Mi Escuela

2389 Words
Me despertó mi papá como todos los días a las 6am para ir al colegio. Odiaba ir a la escuela ¿Por qué la tuvieron que inventar? Ah, sí, claro, para que nuestro mundo avanzara con la inteligencia de los humanos. Si claro, como si fuera a pasar. Después de quejarme de la creación de la escuela, me levanté pesadamente de mi cómoda cama para caminar a mi armario, a tan solo siete pasos de mi cama (si, mi cuarto es pequeño). Me miré en mi espejo de cuerpo completo y vi mi cara llena de granos, lo que hizo empezar mi día con mi autoestima baja, desvíe mi vista y tomé mi uniforme. Me vestí e internamente agradecí a mi madre por obligarme a bañarme todas las noches, porque si no, estoy segurísima de que me dormiría en la ducha por la mañana. Miré mi cabello y lo vi todo enredado, pero no se veía tan mal, así que solo lo cepille de la parte de arriba, me puse gel y lo amarré a una coleta alta, le eché crema para peinar para dejarlo más suave y no tan enredado. Fui a mi baño y me lavé la cara con los miles de jabones y cosas que uso para quitar mi acné, pero claramente ninguno funciona. Después de lavar mi cara dejé que se secara por sí sola mientras recogía un poco mi cuarto para que cuando llegara estuviera limpio y ordenado. Después de que se secara mi cara y ordenara mi cuarto escuché el grito de mi mamá. -¡Ya está listo el desayuno!- gritó para avisarnos a Marcelo y a mí para que bajáramos a desayunar. Rápidamente me puse mis zapatos y al verme en el espejo vi mis espinillas, así que tomé un poco de mi maquillaje para ocultarlo, dándome un poco de seguridad para estar frente a mis amigos y compañeros. -Buenos días mamá- saludé al bajar las escaleras, viendo como servía en un plato los chilaquiles -¿Marcelo no desayunará?- pregunté sentándome. -Buenos días- saludó -No, ya sabes que se desveló ayer y no quiere desayunar para dormir un poco más- me contestó, a lo que reí, ya que casi siempre hace eso cuando está cansado. Comí todo lo que me sirvió y fue cuando vi a mi papá bajar con la mochila de mi hermano...como siempre. -Buenos días papá- saludé recogiendo mis platos. -Buenos días- saludó dejando la mochila de mi hermano en la mesa -¿Ya estás lista? Se nos hace tarde- dijo mirando el reloj de la cocina. -Voy a lavarme los dientes- dije antes de subir las escaleras rápidamente, escuchando el grito de mi papá para que Marcelo se despierte y baje. Me lavé los dientes a toda velocidad y bajé corriendo las escaleras, tomando mi mochila. -Ya te están esperando Angélica- dijo mi mamá -¡Adiós!- exclamó para que la escuchara. -Adiós mamá, te quiero- dije corriendo escaleras abajo. Salí por la cochera subiéndome al carro donde mi papá me esperaba. -¿Lista? Te tardaste mucho- dijo cerrando el la cochera. -Lo lamento- contesté mientras aceleraba para ir al colegio. Cuando llegué al colegio, le di un beso a mi papá antes de bajarme. Lo sé muy cariñosa con mis padres, pero si no puedo ser buena estudiante, al menos quiero ser buena hija. Subí las miles de escaleras para al fin llegar al patio donde se hacía la formación. Vi a Melody (una de mis mejores amigas y parte del ET) y fui a donde ella. -¡HOLAAA!- le grité haciendo que saltara del susto y me diera un golpe amistoso. -¡Estúpida, me asustaste!- dijo "enojada" para luego abrazarme, lo que hizo me reír. Melody era rubia, ojos miel y un poco gordita, eso le ha dado muchos problemas consigo misma, pero siendo sincera a mi no me importa.  -Bueno, ya perdón- dije separándome de ella con una sonrisa -¿Qué había de tarea?