CAPÍTULO 1

931 Words
La actualidad: CHRISTIAN —Las inversiones en los astilleros, nos ayudarán a ampliar nuestra gama tanto de empleados como en economía y así seremos más reconocidos en otros continentes. Todo se trata de relación y buenos contratos... —Me detengo cuando escucho un carraspeo. Sé a quién corresponde y me dan ganas de rodar los ojos—. ¿Sí, señorita Steele? —digo sin siquiera mirar hacia atrás y me concentro en las estadísticas que tengo en frente. —¿Con ésta pobre presentación pretende usted convencer a los socios de Taiwán, señor Grey? —Su tono de suficiencia me hierve la sangre. —¿Cree usted poder hacerlo mejor? —Volteo hacia ella. Diablos, sus inocentes y hermosos ojos azules, siempre me dejan sin respiración. Dos años después y aún se cuelan en mis sueños. —Por supuesto, señor Grey —responde con una media sonrisa. Es realmente hermosa pero... es toda odiosa conmigo. —Lástima que usted no es la jefa aquí. —Volteo a mi pizarra de estadísticas y continúo mi presentación. La escucho resoplar detrás de mí, lo que me provoca una pequeña sonrisa. *** —Diablos —escucho en un susurro irritado cuando me acerco al estacionamiento de GEH—. Demonios —escucho de nuevo. Cuando me acerco a donde viene el susurro, me encuentro con la no tan grata sorpresa de ver a la señorita rebuscar desesperadamente en su bolso. —¿Todo bien, señorita Steele? —Ella da un respingo al escuchar mi voz. —Nada que te importe. —Continúa buscando. —Púes... adiós. —Me doy vuelta y me dirijo a mi auto. —¡Señor Grey! —Me detengo en seco cuando la escucho llamarme. ¿Qué diablos tiene en mente? —¿Que quiere, señorita Steele? —pregunto brusco. —Yo... No encuentro las llaves de mi auto, creo que las extravié —susurra, su carita sonrojada y creo que es la primera vez que veo a Anastasia tan... vulnerable. —Eh... creo que me dijo que no debía importarme ¿No es así? —Levanto una ceja en su dirección. Ahora ella está toda roja, pero esta vez es por humillación. La he llegado a conocer, y ésta es mi Anastasia. —Tiene razón. Tomaré un taxi —murmura y se da la vuelta. —Señorita Steele —llamo pero ella no se detiene—. Anastasia. —Se detiene. Creo que es la primera vez que la llamo por su nombre. Aunque en mi mente siempre la llamo así... entre otras cosas. —¿Sí? —Te puedo dar un aventón —sugiero, cuando llego hasta ella. —¿Qué está tramando? —pregunta inquisitivamente. —¿Yo? Nada —Me hago el inocente. Tengo pensado algo para que se revuelque hasta el día de su muerte. Oh, no. No debo meter a las palabras "muerte" y "Ana" en una misma oración. Eso hace que me dé cuenta que la señorita Steele no es inmortal y algún día no estará para pelear conmigo. Aunque sé que sólo nos quedan tres años de contrato, pienso aprovecharlos al máximo... Haciéndola enojar. —Púes en ese caso... se lo agradecería mucho. —Ella puede ser humana cuando quiere. —Por supuesto. —Camino delante de ella y espero a que me siga. Llegamos a mi auto y me subo en el asiento de piloto, en otra ocasión le abriría la puerta como todo el caballero que no soy, pero que aparento ser. Pero eso ahora arruinaría mi plan. Cierro mi puerta y espero a que ella abra la suya, cuando lo hace, se sienta a mi lado y me mira cautelosamente. Trato de no reírme por lo que haré a continuación y por la cara que imagino, pondrá. Así que reprimo mi risa mordiéndome el interior de mi mejilla derecha. Unos minutos después detengo el auto. —Listo —chasqueo—. Aquí tiene su aventón, señorita Steele. —Trato de no oler su dulce aroma a manzanas, ni mirar directamente sus abrumantes ojos azules. —¿Qué? —Me mira atónita. —Te ofrecí un aventón y aquí está. —Señalo la desolada calle. Oh-oh. No parece haber parada ni de taxis ni de autobús en esta calle. —Tienes que estar bromeando, ¿cierto? —Su cara es tal y como la imaginé. Tengo ganas de reírme a carcajadas. —No, señorita Steele, no estoy bromeando. Ahora salga de mi auto. —Señalo la puerta. Ella me mira sin poder creerlo. —Sabía que tramabas algo. —Si las miradas mataran...—. ¡Eres un idiota, Grey! —me grita antes de cerrar la puerta, azotándola. Pero entonces la abre de nuevo y grita—: ¡Te odio! —.Entonces azota la puerta más fuerte que antes. Ouch. Mi pobre auto, eso me dolió a mí. Río cuando la veo caminar como toda una fiera enojada. Mmm. Me gustaría ver esa fase en mi cama. ¡¿Qué demonios, Grey?! Detengo esos pensamientos al instante, pero como sea necesitaré una ducha de agua helada, como cada vez que tengo un enfrentamiento con Anastasia y eso... es siempre. Adelanto un poco el auto y la alcanzo. Abro la ventanilla y grito: —¡El sentimiento es mutuo, señorita Steele! ¡Yo también te odio! —Yo también te amo. Cierro la ventanilla y elimino mi último pensamiento tan rápido como llegó. Se supone que tengo que odiar a Anastasia más que lo que ella me odia a mí, no amarla. O eso se suponía... En pasado.
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