Ansiedad

1063 Words

Mis últimas palabras fueron precisas y totalmente directas. Nada de lo que decía siquiera podía analizarse. ¿Un niño? ¿Acaso estábamos hablando de un objeto que se podía comprar y luego desechar? ¡Absolutamente no! Salí de su oficina hecha un volcán. Benedict no me había dado la dirección de Úrsula; eso era algo que podía solucionar fácilmente. Esa mujer no iba a intimidarme. Había sido lo suficientemente tolerante como para soportar una sola de sus estupideces más, y ahora no estaba dispuesta a seguir aguantando nada más. —Señora —se sorprendió el empleado al verme detenerme frente a él en un área que no solía visitar con frecuencia. —Necesito que me hagas un pequeño favor —le pedí, y tan solo unos instantes después ya tenía conmigo la dirección exacta de Úrsula. Claro, si es que ella

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