- pregunté, ya que siempre había algo que se me olvidaba. -Ay, no sé y no me importa- dijo empezando a caminar para subir a dejar las mochilas. -Y con eso quieres mejorar las calificaciones- dije divertida para después reír y ella me fulminara con la mirada. -Cállate- dijo con los ojos entrecerrados, a lo que reí. -Okey okey- dije rodando los ojos para empezar a subir las escaleras. Mi escuela es bastante grande, tiene un patio para kínder (que tiene juegos), uno para primaria y uno de secundaria (que son iguales, solo que el de secundaria da a la calle y tiene gradas); tiene como 70 salones para toda las escuela sin contar salones de maestros, música, auditorio, deportes, kínder, etc. Está la casa de las madres (monjas o como le quieran llamar). También tenemos dos canchas de fútbol, cuatro de básquet, cuatro de volley (que cuando hay partidos de volley se pone una red en las de básquet), una capilla y próximamente un gimnasio y otra capilla. No les había dicho mi escuela es católica, así que nuestras directoras son madres o como todos les decimos, monjas. -¡Al fin!- exclamamos una vez que subimos los tres pisos, ya que nuestro salón estaba hasta arriba. -Creí que iba a morir- dijo Mel exagerada. -Ándale, vamos que no nos va a dar tiempo- dije empezando a caminar. Al doblar a la derecha vimos los diversos grupos hablando animadamente, entre ellos estaba unos de primero de secundaria. -¡Ay Estefanía, no le digas!- escuché a Jocelyn gritar a mi lado lo que me hizo estremecer. Jocelyn es conocida como "la más bonitas de la generación" y Estefanía era una de sus amigas. Obviamente de “las populares” y siendo honesta no quería escuchar su chillona voz tan temprano.  -Ay Estefanía, no le digas- imitó en susurro mi amiga a mi lado a lo que reí -Apuesto que será algo de Raúl o un chico- dijo rodando los ojos. -Lo sé, es de lo único que hablan- dije suspirando mientras rodaba los ojos. Dejamos las mochilas en nuestro salón y sacamos nuestros libros, mientras Mel me decía que ella inventará la máquina de la película de lluvia de hamburguesas. -¡Solo imagínatelo, seremos la sensación por crear una máquina que haga llover hamburguesa!- dijo mi amiga como si fuera a pasar. -Ya déjate de estupideces Mel, nunca existirá una máquina así- dije divertida mientras ella hacía un cara de sufrimiento. -¿Pero por qué?- se quejó como una niña a lo que reí y vi a todos mis compañeros de clase entrar. -¡Primera clase libre!- gritó Oliver. Todos empezaron a gritar y estar como locos gracias al grito que dio al entrar. -Voy a leer- dije mirando todo el alboroto a lo que ella asintió mientras sacaba su libro al igual que yo. No me podía concentrar así que mire a mi alrededor y vi a todos mis compañeros. Podía ver como ya todos se habían juntado con sus grupitos y empezaban a hablar. Viendo a todos los de mi salón me di cuenta que en realidad son todos muy diferentes. Tengo una buena relación con todos, aunque algunas sean muy falsas para decir verdad, unos no me caen nada bien y hago como si fueran mis amigos de toda la vida, lo sé muy hipócrita de mi parte, pero es mejor eso que no llevarme bien con ellos. -Verdad que no Angie- escuché a mi lado, miré a mi derecha y vi a Mel y a Robert esperando mi respuesta. -Perdón no puse atención- dije sacudiendo mi cabeza fijando mis pensamientos de lado. -¿El viernes habrá una asamblea?- me pregunta Robert. -Si, la madre nos dijo el viernes en el recreo- contesté y Robert miró con superioridad a Mel -¿Por qué?