Capítulo 4

2207 Words
Azul Aun no entiendo que hechizo había sido objeto por parte de Shane, es como si no tuviese voluntad y acabase haciendo justo lo que él quiere. En estos momentos me estoy preparando para la cita ve tu, ve tu ha saber que es. Porque mi mente grita que lo trate como un amigo y mi corazón estaba hablando en otro idioma que no quiero entender en estos instantes. Reviviendo ese momento no puedo sacar esa discusión tonta que deparo en todo esto, aunque eso no es lo peor. Aun me pregunto porque no lo deje salir así sin más de mi tienda. No, tuve que ponerme de... ni sé que decirme, ¿estúpida será? Pero solo le bastaba contestar cuando y la hora, y todo pasaría normal. Sin embargo nada salió como lo previsto. Aun siento cada sensación como si fuese en estos momentos. Nuestras miradas se engancharon, y la suya estaba surtiendo un efecto para nada deseado en mí. Tan solo con una de sus miradas fue capaz de excitarme y hacer que mis pezones se endurecieran acto que no paso desapercibido por él. Su perfume embotaba mis sentidos y solo quería acercarme hasta su cuello y pasa... ¿¡Que cosas piensas Azul!? Me recrimina mi sentido común, que sentía que se desvanecía en el control y corazón estaba por apoderarse de la voluntad. Debo ir a la iglesia parece que necesito controlar mis hormonas y recuperar el control que se ha desestabilizado desde que Shane hizo acto de presencia en mi vida. Cerré mis ojos para desviarme de esos pensamientos y con ellos olvidar sus últimas palabras. —Hay algo fuerte pasando entre nosotros, y al parecer está destinado a ser. No te opongas a esto. Cuando intente negar esta hipótesis, su dedo se presiono en mis labios y me tomo de sorpresa su acción, planto un beso en mi mejilla y salió como si nada tan campante de la tienda. Salí creyendo que se había ido, pero no, como todo un caballero me espero para escoltarme hasta el complejo de apartamentos donde residíamos. Y ahora me encuentro terminando de peinar mi mata de rizos castaños, ya que dentro de algunos minutos tocara el timbre para ir a un lugar mágico, colorido y dinámico según él. Escucho mi celular sonar y contesto extrañada que a estas horas mi mejor amiga, Chiara, me llame por video llamada. —Hola Chia... —¿Te estás arreglando? ¿Para dónde vas? ¿con quién? —empieza a soltar preguntas tras preguntas, olvidándose de la cortesía—. Azul Celeste.— grita estruendosamente, sí, tengo una mejor amiga loca y yo soy la del tino, por lo que es una amistad balanceada. —Ay por favor, solo es un vestido. —me quejo por su alboroto cualquiera que la escuchara pensaría que soy una descuidada con mi apariencia. —Nooo, cualquier vestido no mi amorsh. —dice lentamente en su melodrama—.Es el maldito vestido que te queda como un guante, y el que te obligo a ponerte cuando quiero que nos brinden tragos gratis en los clubes.— me restriega con su dedo señalándome. Y si, ella es la de los ligues, fiestas y la que me obliga a seguir todas sus travesuras. —Así que suelta la sopa o tomare un avión directo a Atlanta y te sacare todo minuciosamente. —Mira...—sonó el timbre por lo que apresurada trato de terminar la llamada.— Novia ya me tengo que ir... —¿Quién toco el timbre?— pregunta mientras sube y baja las cejas, que pervertida es de seguro se está imaginando uno y mil escenarios en su cochina mente. —¿Escuchaste eso? —le pregunto con los ojos entrecerrados. —Se te olvida con quien estás hablando. —Ash, te llamo después, necesitamos tiempo para platicar. —Está bien novia, desmelénate y vuélvete salvaje. Ah y no olvides llevar muchos condones, sexo seguro siempre morcita. —le saco el dedo y antes que le conteste me colgó, solo puedo negar. Así de intempestiva es mi querida mejor amiga. Agarro mi teléfono y lo meto en mi cartera marrón cruzándola por mi cuerpo, me encamine hacia la puerta encontrándome con un Shane vestido para producir orgasmo visuales, y es que el n***o le sienta bien esa camisa que marca sus bíceps y ese pantalón que encuadra muy bien su anatomía. Toda mi atención esta vertida en la dirección de Shane como algo magnético, se apoya en el quicio de la puerta mientras me brinda una de esas sonrisas que hace estragos en mi cuerpo, reactivando lo que esta tarde sentí. —Hola— simple e informal su saludo, pero es como si lo convirtiese en mucho más que un saludo normal de amigos. —Hola.