Capítulo 12: Bésame ya.

2144 Words
CAPITULO 12: Bésame ya. Julia. El fin de semana llega y así mismo como termina esta semana, también esta acabando el tiempo para decidir quien se quedará con la gerencia de la empresa. La emoción me estalla por dentro, me he matado durante todos estos años trabajando muy fuerte, pero últimamente me estoy esforzando el doble para que a los jefes no les quede duda alguna de que yo soy la idónea para ese puesto, nadie más puede tener ese puesto si no soy yo. Lo quiero, lo necesito y ya veo mi nombre escrito en el rotulo de la oficina. Mi sonrisa es muy notoria y pareceré loca para aquellos que me estén viendo en este momento, pero el hecho de saber que estoy cada día más cerca de lograr lo que siempre he soñado me emociona mucho. No estudié y fui el mejor promedio de mi profesión para quedarme simplemente siendo una trabajadora del montón, yo me esforcé para ser la cabeza de esta empresa y sé que pronto lo voy a lograr. Cuando me propongo algo, siempre lo cumplo y llegar a la gerencia no es algo que sea difícil para mí, por eso estoy segura de que lo lograré. —Jefe, el señor Jenkins le manda a decir que la espera en «Coup de Foudre» a las ocho de la noche para la cena que le había prometido —los ojos de ella brillan, a pesar de que ahora ella se encuentra saliendo con este chico de la fiesta que no recuerdo su nombre, creo que Martin siempre será algo así como su amor platónico y durante toda esta semana que él ha estado bastante adulador conmigo, ella no ha hecho más que suspirar al ver las flores que envía cada día al igual que las cajas de chocolates. Mi oficina esta llena de rosas, tulipanes y margaritas y mi casa tiene jazmines y orquídeas. Tengo que admitir que me muero cada vez que me llega un ramo y me encuentro pensando en el día siguiente esperando por que ramo me llegará ese día. Me dará un coma diabético y me volveré gorda debido a todo el dulce que estoy comiendo últimamente, pero es que no puedo resistirme a los bombones que me manda. De hecho, Martin y yo no hemos hablado tanto últimamente, ambos estamos muy enfocados en el trabajo y estos últimos días no hemos tenido reuniones conjuntas, por lo que la única interacción que hemos tenido han sido mis agradecimientos por las flores. Y yo, que decía no ser una mujer de flores y chocolates, me encuentro emocionada cada vez que recibo una. El problema es que nunca nadie me había tratado tan cariñosamente como lo ha hecho él y me siento ilusionada, claro que todo eso no me aleja de mi plan primordial, pero si que hace que no lo odie tanto y por supuesto que iré a cenar con él porque quiero pasar una linda velada a su lado. Me gusta, ¿ok? Es guapo, muestra interés y es extremadamente inteligente y una buena compañía, si puedo disfrutar de él durante el tiempo de prueba, ¿porqué lo rechazaría? —Confirma mi asistencia, Erin. Gracias. Mi asistente aplaude emocionada. —Cuando se casen, no olvide ponerme como su dama de honor, me lo merezco. He visto cómo surge el amor del odio y creo que ha sido lo más lindo de mundo —suelto una pequeña risa y siento mis mejillas sonrojadas —. ¿Está enamorada de él? —Hora de volver al trabajo, Erin. Ella hace una mueca, pero sale de mi oficina y continua trabajando. No, no estoy enamorada de nadie y mucho menos de Jenkins, una cosa es que me guste y una muy diferente es que esa química pase a ser amor. Yo sé muy bien que el día que él se entere que el puesto es para mí, me odiará mucho más que antes y si como dice que nunca me ha odiado, pues comenzará a odiarme con fuerza. Las horas pasan realmente rápido y como ya no me da tiempo de volver a mi casa y salir al restaurante, abro un cajón con ropa que tengo acá en la oficina por si algún día llega a ocurrir algún accidente con el café, cosa que ya ha sucedido y me tiene preparada, la ultima vez fue con un vestido dorado bastante casual, pero que me da un toque de elegancia y como recién ha llegado de la tintorería, se me hace un buen vestido para ir a cenar. Me visto en el baño de la oficina, los tacones que llevo son negros por lo que me salen bien con el vestido dorado y mi maquillaje es sutil, solo me doy un retoque de blush y unas sombras de brillantina dorada. No tardo más de quince minutos, no hay casi nadie en la oficina a esta hora, solo veo salir a Martin de su oficina cuando yo salgo del baño. Se da cuenta de que estoy allí y me sonríe caminando hacia mí, las rodillas me tiemblan un poco y contengo la respiración cuando deja un delicado beso en mi mejilla. Odio lo que causa en mí. —¿Lista para la mejor noche de tu vida? —pregunta posando la mano en mi cintura, asiento. —Muy lista. Su sonrisa es linda, tiene unos dientes perfectos, blancos y la barba le da un toque especial a su rostro. Es muy guapo. —Déjame llevarte en mi auto, luego volvemos por el tuyo o… —Esta bien —le digo deteniendo lo que sea que fuera a decir después —, de hecho no tengo ganas de conducir esta noche. —Pues entonces me alegra de ser su chofer esta noche, señorita Lloyd. Rio un poco y camino a su lado hasta el aparcamiento del edificio, me abre la puerta del auto y subo a este, huele a él. Vamos con buen tiempo y es agradable que vayamos juntos, pues así ninguno espera al otro pues yo odio hacer esperar o tener que esperar. El lugar es cálido, hay una luz amarilla que deja el ambiente mucho más confidente, es perfecto para una primera cita y para tener privacidad. El lugar esta casi lleno, el mesero nos lleva a la mesa reservada a nombre de Martin y nos deja el menú, el ambiente entre nosotros es tenso, más que todo de mi parte. Él es todo sonrisa y lee el menú diciéndome que me recomienda pedir según los alimentos que él sabe que me gustan y lo miro fijamente pensando en el momento en el que él ha pasado de ser mi archienemigo a convertirse en esto, ¿mi qué? —¿Te llama la atención algo? —pregunta luego de leer el menú. —Todo de hecho —lamo mi labio inferior y sus ojos caen en ese lugar, carraspea la garganta y se remueve en la silla —¸ puedes escoger tú, demuéstrame que tanto me conoces. —Bueno, un reto que acepto tomar. Suelto una pequeña risa mientras tomo un poco de vino blanco que ha sido cortesía de la casa nada más llegar. Martin llama al mesero y le pide nuestros platos, no reconozco el nombre de lo que ha pedido para mí, pero tengo fe en que me gustará por la manera en que me mira. Los platos llegan muy pronto y no me decepciona nada ver lo que han dejado delante de mí, mi sonrisa lo hace reír con fuerza, sabe que le ha atinado a mis gustos y celebra chocando su copa con la mía. —Llegué a dudarlo, pero me tuve fe. —Pues has hecho bien —doy el primer mordisco al bocado que llevo a mi boca y cierro los ojos ante el delicioso sabor que llega a mi boca. —Esta demasiado rico. Abro los ojos cuando no escucho palabras de Martin y lo veo mirándome fijamente, mis mejillas se ponen rojas y continuo con mi cena mientras le pregunto cualquier cosa que se me ocurre en la mesa. Nuestra velada pasa y hemos hablado más de trabajo y clientes que de nosotros mismos, pero ha sido bastante agradable y la noche aun no termina. —¿Caminamos un poco? —pregunta y asiento. Sí, necesito caminar un poco. Salimos del restaurante y caminamos por la avenida, el abrigo de Martin esta sobre mis hombros y su mano se mantiene en mi espalda baja, caminamos por minutos en silencio. Ha sido una cena deliciosa, realmente no me molesta su compañía, en realidad me gusta, me gusta como habla, su manera de tocarme y como pide primero mi opinión antes de cualquier cosa. Siento que algo especial esta sucediendo entre nosotros y no sé como llamarlo, nunca había conectado de esta manera con nadie y es raro teniendo en cuenta de que es el mismo hombre con el que creí no tener nada en común más allá de una rivalidad. El cielo esta lleno de estrellas, las calles están iluminadas, los coches pasan con música alta y la brisa es suave al chocar contra nuestros rostros mientras yo le voy contando acerca del rancho de mis papás, de los caballos y de mi infancia en este lugar, él rie con mis anécdotas y me pide que cuente más y eso hago por mucho más tiempo. Nos detenemos frente a un pequeño mirador de la ciudad, nuestros cuerpos quedan uno frente al otro y no me importa lo increíble que luce la ciudad desde este lugar, yo solo me enfoco en el hombre que tengo al frente y en la forma en como me mira mientras me pone atención. Trago saliva con fuerza cuando sus manos se posan en mis caderas y me acerca más a él, una de sus manos pasa un mechón de mi cabello tras mi oreja y a mi se me olvida lo que estaba diciendo. —¿Y qué sucede después? —pregunta muy cerca de mi rostro. La intensidad con la que me mira hace que mi corazón se acelere, miro sus labios y tomo una respiración antes de concluir mi historia, él ríe echando su cabeza hacia atrás y una de sus manos, la que esta en mi cintura, aprieta un poco sin dejar de reír. Luego, solo me mira durante no sé cuanto tiempo con una sonrisa. —¿Sabes, Juls? —dice en tono suave —, siento que algo ha cambiado entre nosotros esta noche, en ti —dice esto ultimo tocando con sus nudillos mi mejilla —¸ sabes que yo siempre me he sentido atraído hacia ti, pero creo que hoy me estas mirando de la forma en la que yo te miro a ti —pasa la lengua por su labio inferior y mis ojos se pierden en ese lugar. —¿Si? —pregunto como tonta, su sonrisa crece. —Es algo que no puedo ignorar. Mi corazón late con fuerza contra mis oídos, su cuerpo parece mucho más cerca del mio al igual que sus labios, ya nos hemos besado antes, pero sé que estoy anhelando este beso desde que salimos del restaurante. Es vergonzosa la manera en la que mi respiración se vuelve irregular y mi pecho sube y baja con fuerza. —Creo que dices la verdad —me escucho decir y él sonríe mucho más grande. He de admitir que me siento cautivada por Martin y eso es algo que me da miedo, pero que de igual forma no puedo ignorar porque es la verdad, yo sé que algo mucho más fuerte que una atracción está sucediendo entre ambos. —¿Y qué crees que deberíamos hacer con esto que ahora sabemos? —pregunta acariciando mi cintura —, porque si me preguntas a mí, te diré que estoy cansado de quererte besar a todas horas y no poder hacerlo. Mi pecho sube cuando contengo una respiración. Su mano acaricia mi mejilla con delicadeza y yo cierro mis ojos ante su toque agradable. Me gusta mucho. —Creo entonces que —pongo mi mano sobre la suya, —deberías de besarme en este momento. Su nariz toca la mía y veo sus labios abiertos en una gran sonrisa. —¿Segura? Porque a mi me encanta esa idea, pero me pregunto si no te da miedo que un beso me haga enamorar de ti. —Vamos, bésame ya —su risa me hace rodar los ojos y soy yo la que toma el cuello de su camisa y lo atraigo a mis labios. Ignoro el hecho de que haya mencionado la palabra que empieza con E y dejo que me bese como solo él sabe hacerlo. Sus labios encajan perfectamente con los míos y me deja con las rodillas temblorosas. Besa deliciosamente rico.

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