—No puedo estar equivocada, es él, el de la foto, es el señor Rogelio. Sin darme cuenta, estoy esbozando una sonrisa. No sé qué explicación darle a esto, pero cada vez que veo su foto siento una paz tan profunda que calma mi pecho. El rostro del señor luce sonriente, su mirada es firme, y sus facciones parecen tan suaves, como si pudiera transmitir mucho a cualquier persona que vea su fotografía. Me siento en mi cama y me quedo contemplando la foto, al mismo tiempo que una brisa muy fresca entra por mi ventana, acariciando mi mejilla y haciendo volar algunos mechones de mi cabello. —Debo estar volviéndome loca —solté una ligera carcajada, limpiando una lágrima que rodaba por mi mejilla. Siento como si lo hubiera conocido. No lo sé, pero siento una conexión tan fuerte que no se puede ex