Por otra parte, Emma se había quedado con la intriga de lo que su amiga había dicho, de ser cierto ella no podía permitir que ese secreto llegara a oídos de Marcos, estaba completamente segura que si eso sucedía el jamás se lo perdonaría. Sabía perfectamente cómo era Marcos, él no toleraba la traiciones y su padre lo había traicionado. —Hola—, se escuchó la voz masculina al otro lado del teléfono. —Padre. —¡Hola, hija!, ¿cómo estás pasando? Que me estés llamando, si que es un milagro. —Estoy bien—, dijo con frialdad —Solo llamo para preguntarte algo —¿Qué quieres saber mi niña? —¿Es cierto que el padre de Maite contenía en sus manos pruebas que te involucran en desfalcos a la empresa de los Heredia?— Después de esa pregunta, el silencio perduró, aquel hombre de edad media se había