ANASTASIA
Gilipollas. Malparido. Idiota. Imbécil. Estúpido. Amargado. Irrespetuoso. Arrogante. Petulante. Dominante. Hijo de fruta...hermoso. Sexy. Inteligente.
Oh, espera. Esos ya no son insultos...
Suspiro. ¡Dios, Grey me va a volver loca! ¡Como lo odio!
Tengo media hora caminando hasta la parada de taxis más cerca. Pensé en llamar a uno pero mi celular no tiene balance. ¿Desde cuando no tengo balance? No lo sé, no llamo a nadie, a mí me llaman.
Llego a la parada de taxis y tomo uno. Me dirijo a mi apartamento. Allí tengo una copia de la llave de mi auto, esa es la suerte.
Entro a mi departamento y cierro la puerta detrás de mí. Dejo mis cosas personales en la mesa y me dirijo a mi habitación. Quito mi ropa y me preparo para una larga ducha.
Estoy debajo del agua tibia mientras enjabono con deliberada lentitud mi cuerpo.
Cuando llego a mi parte intima, me quedo allí más de lo necesario y entonces... Pienso en él.
¡Dios! Es que Christian Grey es un indudable material para una masturbación de media noche.
No. No. No. ¿Qué demonios pasa conmigo?
Tengo que sacarlo de mi cabeza. Ese ha sido mi objetivo durante dos años, pero no lo he conseguido por más que he querido.
Es mi enemigo. Nos odiamos a muerte. Somos socios y nada más.
Repito esto en mi cabeza varias veces hasta que la tentación se va.
Salgo de la ducha sintiéndome abochornada por lo que estuve a punto de hacer... Esa no sería la primera vez pero tengo que dejar de hacer eso.
Pero es más bochornoso el que tenga veintitrés y aún sea virgen.
Patético.
El problema es que no he sido capaz de pensar en otro hombre que no sea Christian desde que lo conozco y lo he intentado, pero es obvio que no me ha funcionado.
Voy a la cocina, pero al ver mi comida sólo me da asco. Y tengo que volar al baño a desechar mi estomago vacío.
Su voz resuena en mi cabeza como si hubiese sido ayer.
Gorda.
Y se repite, se repite y se repite.
Me recuesto de los azulejos y permito que mis lágrimas salgan.
Jamás se fijará en mí. Yo le repugno y por eso me odia.
Salgo del cuarto de baño y voy a la cama. Me recuesto y llevo mi mano derecha a mi vientre, está plano pero...él piensa que estoy gorda.
No puedo comer más...
Y con ese pensamiento mente, caigo en los brazos de Morfeo.
***
—B-buenos días, señorita Steele —saluda Olivia cuando entro a mi oficina y ella me sigue torpemente. Entiendo porque el gilipollas de Christian la puso ella a mi cargo y se quedó con Andrea.
—Buenos días. ¿Qué tenemos para hoy?.
—La reunión de los... —Olivia es interrumpida cuando la puerta se abre y por ella se asoma el mayor idiota de este planeta.
Debería traer un cubo para las babas de Olivia... y las mías, pero son más disimuladas.
—Tú —Señala a mi secretaria—. Fuera. Ahora. —Ella asiente sin quitarle los ojos de encima y sale toda roja y temblando de mi oficina.
—¿Qué quieres, Grey? —escupo estas palabras. Él no tiene derecho a irrumpir en mi territorio... Aunque siempre lo hace.
—Buenos días, señorita Steele. —Se acerca a mí. Me pongo nerviosa cada vez que se me acerca así que intento que no se me note. Además sigo enojada por lo de ayer.
—Lo diré de nuevo... ¿Qué quieres, Grey? —Me alejo rápidamente de él.
—Nada... sólo quería saber qué tal tu caminata de ayer. —Ríe.
—Ja Ja, qué divertido —digo sarcásticamente.
—Lo sé... —Se queda en silencio—. Estás hermosa —susurra y me mira fijamente.
¿Escuché mal?
—Oh... Gracias, supongo. —Siento mi cara arder.
—Sí... —Se queda en silencio, otra vez—. Tanto como mona con vestido. —Y tenía que cagarla.
—Calladito te ves más bonito, estúpido Grey. —Ruedo los ojos.
—¿Estás diciendo que soy bonito? —Me da una sonrisa ladeada, bastante arrogante.
—N-No... es una forma de decir que si no hablaras tal vez te verías bien... pero lo dañas con sólo abrir la boca. —Agito mi mano con desdén.
Lo veo mirar directamente a mi vientre y tengo ganas de hacerme bolita y desaparecer.
¿Está viendo lo gorda que estoy?
Me siento detrás de mí escritorio, así no puede verme.
—¿Tienes todo listo para la reunión de esta tarde? —Aparta la mirada de mí rápidamente y no me mira, se nota nervioso.
¿Christian Grey, nervioso? Imposible.
«Será que no te quiere mirar porque le das asco»
—Sí, señor Grey.
—Bien... —Se da la vuelta, pero luego se detiene—. Ah y tu viajarás conmigo a Taiwán.
—¿Qué? Pero si ese trato te toca a ti... yo iré a New York, ¿lo olvidas? —¡Está loco!
—No, no lo olvidé, pero recuerdo que alguien ayer dijo que mi presentación parecía muy pobre, así que tienes que ayudarme. Por eso cambié nuestro itinerario. Tú y yo iremos a Taiwán y luego iremos a New York, juntos. —¿Nosotros? ¿Juntos?
—No creo que sea buena idea...
—Yo soy el jefe... Yo mando. Prepare todo lo que necesite, señorita Steele, salimos mañana. Será la peor semana de tu vida. —Ríe y con eso sale.
¿Qué demonios...? Sé que me hará la vida imposible durante todo el tiempo que estemos juntos.
Suspiro y me desplomo en mi asiento.
Como odioamo a ese gilipollas y sexy de mi jefe.