré esperando tu carta – fue todo lo que contesto, pero eso era todo lo que Robert necesitaba para saber que ella había aceptado, le tomo la mano y deposito un suave beso y se fue para despedirse de los demás, ya estaba por marcharse cuando escucho la voz de Kate que lo llamaba… Robeeeeert… -Espera… - le falto un poco el aire por la carrera – ¿Te ibas a ir sin despedirte de mí? – y su rostro denotaba que le faltaba solo un poco para soltar el llanto, le extraño verla así, Kate era una chica fuerte y le dio tanta ternura que la abrazo, Caitlyn se sintió en el cielo y soltó el llanto, le fue imposible contenerse. -Claro que no! Katie, Katie… es más iba por Margarite para que viniera a despediros, sé que eso te gustaría, ¿verdad que sí?, además somos amigos y nunca te dejaría partir sin por lo menos decir adiós...ya vamos deja de llorar, esta no es la Kaitie que me gusta… Le gusto que la llamara así, Kaitie… Ella se separó y lo miro directamente a los ojos, de pronto pensó en darle un beso, pero escucho voces y dejo el atrevimiento para después. Caitlyn le hizo prometer que estarían en contacto y le dijo que no se olvidaría de él. Regresaron a casa y nada más llegar corrió a las cuadras, extrañaba a Altanero lo acaricio y después comenzó a cepillarlo. -Te extrañe tanto, bonito – decía mientras cepillaba cariñosamente al animal – te prometo que mañana saldremos a dar un largo paseo tu y yo. Caitlyn insistía a Lizzy que salieran a pasear, la relación entre ellas era menos que normal, pero es que eran tan diferentes, mientras que aún le gustaba estar en casa, la otra se ahogaba en el encierro, pero aun así Kate intento llevarse mejor con su hermana, tal vez pronto se separaría y le gustaría tener buenos recuerdos de cuando estaban juntas, esto de la separación lo pensó porque conociendo a Lizzy como ella creía conocerla, “tal vez se case pronto”, pensó y después ya no había más tiempo de fortalecer su relación. Así que cada que podía le proponía algún plan para pasarla bien, poco a poco se fueron acostumbrando a realizar actividades juntas, Kate descubrió que era divertido enseñar a los hijos de los trabajadores de la finca, claro que lo que ella enseñaba para nada eran las clases aburridas de la Señorita Harriet, su institutriz, ella les enseñaba cual era la mejor manera de trepar un árbol, de tirar una piedra y que esta rebotase un par de veces en el agua  además de los largos paseos que daban, Kate montada en el brioso Altanero y  Lizzy en el carruaje descubierto, así con esa nueva amistad paso el tiempo. Cierto día llegaron 2 cartas dirigidas a la Señorita Staverley de parte del Sr. Robert Wilmot, emocionada la abrió para comenzar a leerlas, la primera no más abrirla se emocionó Robert la llamaba nuevamente Katie, le contaba que el viaje había sido pesado pero que se encontraba bien, que la ciudad era muy bonita y había cosas maravillosas que le gustaría que ella pudiese llegar a ver, le pregunto cómo estaba y que tal el regresado a casa, que extrañaba las tardes de té y las bromas de ella, él mandaba saludos y que esperaba verla muy pronto y que no se olvidara de escribirle, era un sueño, él había prometido escribirle y ahí estaba la prueba de su interés por ella, solo era cuestión de tiempo, se apuró para abrir la segunda carta y cuando comenzó a leer para se dio cuenta que no era para ella…   Mí muy querida Liz… Como le he prometido aquí estoy, aun cuando no físicamente como a mí me habría gustado, si por medio de esta carta en la cual le hago entrega de mi corazón, este órgano que sin su presencia y su bella mirada solo me hace sentir un hueco enorme en el pecho, ahora que la siento lejos es cuando me atrevo a confesarle que la amo… no sé qué pensara usted, tal vez que es precipitado, ya lo sé, pero créame cuando le digo que esta ausencia suya me rompe el alma, me llena de un desasosiego y solo ansío el momento de poder mirarla nuevamente y perderme en su belleza y en su timidez que tanto me gustan. Le recuerdo que estoy esperando impaciente su amable respuesta, para que este hombre que ya no es feliz sin su presciencia en mi vida… No me alimento, no duermo, no vivo y lamentablemente sin usted Elizabeth, no muero… Siempre suyo… Robert Wilmot Caitlyn se dejó caer en uno de los amplios y mullidos sillones de la biblioteca, se sentía morir, supo el momento exacto en el que su corazón se partió en mil pedazos, sintió como el alma se le escapó del cuerpo y la dejo ahí, sentada como una de sus muñecas de trapo, sin vida… su Robert y Lizzy, ¿cómo había sido capaz? Si ella le había dicho que lo quería y que nada más estaba esperando la presentación para casarse con él, como era posible que su hermana le hiciera esto, ¡a ella! No se lo podía creer… El nudo de la garganta no la dejaba respirar le faltaba aire, sin darse cuenta las lágrimas le desbordaban sin poder contenerlas, estaba destrozada, se sentía traicionada por ambos, pero sobre todo por Elizabeth, ¿acaso no se pavoneaba Lizzy de ser las chica más dulce y buena?, “donde estaba esa bondad ahora” pensó, o es que ella por sus arrebatos y locuras no se merecía la piedad y misericordia de su hermana, donde había dejado su timidez cuando decidió quitarle a Robert. Odió a Lizzy con todas sus fuerzas, se sentía dolida, engañada, todo le daba vueltas estaba aturdida, jamás en toda su vida se imaginó semejante traición y sobre todo por ella, que ingenua se sentía, se rio en sus adentros cuando recordó como la regañaba su madre porque ella no se comportaba como la dulce Lizzy… “que ciega estaba por creer eso de su dulce hija”, la mueca de su cara que perfilo como una sonrisa fue de lo más cínica, que ciegos habían estado todos, Lizzy con su carita de ángel los mantenía engañados, pero a ella nunca más, la acababa de conocer como realmente era y no volvería a dejarse engañar por nadie… “pero esto no se quedara así”, pensó, hizo la promesa que Elizabeth pagaría tarde o temprano, por todo el sufrimiento por el que ella estaba pasando, y su querida hermanita sufriría igual, - no voy a ser la única que llore la perdida de Robert – se dijo.  
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