Capítulo 2

4261 Words
Azul Observé mi tienda y sonreí embobada, una pura emoción recorría mi torrente sanguíneo. Pase parte de la mañana excusándome con mis vecinos que se vieron afectados, aunque con el dueño de Shane's corner quería ser más diplomática quizás, pero su cinismo rebaso el vaso. No entiendo que tiene ese hombre que me altera de manera que nunca nadie ha podido, ni siquiera la superestrella de mi hermana. Lo peor de todo es que no entiendo porque actúe de esa forma, aunque creo saber la razón es que ese hombre, ese hombre es pura atracción. Y estoy  segura que  sería una distracción, por lo que no quiero eso porque solo con verlo con su cabello hasta los hombros, color azabache, su piel canela y esos bíceps que sin duda emitían información de que se ejercita y esos ojos marrones claros, en definitiva era demasiado hermoso hasta decir detente. Lo increíble de todo el caso es que su masculinidad me hizo recordar que soy una mujer con deseos reprimidos, desde que terminé con mi ex prometido nunca me ha interesado ningún hombre, hasta llegué a pensar que me había vuelto asexual. Porque ningún hombre me ha llamado la atención, hasta este momento y eso no puede ocurrir. Pero bueno Azul, ahora debes concentrarte en tu negocio, solo eso es lo que importa. Chequeo mi agenda, tengo una reunión con un grupo de jovencitas que me ayudarán a darle promoción a mi tienda, ya que ellas conocen este lugar. Después tengo varias entrevistas para contratar personal, y después empezar a trabajar con la inauguración que pretendo hacerlo con un desfile de vestidos de novias, mi nueva colección. Estoy seriamente pensando en contratar una gurú del bordado de esta localidad, si bien le entro a este tipo de arte no soy muy precisa además de que conoce la cultura de esta ciudad y saldré beneficiada ya que podrá ayudarme a conocer los lugareños. También debo programar talleres de capacitación para dichos empleados, porque necesito que sepan los tipos de cortes, bordados, que sepan venderle el producto a las protagonistas de este lugar, las novias. De esta manera mi mente se atiborra de excelentes ideas, que voy anotando en mi libreta. Hay tanto por hacer, y me siento más estresada que con mi primera tienda. Porque la realidad es que mi madre se encargó de muchas cosas y mi hermano me ayudo, pero aquí estoy dejando y dando todo de mí. Para muchos es sorprendente que con apenas veintitrés años posea una tienda de vestidos de novias, y que mis diseños han llegado tan lejos que hasta una princesa uso uno de mis diseños. Desde ese instante he tenido muchas demandas, pero mi sueño inicio cuando a mis dieciséis años le hice un diseño a mi tía para su boda todos estaban sorprendidos y encantados. Por consiguiente, empecé a tomar clases de diseño. Cuando cumplí los diecisiete mi madre abrió la tienda como una prueba y ya después entre a la universidad para obtener mi título. Yo dibujaba y mi querida Ana le daba vida al vestido. Años después comencé a adoptar una idea que me permitió conectarme con esas personas, hablaba con ellas y después que conocía por lo menos un poco me imaginaba que vestido era su ideal. Nunca he fallado.  Esa es la razón de que luego cambiara el nombre de la tienda a Mi sueño Azul, porque todas las mujeres, al menos la que llegan a mi local, sueñan con encontrar un príncipe azul y a veces lo encuentras, este te pide realizar otro de tus sueños casarte. De una boda se desprenden grandes cosas y de ahí parte el vestido, desde el primer instante lo primero que una mujer busca es que se va a poner ese día importante y ese es tu sueño donde entro yo, Azul, tu hada madrina poniendo en tus manos algo preciado y valioso. A mí no me importa mucho el dinero, lo que en realidad me hace feliz es la sonrisa que veo plasmada