Si ahora mismo alguien me ofrece un trago, juro que le voy a meter mi botella de agua por el trasero. Estoy acostada sobre el sofá del bungalow y llevo sobre mis ojos un gorro para migrañas de gel que compré hace unos meses y que casualmente metí en mi maleta para relajarme. —¿Quieres que te pida algo para desayunar? —Escucho la voz de Luca y hago una mueca ante la mención de alguna ingesta de comida. —Solo necesito agua y morirme —susurro en respuesta para escuchar su risa. Levanto un poco el gorro que a su vez sirve como antifaz y lo observo atentamente. Luca lleva unos pantalones de lino, color blanco, no lleva camisa y su cabello es un desastre. —Anoche estabas muy feliz bailando y bebiendo —dice con aspecto relajado. —Anoche estaba ebria —confieso y ahogo un bostezo. Esta mañana