En la misma ciudad pero en otro lugar. Para ser exactos en la oficina de Marcos, este se encontraba perdido en sus pensamientos cuando una llamada lo trajo de vuelta. —Señor Heredia, le llamo del juzgado por el tema de la señorita Maite—. El hombre del otro lado del teléfono se quedó con las palabras en la boca, porque al instante que nombró a Maite, Marcos colgó el teléfono. Odiaba escuchar ese nombre, detestaba tener que pensarla, quería que esa mujer desapareciera de su vida para siempre. Marcos lanzó su teléfono contra la pared, una vez que este cayó al suelo lo aplastó hasta hacerlo pedazos, no quería volver a recibir llamadas de nadie del juzgado, no quería volver a escuchar el nombre de Maite, quería expulsar cualquier pensamiento que se mantuviera sobre esa mujer, dentro de el. U