Ya había pasado otro mes, y mi amiga seguía insistiendo que fuéramos a buscar al padre, yo me negaba, eso sería como buscar una aguja en un pajar, no sabía nada de él, ni su nombre, ni donde vive, ni donde trabaja, nada, era un maldito desconocido, solo conocía su rostro, ese rostro que no salía de mi mente en la noches. Ya tenía 4 meses y mi vientre se veía ya más pronunciado, fui a consulta una vez más, ya que como eran dos, tenían que chequear el embarazo más seguido, los bebés tampoco se dejaron ver, pero me conforme con saber que estaba sanos y fuertes que crecían muy bien. Salí de allí y empecé a caminar por las tiendas, entre a una de bebes y no pude evitar comprar un par de conjuntos uno decía, "somos" y el otro decía "gemelos" eran de un color verde agua, ya que aún no sabía el