El mismo día New York Adriana Una de las cosas que detesto, es sentirme con las manos atadas, mucho más tratándose de negocios, porque para mí todo debe fluir sin contratiempo, pero no siempre todo depende de uno, como ahora que estoy a punto de perder una fortuna porque no logro ubicar a Williams, incluso estoy cansada de llamar a su mansión, sin tener otra opción estoy terminando de vestirme para ir a buscarlo, porque no he podido conseguir que me den una razón de su paradero, aunque mi querido prometido parece peor que perro guardián, sentado en el sillón con sus brazos cruzados, mientras me observa con una mirada asesina, hasta que escucho su voz hacerse presente. –¡Adriana! ¿Dónde carajos crees que vas? –me pregunta mientras recojo mi bolso. –Robert ¿Te caíste de la cama? ¿Qué te