— digo saliendo de mis pensamientos.— ¿Te gustaría tomar algo antes de irnos?— intento hacer gala de la cortesía. Todos sus movimientos no pasaron desapercibidos para mi, su mirada de depredador me escaneo deteniéndose en mis labios. Un calor intenso se propago por mi cuerpo, como me gustaría tener un don de inmunidad para que nada de lo que haga o diga me afecte de la forma que lo está haciendo. —No, gracias. Pero si tienes mas brownie me encantaría probar uno. — Sí, esta mañana hice más. Si gusta te los coloco en una caja. —Espera ¿me estás diciendo que tú hiciste esos brownies?— solo asiento a su pregunta mientras me sigue hacia la cocina.— ¿En qué momento hiciste tanto para todos los vecinos? — Esa noche cuando nos conocimos me dio insomnio por lo que decidí hacerlos. — Entonces a demás de tener una tienda eres repostera. — Bueno digamos que es uno de mis hobbies. Mi madrastra hace los mejores prostres del mundo, su padre le enseño y ella me enseño a mi; ya que su hija no quiso. — Pues llevemos un par para el camino.— dijo mientras se comía uno con gran deleite como si fuera el mejor postre del mundo. — Veo que te encantan los brownie. —Sí, pero no tanto como mi gemelo. — Pues si es así no me lo puedo imaginar. — Vamos, nuestra cita espera por nosotros.— salimos de mi apartamento, dándome cuenta que es la primera vez que no discutimos ¿será una tregua por el momento? Subimos a su auto, comienza a conducir y por suerte no nos encontramos con mucho transito. — ¿Has hecho turismo aquí?— su pregunta llama mi atención, ya que estaba memorizando el trayecto. — Aun no. Es increíble, pero solo he ido de la tienda a mi departamento y al club. Aunque conocer Atlanta fue una de las cosas que me convenció para mudarme aquí. — Pues te enseñare un lugar que es muy imprescindible conocer, un lugar cultural e histórico. Es uno de los lugares que mas me encantan de esta ciudad. — Y ¿cuál es ese lugar?—pregunto emocionada. — Ya veras, no esta tan lejos de donde vivimos. Queda a veintinueve minutos. Mientras llegamos sería bueno que nos conociéramos un poco más. Solo se tu nombre por lo que es conveniente saber ¿cuál es tu apellido? — De la barrera— solté mientras cruzaba mis dedos pidiendo a quien sea que este ahí arriba que no supiese sobre mi familia. —Y ¿de dónde eres?— respire al percatarme que no conoce sobre mi familia. — ¿Para qué quieres saber?— le pregunto con una ceja alzada tenía cierta reserva en lo que respecta a mi vida personal, pero si acepte que nos conociéramos no podía simplemente evitar o mentir en lo que el quería saber. — Quedamos en conocernos mejor. Y se por tu acento que no eres nativa de los estados.— da su argumento que no me deja otra medida que responder. — Soy de Madrid, España. — Española, ahora entiendo la sangría.— dice mientras se ríe y lo acompaño recordando ese momento que lo bañe con mi bebida. — Ya tenía dos semanas y quería sentirme cerca de mi país. Al principio no es fácil adaptarse a un nuevo entorno, alejada de tu familia y más si eres tan pegada a ellos.— intente justificarme por mi acción. — Te entiendo, para mí sería demasiado difícil mudarme a un lugar donde no conozco nadie y alejarme de mi familia. Ellos lo son todo para mí, la verdad no podría ir a vivir tan lejos. — Pues, eso pensaba yo hasta que...— me detuve no queriendo remover esa herida, no quería arruinar esta salida. — ¿Hasta qué?— pregunto. — Nada que, pasó el tiempo y no quería estar estancada en el mismo lugar. —la agilidad de mi mente me ofreció una salida rápida. Aunque sus ojos me decían que no creían en lo que había dicho. Siguió manejando, acto que agradecí porque no quería dar explicaciones. Luego de un par de minutos llegamos al lugar de la cita. Al no ser de este lugar no sabía dónde estábamos, pero se me hacia conocido. Me abrió la puerta del copiloto.— ¿Dónde estamos? — En Stone Mountain park. — ¿En serio?— pregunto emocionada sin duda este era uno de los destinos que tenía previsto visitar, y es que este tenía su gran atractivo. —Parece que sabes sobre este lugar.— afirmo con una sonrisa. — Claro, me acuerdo que una vez tuve que hablar sobre Atlanta en la escuela y desde ese momento ame esta ciudad. Y ¿qué haremos? — Empezaremos con una cena en la Base Camp BBQ, que preparan unos platillos a la parilla que sin duda no nos podemos perder. — Vamos.— hizo un movimiento que no estaba esperando me tomo de la mano y me halo para que empezara a caminar, solo podía pensar en lo bien que encajaban nuestras manos. Me deje guiar de él, se veía que conocía el lugar. Un lugar abierto con varias barbacoas, no había camareros por lo que se nos otorgo una bandeja para que construyéramos nuestra hamburguesa, lo bueno de todo que cuando llegamos no había nadie delante de nosotros. — Este lugar nos permite conectar con la naturaleza, y tener una buena experiencia.— dice mientras me ayuda a sentarme debajo de un árbol. Al mirar alrededor pude ver las familias disfrutando de la noche en un ambiente al aire libre, y la vista de la montaña. Shane y yo terminamos nuestra comida bajo el efecto de la risa, ahora que he bajado la guardia puedo ver que es diferente a lo que yo creía en un principio. Es cálido, conversador y con un buen sentido del humor. Una vez terminamos, volvió a tomar mi mano y me condujo hasta Antebellum Plantation, según me conto es un atractivo histórico que se compone de una colección de construcciones edificadas entre 1783 y 1875. Además que hacen exhibiciones al aire libre sobre la historia de la piedra que ha sido extraída de la montaña y se ha utilizado en diferentes construcciones alrededor del mundo. Me encontraba extasiada con los lugares que habíamos visitado, pero nada me preparo para el espectáculo de laser en el Memorial Lawn, el cual era un compendio de música y múltiples luces que iluminaban la montaña y su escultura. Con este destino concluimos la cita volviendo a nuestra residencia, nuestras sonrisas no se borraban de nuestros labios. Después de pasar un momento tan agradable sentía que estábamos más compenetrados. En ningún momento dejo de sacarme conversación y mucho menos una carcajada, sentía como mi alma se rejuvenecía. Al llegar a la puerta de mi apartamento, espero que abriera, aunque era algo descabellado ya que vivía justo al frente del mío. Antes de cerrar no podía dejar de darle mi agradecimiento. — ¿Shane? — Sí. — Muchas gracias por esta salida, de verdad me encanto. — No tienes nada que agradecer. Me gustaría preguntarte si harás algo mañana. — ¿Mañana?—asiente.— En la mañana estaré ocupada, pero en la tarde estoy libre. ¿Por qué? — Pues como te gusto tanto Stone Mountain park, me gustaría enseñarte otros lugares. — Claro me encantaría.— después de sopesarlo tanto acepto. — Perfecto, entonces nos vemos mañana. — Si, Adiós Shane. — Adiós Azul.— sin previo aviso se acerco a mí, y me planto un beso en las comisuras de mis labios. Dio la vuelta abriendo su apartamento, me miro esperando algo. Y es cuando me di cuenta que esperaba que entrara, y yo parada ahí como una estúpida esperando algo que se no sucederá. Cerré la puerta y me apoye en ella mientras un suspiro sobresalía de mis labios. ¿Qué rayos fue eso? Un ritmo anormal se apoderaba de mi corazón, cerré mis ojos mientras imploraba a todos mis sentidos y a mi loco corazón no bajar la guardia justo ahora. Ese hombre con sus ojos marrones solo ha hecho acto de presencia solo para desestabilizar el férreo control que ejerzo sobre mi cuerpo, mente y corazón. Ahora me entran dudas sobre si aun lo mantengo. 
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