Viajar en el Jet privado de Oliver, definitivamente tenía que ser la cosa que más le estaba gustando de ser oficialmente la señora Spyrou. Claro que no pensaba decírselo a él, probablemente heriría su ego al ella pensar que eso era lo mejor y no el estar casada con Oliver. Aunque si establecían prioridades, en definitiva, ser su esposa se ganaba el premio a «Ventajas de ser la señora Spyrou». Como no tenía nada que hacer en ese largo viaje, además de escuchar música, leer libros y ver películas (pero ya hacía las dos primeras), lo más que podía ponerse a hacer, era pensar. Pensar en su esposo. Era la señora Elissa Spyrou. ¡Ni ella misma se lo creía! Tenía ganas de hacerse un pellizco o algo, pero no planeaba herirse así misma para poder creérselo: con tan solo mirar unos asientos más all