CAPÍTULO 11

1848 Words
ANASTASIA Entro a mi departamento sintiéndome derrotada. No pensé que después de la noche que pasamos, las cosas estarían tan mal entre nosotros. Durante la noche, tuvimos relaciones dos veces. Fue lo mejor que me pasó en la vida. Él fue tan dulce la segunda vez, la primera también sólo que... fue diferente. Ninguno de los dos sabíamos como manejarnos y aunque sabía que sería sólo por esa noche, amanecer juntos me pareció demasiado irreal. Entonces la realidad golpeó en mí y supe que no iba a volver a pasar. Lo observé dormir por un momento hasta que abrió sus bellísimos ojos. Verlo sonreírme somnoliento, hizo que mi corazón diera mil vuelcos. Lo amo más que a nada... pero no soy nada para él. Ese pensamiento me llevó a salir de la cama de un salto mientras miraba su rostro confundido. Tomé mi ropa, mi bolso y salí corriendo de su habitación. Cuando llegué a la mía, me encerré en el baño y lloré sin razón aparente. Había perdido mi virginidad, y aunque fue con alguien que quería... que amo, sé que él no siente lo mismo por mí. Tampoco quiero empezar una relación «sólo sexo» con él, eso me destruiría. Entonces fue cuando me dije que no sabía si iba a poder hablarle o siquiera mirarlo a los ojos sin decirle lo que siento. Lo que siento me está matando. Siento que no soy capaz de soportarlo más y que en cualquier momento voy a explotar pero mi temor al rechazo es mucho más grande que mi frustración al tener que ocultar mi corazón. No sería capaz de soportarlo, otra vez. Christian fue a mi habitación y desde afuera me dijo que me diera prisa porque ya íbamos tarde al aeropuerto y después se fue... o eso pensé. Cuando salí con mis dos maletas, él esperaba por mí. Tomó una de mis maletas, me sonrió y caminó al ascensor esperando que yo lo siga. Cuando estuvimos dentro, lo sentí mirarme de reojo en innumerables veces pero yo veía al frente sin expresión alguna en mi rostro. Entonces su mano de alargó y presionó el botón de "Stop" del ascensor e hizo que mirara hacia él. —¿Te hice daño anoche? —preguntó, levemente preocupado, esperando mi respuesta pero yo no respondí, negué con la cabeza y volví mi mirada al frente. Toqué el botón y comenzamos a movernos, de nuevo. Taylor nos esperaba con el auto cuando llegamos hasta él. Lo saludé brevemente con mi mano antes de que comenzara a conducir hacia el aeropuerto. —¿Hay algo que te moleste? —Volví a negar y lo escuché suspirar exasperado—. ¿Entonces qué demonios está pasando contigo? —Taylor nos ignoraba, como la mayoría de veces pero sabía que estaba escuchando. No quería que Taylor se enterara de lo que pasó anoche. Porque eso no fue nada profesional, así que me quedé en silencio. Cuando estuvimos en el avión, me senté lejos de él mientras esperábamos que Taylor terminara con el equipaje y Christian continuó intentando entablar una conversación conmigo, pero no fue la mejor manera: —Eres muy delgada, Ana. —Me giré hacia él algo sorprendida—. Se te notan muchos los huesos y según lo que pude ver... y tocar anoche, también se sienten. De verdad, eres increíblemente delgada. ¿Comes bien? —En realidad pensé que se estaba burlando de mi peso o jactándose del hecho que había estado conmigo y yo no lo impedí. Así fue como decidí ignorarlo durante todo el camino. Él hablaba y yo le hacía la de oídos sordos. Pero lo perdí cuando, hace un rato, hizo ese comentario en el auto frente a Swayer y Taylor. ¿Puede ser más idiota? Si lo que quiere es que olvide lo que pasó... pues eso haré...bueno, intentaré. *** —¿Qué pasa con ustedes dos? No los he visto discutir y parecen enemigos reales. —Elliot se pone frente nuestro y nos mira sospechosamente. —No sé de qué hablas, Lelliot. —Christian ni siquiera levanta la mirada de la laptop. Estamos en la oficina de Christian y discutíamos con Elliot el diseño de una nueva empresa que queremos que él se encargue de eso. Haremos otra cede aquí, en Seattle y esa la manejaré yo, hasta que tenga que volver a Londres. Con esa cede vendrían siendo tres empresas principales de GEH, la otra la maneja Ros, ella es realmente excelente en los negocios pero la cede principal es, obviamente ésta, que maneja Christian. Extraño a papá. He estado hablando con él y sé que algo va mal, eso me tiene preocupada. Espero ir de visita a Londres la semana que viene. Dos semanas. Dos semanas de mantenernos únicamente como socios —lo que siempre debimos ser— Ignorándonos y yo...sintiéndome como la mierda. —Oh, vamos, bro. Tu actitud de «Nada me importa, soy el rey del universo» me está cansando. —Elliot cierra la laptop de Christian, quien de inmediato lo mira con mala cara—. Y tú... mi hermosa Ana, estás tan callada y demacrada. ¿Estás bien? —Se acerca a mí y pasa su brazo por mis hombros. ¿Por qué Christian no es más como su hermano? El problema es que yo me enamoré de Christian tal y como es. —Estoy bien, Elliot —murmuro y quito su brazo de mis hombros—. ¿Terminamos aquí? Me gustaría volver a mi oficina. Tengo cosas