—Nunca más vuelvas a nombrar a Maite en esta casa y en ningún otro lugar —al soltarla la mujer se quedó tosiendo, y comprendió cuánto odio sentía Marcos por Maite. Sonrió sin que él lo notara, pidió disculpas aunque no sabía que había sucedido. Después de eso Marcos se desplomó cayendo sobre el mueble, estaba exhausto de tantos tragos. Emma pidió ayuda a las empleadas para que suban a Marcos a su habitación. Estaba pesado como una piedra, entre todas lo pudieron llevar, lo recostaron en su cama y salieron. Quedándose Emma dentro se sentó a un costado de Marcos, lo miraba y suspiraba. Empezó acariciándolo, besando su cuello y desbrochó su camisa, tocó sus firmes músculos, se arrimó a él y al excitarse bajó su mano hasta el m*****o de Marcos. Al darse cuenta de que éste no estaba nada exci