en las mujeres cuando encuentran el indicado. Esa lágrima que resbala de felicidad sin poder hallar palabra que pueda describir lo magnifico de ver tu sueño hecho realidad. La conmovedora escena de quienes te acompañan a ayudarte a elegir, porque ellos también sueñan; sueñan con verte siendo la novia más hermosa que hayan visto. Y esa es parte de mi misión en la vida. Tan concentrada estaba en mis pensamientos que no fui consciente de que alguien había entrado. —Hola, bienveni... —pensando que se trataba de alguna de mis futuras empleadas levanto mi rostro sonriente. —¿Qué haces aquí? —Vine a hacer una visita de buena vecindad. —me ofreció una sonrisa de esas que derriten a cualquier mujer, aunque yo no soy cualquier mujer de modo que no surte efecto en mí. —Ya vino, ya se puede ir. —con voz agria lo eche de mi tienda. Y para colmo su sonrisa se ensancho más, tuve que agarrarme de la mesa porque mis piernas se volvieron gelatinas. "Gracias a Dios que no estás en esa lista de mujeres" se burló mi consciencia. Esa maldita siempre está en mi contra. —Mira maléfica, vine a hacer las paces contigo. Sé que dije cosas que no debería haber dicho. Estoy acostumbrado a las mudanzas, aunque esta vez me molesté de más, solo porque ha sido en una muy mala semana y la terminé pagando contigo. En serio discúlpame. Ummm no sé porque todo este milagroso cambio si hace un par de horas quería que yo me disculpara. En serio es un cínico. Sus palabrerías no me van a embaucar. — Y entonces ¿qué dices? ¿Aceptas mis humildes disculpas? — A ver dame una razón por la que deba aceptar tus disculpas. —¿En serio? —Me ve cara de mitómana. —No, aunque tampoco se ve como alguien con manía de tirarles cosas a otro, pero ya lleva dos de dos. Y esperaba que aceptara mis disculpas y luego me las diera a mí. —Le seré sincera no me importan sus disculpas, por mi puede entrárselas por donde no le da el sol. Y si eso es todo puede retirarse. —le sonrío indicándole la salida. —No entiendo cómo puedes tener una boca tan sucia. Y ¿por qué no acepta mis disculpas? —Porque no me da la gana. —Pensaba que usted era mejor que yo. —Créame que lo soy.  —No, no lo parece. Aquí tiene. — deja sobre la mesa una bolsa que desprendía calor. —ya que fue tan gentil de lanzarme una caja de brownies, quiero devolverle su gran gentileza, aunque sin tirársela claro, eso se los dejamos a los locos. —Para que yo quiero algo de usted de seguro le hecho alguna cosa para que me haga daño. —Jaja, de esa manera no haría buena promoción de mi restaurant. Si desea comer lo que le traje pues hágalo, y si no pues me da igual. Espero recapacite y acepte mi disculpa. Adiós.  —se despidió cuando unas jovencitas entraron en la tienda. Agradecí de buena manera la intervención de las chicas luego de hablar con ellas, salieron para promocionar mi tienda. Al observar la bolsa recordé el dueño del negocio de enfrente, ese que está haciendo una revolución en mi sistema tratando de convencer a doña mente para dejarlo pasar más tiempo en mis pensamientos para que de este modo, señorita corazón le ceda un espacio, pero sentido común no permitirá que los muros que ha construido se vean afectados. Reconozco que fui muy desconsiderada, el tipo me pidió disculpa y yo por mi orgullo no quise aceptarla. Pero es que es demasiado pedante y su forma de me disculpo, pero espero lo mismo de tu parte no me la calo. Aunque en realidad lo que no quiero es su cercanía, y es justo lo que sucederá si hago lo que él quiere. Destape la bolsa y los platos, desde donde se desprendieron un aluvión de olores que aromatizaron mis fosas nasales. Recordando con ello eso que siempre dice mi abuela, las mejores comidas hogareñas son aquellas que un exquisito aroma lo acompaña ese que es único para reconocer los buenos sazones. Y