CHRISTIAN
—Taylor, ¿Swayer es lo suficientemente confiable para dejarlo cuidando a Ana? —Jason rueda los ojos mientras sonríe.
—Por decimoquinta vez, sí lo es, señor.
—Sí, lo siento, Jason. Estoy algo ansioso.
—Cálmate, Christian. Ella va a estar bien y solo serán dos días.
—Una total eternidad —murmuro, repitiendo las palabras de mi hermosa niña.
Aún no puedo creer estas dos semanas que han pasado desde nuestra confesión. ¡Han sido las mejores dos semanas de mi vida! Sin excepción —a pesar de la crisis que tuvimos ayer por lo de los paparazzis, lo cual ya estoy investigando porqué se puso así—. Estar con Ana es... excepcional. He estado flipando. Jamás aparto mis manos de ella. Hemos estado durmiendo juntos y es la mejor sensación del mundo. Repetirle los «te amo» sin tener que ocultarlo más, es increible. Pero es más increíble que ella me corresponda.
Cuando Taylor se enteró, tuvo la misma reacción de Elliot, lo cual me pareció muy divertido además de raro debido a que él es muy serio a pesar de ser un amigo para mí, pero entonces lo vi reír histericamente y gritar un «¡Por fin!» por todo lo alto. Me dijo que le dieron ganas de bailar la macarena y cantar aleluya.
Bien. Eso fue extraño.
Muchas horas después, aterrizamos. Lo primero que hago al salir al aeropuerto es llamar a Ana. Taylor sonríe divertido cuando me ve y yo también sonrío a mi vez mientras lo veo entrar nuestro equipaje en el maletero de nuestro auto alquilado para el viaje.
Lo ignoro cuando, después de dos tonos, mi preciosa contesta:
—Hola —su voz suena demasiado cansada y parece que acaba de despertar.
—Oh, mierda. Lo siento, nena. Olvidé la diferencia de horarios ahora. ¿Te desperté? —Taylor me hace una seña y entonces entro al auto.
—¡Christian! No te preocupes, me alegra mucho que me hayas llamado. ¿Qué tal el viaje? —Sonrío al escuchar su voz emocionada.
—Bien... largo. Ya sabes.
—Sí —murmura. Su voz pasó de escucharse emocionada a escucharse desconcertada.
—¿Todo bien? —pregunto al oir su cambio de tono y repentino silencio.
—Sí, claro. Sólo me estoy despertando por completo. Hasta creo que estoy alucinando —Ríe—. ¿Ya estás en el hotel? ¿A qué hora te encuentras con nuestros socios?
Miro mi reloj antes de responder. —Faltan unas cuatro horas para la primera reunión. Estoy en el auto camino al hotel. Descansaré un rato antes de la reunión.
—Es lo mejor. Yo también volveré a dormir. Son las tres de la mañana.
—Lo siento...
—Déjalo así, cariño. Me alegra escucharte. —Suspira—. Ésta cama es demasiado grande sin ti.
—Me imagino... ya te extraño —murmuro y veo a Taylor sonreír con burla al retrovisor. Pongo los ojos en blanco.
—Yo también te extraño un mundo. Tu apartamento es enorme y hoy, como no trabajé, me pasé el día en tu gigantesca biblioteca...
—Sé que me amas sólo por eso. Tú misma lo dijiste —Sonrío.
—Puede ser... —Juro que la escucho bostezar y eso me hace reír.
—Vuelve a la cama, mi amor. Te hablaré cuando termine la reunión. —Ella asiente con un sonido nasal—. Te amo, nena.
—También te amo. —Sonrío instantáneamente cuando, después de eso, comenzamos con la estúpida discusión de enamorados de quién cuelga primero. Al final la obligo a colgar al mismo tiempo que abro la puerta de mi habitación en el hotel. La misma donde nos alojamos Ana y yo en nuestro anterior viaje a Taiwán.
Cierro la puerta y miro a través del cuarto desolado. No es lo mismo que cuando estuve aquí con Ana. Recuerdo que entramos discutiendo fuertemente y luego la besé por primera vez. Han pasado tantas cosas después de eso. Pero estar aquí sin ella, aunque sea peleando, me hace sentir solo. Pude haberla podido traer conmigo pero sé que el gilipollas de Jake estará en la reunión y no quería —ni quiero—, que vea a mi mujer.
Decido escoger la habitación donde ella durmió la vez pasada, intentando sentirme más cerca de ella. Lo sé, es inútil.
Segundos después unos toques en la puerta me sacan de mis pensamientos. Cuando abro, Taylor entra con mis maletas. Ni siquiera las recordaba.
Se despide y me dice que me llamará una hora antes de la reunión para que esté preparado. Le agradezco y cierro la puerta. Llevo las maletas hasta la habitación donde estuve amarrado por toda una noche. El recuerdo me hace sonreír. De verdad estaba tan enojado.
Me desnudo y decido tomar una ducha antes de dormir.
***
—Señor Grey. —Jugu Jan me saluda con una inclinación de cabeza apenas entro. Respondo a su saludo y hago lo mismo con los demás socios; Goyi Hukliu, Jaco yun y Conjichu Blindi hasta que llego al idiota de Jake O'connor.
