Alfonso fue tras de ella y continúo cuestionando —¿Cuándo saliste de prisión? ¿Marcos lo sabe?— Ella no perdió el tiempo en responde, así que abrió la puerta y entró. —Maite detente, no puedes ingresar ¿Qué crees que haces?—, reprochó al tomarla del brazo. —Solo quiero ver a Elisa—,dijo la joven con lágrimas en sus ojos —Alfonso... ¡por favor! Te juro que no le lastimaré, yo jamás le haría daño y lo sabes… si deseas puedes quedarte—, sin tener respuesta alguna de Alfonso, Maite se acercó a Elisa, en cuanto al doctor la quedó observando con tristeza, al soltar un suspiro refutó. —Tienes cinco minutos. —¡Gracias Alfonso! —Pero te vigilaré. —Esta bien—,con lágrimas en los ojos, Maite se inclinó y besó la frente de Elisa, tomó entre sus manos la de aquella anciana y sollozó —Mi viejita,