sin duda sin siquiera probar un bocado puedo dar fe de que esta comida esta sabrosa. Con cada mordisco llegaba a la gloria, este platillo consistía de salmón ahumado y un puré de papa que era una delicia mortal. Parecía una ambrosia hecha para los dioses. Si lanzarle una caja de brownies ocasiona regalarme esta sabrosa comida, pues vamos a seguir dando en el pecho. No me había dado cuenta que tenía hambre hasta que termine todo el plato, y continúe con el postre que era un suculento tiramisú. Solo le hizo falta un cafecito y aceptaría gustosa su disculpa. Limpie la mesa y me prepare para las entrevistas que tendría dentro de poco, una vez estuve lista vi desfilar una gran cantidad de aspirantes. Cada entrevista prometía, pero no creía que podría emplear tantas personas. Y eso es un punto a analizar debo aceptar las personas que en estos momentos necesito. Dejo eso de un lado, veo el sol con sus matices de colores por darle paso a la luna. Me levanto a arreglar todo cuando mi piel se eriza y siento esa presencia que fastidia mi existencia en estos momentos. Me volteo hacia el que viene tan decidido. — ¿Qué quieres ahora? — lo veo alzar una ceja. —Pensé que después de semejante buena acción estarías más calmada fierecita. —Pues ya ves que no. Y no me llames así. —No te entiendo y mira que quiero entenderte, aunque no entienda porque razón quiero entenderte. Además, no se tu nombre como para usarlo y estoy en desventaja porque tú sabes el mío.  —Déjate de bromas. Me llamo Azul, ahora responde ¿A qué viniste? —Solo vine a ver si te gusto la comida. —Sí me gusto, ahora que lo sabes te puedes ir. Ah gracias, es lo máximo que conseguirás de mí. —Oye, el que debería estar enojado soy yo porque con tu mudanza me estropeaste muchas cosas. Que aún no se la magnitud de las perdidas. —Ya te lo dije esta mañana, mándame la factura que te lo pagaré. — voy hacia la esquina para apagar unas luces cuando siento sus pasos dirigiéndose hacia donde estoy. Me doy la vuelta encontrándolo en una distancia remotamente corta. —Créeme que por cada perdida que haya tenido me la cobraré, de una manera placentera para ambos. — dice con una mirada devoradora y electrizante. Caminó peligrosamente hacia mí mientras retrocedía hasta que la fría pared me impidió alejarme más, mi mente me gritaba retroceder y alejarme al mismo tiempo que mi corazón exigía acercarme, así de contradictoria me sentía. Mientras en otra esquina mi traicionero cuerpo le hace caso al corazón sin moverse un milímetro de su cercanía, mis pulmones inhalaban esa fragancia que portaba y que lo hacían parecer más hombre ante mi perspectiva. Su mirada divaga por mi rostro como si intentase memorizarlo, sus manos colocadas de manera que me impiden el libre movimiento intimidándome con su altura y porte, siendo consciente de lo pequeña que resulto a su lado. Una de sus manos grandes y varoniles me sostienen el rostro mientras la otra descansa en mi cintura. —¿Qué sucedió fiera te quedaste sin palabras por mi belleza? —esas palabras tienen la misma reacción que una aguja al hacer contacto con un globo, y esa explosión me trae de regreso a la realidad recordándome que delante de mí está el que considero como mi enemigo. Me remuevo intentando empujarlo con mis manos en su pecho, siendo consciente de lo bien que se siente tocarlo. Zarandeo esos pensamientos plantándome firme en mi posición, el me sostiene con más fuerza y el pánico florece en mí, trayendo a colación miles de probabilidades desastrosas que este hombre puede cometer. Aunque una minúscula parte de mi cree en su honestidad. —Tranquila no te haré nada que tú no quieras. No soy un abusador. —al parecer leyó mi expresión corporal. Con su arrogante sonrisa acerca su rostro solo separándonos un pequeñito espacio, nuestros