—Señor Grey.
—Señor O'connor —saludo de mala gana. No me hace ninguna gracia que la última vez que nos vimos él emborrachara a Ana.
—¿Dónde dejó a su sexy socia? —¡Lo sabía! Gracias a Dios que no la traje. Creo que no me hubiese podido controlar como ahora si ella estuviera aquí y él la mirara de la misma manera en que lo hace cuando la piensa.
Gilipollas.
—Ella está en nuestra casa —me limito a decir. Espero que entienda la jodida indirecta—. Ahora, si no le importa, me gustaría dar inicio a la reunión.
Dos horas y medias después, salgo agotado. Al fin llegamos a un buen acuerdo. Estábamos teniendo problemas con los empleados ya que asumían que serían despedidos cuando yo tomara el mando y querían renunciar en masa si yo asumía la dirección del astillero, entonces los directores de querían echar atrás con el acuerdo. Los convencí de que no habría ningún problema y mañana puedo salir de nuevo hacia Estados Unidos.
Entro a la habitación y me dirijo al baño. Después de una ducha, me acuesto y decido llamar a Ana. Aquí ya es de noche y de seguro allá aún es de día, así que con seguridad sé que ésta vez no la despertaré.
Tomo mi celular y marco. Extrañado porque no contesta, vuelvo a marcar y nada. Llamo cuatro veces más y ya estoy a punto de entrar en pánico. ¿¡Por qué rayos no contesta!?
Llamo a Taylor y de inmediato atiende.
—Llama a Swayer y dile que le diga a la señorita Steele que tome el jodido teléfono —gruño.
—Eh... Christian, hay una situación. Estaba a punto de llamarle.
—¿Qué pasa, Jason? ¿Le pasó algo a Ana? —El miedo se abre paso en mi pecho y me reincorporo por completo cuando lo escucho respirar profundo—. ¿Qué pasa? —insisto.
—Ha habido un accidente, señor.
***
—¿Dónde está? —Camino rápidamente por el departamento. Saco mi corbata y quito los primeros botones de la camisa.
—Está en su habitación, señor. —Le doy una mirada fulminante a Swayer.
—Tú y yo hablaremos después —le señalo sin detenerme y corro hasta mi habitación.
Apenas Taylor dijo aquella frase, salí corriendo de la suite. Taylor ya había preparado jet y partimos lo más rápido que pudimos. Stephan estaba al tanto, así que ya esperaba mi llamada. Es domingo en la noche y acabo de llegar. Todas las horas que estuve en el avión, sólo pensaba en ella. Estaba desesperado. Estoy casi seguro que el jet debe tener un hueco en el piso de tanto que caminé sobre él.
Cuando entro la veo recostada en mi cama. En nuestra cama. Está dormida y siento que mi alma vuelve a mi cuerpo al verla. Me acerco más y me arrodillo frente a la cama. Llevo mi mano a su hermoso rostro y noto que tiene una que otras magulladuras.
Siento mi sangre hervir de enojo al pensar en el jodido accidente. Y siento miedo. El miedo que tuve al pensar que podía perderla... ni siquiera puedo pensarlo.
Ana abre sus preciosos ojos azules y sonríe leve al verme. Mi pecho arde. El sentimiento es tan... profundo.
—Hola —murmura.
—Hola —digo en un suspiro—. ¿Cómo te sientes?
—Bien. Sólo me duele un poco la cabeza. Pero el doctor me dio unas pastillas, dijo que esto pasaría. —Se incorpora un poco y queda sentada en la cabecera de la cama. Doy la vuelta y me siento a su lado. Tomo su mano y la entrelazo con la mía.
—¿Qué fue lo que paso? —Me dijeron lo que pasó pero quiero escucharlo de ella—. Desde el principio, Ana.
—Salí a comprar unas cosas en mi auto y Swayer fue conmigo... en autos diferentes.
—Te dije que no te separaras de él, Ana.
—Lo sé. Es sólo que no me pareció necesario que fueramos en el mismo auto.
—¿No te pareció necesario? ¿Y ahora te parece necesario? ¡Tuviste un jodido accidente! ¡Casi te pierdo!
—No es para tanto. Sólo fueron unos cuantos arañazos y quería conducir. —Respiro profundo e intento calmarme. ¿Por qué siempre tenemos que discutir o pelear? Es como si fuera lo constante en nuestra relación.
—Tengo demasiado miedo de perderte ahora que te tengo. —Ella sonríe un poco y se estira para poder besarme.
—No me perderás. No seas tan trágico. Un accidente le ocurre a cualquiera. Amenos que el poste se haya cruzado en mi camino de maldad. —Ríe y yo niego con la cabeza. No entiende en las circunstancias en las que estamos. Gracias a Dios. Y espero que se mantenga así.
Demasiados secretos. Demasiados misterios. Demasiada oscuridad y apenas estamos empezando nuestra relación.
A pesar de que la amo mucho, hubiera preferido haberla mantenido alejada de todo esto como cuando sólo eramos enemigos.