No sé cuánto tiempo estuve aquí, pero sabía que hacía más frío, sentía las lágrimas secas en mis mejillas, mis ojos me ardían un poco y mi cabeza me dolía ligeramente. Me puse de pie y me acerqué a la orilla, me senté apoyándome con las manos detrás de mi cuerpo y miré el campo. Amaba ver la naturaleza, me traía paz completa. Veía como la brisa movía el pasto largo, las ramas de los árboles que provocaba que algunas hojas caigan o salgan volando. Escuché como Jade se puso de pie y empezó a relinchar, o sea, tiene hambre. Solté un suspiro pesado y me puse de pie. -Adiós mamá- susurré mirando el paisaje. Nuevamente escuché a Jade relinchar, así que di media vuelta y caminé hacia ella. Me subí a la silla y busqué en el bolso el mapa y la brújula. Empecé a buscar la cascada a donde había ll