- pregunté confusa. -Es que aquí mi amiga Melody decía que no había- contestó este pasando uno de sus brazos por mis hombros lo que me hizo reaccionar rápidamente. -Lo siento Mel, pero nos dijeron y sí habrá una- dije separándome de él con la excusa de tomarle las mejillas a Mel -No te sientas mal- dije jugando con ellas mientras Robert reía. A Mel le gusta Robert y por esa razón no le puedo decir que me gusta, ella es mi mejor amiga y prefiero no decirle porque de hacerlo perdería su confianza y su amistad. -Ya ni modo- dijo suspirando "triste" y en ese momento la maestra llegó. ¿Saben lo satisfactorio que es escuchar el timbre del descanso? Es como si estuvieras muriéndote por ir al baño, pero el baño está ocupado. Estas retorciéndote y saltando por todas partes esperando a que salga la persona y cuando la ves salir corres y dejas todo salir antes de que te hagas en los pantalones. Bueno, en fin, salimos al recreo como estampida de elefantes hambrientos. Nos sentamos en las gradas el squad y enseguida los temas asquerosos empezaron. -¿Por qué los hombres tienes que usar condón?- preguntó Carlos de repente haciendo que los hombres rieran, mientras las mujeres hacíamos sonidos de disgusto. -Porque si no lo usas dejas a una mujer embarazada- dijo Victoria, la que siempre busca un punto científica y lógico de las cosas. -¿Pero por qué? ¿Por qué las mujeres no usan algo? ¿Sabías que nos quitan satisfacción?- dijo Alex indignado a lo que muchos reímos. -Nosotras podemos tomar pastillas- dijo Mía, la que adora los temas de sexualidad, suicidios y drogas. -Entonces nosotros no usamos condón y que ellas tomen pastillas, que salga todo- dijo Carlos y todos reímos con asco. -Pero puede que la pastilla no funcione, mejor que usen condón y que ellas tomen pastilla- dije obvia. -A ver ¿Entonces por qué hicieron las pastillas?- dijo Guillermo, o como le llamamos Memo. -Como un método de prevención, al igual que él condón, puede que se rompa y la pastilla que no sirva- dijo Victoria y así empezó nuestro debate de porqué los hombres tiene que usar condón si les "quita" satisfacción. Todos guardaron silencio por un momento, hasta que una pregunta tan indecente se escuchó. -¿Ustedes se tragarían el semen?- preguntó Alex, enseguida escupí el agua sorprendida por su pregunta mojando a Carlos que está frente a mí lo que provocó que todos estallaran en carcajadas mientras yo me ahogaba. -Esta bien, gracias por empaparme con tu agua- dijo Carlos sarcástico fulminándome con la mirada, a lo que reí. -Perdón, no fue mi intención- dije riendo como loca al igual que todos. -Si claro- dijo sarcástico -De esta no te salvas- dijo entrecerrando los ojos -Yo que tú corro- me sugirió con un pan con mayonesa en su mano y enseguida empecé a correr. -¡Perdón, fue un accidente!- grité corriendo por todo el patio entre carcajadas. -¡Vas a ver Angélica!- gritó detrás de mí. Reía como loca mientras le pedía ayuda los demás, pero los que se hacen llamar mis amigas le echaban porras a Carlos -¡Juan agárrala!- le indicó a Juan Carlos que pasaba por su lado y él, entretenido, lo hizo. -¡No, no le hagas caso, suéltame!- dije moviéndome en sus brazos. Me quedé quieta y vi a las populares viéndome mal...muy mal. -Gracias hermano, te debo una- dijo Carlos una vez frente mi, mientras los demás populares se acercaban. -No te preocupes, te ayudo con tu novia- dijo él divertido. -¿¡Qué!?- pregunté indignada -¡Yo no soy su novia!- aseguré mirándolo sobre mi hombro. -Claro que sí- dijo seguro. -Que no- contraataque. -Si- siguió, y sabía que esto iba para largo. -No- me defendí. -Si- dijo.  -No- respondí. -Si- continuó. -Si- dije con la esperanza que cayera.  -No- cayó el muy tonto a lo que sonreí victoriosa -¡Digo si!- dijo, pero yo ya estaba riendo. -Ustedes son los novios, discuten como unos- dijo Carlos sonriendo divertido. -¡Que no!- exclamé harta -¡No soy de nadie y no estoy interesada en eso!- dije desesperada. -Uuuuhhh- dijo Raúl el típico sonido de "golpe bajo" haciendo que todos lo imitaran. -Tranquila, cielo. Algún día se tenían que enterar de nuestra relación- dijo el muy estúpido detrás de mí. -¿Relación? No tenemos ninguna relación tú y yo. Honestamente, no creo que la tengamos. Lo siento no eres mi tipo- dije divertida alzando los hombros. -¡Uuuuuuuhhhh!- cantaron los chicos alrededor. -¿Y cómo son tu tipo? ¿Chicos bueno, aplicado, caballerosos?- preguntó burlón -Claro, como todas lo desean- dijo divertido soltándome. Me puse frente a él y crucé mis brazos sobre mi pecho. -Te equivocas- dije sonriendo divertida. -Entonces son chicos malos, que les gustan los deportes extremos, motos y tatuajes- dijo acercándose a mí tratando de "intimidarme", pero no lo logró. -Algo así, estás muy cerca de adivinar- dije en susurro al acercarme a él, quedando centímetros de su rostro -Lastima que no lo vayas a saber- dije sonriendo y en eso sonó el timbre dando por finalizado el recreo -Adiosito- dije dándome vuelta dejándolo con la palabra el la boca. -¿Qué fue eso?- preguntaron los chicos cuando llegué con ellos. -Una pizca de su propia medicina- dije sonriendo orgullosa. -¡Toma esto!- gritó Carlos estampando el pan en mi cara mientras escuchaba sus risas. -¡Te mataré!- grité quitándome el pan y la mayonesa de la cara con ayuda de Victoria -Gracias- dije tirando las servilletas que me dio. -De nada- contestó -Le gustas a Juan- dijo en susurro mientras caminábamos a nuestro salón a lo que reí como loca. -¿Qué? Claro que no, tú estás más loca de lo que creí- dije quitándome una lágrima que caía por tanto reír. -¡Es en serio!- exclamó ella tomándome del brazo obligándome a parar -El gusta de ti, se ve en sus ojos a kilómetros. Solo que tú no lo quieres ver. Es más, escuché que desde el año pasado le gustabas- dijo dándome un empujón. -No lo creo Victoria, son puros chismes- dije honesta -Aparte el tiene a todas detrás de él ¿Por qué sería yo?- pregunté obvia. -Porque lo retas, sabes que ninguna hace eso, no demuestras estar interesada en él- respondió. -Y no lo estoy- interrumpí. -Y eso le atrae- me ignoró -Aparte eres una gran persona, divertida y bonita ¿Por qué no se fijaría en ti?- dijo y eso me dolió, ya que no lo creo yo. -Porque no Victoria, tiene a tantas que no creo que sea yo la que le guste, es algo imposible, aparte somos completamente diferentes, somos de otros mundos. Hay más chicas más bonitas e inteligentes que yo, que simplemente no puedo creer eso de nadie- dije honesta. Por fin desahogándome con alguien (un poco) de cómo me siento. -Con el tiempo te darás cuenta- dijo cuando llegamos al salón. Suspiré cansada de todas esas tonterías que me dijo Victoria, fui a sentarme a mi banco a esperar a que la maestra llegará, escondiendo mi cara en mis brazos. Sentí una mirada en mí, a los primeros minutos la soporté, pero luego no puede evitar levantar la vista. Topándome con la mirada de Juan Carlos, al ver que lo miraba me sonrió ligeramente y la devolví algo falsa. ¿Será verdad lo que me dijo Victoria? "Déjate de estupideces Angélica" pensé tristemente. 
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