CAPÍTULO 4

1609 Words
ANASTASIA —¿Q-qué estás haciendo? —susurro, intentando recuperar mi aliento. No puedo creer que me haya besado. Debo estar soñando, otra vez. —Te beso. —Y vuelve a atacar mi boca. No puedo más que seguirle el beso. Mierda. Sus labios son adictivos. Lleva sus manos a mi cintura y sus dos brazos me rodean por completo. Entonces me separo de él. —No —murmuro—. Deja de jugar conmigo, Grey. No voy a caer como todas esas estúpidas con las que te acuestas de una noche y nada más. —Suspiro—. Y recuerda que te odio. —Porque yo debo recordármelo. Me alejo y voy hacia donde está mi equipaje, sin decir nada me meto a una de las tantas puertas que tiene esta enorme suite, es un enorme cuarto pero yo todo lo que veo es la cama. Tengo que dormir. Siento que en cualquier momento me voy a desmayar. Cierro la puerta con seguro y me desnudo, entro al baño, totalmente blanco y lujoso, lleno la bañera y me adentro en ella. Esto es relajante. A pesar de saber que Christian Grey, mi socio, jefe y la persona que me acaba de robar un par de besos, a los cuales me entregué voluntariamente, está allá fuera, detrás de mi puerta cerrada. Suspiro sintiéndome en otro mundo por un momento. ¿Por qué me besó después de haberme insultado de la manera en que lo hizo? Lo que me dijo destruyó la poca esperanza que habitaba en en mí, haciendo que los muros de hierro que construí a mi al rededor, simplemente se desvanecieran. Apoyo mi espalda en la bañera y mis ojos se hacen pesados... —¡Ana! —Abro los ojos sobresaltada. Joder. Me dormí en la bañera. El agua ahora está muy fría, casi helada y estoy toda arrugada—. ¡Anastasia! —Es la voz de Christian. Me pongo de pie tan deprisa que un mareo me ataca y me sostengo de los azulejos, pero pierdo el equilibrio y caigo de picada al suelo. Mierda. Auch. Me duele. Me acabo de golpear una costilla con la bañera. Oh, mierda. Esto dejará moretón. Gimo de dolor y la puerta se abre. —Dios, Ana. ¿Qué haces ahí? —Me ayuda a ponerme de pie y estoy muy tentada a decirle una frase sarcástica, algo así como "Pues el piso se sentía solo y le di un abrazo" pero entonces al ponerme de pié, lágrimas de dolor salen de mis ojos. De veras duele. Pero ahora la peor vergüenza es saber que me está viendo desnuda. Oh. Por. Dios. Tierra tragame ahora. —¡Sal de aquí. Ahora! —grito entre sollozos. Me duele demasiado. —No te voy a dejar así. Estás lastimada. Si no me lo dices no me entero, Sherlok. —Vete de aquí —digo aún llorando. Que ñoña debo parecer. Él me ignora, toma una toalla y la pone por encima de mí, cubriendo mi desnudez. Ni siquiera reaccionó al verme desnuda y sólo me cubrió porque mi cuerpo es feo. Lloro más fuerte pero ya no es por el golpe. Él no me desea ni un poquito cuando yo me desvivo por él. Pero...¿Por qué me sorprendo? Él mismo me lo ha dicho. Soy un espantapájaros delante de todas las mujeres que tiene a sus pies. Soy peor que una escoba con falda. Al menos la escoba es delgada. Entonces, ¿por qué me besó? Tal vez sólo quería callarme. Si, eso debe ser. Soy irritante para él. El hilo de mis pensamientos se desvanece cuando él me toma en brazos. Doy un gemido lastimero al momento que su brazo, al cargarme, toca donde me lastimé. Salimos del cuarto de baño y él me deja en la cama. —Iré a llamar a un doctor —murmura. Me sorprendo bastante al notar verdadera preocupación en su tono. —No. No. Yo estoy bien. Sólo, por favor, trae algo para el dolor y ungüento. Creo que con eso estaré bien. —Seco mis lágrimas. —Claro —susurra y lo veo salir. Aprovechando que no está, me pongo de pié dificultosamente, abro mi maleta y tomo ropa interior, lentamente me la pongo. Busco una de las playeras que utilizo para dormir y me cubre hasta medio muslo, me hace sentir cómoda estar algo cubierta. Cuando termino de ponérmela, la puerta se abre. —No. ¿Qué haces de pie? Vuelve a la cama. —Sí, papá. Debo decirlo. Jamás nos imaginé a Christian y a mí, en esta situación. Ni en la misma habitación, ni que él se estuviera acercando a mí lentamente en este momento, como si se tratara de un cazador dirigiéndose a su presa. —Vuelve a la cama —dice en mi rostro y mira a mis ojos fijamente. Ruedo los ojos, pero me acuesto. —Levanta tu camiseta —ordena. ¿¡Qué!? Por supuesto que no. —No —respondo obstinada. Busco el edredón y me cubro hasta el cuello. Él suspira y alza sus ojos al cielo buscando algo de paciencia, supongo. Me dan ganas de reír y muerdo mi labio para no hacerlo, aún me duele mucho el golpe. Christian quita las sábanas y yo vuelvo a ponerlas, él las quita y yo las pongo. Duramos así unos minutos hasta que él se cansa. Jala fuertemente el edredón y lo tira al suelo. Su cara está roja. —¡Deja de luchar conmigo! ¡Joder, que sólo te quiero ayudar y te comportas como una maldita cría de tres años! —Okey... este es un Christian Grey muy enojado. —Ya... relaja la raja, Grey. —Él me da una mirada fulminante. Ignora mi comentario y se sienta a mi lado. Levanta mi camiseta y miro a todas partes menos a él. Toma un potecito, de lo que supongo que es el ungüento, de la mesita que está al lado de la cama y que no sé en qué momento puso allí. —Mierda. Eso se ve muy mal —susurra más para él que para mí. —¿Qué cosa? —¿Se referirá a los rollitos que tengo? —El golpe. Creo que es mejor que llamemos a un doctor. —Se pone de pie. —Ya te dije que estaré bien. Sólo me pondré la jodida cremita esa y tomaré algo para el dolor. —Está bien. —Vuelve a sentarse—. Yo te la pondré. —Y antes de que pueda decir algo, echa un poco del ungüento en su mano derecha... Y entonces su mano está masajeando lentamente mi cintura. Joder... mi cuerpo se estremece ante el frío de la crema y el contacto de su mano en mi piel denuda. Mi respiración se hace superficial y lo siento bajar desde mi cintura a mi cadera... ¿Qué está haciendo? Él no se detiene hasta que sostiene el elástico de mis bragas. Noto que su respiración es mucho más acelerada que la mía. Siente mi mirada y nuestros ojos se conectan, ahora sus manos no se detienen. Suavemente contonea mis piernas, sin quitar sus ojos de los míos. Puedo verlo. Mi deseo latente que se refleja en sus, ahora, oscuros ojos. No puedo creerlo. Él me está deseando como yo a él. Cuando llega a mi tobillo izquierdo, deja un beso húmedo allí. Y yo tengo que reprimir un gemido mordiéndome el labio inferior. Quisiera decirle que se detenga y me explique qué demonios pretende, pero mi voz no sale, sólo soy capaz de sentir. He deseado esto demasiado tiempo. No lo voy a detener cuando está a punto de pasar. A no ser que esté confundiendo las cosas y esto no signifique nada. Sus besos no se detienen allí, continúa subiendo dando suaves y calientes besos a través de toda pierna. Entonces llega al interior de mis muslos. Siento el sabor metálico en mi boca debido a lo fuerte que estoy mordiendo mi labio, así que lo suelto y el reprimido gemido sale más alto de lo que pensé haciéndome sentir avergonzada. Pero al parecer esto encendió algo en él. Christian se pone de pie con una agilidad increíble, saca su camiseta gris, dándome una grandiosa vista de su six pack y me lleva con él. Fuertemente agarra mis nalgas entre sus manos y por inercia, cuando él me levanta, llevo mis piernas al rededor de su cintura. Gimo al sentir su potente erección haciendo fricción con mi, ya hinchada de deseo, entrepierna. —¿Sientes eso? —susurra en mi oído y me devuelve a la cama. Se cierne sobre mí y seguimos en la misma posición sólo que, esta vez, acostados. Antes de que pueda pensar correctamente su lengua está en mi garganta. Oh, Dios. Me besa fuerte y posesivo. Mientras lo hace, su pelvis se mueve junto con la mía haciendo la perfecta fricción. Estamos teniendo sexo con ropa. Él gruñe en mi boca y yo gimo. Me olvidé del dolor de mi cintura y al parecer él también. Ya que en medio del deseo que nos nubla la vista, él pasó sus manos por mi cuerpo y entonces di un gemido, pero de dolor. Él lo notó y se apartó. —Lo siento —dijo con dificultad. Se puso de pie, tomó su camiseta y salió casi corriendo de mi habitación. Mierda. Ese puto me dejó toda excitada. Ahora lo odio más. Paso mis manos por mi cara e intento recuperar mi respiración. Mis pezones duelen, parecen piedras de lo duro que están. Ya me vengaré por esto Christian Grey.
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