que hacer. —Miro a Christian esperando su respuesta. No es como que siempre hago lo que me dice pero...trabajo es trabajo y él es mi jefe. —Claro... —Sin siquiera esperar que termine esa frase, salgo rápidamente de su oficina escuchando los susurros detrás de mí. Camino hacia mi oficina y paso hasta ella ignorando a Olivia. Cuando estoy sola en el lugar, pequeñas y silenciosas lágrimas empiezan a caer. Todo esto me tiene cansada. Tengo ganas de que todo termine y simplemente... irme. El timbre de la puerta de mi departamento, me llama la atención. Bajo el estereotipo de música que tenía encendido, ya que esto logra relajarme, cantar y gritar como loca una canción con la que me identifico, es increíblemente una forma de expresión para mí. Pensando en que debe ser alguno de los vecinos que vienen a quejarse por el ruido, abro la puerta. Abro la boca con incredulidad al ver quien está frente a mí. —Señor Grey... ¿Qué hace aquí? —Mi respiración falla y mis ojos están como platos. —Hay algunos... eh... dejó unos documentos importantes en mi oficina y no alcancé a dárselos allá...así que decidí traérselo, señorita Steele. —Su mirada furtiva está sobre mí. Entonces me doy cuenta de mi fachada. Camiseta de tiras y shorts, nada más. —Y... ¿Dónde están los...documentos? —Observo sus manos vacías. —Oh... Uhm... Están en el auto ya que la estuve llamando para no tener que subir pero usted no me contestó y por eso subí. —Pasa su mano por su cabello. Conociéndolo como lo conozco sé que está nervioso. ¿Por qué...? —¿Y por qué no los subiste contigo? —pregunto extrañada. —No volveré a bajar para luego volver a subir. No soy tu sirviente. Hice mucho con venir hasta acá. Así que o bajas o los documentos de quedan en mi auto. —Ah... Me cambiaré y bajaré a buscarlos —murmuro aún algo desconcertada—. ¿Quiere entrar en lo que espera? —Hago espacio para que pueda pasar. —Por supuesto. —Entra y respiro profundo, oliendo su varonil perfume intentando calmarme, antes de seguirlo. —Ya vengo. Póngase cómodo. —Subo las escaleras en tiempo récord y entro a mi habitación. Busco algo decente... o con lo que pueda ver en mi closet mientras escucho aún como suena el estéreo, aunque bajo pero aún se escucha. Quito mi ropa y al no tener ropa interior, empiezo a ponérmelos. Comienza a sonar la canción «Dangerous Woman» El sonido de alguna manera es sensual y la letra... es tentación. Sin saberlo, de un momento a otro, me encuentro a mi misma moviendo mis caderas al ritmo de la música mientras cierro los ojos y acaricio la letra con mis labios al cantarla. Nada que probar, y soy a prueba de balas... Escucho un ruido pero no hago caso. ...y sé lo que estoy haciendo, la forma en la que nos movemos, como entrando en algo nuevo, quiero guardarlo, guardarlo para luego. Degustar el sabor, porque soy atrevida, porque soy generosa, es solo la naturaleza. Vivo para el peligro... Miro hacía el espejo y casi muero del susto al ver a Christian recostado en el marco de la puerta de mi habitación. —No te detengas por mí. Eso es bastante entretenido. —Se adentra a mi habitación. Yo sigo de espaldas y lo observo por el cristal frente a mí. Pasa sus manos por mi cintura y yo me estremezco—. Canta para mí —susurra en mi oído. Con dificultad, empiezo a susurrar la letra con entonación. Todo lo que tienes, piel con piel, oh Dios mío, no pares, chico... —No voy a parar. —Sus manos inquietas comienzan a recorrer mi cuerpo semi-desnudo. —Sólo canto... —Alejo sus manos de mí—. No creo que sea buena idea lo que estás pensando hacer. —¿Y qué se supone, según tú, que estoy pensando? —Me sonríe arrogante. —Todo tú lo grita. Tus ojos están oscurecido, tus pupilas dilatadas, tu respiración es acelerada y ahora estas apretando sus manos, las cuales están ansiosas por tocarme —murmuro, mirándolo a los ojos. Él ladea la cabeza hacia mí, aún sonriendo. Me voltea hacía él y entonces estamos frente a frente. —Aprendes rápido. —Vuelve a pasar sus manos por mi cintura. Muy cerca de la curva de mi trasero—. ¿Puedes cantarme un poco más? —murmura cerca de mis labios, los suyos captan toda atención. Se ven tan apetitosos. —No soy tu cantante personal... o lo que sea —replico algo nerviosa. —Vamos, pude escuchar que tu voz... es preciosa, sensual —baja más la voz—, y suena increíblemente s****l. Y con eso me rindo... Algo de ti... Me hace sentir una mujer peligrosa. Algo de, algo de, algo de ti que me hace querer hacer cosas que no debería, algo de, algo de, algo de... Y entonces sus labios están en los míos. Me besa fuerte y sin tregua mientras me aprieta más a él. De esta manera puedo sentir su excitación en mi vientre haciéndome dar un gemido. —Eres una mujer peligrosa para mí, Anastasia Steele. —Apoya su frente con la mía—. Y quiero tomarte tan fuerte —murmura en mi boca antes de volver a besarme. Sé que está mal pero que me condenen si no es lo que quiero en este momento. Además... lo malo es tentador.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD