CAPÍTULO 19

1744 Words
ANASTASIA —Hola, pequeña. —Sonrío enormemente hacía Elliot que acaba de entrar a mi oficina y me pongo de pie para abrazarlo—. Vaya... la diferencia entre la semana pasada y hoy. —Te quería dar las gracias —murmuro abrazándolo más fuerte—, si no hubiese sido por ti, no habría tomado la decisión de hablar con Christian. Estamos tan felices ahora. —Lo suelto y beso su mejilla. —¿Debería sentirme celoso? —Sonrío aún más al escuchar la voz de mi Christian. —Eso jamás. —Me acerco a él y beso suave y brevemente sus labios—. Buenos días, señor Grey. —Buenos días, señorita Steele. —Me besa de nuevo. Aunque durante toda esta semana hemos estado durmiendo juntos, ayer no pudimos vernos. Christian está demasiado ocupado con el astillero. El contrato ya está firmado, pero hay problemas con los exjefes y Christian los está resolviendo. No quiere que me involucre porque él no quiere que vuelva a ver a Jake. De hecho mañana sale de viaje y yo quedaré a cargo aquí mientras él no está. Lo extrañaré tanto. Por eso decidimos que hoy yo me quedaría en su departamento en vez de él en el mío. Nos separamos cuando escuchamos un sonido vomitivo... o algo así, proveniente de Elliot. —Me dan asco y arruinan mi inocencia. Consigan una habitación. —Reímos y hablamos durante un rato. Christian no aparta sus brazos de mí y yo no puedo dejar de sonreír. Es como si él fuera todo lo que necesito, de hecho... lo es. —Cambiando de tema; quiero decirles que estoy tan emocionado de que por fin estén juntos que creo que podría empezar a ir a la iglesia porque esto es un milagro. —Ríe—. Juro que he visto a Christian babear por ti durante dos años... —Elliot... —Me río de la advertencia de Christian quien ha resultado estar avergonzado por haber estado enamorado de mí sin decirme nada durante dos años. ¡Esto es un sueño! Y nada lo arruinará ahora. —Está bien... ¿Alguien más lo sabe? —Sólo tú, Taylor y el equipo de seguridad. Nadie más puede saberlo, Elliot. Ni siquiera esa... chica con la que estás ahora. —Hey, calma. Sabes que yo no diré nada. Y te agradecería que no hablaras en ese tono sobre Kate. —¿Quién es Kate? —Es una larga historia —dicen los dos al unísono—. Prometo que la conocerás después, pequeña —continúa Elliot. —No le digas pequeña. —Chicos... —Lo siento —Vuelven a decir ambos. Esto está empezando a divertirme. —Oh, Ana, quería decirte que Mía llega la semana que viene. —Escucho a Christian respirar profundo. Mía Grey. Una verdadera hija de papi. La ultima vez que la vi fue hace un año. Vino Grey House a visitar a Christian y yo estaba en su oficina. Me dijo de todas las formas de indirectas que yo era una puta cazafortunas que quería meterse bajo el pantalón de su hermano. Y bueno... esto no le gustó mucho ni a Christian ni a su familia. Y sí, se enteraron. Digamos que Christian le contó a Elliot. Elliot le contó a su madre y su madre a su padre. Grace y Carrick estaban mas que enojados. Dos semanas después, Mia iba en un avión camino a francia. Algo exagerado pero así son los Grey. Y entonces ella volverá... la semana que viene. De seguro me echa de toda la culpa de su estadía en un lugar donde no quería estar. —No te preocupes por ella, cariño —murmura Christian en mi oído—. Creo que no será igual que aquel tiempo. Y sí lo es... entonces se las verá conmigo. —Sí, Ana, no te preocupes. Amamos a Mía; es nuestra hermanita pero eso no le daba el derecho de tratarte de esa manera. —Les sonrío a ambos—. Te lo decía porque haremos una cena y mamá me castraría si no te doy su aviso. —Carraspea—: "Elliot, por favor, avísale a Ana sobre la cena del siguiente sábado. Si no lo haces y ella no asiste... te castraré" —La imita haciéndome reír al igual que a Christian. —Será un placer —digo después de calmar mi risa. —Me encargaré de ella. —Sé que lo harás. Eres un jodido pervertido. —Elliot choca puños con Christian mientras ríen. Son tan unidos. Juntos me traen recuerdos que me causan nostalgia. Elliot se despide de nosotros y quedamos sólo Christian y yo. Después de una larga sesión de besos, algunos cariñitos y risas cómplices, nos despedimos por un rato para poder seguir trabajando. Se acaba de ir y ya lo extraño. ¿Se puede ser más feliz? *** La siguiente parte del día me la pasé suspirando entre las nubes y esperando la hora de la salida. Iríamos al departamento de Christian. He estado allí unas dos veces como máximo por motivos de trabajo y no duraba más de diez minutos allí. Cuando por fin salgo de la oficina ya Christian me espera fuera con Taylor un poco más lejano que él. Estamos actuando con disimulo pero creo que ya todo el mundo lo sabe. Las miradas cómplices, sonrisas y miradas de soslayo durante algunas reuniones los últimos días deben habernos delatado. Cuando estamos lo suficientemente lejos de las miradas intrusas, entrelazamos nuestras manos y caminamos hasta su auto, donde Taylor nos espera. De repente él me detiene, lo cual me hace detener a mi también y envuelve sus brazos a mi alrededor para luego darme un beso que me deja sin aire. —Lo siento. Necesitaba besarte. Sonrío y sin poder evitarlo vuelvo a besarlo. —Yo también lo necesitaba. —Acaricio su nariz con la mía y llevo mi mano derecha para sobar su mentón con esa sexy barba de dos días. Entonces escuchamos el sonido de una cámara y luego de otra y otra y otra... Miro a Christian con pánico y él me devuelve la mirada. Corremos al auto, Christian protegiendo que no me empujen todo el tiempo hasta que estamos seguros en el asiento trasero de su Audi. De inmediato Taylor resuelve la situación con los paparazzis, pero no puedo evitar pensar que alguna de esas fotos se filtrará. ¡Dios! ¡No quiero que me encuentren! ¡No puedo salir en la prensa! Escondo mi cara en mis manos y gimo de frustración. —Hey, tranquila. No es nada. —Christian me abraza y recuesto mi cabeza en su pecho. —No lo entiendes. No puedo salir en la prensa, Christian. ¡No puedo! Por eso siempre he estado bajo perfil en tu empresa. Pero por favor no permitas que esas fotos salgan. —¿Por qué no pueden salir, Ana? ¿A caso te avergüenzas de estar conmigo? ¿Es eso? —¿¡Qué!? ¡No! Yo debería decir eso no tú. —No deberíamos decirlo ninguno, Ana. Yo estoy muy orgulloso de estar contigo. De hecho me encantaría que todos se enteraran que eres mía... por fin. Pero no lo hago, por ti no lo hago. Respeto tu decisión... —Christian, te estás yendo por las ramas. —Respiro profundo—. Te amo, ¿sí? Creo que no podría vivir sin ti. No me avergüenzo de estar contigo. ¡Eres el premio mayor de la lotería, el genio de la lampara y una biblioteca no virtual! ¡Todo en uno! —¿Una biblioteca no virtual? —Ríe—. ¿Me amas por la biblioteca que viste en mi departamento? —No... —Ajá —murmura —Y también te amo. Malditamente mucho. —Escucharlo decir esas palabras es tal y como la primera vez que me lo dijo; Mi corazón se acelera y me derrito. Nos besamos brevemente y damos por terminada la acalorada discusión que empezaba a surgir cuando Taylor entra al auto después de despejar nuestro camino, pone el auto en marcha y Christian me da un apretón en nuestras manos entrelazadas. Lo miro y sonrío un poco tensa al pensar de nuevo en las fotos. Giro mi vista a la ventana y me pierdo en el transcurso. Vamos en silencio y siento como mi pecho se contrae con recuerdos. Lo último que comí se revoltea en mi estómago provocándome ganas de vomitar. Los recuerdos me atacan y mis ojos arden. Otro apretón me saca de mis pensamientos y pestañeo varias veces para retener las lágrimas. —Ya llegamos. —Lo sé. Lo siento —me disculpo y salgo junto a él ya que Taylor tiene la puerta abierta para nosotros. Subimos en silencio y solos hasta su apartamento mientras Taylor aparca el auto. Nuestras manos siguen unidas, lo cual me reconforta un poco/mucho. Pasando de la felicidad a la nostalgia. Sé que volveré a la felicidad porque Christian se encargará de llevarme allí. Y sonrío ante la expectativa. *** —Mi amor... —escucho susurros y siento suaves besos en la piel desnuda de mi espalda—. Cariño, despierta. Me tengo que ir. —Abro los ojos y lo veo perfectamente vestido medio hincado frente a mí. Me reincorporo un poco hasta quedar sentada. —¿Ya te vas? —pregunto haciendo pucheros mientras me tallo los ojos. Él sonríe y asiente—. ¿Por qué no me despertaste antes? —Porque sé que te dejé agotada anoche. Quería que durmieras un poco más. Pero no despertabas y no quería ir sin despedirme. —Me besa fuerte. Tomando mi nuca con su mano y enredando su lengua con la mía. Termina el beso y apoya su frente en la mía—. Te extrañaré un mundo. —Yo también. —Volveré el lunes en la noche. —Una total eternidad. —Él sonríe y arregla su corbata. —Te quedarás aquí hasta que regrese y tendrás a alguien contigo. —No hemos hablado de esto. —Lo estoy ordenando, Anastasia. —Me da otro beso y ésta vez se dirige a la puerta—. ¡Te amo, cielo! —grita desde las escaleras. —También te amo. —Sonrío y me recuesto en la cama llevándome una mano al pecho. Siento como si se me fuera a salir el corazón. ¡Él es tan... Dios! ¡Uf... que buena noche!
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