alientos chocando y ese olor a menta invade mi sentido del olfato, cuando pienso que va a besarme, abre su boca. —Serás tú quien me pidas que te bese. —se separa abruptamente dejándome bien sacada de onda. Me guiña un ojo y se va como si nada, dejándome con mis hormonas revueltas y con la maldita curiosidad de saber a qué saben sus labios. Ay céntrate Azul. Me reprendo porque no puede ser que por primera vez me guste bastante un tipo, como para sin conocerlo bien ya tenga tanta apetencia de besarlo. Con mi ex nunca experimente esa sensación de querer descubrir y experimentar esa lista de todos los tipos de besos sin importarme su significado. Mucho menos de intentar entrar de lleno en la sexualidad y justo con él estoy meditando esta absurda idea. ¡Para el carro y bájate Azul! Me grita histérica mi mente, esa parte lógica y coherente que siempre nos previene de los desastres monumentales y que pocas veces tomamos en serio. Cuando se empieza a comparar un hombre con tu ex, eso solo significa problemas, problemas a lo grande. Argumenta mi mente con vehemencia. Pero será un rico problema. Susurra esa parte aventada en mí, mi corazón que marca ritmos inconstantes. Me siento en una maldita encrucijada, sin saber qué hacer. Lo mejor es hacerle caso a mi parte racional y a ese ángel de luz que pretende salvaguardar mi corazón de salir lastimado o gravemente herido. Suspiro retomando lo que estaba haciendo antes de ser interrumpida y saliendo de la tienda hacia el único lugar donde descansaré de este hombre que últimamente está ocupando demasiado espacio en mis pensamientos. Shane Regreso a mi oficina donde doy vueltas, tratando de hallar una buena excusa para lo que estoy haciendo. Siento como si estuviese cayendo bajo, nunca he hecho nada similar. Es más nunca una mujer se ha metido tanto en mi piel como para querer saber más que su nombre, para que mi mente quiera saciar su curiosidad con respecto a ella. Estoy en mi guerra mental cuando entra mi gemelo como Pedro por su casa. —Hola hermanito ¿A ver qué te sucede? —Nada. —contesto sin ninguna emoción. —Ahorrémonos todo el sermón, te conozco y no me puedes engañar dime que te tiene de esta forma. Tiene que ser algo grande para que te pongas a dar vueltas.  —le sonrío a mi hermano, para terminar, tomando asiento en frente de él. No hay nadie mejor para decirle mi problema que mi gemelo. —Es que hay tantas cosas en mi mente, que no sé cómo empezar. — Fácil, por el principio. Pero todo esto me huele que tu problema tiene nombre de una mujer. —menciona como si nada mientras se deja caer en una silla. —Sí, pero no es como te lo imaginas. No puedo sacarla de mi mente, ni el trabajo logra que deje de pensar en ella y ni un día completo tengo conociéndola. —Ah, te diste un buen revolcón con ella y no sabes dónde encontrarla para repetir. —se carcajea— Eso es fácil habla con Bryson o Luther, ellos son policías tendrán algún contacto. O puede ser con el genio informático. —No es nada de eso. —es más complicado porque ni siquiera un beso le he dado y está metida de cabeza en mis pensamientos. —¿No? ¿Entonces qué?  —¿Te acuerdas la que me lanzo la sangría en el club? — le pregunto, sabiendo la respuesta él nunca olvidaría algo de esa magnitud.  —Sí, eso fue fuera de serie. —se ríe a voz suelta.  —Aja, pues hoy me la encontré y me lanzo una caja de brownies. —¿Qué? ¿Está loca? Por favor, dime que no se estropearon los brownies — ahora llego mi momento de reírme de el por la cara de espanto que pone, eso sería un crimen para él ya que se podría decir que uno de sus vicios es el chocolate. —No, el que quedo con un ardor en el pecho fui yo. Sabes ni siquiera un beso le he dado, aunque he estado a punto y no entiendo porque no puedo sacarla de mi mente. —se queda callado por unos segundos como pensando. — Hasta que no te acuestes con ella no la podrás sacar de tu cabeza. Así son las mujeres, se meten en nuestros pensamientos hasta que ya pasa la novedad. Solo niego mientras el habla, somos tan diferentes él nunca ha tenido nada serio con una mujer y por su vida han pasado un desfile de mujeres por semana. En pocas palabras mi hermano es un gran mujeriego, y yo solo puedo pensar en Gema, bueno ya ni en ella porque ahora Azul está acaparando mis pensamientos. —Ahora fuera de broma, esa chica ha captado tu atención, y eso mi querido hermano es un serio problema para ti. Si quieres pasar el rato con ella está bien, pero si quieres algo más serio solo ten cuidado no quiero recoger tus pedazos como aquella vez. —James —le reclamo y le aviso que no quiero discutir sobre el tema de Gema. —Tranquilo no la mencionaré, solo quiero que seas feliz. Espero que encuentres esa mujer adecuada para ti, tú más que nadie mereces ser auténticamente feliz. Tú crees en eso llamado amor, yo no y esa es nuestra gran diferencia. Solo creo en los sentimientos de nuestros padres y tíos. Después todo es una falacia. —El amor existe, lo único que es escurridizo. —Bah, me largo. — enuncia mientras camina hacia la puerta. —Ya entramos en un tema que no quiero participar. Ah que no se te olvide que el sábado vamos a jugar, ve con suficiente dinero que me haré rico a costa de ustedes. —Eso lo veremos. Eso es lo que necesito, una dosis de mis alocados hermanos y primos. De vez en cuando nos reunimos para apostar dinero mientras jugamos dominoes. Somos grandes aficionados, lo consideramos un deporte y una gran habilidad, además de un poder de concentración ya que debes observar lo que tu frente lanza y armar el juego para poder ganar. A mí me gusta jugar con mi primo Casper, nos entendemos mejor que cualquiera. Salgo de mi negocio directo a mi auto, conduzco hasta llegar a mi apartamento en Midtown, donde me mude para estar más cerca de mi negocio porque esta zona es donde se encuentran los mejores destinos para el diseño, arte, moda y restaurant. Suena mi celular, en la pantalla brilla el nombre de mi bella madre, Valentina, de seguro se enteró de los ataques de mi vecinita querida. No me sorprendería por las cámaras de seguridad que hay en cada esquina. Cabe resaltar, que no son las que se colocan en puntos estratégicos por si surge un robo o algún incidente, estas son aficionadas al chisme. —Hola mami. —Mi amor, Dios te bendiga. ¿Cómo has estado? —Bien madre. Y ¿usted? —a ella hay que seguirle el hilo o se enojará, y no hay nada peor que Valentina Morgan enojada. —Muy bien mi amor. Oye —aquí vamos. —¿Qué sucedió en el club contigo? —A ver mami, yo sé que lo sabes y como lo sabes no es un misterio. – No es ninguna novedad que todo lo que hacemos le es notificado con una de las chismosas del barrio que son de su club de lectura de la Biblia. — Ay mi vida, es que quiero saber porque esa chica te lanzo la bebida. — empieza a carcajearse, si porque cada cosa que nos ocurre a ella le da risa. —En vez de estar preocupada por mí, ¿te ríes? —En serio mi madre es un caso. —Eres bastante grande e intimidante, y que una chica se atreva a hacer eso y lo de hoy mínimo no es de Atlanta, aunque lo que me gusta es que no se lleva de esos rumores. Además, no es como si fueras indefenso. —salgo del ascensor cuando se abren las puertas. —Eso sí es cierto. Pero no sé porque razón le caigo mal. —De seguro has sido un poco pedante con esa chica, ese es uno de tus defectos. —¿En verdad eres mi madre o me adoptaste?  —Justo porque soy tu madre te lo digo. Es que ustedes se creen que son unos chulos, que todas las mujeres deben caer rendidas a sus pies y no es así. — Eh gracias por lo que me toca. —abro la puerta de mi apartamento y soy recibido por mi peludo amigo. —Ya está mejor tu perrita. —Perrito, es un perro. Samy, por cierto. —Sí, eso mismo. —Sí, ya está comiendo mejor.  —Qué bueno. ¿Te veo el domingo en la iglesia querido? —Si estaré allá. —Una regla importante para sobrevivir, nunca de los nunca negarte a ninguno de sus pedidos. Créeme te ira súper bien si te llevas de ella. —Chao mi amor cuídate. —Adiós mami. Me despojo de mi camisa, yendo a la cocina con samy saltando detrás de mí, mi súper ayudante de cocina. Comienzo a preparar una pasta, solo deseo acostarme en el sofá a ver una película de acción mientras como con la compañía de mi fiel amigo. Mientras cocinaba samy se acostó mirándome fijamente sin perder ninguno de mis movimientos, cuando estaba sirviendo la pasta en un plato tocaron el timbre. Samy se paró y fue corriendo a la puerta a ladrar, mientras meneaba la cola. Tal vez piensa que pedí pizza, sonrío mientras voy a abrir. Nada me preparo para lo que venía. Cuando sus ojos chocaron con los míos, su sonrisa murió. —¿Me estas siguiendo fierecita? — ¿alguien puede ser más antipática que esta mujer? —No, no, no puede ser posible. Por favor dime que tú no vives aquí. —Pues déjame decirte que tengo alrededor de dos años viviendo en este condominio. —Esto no me puede estar pasando a mí. — exclama. —Espera ¿no me digas que también somos vecinos aquí? — sonrío mientras me apoyaba en el marco de la puerta. —Sí, y para colmo de males cada vez que salga es posible que vea tu cara. —¿No me digas que eres mi nueva vecina de enfrente? —asiente— no puedo creerlo, en todas partes armas un lio con la mudanza— de sus ojos pude ver las chispas saltando. Y no sé porque me gusta molestarla. —En la mañana antes de irme a trabajar pasé a pedir excusa por los que se vieron afectado, y aquí no encontré a nadie por eso decidí pasar más tarde. Y vaya sorpresa me he llevado. Ten. —me pasa otra caja igual que la de esta mañana.  —¿Gastaste tanto dinero en comprar esto? — Que te importa. —estaba decidida a irse, la detengo mientras su mirada asesina se posa en mí. Inmediatamente la suelto. —Espera ¿por qué me tratas así? —Mira solo quiero que entiendas algo, tu no me caes nada bien. —¿Por qué? —Mira dejemos esto aquí, yo acepte tu disculpa espero aceptes las mías. Nos olvidamos que hemos cruzado palabra y seremos vecinos cordiales. — Pero podríamos ser algo más que vecinos. —sonrío mientras le guiño un ojo. —Nunca, tú y yo somos como el día y la noche, como el aceite y el agua, como... —la interrumpo. —Muy buena tu explicación, eso me ayuda a entender todo esto. —¿De qué hablas? —Qué ahora entiendo porque nos sentimos atraídos el uno por el otro. Dicen que los polos opuestos se atraen. Así como el imán se adhiere a las sup... —me interrumpe y doy gracias porque empecé a divagar. —Para con tus teorías conspirativas. No me siento atraída por ti. —¿Estás segura? Porque yo si me siento atraído por ti. Y sé que yo te atraigo. —abre la boca y la vuelve a cerrar, está tratando de buscar una respuesta. —Piensa lo que quieras. —Vamos a hacer algo y solo así te creeré. —estoy dispuesto a jugármela.  —Está bien ¿qué es eso? Todo para que entiendas que esa supuesta atracción solo está en tu cabeza. —me acerco más hasta ella, solo quedando un corto espacio. —Que nos besemos. —¿Qué? — su grito ha de haberse escuchado hasta la china.  —¿Acaso tienes miedo? — vi la determinación en sus ojos. Sonrío ampliamente.  —Nunca me echo para atrás en un desafío. Está bien, besémonos. Me acerque más a ella, nuestros labios rozándose levemente.  —Te juro que te besaré como nadie lo ha hecho y haré que ambos perdamos el sentido. —como guerrera que era iba a hablar, pero no se lo permití y aproveché este gesto para cubrir sus labios con los míos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD